Sesión de ballbusting (Parte II)
Llegó el día en el que Jack sería golpeado en sus huevos por dos auténticas dóminas: Mistress Carla y su amiga Nataly. ¿Será capaz de soportar semejante castigo?.
Sesión de ballbusting (Parte II)
Había pasado dos semanas de la sesión de ballbusting de Jack con Mistress Carla y llegó el día en el que habían quedado con Mistress Nataly para una nueva sesión.
Jack tenía una sensación extraña, ya que por un lado le excitaba ser azotado en los huevos por dos mujeres a la vez, pero tenía miedo por si sería demasiado duro de aguantar. La sesión anterior con Mistress Carla le había provocado placer y dolor a partes iguales.
Esta sesión sería en casa de Mistress Carla. Jack llegó sobre las 21:00h y ya estaban esperándole Carla y su amiga Nataly. Mistress Nataly iba vestida como una auténtica dómina: vestido de cuero negro y ceñido y unas botas con tacones puntiaguados.
Tras saludarse estuvieron hablando unos minutos sobre la afición que compartían. Era la primera vez que ambas harían ballbusting juntas y estaban emocionadas. Carla comentó que incluso había estado viendo vídeos por internet para aprender nuevas técnicas de golpeo para castigar los huevos de Jack.
Después de la conversación, empezó la acción. Carla y Nataly bajaron los pantalones de Jack y lo dejaron completamente desnudo. Nataly acercó su mano derecho a los huevos y comenzó agarrándolos con ganas. Estuvo cerca de un minuto apretándolos, cada vez más fuerte. Jack estuvo aguantando las ganas de gritar de dolor, pero al final no pudo aguantar más y gritó (AAAY).
Ambas sonrieron y Nataly le dio el primer golpe con las manos (Plaaf). No fue muy fuerte, pero Jack que ya tenía doloridos los huevos del apretón de antes tuvo que contener un nuevo quejido, porque no quería parecer un débil.
Ahora Carla también se acercó y ambas se fueron alternando dándole azotes con las manos en los huevos de Jack, que se movían de un lado a otro a causa de los impactos (Plaf, plaaf, plaaf, plaaaff…) Tras más de diez azotes de cada una, Nataly se dirigió a por un cinturón de cuero que tenía en la habitación. Mientras Carla agarró los huevos de Jack, pero esta vez en lugar de presionarlos lo que hizo fue pellizcarlos con fuerza y retorcérselos. A Jack le gustó la sensación y estaba muy excitado, incluso estaba empalmándose del morbo.
Nataly comenzó a golpear los huevos con el cinturón (Zaas, zaas, zaaaas, zaaaaas). Cada vez daba un poco más fuerte. En los últimos dos golpes, Jack se quejó (Aaayy, aahh).
Carla sacó un nuevo objeto: una regla pequeña de plástico. Dio los primeros reglazos en el centro de los huevos ya rojos de Jack (Plaaf, plaaaf, plaaaf…). El sumiso los aguantó sin quejarse. Luego ambas intercambiaron los objetos y se fueron alternando con los azotes (Zaas, plaaf, zaaaas, plaaaaf, zaaaas….). A Jack ya le picaban bastante sus huevos, pero el castigo no había hecho más que empezar….
Ahora cogieron dos nuevos objetos: Carla cogió un pequeño látigo y Nataly sacó una fusta. Jack se horrorizó al ver los nuevos implementos con los que sería golpeado.
Nunca había sido azotado en los huevos con un látigo y no quería ni imaginarse lo que tendría que doler. Pronto lo comprobaría.
Nataly dio el primer golpe con la fusta (Zaaas). Luego le siguió Carla con el látigo (Zaas). El primer golpe no lo dio muy fuerte para ir probándose, pero a Jack le picó bastante. Ya tenía los huevos muy rojos y un poco inflamados.
Los azotes se siguieron alternando. Golpeaba Nataly con la fusta (zaaaas) y seguía Carla con el látigo (zaaas). Tras varios azotes cada vez más fuerte, se volvieron a intercambiar la fusta y el látigo, pero antes de seguir castigando los huevos de Jack, hicieron una breve pausa que al hombre le sirvió para recuperar el aliento.
Nataly masajeó con cariño los huevos y comprobó que estaban muy calientes por los golpes. Eso le puso aún más cachonda. Carla vino con un cubito de hielo y se lo puso durante unos segundos en los testículos de Jack, quien sintió gran placer con el estímulo del frío.
Pero tras el breve descanso, iba a venir lo peor. Nataly cogió el látigo y golpeó con ganas (ZAAAAASS). Jack dio un salto del dolor y gritó con ganas (AAAAHH). Incluso se tapó los huevos para protegerse.
– ¡Qué nenaza!, exclamó Nataly de forma humillante, no aguanta un buen golpe. Jack se sintió herido en su orgullo.
Carla no se quedó atrás y también pegó un fuerte golpe con la fusta (ZAAASS). Jack volvió a gritar con fuerzas (AAAY). Estaba siendo fuertemente castigado.
Nataly seguía con ganas de seguir poniendo a prueba la resistencia de Jack. Volvió a dar un fuerte latigazo (ZAAAAASS). Jack esta vez se apartó del miedo y el latigazo le dio de refilón.
– Muy mal, gritó Nataly. Ahora te vamos a tener que agarrar y castigar más fuerte. Carla, cógelo de los brazos y evita que se mueva. Pero Carla tuvo otra idea. Había visto un vídeo por internet en el que el sumiso tenía los ojos vendados y así no sabía cuando iba a ser azotado ni con que objeto sería golpeado. Eso le atrajo mucho y lo iba a poner en práctica con Jack.
Sacaron un trozo de tela en forma de cinta y se lo pusieron tapándole los ojos. Ahora Jack estaba agarrado y sin poder ver, lo que lo dejaba aún más indefenso. Él deseaba poner fin a aquello, pero se sintió excitado por la situación y se atrevió a continuar un poco más.
Esta vez los huevos de Jack serían golpeados de otra manera. Mistress Carla le dio un puñetazo con su mano derecha (PUUUM). El sumiso no se lo esperaba para nada, pero al ser un poco flojo no se quejó. Ahora fue Mistress Nataly la que le dio un gancho ascendente en el centro de los testículos (PUUUUM). Esta vez Jack sí se quejó (AAAY).
Tras varios puñetazos más de ambas, Carla se quitó sus zapatos y se dispuso a patear los doloridos huevos de Jack. En la anterior sesión le propinó tres patadas, pero ahora contaba con el factor sorpresa, ya que Jack para nada se lo esperaría al no poder verla, y además le iba a añadir una nueva técnica que había aprendido en los vídeos.
Levantó la pierna y dio una fuerte patada con el empeine que golpeó de lleno los huevos (PUUUUUM). Jack chilló con ganas (AAAYY), pero al estar ahora agarrado por Nataly no se pudo mover.
Ahí no acababa la actuación de Carla, se le acercó y ahora le dio un rodillazo. (PUUUMM). (AAAAHH), gritó Jack con todas sus fuerzas. Nataly sorprendida lo soltó, y éste se cayó al suelo de culo por el fuerte dolor que le había causado el rodillazo. Ahora Carla se le acercó y le pisó los huevos con su pie derecho descalzo. Lo hizo con suavidad, pero estuvo unos segundos apretando. Nataly de mientras, aprovechando que Jack estaba con el culo en pompa, le dio un fuerte latigazo en las nalgas (ZAAAASSS). (AAAYY) Jack gritó, aunque el dolor era mucho más soportable que el soportado en sus huevos.
Ni en sus peores pesadillas imaginaba el castigo que le estaban sometiendo esas dos dóminas, pero él seguía aguantando para demostrar su resistencia.
El siguiente golpe fue el límite de esa resistencia. No le había dado tiempo a levantarse cuando Mistress Nataly le dio una fuerte patada con sus pesadas botas de cuero (PUUUUUM). (AAAAAYY) gritó Jack con todas sus fuerzas. Había sido el dolor más grande que jamás había soportado, pero Nataly no contenta con el fuerte puntapié quiso también pisotearle los huevos. Pero fue tan sádica que lo hizo con su afilado tacón, hincándoselo sin compasión. Jack no pudo soportar semejante dolor y comenzó a chillar y a llorar.
– Joder tía, te has pasado. Le dijo Carla. Se acercó y miró los huevos de Jack por si tenía sangre o le había dejado marcado el tacón. Pero no había llegado a tanto y sólo seguían muy rojos y bastante hinchados.
– Lo siento, me he dejado llevar. ¿Estás bien, Jack? Preguntó Nataly con preocupación.
Jack no paraba de llorar y quería decir que pararan ya los azotes, pero antes de que pudiera contestar, Nataly le iba a recompensar por su aguante y en cierta medida para que la perdonase por su crueldad. Se puso de rodillas y sin que lo esperase Jack, que seguía con los ojos tapados, comenzó a hacerle una buena mamada. Carla no se quedó atrás y comenzó a chuparle los huevos. Ambas estuvieron esmerándose durante un buen rato, y Jack ahora gemía y gritaba sin parar, pero esta vez de placer.
Finalmente y tras más de cinco minutos de intensa mamada, Jack se corrió y pusieron el colofón final a esa noche que aquel sumiso y la pareja de dóminas nunca olvidarían.
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