Sesiones de entrega II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por SirValen.
Nos encontrabamos de nuevo en aquella mazmorra. Acudiamos para que pudieran ser entrenadas y perfeccionadas en el camino de la sumision y esclavitud. Alli estaba Yo y mis dos esclavas.
La mazmorra como ya he descrito en mi anterior relato, tenia las paredes de piedra y un suelo rustico. Contenia algunos aparatos como la rueda giratoria, el sillon de inspeccion, el potro, la camilla, la cruz de San Andres, las poleas…etc. Como siempre aquellas tenues luces que mantenian la estancia en una semi-penumbra, y de fondo una suave musica casi imperceptible, que conseguia en aquel ambiente transmitir una sensacion de devocion y respeto.
Ambas estaban ante Mi con lo unico que Yo les permitia tener en esos momentos, sus adornos. El collar en el cuello, sus muñequeras, sus tobilleras y sus corses, estos ultimos bien apretados a sus cuerpos, ajustados en sus riñones, comprimiendo la parte inferior de sus costillas y vientre. Sus pechos se podian ver elevados, rigidos y ofrecidos a cualquier capricho o deseo Mio.
Hoy, la que seria aleccionada seria con la que mantengo una relacion 24/7. Ella tiene ya un buen nivel de entrega y disciplina, estoy orgulloso, pero tambien sabe que tan solo esta recorriendo un camino y dia a dia debe esforzarse mas en su esclavitud voluntaria para aprender a complacerme. La otra, estaria para observar e ir tomando consciencia de lo que algun dia Yo, su Amo, esperaria de ella.
La esclava se coloco frente a la cruz de San Andres con su espalda hacia Mi, con sus brazos extendidos hacia arriba en cruz y sus piernas bien abiertas, dejando sus nalgas y coño perfectamente expuestos y asequibles tanto a mis caricias, como a los azotes, lo mismo que su blanca espalda. La otra esclava la fue atando con los arneses de los brazos, de las piernas y la cintura para dejarla bien sujeta. Esto era primordial, por si en algun momento le fallaban las fuerzas, dado la dura disciplina que tendria que soportar.
Iba a ser flagelada en su espalda hasta que esta quedase marcada con los surcos que el latigo dejase en ella. Su nivel de entrega y sumision le han permitido hasta este momento, entregarse a ser azotada por latigos de 9 colas hasta dejar enrojecida su espalda. Asi me demostraba lo mucho que deseba pertenecerme y ser Mia.
Hoy, estaba ya preparada para dar un paso mas adelante en ese tipo de disciplina. Hoy el latigo seria otro. Se trata de un latigo flexible de 1.5 mts, acabado en cuatro tiras de cordon de cuero de unos 15cm cada una. Al agitarlo en el aire produce un silbido que acaba en un sonido seco, como el de un disparo cuando asi se desea hacerlo sonar. Ese tipo de latigo puede llegar a cortar la piel como si de un cuchillo se tratase. Pero es tanta su confianza en Mi, en que jamas haria eso con ella, que deseaba fervientemente estar alli, solo para que Yo, su Amo, la llevara a un nuevo limite de entrega y esclavitud.
La otra esclava se retiro despues de haber comprobado que ella estaba bien fija y de haberle dado, con Mi permiso, un tierno beso en su mejilla como signo de hermandad y admiracion al mismo tiempo.
– “¿Sabes que vas a ser flagelada, verdad esclava?” – le pregunte.
– “Si Amo” – fue su respuesta.
– “¿Porque vas a ser flagelada?” – pregunte de nuevo.
– “Para ser mas Tuya. Para avanzar mas en mi entrega absoluta a Ti, Mi Amo” – respondio con voz temblorosa, emocionada y excitada.
Para iniciar la disciplina tome con mi mano derecha el latigo negro de 9 tiras, las cuales son de caucho y gruesas. Tiene un mango que es un consolador de unos 12cms de diametro por otros 15 de largo. Me situe a poco mas de 1metro suyo, viendo su espalda ofrecida. Tome las 9 tiras en mi mano izquierda, las tense y dejandolas partir impulsadas por mi brazo derecho, impactaron contra aquella blanca y desnuda espalda. De su garganta, no salio ni un solo sonido.
– “¿Algo que decir, perra?” – dije.
– “Gracias, gracias por azotar a esta perra, Amo. Quiero, deseo, ansio sentirme mas tuya Amo “– fue su emocionada respuesta.
De nuevo tome las 9 tiras en mi mano izquierda, de nuevo las deje partir y de nuevo azotaron su espalda, lo mismo repeti una y otra vez. Poco a poco, aquella espalda blanca e inmaculada fue tomando un color rosado al principio y rojo despues. Durante todo este tiempo ni tan solo un leve quejido salio de su garganta, estaba bien entrenada en su entrega y sumision hasta ese punto, y eso me complacia enormemente.
Me aproxime lentamente a ella, empece por acariciar sus cabellos. Despacio baje mi mano por su nuca, acaricie sus hombros. Suavemente, la deslice por aquella espalda tan solo rozandola mientras ella se estremecia a Mi contacto. Mi mano paso con mas firmeza por encima de sus nalgas, y se dirigio hacia su coño desde detras.
– “¿Como estas zorra?” – quise saber.
– “Mojada y excitada Amo, como la zorra que soy. Sabes lo mucho que te pertenezco Amo” – dijo ella.
Mis dedos empezaron a recorrer aquellos mojados labios de su coño. Su respiracion se aceleraba por segundos, tan solo un leve suspiro emitio su boca en el momento que mis dedos aprisionaron suavemente su inflamado clitoris, la zorra estaba muy mojada. Aproxime la punta del mango del latigo en medio de aquel coño totalmente abierto. Lo fui restregando contra el, hasta que este quedo perfectamente lubrificado con los flujos emanados por ese coño, y en ese momento, lentamente lo introduje un poco, solo hasta la parte que simulaba el glande.
– “¿Quieres mas, zorra?” – pregunte.
– “Si Amo. Calienta mas a esta puta. Soy una perra en celo que desea sentirse mas Tuya, te lo suplico Amo” – respondio.
Realmente estaba orgulloso de comprobar lo que aquella esclava habia avanzado. Era asi como Yo deseaba que estuviera, sabia complacerme.
Introduje aquel mango, lentamente pero sin parar hasta el fondo de su coño, mientras ella se agitaba llevada por la excitacion.
– “¡Quiero que lo mantengas ahi, aprisionado por tu coño hasta que acabemos!” –ordene.
– “Si Amo” – respondio con la voz agitada y temblorosa por el puro placer que sentia.
Despacio me di la vuelta y me fui separando de ella, hasta quedar a unos 2metros. Tome el latigo para flagelarla. Lo agite en el aire y sono el temido chasquido. El seco sonido en aquella mazmorra hizo que la otra esclava se estremeciera mientras miraba el suelo.
– “¡Levanta la vista, perra!.Debes de ver lo que algun dia espero que tu me ofrezcas” – dije.
– “Amo, cuando Tu lo creas oportuno, esta perra estara dispuesta a hacerlo” – dijo, mientras lentamente levantaba la cabeza y dirigia su mirada hacia la cruz.
De nuevo agite el latigo en el aire, lo dirigi hacia la cruz y el estallido se produjo a escasos centimetros de la espalda enrojecida de la esclava. Pude ver como aquel mango en forma de consolador clavado en su coño se movio, signo sin lugar a dudas, del estremecimiento que habia sentido.
El siguiente movimiento del latigo no finalizo con un chasquido. El movimiento ondulante que se trasmitia desde mi mano hasta la punta del mismo, hizo que esta vez se estrellara contra la desnuda espalda. Un sonido ahogado, casi imperceptible salio de la boca de ella.
Lentamente, contemplando como aquel primer latigazo ya estaba haciendo florecer una marca en la espalda, fui agitando el latigo y preparando el que seria el segundo.
– “¡Tu perra, ves contando los latigazos que voy dando a esta zorra!” – ordene a la que estaba de pie, viendo la disciplina.
– “Si Amo. Uno” – dijo.
– “¿Y tu zorra, que tienes que decir?” – pregunte a la de la cruz.
– “Gracias, gracias por enseñarme el camino. Gracias por permitirme hacer esto por Ti, Amo” – respondio con temblorosa voz.
Dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho… los latigazos contados fueron creciendo mientras en la espalda fueron apareciendo las marcas rasgadas y cruzadas, fruto de aquella flagelacion. Signo de aquella sumision absoluta, una sumision que lejos de ser cruel es una de las mayores manifestaciones de entrega y amor que una esclava puede ofrecer y que a su vez, un Amo puede recibir.
Deje el latigo, lentamente me aproxime a mi esclava. A simple vista se podian ver sus estremecimientos, sus leves convulsiones, marcadas por el ritmo desenfrenado de su corazon y se podia escuchar su agitada respiracion en aquella mazmorra. Me puse detras suyo, toque su frente con mi mano izquierda, estaba sudando, por la tremenda tension sufrida. Baje la palma de mi mano por su mejilla, mientras una lagrima escapaba de sus ojos. La aproxime a sus labios y un leve beso que reflejaba todo lo vivido salio de ellos. En esos momentos era mas Mia que nunca, en aquellos momentos Yo me sentia Su Amo mas que nunca.
Con mi mano derecha fui recorriendo cada una de aquellas marcas, solo rozandolas, extrayendo los sentimientos reflejados en cada una de ellas.
– “¡Estoy orgulloso de ti, esclava. Puedes hablar!” – dije.
– “Amo, te suplico que aceptes los pasos que esta zorra, que no tiene derecho a nada que Tu no quieras darle, te ofrece”.
– “Amo, te suplico que no ceses en tu deseo de convertirme en mas perra, mas zorra y mas esclava para Ti”.
– “Amo, haz de mi lo que Tu desees, soy enteramente Tuya” – fueron sus emocionadas y temblorosas respuestas, mientras unas pequeñas lagrimas, recorrian sus mejillas.
Aquellas palabras realmente me llenaron de orgullo y emocion. Deslice mi mano hasta el mango encajado en su coño y lo fui retirando con suavidad. Mientras lo hacia, los flujos segregados y contenidos dentro de su coño fueron resbalando por el mango e impregnaron mi mano. Eran tan abundantes que habiendo retirado completamente el mango aun seguian saliendo y goteando en el suelo.
Extendi mi mano completamente mojada hasta los labios de la otra esclava y le ordene que la limpiara. Lo hizo con adoracion y deseo. A continuacion y a una orden Mia fue liberando a su hermana en esta esclavitud.
Una vez liberada, ambas se postraron de rodillas. Colocaron sus manos a la altura de sus riñones y flexionaron sus cuerpos hacia delante hasta tocar con sus frentes el suelo y dijeron:
– “Gracias Amo. Gracias por habernos aceptado y hacernos cada dia mas Tuyas”.
Las contemple orgulloso, feliz y emocionado. Aquellas sesiones de entrega realmente expresaban y arrancaban de cada uno de nosotros unos sentimientos que solo los que los viven realmente son capaces de entenderlos.
SirValen
Autor: SirValen
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