Solución rápida y dolorosa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Como siempre llega borracho, golpea a mi madre hasta medio matarla, es cotidiano pero me enfurece no poder hacer nada.Esta noche es algo extraña, he oído los zapatos de mi padre golpeando el suelo del pasillo, que lleva a mi cuarto. Todavía un poco adormilada(entreabro los ojos), cuando el gira la perilla de mi puerta, no me levanto, pues es mejor que me crea dormida. Tal vez así, no me golpee como en otras ocasiones. Me libera del edredón con el que traté de esconderme, luego posa su áspera mano sobre mi rostro, tapando mi boca y con su otra mano me coge de la cintura; ubicado tras de mí, usa su diestra para levantar mi camisón;con la misma, baja mi ropa interior, hasta dejarla a la altura de mis rodillas. Él sabe q estoy despierta pues he soltado algunos gemidos, que lucieron ahogados por su siniestra, también debe haber sentido mis lágrimas, y mis quejidos. No me he resistido pues podría enfadarlo y me golpearía hasta cansarse.
Con su diestra ha recorrido mi cuerpo, haciendo paradas en mis casi inexistentes senos, tomando ligeramente el pezón, siento demasiado cerca su enorme y velluda barriga, aleja temporalmente su mano, y logro oír su bragueta abrirse, para segundos después sentir una parte de su cuerpo posarse en medio de mis piernas, luego ensaliva su carne y mi entrepierna (metiendo levemente uno de sus dedos), suelto un gritito, que él se encarga de callar con un gruñido.
Empuja, está empujando, y su carne se abre paso entre la mía. Adentro, cada vez más adentro; he apretado todo lo que he podido, pero aun así su carne logra vencer la mía. Se detuvo, al parecer todo termina. AAAAAAAAAAAAAHHHH!!! Meha embestido, con toda su fuerza, mi llanto es demasiado notorio, él solo atina a poner más presión en su siniestra (que me obliga a cerrar la boca).Algo discurre por mi pierna, lo punzante del dolor me hace creer que es sangre.
Se mueve. Mueve a lento ritmo su cuerpo, la fricción es aún más dolorosa que cuando sólo la metía. Está aumentando su ritmo, y al hacerlo no puedo evitar gemir por el dolor .A cada embiste siento salir completamente su carne, para introducirse con leve dificultad en mi entrepierna, el chapoteo de sangre, saliva, y sudor(que genera el movimiento), inunda la habitación, con sonidos desagradables que se entremezclan con mis gemidos y sus bufidos. Sujeta mi pierna, incrustando sus dedos febrilmente en mi piel, y acelera su vaivén. El golpeteo de su panza, contra mi espalda es molesto, pero no se compara con el de su carne contra mis entrañas.
Feliz cumpleaños, dijo, cuando detuvo su movimiento; luego de haber soltado un quejoso bramido, y darme un beso en la mejilla. Cuando se va, entre dolor y lágrimas, reviso mis partes, me horrorizo al ver la sangre brotando continuamente. Limpié lo que pude y traté, fallidamente, de conciliar el sueño.
Al día siguiente le conté todo a mi madre, y ésta solo me dice que no le cuente a nadie más, que mi padre no lo hará de nuevo; pero lo hizo, y cada vez más seguido, es casi una rutina. Cada noche de viernes y sábado, él asoma su sebosa humanidad a mi cuarto y hace su voluntad. Entre tantas cosas que me ha obligado hacer está la más repulsiva, que consiste en besar, lamer y hasta chupárselo; cuando me niego a sus peticiones, me llena de golpes; y abusa de mi más salvajemente de lo normal. No puedo negarme, pero tampoco me quedaré sin hacer nada.
Viernes por la noche, once y media, él casi siempre llega a esta hora. Lo estoy esperando ansiosamente, y él no tiene idea de lo que le espera.
-¿Qué haces despierta?
– Te esperaba
– ¿Y para qué?
– *ya verás para que* Para jugar contigo (y acto seguido me quité el camisón)
– Pues ven aquí (dijo, sentándose en su sillón favorito, y desabrochándose la bragueta)
Mientras devoro, golosamente su carne. Hecha la cabeza en el espaldar del sillón, aprovecho esto para deslizar mi mano por debajo del, ya mencionado mueble. La encontré, encontré la navaja de mi padre. La navaja que escondí previamente. La navaja que me ayudará a terminar con esto. Con lo que estoy haciendo. Esa misma navaja que mi padre usa para despellejar cerdos, es la que usaré para…
No lo dejé reaccionar, acabé con su instrumento de hacer daño. Con el que me violó, con el que violó a mi madre, cuando ella era una niña como yo. Ya no hará más daño, ya no… he terminado con él, y estoy feliz.
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