Siempre Dispuesta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por marcoh.
Señalado en el calendario desde hace semanas, y ahora, ella ya está aquí, sin imprevistos
de por medio puedo disfrutar de ella. Dicen que las relaciones en la distancia son
difíciles, seguro que sí, pero yo soy afortunado pues elegí bien, sabe cual es su rol y lo
desempeña a la perfección, me sirve y lo hace bien, avanza, a veces más deprisa de lo
que yo quisiera pero para eso estoy yo, se me ofreció por entero y me hice de
responsable de su educación, no quiero defraudarla y fracasar, pero…, basta de esto, si
acaso ya dedicaré otro momento a contaros.
Vi su mensaje en la web, ya se ha alojado, seguro no se imaginaba que el hotel sería
así, un antiguo convento ahora rehabilitado como hotel, la sobriedad y el lujo a veces
no caminan de la mano, pero cuando se combinan con acierto y gusto la experiencia
resulta muy recomendable.
Es sábado por la mañana, temprano, muy temprano, debo trabajar como cada día pero
antes iré a disfrutar de mi posesión, hace meses que no tengo oportunidad de hacerlo
y me he reservado para la ocasión. Voy hacia la ducha y al salir de la cama una mano
me retiene, ¿será posible qué….? no lo esperaba pero no encuentro disculpa y tampoco
quiero buscarla, me doy la vuelta y……, otra vez me estoy extendiendo más de la
cuenta, retomaré el relato donde lo dejé, camino de la ducha, atrás ha quedado
media hora de sexo, su sonrisa en la cara y su pecho cubierto de semen, un semen
especialmente blanco y denso que destaca sobre su piel morena, esos días de abstinencia
voluntaria habrán tenido algo que ver.
Salgo de casa y la llamo desde el coche, “en 5 minutos estoy allí, espérame en la puerta”
ahí termina la conversación.
Al llegar la veo esperando, con un gesto le indico que se adelante y así lo hace, en
recepción mantienen una charla absorbente al parecer por lo que pasamos
desapercibidos, el trayecto hasta el ascensor es corto, igual de corto que la subida a la
primera planta, casi mejor que sea así pues de durar más el trayecto tendría que haberla
reprendido su actitud, a veces no puede controlar la zorra que lleva dentro, recorremos
el pasillo que nos lleva hasta su habitación mientras contemplando las vistas que una
enorme cristalera nos regala a nuestro paso, en verdad no ha podido elegir mejor lugar
para alojarse en esta ciudad.
Una vez en la habitación observo lo que nos rodea, “no te cuidas mal” la digo, ella se
sonríe complaciente, al fondo sobre una mesa de centro, abierto al medio está el maletín
con las compras que ha ido haciendo, visto lo servicial que es y lo bien que sabe
ganarse el dinero creo que no tardará en convertirse el maletín en maleta.
Todo bien colocado y dispuesto, como ella, para que le dé el uso que decida, no
deja nada al azar, piensa que no he reparado en como ha dejado a la vista la ducha
anal, interiormente me sonrío, ¿la muy puta me está diciendo que hacer?¿ o tan sólo
quiere mostrarme que su disposición es total? descarto lo segundo, pues eso siempre
fue así, llegado el momento haré que no se le olvide, son muchos los kilómetros de
vuelta a su casa para que eso ocurra .
Apenas la he rozado aún, me acerco y la giro quedando su espalda frente a mí, la sujeto
por sus tetas, subo su falda hasta la cintura, y la inclino dejándola a 4 patas sobre la
cama, la ropa me estorba y la ordeno desnudarse, hago yo lo propio, ahora si puedo ver
esos pezones, duros, firmes, me recreo en ellos, en su culo, pero no he venido a
follármela, el látigo corto de empuñadura sugerente será estrenado, pero después, antes
sujeto las pinzas de madera en sus pezones, sin el más mínimo miramiento, después son
los labios de su sexo quienes reciben la misma atención, ni un quejido, ni un lamento,
al contrario puedo ver en sus ojos el deseo de más, el magic wand sigue en el maletín
y decido usarlo, no sin antes advertirla de que correrse no está permitido.
Realmente el poder de esta herramienta es enorme, lo coloco sobre su sexo abierto de
par en par, enrojecido ya, húmedo, hambriento, comienzan a escapar de su boca leves
quejidos que se tornan alaridos a medida que giro la ruleta, le recuerdo la prohibición
a sabiendas que si no soy cuidadoso de poco le valdrá su voluntad por obedecer ante
la eficacia de este diabólico instrumento, de manera que decido abandonar a un lado
el artilugio, quiero penetrarla, la libero de las pinzas aplicando un ligero masaje sobre
sus tetas, sin demorarme en ponerla a 4 patas y embestirla, deseando partirla en dos,
siento como mi polla se abre camino en la estrechez de su sexo, me extraña
tanta resistencia pues en anteriores ocasiones entraba como un cuchillo caliente
en la mantequilla, “mejor” me digo, más me sentirá hundirme en sus entrañas.
Sólo dos, tres empujones, deseo que desespere por sentirme dentro así que saco mi
pene hinchado, pareciera que me iban a explotar las venas, y el glande se ha tornado
de color púrpura, sobre su nalga derecha veo una pequeña mancha de sangre, “¿será
consecuencia de los azotes?” me pregunto. ¡¡Vaya!! ¿como he podido olvidarme de
contaros como fue su primera sesión de azotes?, su culo, sus tetas, su sexo, incluso su
espalda descubrieron el sabor del cuero, alguna mueca de dolor al azotar sus pechos,
el acto reflejo de cerrar las piernas cuando era su sexo el que era sometido al vaivén
de las siete colas, y en su culo la marca de haberse iniciado en aquello que tanto
anhelaba, como aconteció todo esto lo dejaré para futuros relatos si se diera el caso.
Descubrir sobre su blanca piel, ahora de color rosado esa pequeña mancha de sangre
me hizo exclamar “delicada piel tienes para gustar de esto” ella negó que así fuera y
fue entonces cuando descubrí que quién sangraba era yo, y de manera abundante, al
parecer mi deseo de empalarla me había costado un desgarro. ¿ Sería esto el fin de
nuestro encuentro? Va a ser que no, ya en el baño el agua fría del lavabo me permite
ver el estropicio, un pequeño desgarro en el frenillo del que manaba sangre como si
de una arteria se tratara, ella trata de ayudar pero tengo que advertirla que
lamerme la polla, recorrer con la lengua mis testículos y mirarme con esa
cara de zorra lo único que consigue es que bombee más sangre, apenada me
deja hacer a mí, una presión constante será suficiente espero para detener la
hemorragia, pero esto no puede cambiar los planes, me queda una mano libre
que empleo para probar ese látigo multiusos, la empuñadura se asemeja a uno
de esos consoladores ondulados, lo restriego entre su sexo, espero que el barniz sea
bueno pues de lo contrario tanta humedad hará mella en él. Deslizarlo entre sus
labios me parece el mejor tormento, pues sé que desearía tenerlo dentro horadando
su cuerpo, haciéndola estremecer, arrancando de su garganta los gemidos que tan
difícil le resulta contener, sólo consigo mantener esa firmeza unos minutos pues
acabo por hundírselo hasta la mitad, no puedo parar y comienzo un rápido mete
saca mientras lo hago rotar un poco, su espalda se arquea, puedo ver sus tetas
colgando mientras sus pezones apuntan desafiantes al colchón, libero mi polla
por fin, la presión surtió efecto y la hemorragia se detuvo, ahora sin mediar palabra
la dejo ir dentro de ella, entera, ese coño hambriento la está devorando sin dejar asomar
un solo centímetro, el golpeo acompasado contra sus nalgas se detiene, siendo relevado
por empujones duros y secos que hacen estremecer todo su cuerpo, mis manos firmes en
su cintura tiran de ella hacía mi en cada embestida, ¡dios como me gusta follarla así!
Decido recostarla sobre la cama, tumbada, dándome la espalda levanto una de sus
piernas, mi polla parece conocer bien el camino pues entra a la primera sin que nuestras
manos intervengan, comienzo un delicioso movimiento, mi polla entra y sale casi por
completo, llenándola y vaciándola rítmicamente, veo salir mi glande para volver a
ocultarse mientras separo sus nalgas y así no perderme el espectáculo.
La aviso, voy a follarte hasta correrme, incrementando el ritmo en búsqueda de
vaciarme dentro de ella, ahora sí puede correrse, esas palabras parecen aliviarla,
sus gemidos aumentan, tengo que decirla que los ahogue contra las sabanas, mientras
siento que voy a explotar, siento cada chorro de semen que escapa dentro de ella, pero
continuo moviéndome como queriendo empujarlos lo más dentro posible, sólo al final
me detengo recreándome con los últimos espasmos de mi sexo, me he vaciado al
completo, pero ella sabe que algo puede quedar, ya de pie se arrodilla frente a mi y
comienza a limpiarme la polla, su lengua recorre desde mis testículos a la punta del
glande donde se recrea apurando los últimos restos de mi esencia.
Satisfecho salgo dirección al trabajo, podré darle de nuevo uso más tarde, seguro ella
estará dispuesta, siempre lo está.
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