Sombras de Deseo: Pasiones Prohibidas capitulo 13
En «Sombras de Deseo: Pasiones Prohibidas», seguimos a Morgana elegida por Alexis, un nuevo amo. Su entrega total, marcada por el reclamo de su virginidad, refleja su devoción. Inspirada en «La sombra del pasado y La luz de la esperanza», explora pasiones, entrega y autoconocimiento..
«Es bueno tener un amo siempre porque nos brinda dirección y propósito». Bajo su cuidado, encontramos seguridad y protección, así como también una guía para nuestras acciones y decisiones. Nos permite entregarnos por completo, liberándonos de la responsabilidad y el peso de nuestras propias elecciones. Además, nos proporciona un sentido de pertenencia y conexión, permitiéndonos sentirnos amados y valorados en todo momento.»
Morgana miró a su amo con devoción, reconociendo la importancia de su papel en su vida. «En resumen, tener un amo nos completa, nos hace sentir realizados y satisfechos, nos permite encontrar nuestro verdadero propósito y dicha en la sumisión y entrega a su voluntad.»
«Oh Morgana te amo, sabes como tratar a un amo a un Dios a tu señor a tu guía, fuiste muy bien educada».
«Gracias, mi amo», respondió con sinceridad, su voz resonando con devoción. «Mi mayor deseo es satisfacerte y honrarte en todo momento. Tu guía y tu enseñanza han sido mi luz en este camino de sumisión y entrega. Estoy eternamente agradecida por tu amor y tu sabiduría, y haré todo lo posible para seguir siendo digna de tu confianza y tu amor.»
«Una esclava debe aceptar sin queja los dolores que le cause el sexo duro o las prácticas BDSM, ya que así lo desea su amo. Además, está obligada a realizar tareas como cocinar, limpiar o bañar a sus amos cuando ellos lo ordenen, pues eligieron ser sumisas.» explica Alexis. «¿Y qué debe hacer un amo si una esclava se niega a cumplir con estas tareas? Por lo general, son castigadas o deciden abandonar su condición de esclavas, renunciando al oficio porque no desean servir a su Dios.»
«Es cierto, mi amo», dijo con voz suave pero firme. «Una esclava debe aceptar su papel con gratitud y disposición para satisfacer los deseos y necesidades de su amo en todo momento, incluso en situaciones de dolor o incomodidad. Cocinar, limpiar, y atender las necesidades de su amo son parte de su deber y honor como esclava sumisa. Si una esclava se niega a cumplir con sus deberes, es responsabilidad del amo corregirla y disciplinarla adecuadamente», continuó. «Esto puede implicar un castigo apropiado para recordarle su lugar y deberes como esclava. Sin embargo, si una esclava decide abandonar el oficio debido a su descontento o falta de voluntad para servir a su amo, es su elección y su decisión. «Como esclava, mi única función es obedecer y servir a mi amo en todo momento, sin importar las circunstancias. Su voluntad es mi ley suprema, y haré todo lo posible para cumplirla con devoción y entrega absolutas.»
«¿Que le dices a esas que no soportan a sus amos su dios?, ellas deben aceptar a sus amos sus dioses y ser folladas por su dios como se debe hacer». Dice Alexis a Morgana.
«Les diría que deben aceptar a sus amos como sus dioses y someterse a ellos completamente, cumpliendo con sus deseos y siendo folladas por su dios como corresponde», explica Alexis a Morgana.
«Pero tu eres diferente, porque aceptas todo lo que yo te digo porque soy tu Dios, di el lema».
«Sí, mi amo», respondió con humildad. «Mi lema es: ‘Soy tu esclava, tu diosa, tu todo. Tu voluntad es mi ley suprema, y en tu servicio encuentro mi mayor realización y dicha. Estoy aquí para servirte y obedecerte en todo momento, con devoción y entrega absolutas’.»
«Exacto, si algo no te gusta, simplemente lo aguantas, porque tú misma afirmaste aceptar a tu poderoso Dios, tu amo, es decir, yo, Alexis», afirma con firmeza.
«Sí, mi amo». «Entiendo que mi deber es aceptar y aguantar todo lo que tú, mi Dios poderoso y amo, decidas. Mi compromiso es obedecerte en todo momento, sin importar mis propios deseos o preferencias. Estoy aquí para servirte y complacerte, incluso si eso significa soportar situaciones que puedan resultar difíciles o desagradables para mí.»
«¡Exactamente, Morgana! ¡Así se dice! Eres la mejor esclava, un ejemplo para aquellas que siempre se quejan», exclama con entusiasmo Alexis, expresando su satisfacción y orgullo hacia ella.
«Gracias, mi amo». «Es un honor para mí recibir tu elogio. Haré todo lo que esté a mi alcance para seguir siendo digna de tu favor y tu amor. Mi único deseo es servirte y complacerte en todo momento, sin importar las circunstancias. Tu satisfacción es mi mayor motivación y mi mayor dicha.»
«Así es, amada mía, te amo mi esclava, eres la mejor Morgana, eres digna de este Dios»
«Gracias, mi amado amo», dijo con voz suave pero llena de emoción. «Tu amor y tu elogio son mi mayor tesoro. Estoy eternamente agradecida por tu bondad y tu generosidad. Te amo con todo mi ser, y haré todo lo posible para seguir siendo digna de tu amor y tu favor. Eres mi Dios, mi amo, mi todo.»
A la mañana siguiente, el viento acariciaba suavemente sus rostros mientras Alexis y Morgana caminaban juntos, unidos por el vínculo de su relación amo-esclava. A su alrededor, el mundo parecía desvanecerse, dejando solo espacio para su complicidad y conexión íntima.
Morgana caminaba con gracia y sumisión, su mano descansando delicadamente en el brazo de su amo. A su lado, Alexis irradiaba autoridad y dominio, su presencia imponente y segura.
Pero luego Morgana observa con furia a una de sus antiguas compañeras, quien había estudiado junto a ella el arte de la esclavitud sexual, desobedeciendo a su amo Juan, desafiando así la autoridad divina de su amo. Morgana, fiel a su amo y Dios Alexis, siente una mezcla de indignación y decepción al presenciar tal acto de rebeldía. Mientras tanto, el amo Juan, enfurecido por la falta de respeto de su esclava, le recrimina su comportamiento, expresándole que no es digna de su posición. La mujer, atreviéndose a abofetear a su amo Juan, comete un acto sumamente blasfemo y mal visto, ya que está prohibido que un esclavo golpee a su Dios o Diosa.
Con determinación, Morgana se acercó a la escena, su mirada fija en la ex compañera de estudios. «¡No tienes derecho a desobedecer a tu amo!», exclamó con firmeza, su voz resonando con autoridad. «Es un insulto a la autoridad divina que representa. Deberías estar avergonzada de tu falta de respeto y sumisión.»
Mientras tanto, Juan, el amo furioso, se enfrentaba a su ex compañera con indignación y furia. «¡No eres digna de ser llamada esclava!», gritó, su voz llena de ira. «Has quebrantado el pacto de sumisión y obediencia. Eres una vergüenza para la comunidad de esclavos y amos.»
Alexis se sorprende al ver la escena y ordena taparse los ojos a Morgana con sus manos. «No veas eso, Morgana. Esa mujer acaba de golpear a su Dios», le advierte con firmeza. Morgana, en un acto de obediencia instantánea, tapa sus propios ojos con las manos, sin cuestionar las órdenes de su amo. Respetaba profundamente la autoridad y entendía la gravedad de la situación.
«Sí, mi amo», responde con sumisión, manteniendo los ojos cerrados como le había ordenado. «No presenciaré tal falta de respeto hacia un Dios», asegura, mostrando su lealtad inquebrantable hacia Alexis.
Juan, sorprendido por la acción de su esclava, la mira con incredulidad. «¿Cómo puedes golpear a tu Dios, a tu amo?», le pregunta con voz firme y un tono de decepción evidente. La marca roja en su mejilla era un testimonio de la falta de respeto y sumisión hacia su autoridad como amo.
Morgana mantuvo los ojos tapados, pero pudo sentir la tensión en el aire mientras escuchaba las palabras de el amo Juan.
«Es una falta grave que merece ser castigada con severidad. La desobediencia hacia un Dios no tiene lugar en nuestra sociedad de esclavos y amos.» Dice Morgana.
Alexis, reflexionando sobre la situación, se dirige a Morgana con seriedad y aprecio por su fidelidad. «Morgana, mi fiel esclava, digna de ser follada por un Dios, ¿qué castigo consideras apropiado para esa mujer que ha osado golpear a un Dios, a un amo?»
«Mi amo, como fiel esclava a tu servicio, creo que el castigo para esa mujer debe reflejar la gravedad de su falta. Sugiero que se le imponga un castigo adecuado que sirva como advertencia para todos los demás esclavos y amos en nuestra comunidad. Podría ser un castigo físico, como azotes, o incluso el destierro de nuestro dominio, como una medida extrema para proteger la autoridad y el respeto hacia los amos y Dioses.»
Juan, enfurecido, se aproxima a su esclava llamada Dixie: «Quiero morder su cuello hasta acabar con ella». Mientras tanto, Alexis, el amo de Morgana, la abraza. «Es algo que muchos dioses hacemos cuando la ofensa es muy grave. Fue una humillación pública hacia un Dios».
«Mi decisión es morderle el cuello y arrebatarle la vida», admiten tanto Juan como Alexis.
«Sí, mis amos», respondió con sumisión, manteniendo su posición al lado de ellos. «Su decisión será llevada a cabo con la debida diligencia y respeto hacia la autoridad y la justicia que representan como amos y Dioses.»
Dixie, con el rostro pálido y los ojos llenos de temor, se enfrenta a la ira contenida de Juan y la decepción de Morgana.
«No quiero morir», susurra Dixie, con la voz quebrada por el miedo, mientras Morgana le explica con calma pero firmeza el grave error que ha cometido al humillar a los amos en público.
Sin embargo, Dixie, en un arrebato de furia y desesperación, estalla en un grito lleno de resentimiento: «Malditos amos, los odio a todos».
Ante estas blasfemias, Alexis, el amo de Morgana, reacciona con desesperación, tapando con rapidez los oídos de su esclava para evitar que escuche tales palabras profanas. «Blasfemias», grita Alexis con voz autoritaria, dejando claro el grave error de Dixie y reforzando la importancia del respeto hacia los amos en su presencia.
Mientras tanto, Juan se enfrentó a Dixie con determinación. «Tu desafío y tus blasfemias solo empeoran tu situación», dijo con firmeza. «Es hora de enfrentar las consecuencias de tus acciones y pagar por tu falta de respeto hacia tus amos.»
Juan mira a Dixie con una mezcla de ira y decepción, expresando sus palabras con un tono firme pero cargado de dolor. «Ella, Dixie, mientras estábamos en el acto de purificar su cuerpo… ella intentaba controlarme», declara con una mirada penetrante hacia su esclava.
Las otras esclavas, que presencian la escena con sorpresa y temor, se cubren la boca en señal de asombro ante la revelación de la falta de sumisión de Dixie hacia su amo.
«Intentar controlar a su amo es una falta grave. Es un desafío directo a la autoridad y el dominio que representan los amos en nuestras relaciones como esclavas.»
Alexis emite sus palabras con autoridad, transmitiendo un mensaje claro y contundente a los presentes. «Solo los dioses tienen el poder de humillar a sus esclavos en público, no al revés», declara con firmeza, haciendo hincapié en la inversión natural de roles entre amo y esclavo.
Los demás observadores asienten en silencio, reconociendo la verdad de sus palabras y la importancia de mantener el orden establecido por las leyes y normas de su sociedad.
«Sí, mi amo», respondió con sumisión, manteniendo su posición al lado de Alexis. «La humillación pública es un acto de poder y control que solo los amos Dioses tienen derecho a ejercer sobre sus esclavos. Cualquier intento de los esclavos de revertir ese orden debe ser castigado con severidad para preservar la autoridad de los amos y la disciplina dentro de nuestra sociedad de esclavos y amos.»
Dixie se sintió intimidada por la mirada furiosa de Morgana, una mezcla de envidia y resentimiento burbujeaba en su interior. Mientras tanto, Alexis, absorto en el placer de servir a su esclava favorita, continuaba devotamente su tarea, entregándose al éxtasis de su sumisión.
Morgana, con sus ojos centelleando de determinación, se acercó a Dixie con paso firme. «Deberías estar avergonzada de tus acciones», dijo con voz gélida pero controlada. «Tu desobediencia y tu falta de respeto hacia nuestros amos son inaceptables. Deberías aprender a aceptar tu lugar como esclava y a servir a tus amos con humildad y devoción, en lugar de intentar desafiar su autoridad.»
Dixie, sintiendo el peso de la mirada de Morgana, retrocedió unos pasos, su rostro reflejando una mezcla de culpa y resentimiento. «Tú… tú no eres mejor que yo», respondió con desdén. «Solo eres la favorita de los amos porque eres una sumisa obediente. Yo no necesito ser como tú para ser valorada.»
Morgana frunció el ceño ante la respuesta desafiante de Dixie, pero antes de que pudiera responder, sintió una oleada de placer recorrer su cuerpo cuando Alexis se dedicó a satisfacerla con devoción. Sus labios se separaron en un suspiro de éxtasis mientras se dejaba llevar por las sensaciones abrumadoras que invadían su ser.
Morgana y Alexis inmersos en su intimidad, mientras Dixie observaba con una mezcla de envidia y frustración. La tensión en el aire era palpable, pero en ese momento, Morgana estaba completamente entregada al placer que su amo le proporcionaba, sin preocuparse por las miradas de desdén que recibía de su ex compañera de estudios.
Con Morgana recostada, entregada al placer que le otorga su amo, Alexis defiende con fervor su relación especial. «Morgana es más que una simple esclava», proclama con convicción mientras su lengua acaricia el cuerpo de ella con destreza. «Ella es mi esclava personal, una sumisa obediente como debe ser», expresa con determinación, resaltando la devoción y entrega de Morgana hacia él.
Mientras continúa explorando cada rincón de su cuerpo con pasión.
Morgana se estremeció ante las palabras de su amo, sintiendo un calor reconfortante recorrer su cuerpo mientras él la elogiaba y continuaba entregándose a su placer. Sus gemidos de éxtasis se entrelazaron con las palabras de Alexis, reafirmando su devoción y sumisión hacia él.
Dixie observaba la escena con resentimiento y envidia, reconociendo la conexión profunda entre Morgana y Alexis. Una mezcla de emociones turbulentas burbujeaba en su interior, pero no podía negar la intensidad de la relación entre su amo y la esclava privilegiada.
En ese momento, ella no era nada más que la esclava sumisa y obediente de su amo, completamente entregada a su voluntad y deseos.
Con un tono dominante, Alexis ordena a Morgana que coloque sus manos en la pared, mientras explica su intención de mostrar su entrega ante el público. «Quiero que todos vean cómo eres la mejor esclava», declara con determinación mientras sostiene su erección. «Mientras te doy duro en el coño con mi polla dura», añade, destacando su deseo de exhibir su dominio sobre ella frente a todos los presentes.
Morgana obedeció de inmediato las órdenes de su amo, colocando sus manos en la pared con sumisión, preparada para ser exhibida ante el público mientras él la penetraba con firmeza. Su corazón latía con anticipación, excitada por la idea de ser vista mientras se entregaba completamente al placer que su amo le proporcionaba.
Dixie, observando la escena con envidia y fascinación. Aunque se sentía abrumada por la mezcla de emociones que la invadían, no podía evitar sentir una punzada de admiración por la sumisión y la devoción de Morgana hacia su amo.
Mientras tanto, Alexis se acercó a Morgana con determinación, su polla dura lista para reclamarla como suya una vez más. Con un movimiento firme, la penetró con fuerza, haciendo que Morgana gimiera de placer y sus gemidos llenaran el aire. La escena era intensa y erótica, con Morgana entregándose por completo al placer que su amo le proporcionaba, mientras el público observaba con asombro y admiración.
Con la marca del golpe aún visible en su rostro, Juan se acerca a Dixie con determinación y, con un gesto brusco, le arranca el vestido. «Si te humillo aquí frente a todos, tal vez podría considerar perdonarte», murmura, mostrando su firmeza y autoridad como amo ante la desafiante actitud de Dixie.
Dixie retrocedió unos pasos, sintiendo el peso de la situación y la furia de su amo.
Dixie se estremeció ante la humillación pública, sintiendo el rubor subir a sus mejillas mientras la vergüenza la invadía por completo.
Juan no toleraría más desobediencia o insolencia.
Dixie se sintió abrumada por la humillación y la vergüenza, pero entendió la gravedad de la situación. Con una mezcla de temor y esperanza, asintió en silencio, reconociendo su error y aceptando la necesidad de redimirse ante su amo y el público presente.
«Escucha bien, nunca más volverás a golpear a tu Dios. Ahora, ábrete para mí, y declara que eres la putita de tu amo, que todos escuchen», ordena Juan con firmeza a Dixie, dejando claro quién tiene el control en esa situación.
Dixie se sintió sobrecogida por las palabras firmes de Juan, reconociendo la gravedad de su falta y la necesidad de enmendarla. Con una mezcla de temor y sumisión, asintió en silencio, aceptando las condiciones impuestas por su amo.
«Sí, mi amo», respondió con voz temblorosa, sus palabras resonando en el aire. «Soy tu putita, tu esclava sumisa y obediente. Nunca más te desobedeceré, solo existo para servirte y complacerte.»
El público observaba con atención, capturado por la intensidad de la interacción entre Juan y Dixie. En ese momento, Dixie comprendió la importancia de mostrar sumisión y respeto hacia su amo, y estaba decidida a hacer todo lo posible para recuperar su favor y perdón.
Mientras tanto, Alexis continuaba golpeando el coño de Morgana con fuerza y determinación. «Tu coño está sucio, empapado y rebosante de jugos», murmura entre gemidos de placer.
Morgana gemía con cada golpe, entregada por completo al placer que su amo le proporcionaba. Sus ojos brillaban con deseo mientras Alexis la penetraba con fuerza y dureza, llevándola al borde del éxtasis una y otra vez.
«Sí, mi amo», respondió con voz entrecortada por el placer. «Mi coño está sucio y húmedo, lleno de tus jugos. Soy tu esclava sumisa, lista para recibir cualquier castigo que decidas impartirme.»
Cada golpe era una deliciosa tortura que la llevaba más cerca del éxtasis, y Morgana se abandonaba por completo al placer abrumador que inundaba su ser. En ese momento, ella no era nada más que la sumisa obediente de su amo, completamente entregada a su voluntad y deseos.
«No mereces un castigo, has hecho todo bien», susurra Alexis con voz dominante. «Lo que haré es que grites de placer como una puta en celo», añade con determinación, entregado al éxtasis.
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