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Dominación Mujeres, Fantasías / Parodias

Servicio social en el asilo II

Antes de terminar mi turno, Pedrito se acercó a mi.

— Mi niña mañana quiero que ten pongas una faldita para verte esas piernotas, se buena niña.

Yo no le dije nada y me fui. Al día siguiente en la mañana salí de bañarme y mientras decidía que ponerme recordé lo que Pedrito me había pedido, entonces busqué en mi clóset y decidí ponerme una falda corta me llegaba más o menos a la mitad del muslo, era color lila, abajo me puse una tanguita blanca, me puse una blusa blanca u sandalias, llegué al asilo y en cuanto entré la encargada me llevó a su oficina, se veía molesta.

— No tienes idea de lo que provocaste, ayer desde que te fuiste Pedrito le platicó a todos los abuelos que te había cogido, todos se pusieron locos, manosearon a las abuelitas, no los hemos podido controlar.

— Perdón, no era mi intención, no tenía idea, Pedrito se sentía mal y solo quise ayudarlo.

— Pues ahora los calmas o no te firmo el servicio social, haz lo que tengas que hacer o vete de aquí.

Pensé que podría calmarlos hablando con ellos o dejando que me manosearan un poco, pero reitero que no tenía idea de lo que me esperaba. Entré a la sala y solo estaban los abuelitos, habían tenido que separarlos de las abuelitas porque se estaban sobrepasando, entre y los vi a todos viendo televisión jugando cartas o leyendo, pensé que ya estaban más calmados, pero en cuanto me vieron empezaron a chiflar y decirme majaderías yo les pedí que se calmaran

— Buenos días abuelitos, están muy exaltados y la encargada me platicó que se estaban portando mal, quiero explicarles que lo que pasó ayer con Pedrito fue mi error y quiero pedirles por favor que se calmen para que podamos seguir trabajando en paz y que las abuelitas puedan sentirse tranquilas.

— Ya niña quítate la ropa.

— Si, ayúdanos a todos.

— Queremos verte las tetas.

Todos seguían gritando ese tipo de cosas, yo insistía en que debían calmarse pero no hacían caso, hasta que uno de los abuelitos de nombre José se levantó, se paró junto a mí, y de forma tranquila pero imponente me dijo

 Ya, haz caso, por lo que hiciste ayer nos confirmaste que eres una putita y quieres jugar, haz dejado que todos te manoseemos y ayer permitiste que uno de nosotros te cogiera, ahora coopera, haznos felices a todos por tu voluntad y disfruta tu también o atente a las consecuencias, porque sea como sea te vamos a coger.

Me quedé fría, no esperaba algo así de los abuelitos, me quedé paralizada y el abuelito José me levantó la falda, los demás empezaron a chiflar y a pedirle que ya me quitara todo

— Ya encuerala

— Ya metesela

— Ya queremos coger

Gritaban y pedían los abuelitos. José me agarró del pelo e hizo que me arrodillara se sacó la verga, media unos 20 centímetros, era gruesa, tenía las bolas grandes y colgaban, acercó su verga a mi boca y empezó a restregarla en mis labios, me dio una leve cachetada y parece que por instinto empecé a besarla, la recorrí despacio con mi lengua y empecé a mamarsela, me tomo con fuerza del pelo y empezó a cogerme la boca sin importarle nada, en un momento la metió toda, hasta el fondo de mi garganta y justo ahí explotó llenándome de leche haciendo que me la tragara toda, quedó complacido.

— Ahora si amigos disfruten a esta putita

Yo seguía de rodillas y justo en ese momento me percaté de que todos los abuelos estaban desnudos la mayoría con sus vergas duras, me levantaron y me llevaron a la mesa donde jugaban cartas, me acostaron ahí y se pusieron alrededor, uno de los abuelitos me abrió las piernas, las puso en sus hombros y me embistió clavándome toda su verga una y otra vez, me quejé un poco pero luego empecé a gemir, otros abuelos empezaron a manosear mis tetas, pusieron mis manos sobre sus vergas para que los masturbara y empezaron a mamarme las tetas, pasaron horas así, los abuelitos cogiendome en diferentes pociones y haciéndome mamar una verga tras otra, sin descanso hasta que todos se vaciaron las bolas, excepto tres, el abuelito que estaba en silla de ruedas y otros dos a los que no se les paró la verga, ellos se quedaron al final, los abuelitos satisfechos se fueron a sus cuartos, pensé que había terminado pero no era así.

— Ven perra, sigue chupando vergas

Dijo uno de los abuelos. Fui a donde ellos estaban y se las mame, logré que uno se pusiera un poquito duro y en cuanto lo logró me la ensartó en la panochita solo para correrse dentro de mi, el otro me acostó en el sillón.

— abre bien las patas puta.

Se acostó sobre mí y así sin tener la verga dura me la metió y estuvo dentro de mí un rato, se levantó y se fue a su habitación.

Una vez más pensé que todo había terminado, pero faltaba el abuelo Martín, el de la silla de ruedas.

— Ven niña, recuéstate en mis piernas con el culito bien parado, te mereces unas nalgadas por andar de puta.

Me puse en sus piernas como me indicó

— Con que eres una puta eh, ya te habían metido tantas vergas en un día?

Empezó a nalguearme.

— No, nunca había estado con más de uno.

— No te creo, se ve que disfrutaste que todos te dieran verga.

Me nalgueo más fuerte

Me quejé un poco.

—La verdad si me gustó. – Le respondí

— Si perra se ve que te gustó, ahora te voy a dar tu castigo, las putitas como tú que disfrutan ser usadas merecen ser castigadas. Ahora levántate, voy a pedir que me traigan unas cosas para tu castigo.

Llamo al enfermero y le pidió que le trajera verduras de la cocina.

— Mario, soy Martin necesito que me traigas unas cosas a la sala de juegos por favor, necesito un pepino, el más grande que encuentres, dos o tres zanahorias, tráeme algunos chiles y si encuentras jengibre también trae un poco.

Yo no entendía bien que iba a hacer, pero esperaba con ansias el castigo. Mario llegó con lo que le había pedido don Martín, se sorprendió al verme ahí desnuda, pero no dijo nada, le entregó las cosas a Martín y se retiró.

Martin me dijo:

~Ahora si pequeña puta, empínate en el reposabrazos del sillón para que recibas tu merecido.

Yo no decía ni una palabra, solo obedecía, me sentía ida, creo que así se debe sentir cuando te hipnotizan jaja, me puse en el sillón como él me lo indicó, mis nalgas le quedaban a la altura perfecta para que pudiera darme nalgadas, meterme los dedos o hacerme lo que se le antojara.

Empezó dándome nalgadas fuertes

— Esto y más te mereces puta, abre bien esas patas, sepárate las nalgas.

Yo solo atinaba a obedecer, separé mis nalgas y sentí como empujo algo largo y se sentía grueso dentro de mi, yo no hacía nada, apenas tenía fuerza para gemir o quejarme, cuando sentí como saco el objeto de mi panochita, sentí un poco de alivio, pero fue solo un momento porque de inmediato lo clavó en mi culito, estaba dilatado pero aún así sentí como me abrió con fuerza, lo empujaba más y más, lo dejo en mi ano, y empezó a tallarme la panochita con el jengibre, lo metía un poco sentía ardor, pero no tenía fuerza para moverme, tomó otro pepino y le lo metió en la panocha hasta que me desmaye, al siguiente día desperté en la enfermería, estaba desnuda y el enfermero acababa de llenar mi cara de su leche, me dijo que cuando me sintiera bien me bañara y fuera a la oficina de la jefa porque haríamos un rol para complacer a los abuelos, descanse un poco más y me metí a bañar, me puse una bata y fui a la oficina.

— qué bueno que decidiste quedarte, estás contratada, empezaré a pagarte para que atiendas y complazcas a los abuelos, pero haremos un rol para que no tengas que coger con todos todos los días. Descansa este fin de semana porque partir del lunes tu trabajo será más pesado…

Espero les haya gustado. Besos para todos; cualquier comentario pueden mandarme mensaje por telegram, les dejo mi user: @x71937

54 Lecturas/30 julio, 2025/0 Comentarios/por Melissa993
Etiquetas: abuelo, amigos, culito, leche, mayor, puta, putita, verga
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