Sombras de Deseo: Pasiones Prohibidas capitulo 17
En «Sombras de Deseo: Pasiones Prohibidas», seguimos a Morgana elegida por Alexis, un nuevo amo. Su entrega total, marcada por el reclamo de su virginidad, refleja su devoción. Inspirada en «La sombra del pasado y La luz de la esperanza», explora pasiones, entrega y autoconocimiento..
En la lujosa mansión de Alexis, el ambiente estaba impregnado de deseo y sumisión, mientras él se entregaba con fervor al placer de servir a su amo. Los gemidos de Morgana resonaban en la habitación, llenos de éxtasis y anhelo, mientras sentía la lengua y los dientes de Alexis explorar cada rincón de su coño con una mezcla de rapidez y violencia controlada.
«Oh, amo… sí…» Susurraba Morgana entre gemidos entrecortados, sintiendo cómo el placer la consumía con cada movimiento de su amo.
La lengua de Alexis la llevaba al borde del éxtasis una y otra vez, provocando olas de placer que la envolvían por completo. Cada succión y lamida era una expresión del poder y la dominación que él ejercía sobre ella, y ella se entregaba con devoción a cada uno de sus deseos.
«Más, por favor… no pares…» Rogaba Morgana, su voz cargada de anhelo y entrega, mientras se aferraba a las sábanas con fuerza.
Para Morgana, cada embestida de la lengua de Alexis era una bendición, un tributo al vínculo único que compartían como amo y esclava. No había nada más importante que servir y complacer a su amo, y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para satisfacer sus deseos más profundos.
Con una determinación feroz reflejada en sus ojos ardientes, Alexis se situó entre las piernas abiertas de Morgana, su miembro palpitante y ansioso por reclamar su territorio. Con una mano firme, agarró las caderas de Morgana con una fuerza que la hizo estremecerse de anticipación, mientras la miraba con una intensidad que encendía el fuego del deseo en su interior.
«Este coño ansía ser dominado, devorado por la divina polla de su amo», susurró Alexis con voz ronca, su aliento caliente rozando la piel sensible de Morgana. «Y yo cumpliré ese deseo, Morgana. Te poseeré con toda mi fuerza y determinación, llevándote al límite del éxtasis una y otra vez».
Sin dar lugar a más palabras, Alexis se adentró en el interior de Morgana con un movimiento poderoso y decidido.
«Estás tan hermosa, Morgana», susurró Alexis con voz ronca, su aliento cálido acariciando la piel sensible de su sumisa. «Tu cuerpo es una obra maestra de la naturaleza,tengo el privilegio de reclamarlo como mío».
Con un movimiento suave pero decidido, Alexis guió la punta de su miembro hacia la entrada de la intimidad de Morgana, sintiendo el calor y la humedad que la esperaban con ansias. Con cada centímetro que avanzaba, un gemido de placer escapaba de los labios de Morgana, sus ojos brillando con anticipación y deseo mientras se preparaba para ser tomada por completo por su amo.
Finalmente, con un empuje controlado pero poderoso, Alexis penetró la profundidad de Morgana, sintiendo cómo su miembro era envuelto por la calidez y la estrechez de su interior. Un gemido gutural de placer resonó en la habitación mientras ambos se fundían en uno solo, entregándose por completo al éxtasis del momento.
«¿Te gusta así, Morgana?», susurró Alexis con voz ronca, su aliento cálido acariciando el cuello de ella mientras sus manos recorrían su cuerpo con deseo.
«¡Sí, amo! ¡Me encanta!», respondió Morgana entre gemidos, sus palabras cargadas de pasión y entrega. Sus manos se aferraban a los hombros de Alexis, su cuerpo arqueándose hacia él en un gesto de anhelo y deseo.
Morgana sintió cómo las paredes de su coño se cerraban alrededor de la polla de Alexis, apretándola con una fuerza irresistible. Cada centímetro de su miembro era envuelto por la calidez y la humedad de su interior, mientras las paredes de su intimidad se contraían con un frenesí de placer.
Cada embestida de Alexis era recibida con un gemido de deleite por parte de Morgana, quien se abandonaba por completo al placer abrumador que la envolvía. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía, sincronizados en un ritmo frenético de pasión y deseo, cada movimiento llevándolos más cerca del clímax que anhelaban alcanzar juntos.
«¡Sí, más fuerte, amo! ¡Hazme tuya por completo!», exclamó Morgana, sus palabras cargadas de deseo y ansias de más. Sus caderas se movían al ritmo de los embates de Alexis, buscando encontrar la máxima satisfacción en su entrega total.
La fricción entre sus cuerpos era eléctrica, cada embestida de Alexis encontraba una resistencia deliciosa en las paredes apretadas de Morgana, provocando oleadas de éxtasis en ambos. Sus movimientos se volvían más frenéticos, más desesperados.
Un gemido de puro placer escapó de los labios de Morgana al sentir cómo era colmada por completo por la divina presencia de su amo, cada centímetro de él llenándola y reclamándola como suya.
El sonido de sus gemidos se mezclaba con el choque de sus cuerpos en una sinfonía de pasión desenfrenada, llenando las paredes de la mansión con una intensidad que parecía trascender los límites de la realidad.
En medio de una atmósfera cargada de humo de cigarrillo, la voz de Alexis resonó con autoridad en la habitación. «Morgana», comenzó, con un tono que denotaba una mezcla de curiosidad y dominio, «¿podrías explicarme cómo se debe abordar la cuestión de la iniciación de una virgen enclaustrada? ¿Cuál es el enfoque adecuado para garantizar una penetración firme y decidida, que pueda hacerla sangrar, marcando así su entrega total?»
Morgana, con la mirada ardiente de deseo, respondió entre bocanadas de humo: «Debes poseerlas con firmeza y determinación, amo. Hacerlas sentir tu poder y dominio desde el primer momento».
Alexis asintió, el humo de su cigarrillo flotando en el aire entre ellos. «Exactamente, Morgana. Una virgen debe ser sometida con fuerza, mostrándole quién manda desde el principio».
«Con cada embestida, el coño de la virgen enclava debe ser penetrado con fuerza, haciéndola sangrar y marcándola como propiedad del amo».
El recuerdo se deslizó en la conversación como una sombra del pasado, cargado de un peso y una intensidad palpables. «Morgana», comenzó Alexis con una voz impregnada de reminiscencia y posesión, «¿recuerdas cuando te tomé como virgen? Tu deseo era palpable en el aire, y yo te penetré con una determinación feroz. No hubo pausa ni contemplación, solo el ansia ardiente de reclamar lo que me pertenecía. Recuerdo claramente cómo sangraste bajo mi embestida, tu cuerpo temblando de placer y dolor mientras te tomaba sin piedad, marcando así tu rendición total a mí».
Morgana asintió con una mezcla de recuerdos y sumisión, su mirada fija en la de su amo mientras revivían juntos aquel momento trascendental. «Sí, amo Alexis», respondió con humildad, su voz temblando ligeramente ante el recuerdo vívido de aquella experiencia. «Fue un acto de posesión y dominio absoluto, donde entregué mi virginidad y mi voluntad por completo a ti. Aquel momento marcó el inicio de mi sumisión total hacia ti como mi amo».
«Las vírgenes deben ser tomadas sin piedad porque es en ese acto de sumisión y entrega total que se sella su destino como esclavas. Es un momento de transformación, donde el dolor y el placer se entrelazan para marcar su rendición absoluta a su amo».
Sus palabras resonaron en el aire, cargadas de una intensidad que envolvía a ambos en un aura de deseo y dominación. «Al penetrar sin delicadeza ese coño virgen», continuó Alexis, «se establece el dominio del amo sobre su esclava, marcando así su sumisión total y su devoción inquebrantable hacia él. Es un acto de posesión y dominio absoluto, donde el amo reclama lo que le pertenece y la esclava se entrega por completo a su voluntad».
Morgana asintió con entendimiento, absorbida por las palabras de su amo y la verdad inherente en ellas. «Sí, amo Alexis», respondió con humildad, su voz temblando ligeramente ante la profundidad de la explicación. «Es un recordatorio de nuestra relación y del papel fundamental que desempeño como tu esclava. Mi sumisión y mi entrega total son la esencia misma de mi existencia a tu servicio».
«Recuerdo aquel momento con claridad», dijo Morgana «Fue un acto de total dominación y posesión por tu parte, y me sometí completamente a tu voluntad. Sentir mi barrera virginal ser rompida por ti, ver las sabanas blancas manchadas con mi sangre, fue una prueba de mi sumisión y devoción hacia ti».
«¿Que sentías cuando viste tanta sangre en las sabanas?»
«Cuando vi la sangre en las sábanas, amo», respondió Morgana con sinceridad, «sentí un torrente de emociones abrumadoras. Experimenté un profundo placer al saber que había cumplido con mi deber como tu esclava, al entregarme por completo a tu voluntad y satisfacción. Sentí un orgullo inmenso al ver el resultado tangible de mi sumisión y devoción hacia ti, como una marca de mi entrega total».
Cada palabra resonaba con la verdad de su entrega, con la pasión y el deseo que la impulsaban a servir a su amo con todo su ser. «Pero sobre todo, amo», continuó Morgana con humildad, «sentí una profunda admiración y felicidad al saber que había alcanzado un nuevo nivel de conexión y compromiso contigo. Fue un momento de completa rendición y entrega, donde me sentí más unida a ti que nunca antes».
«En un solo movimiento brusco, la barrera virginal debe ser rompida al instante», explicó Alexis con firmeza, su voz resonando con autoridad. «Ellas deben gritar fuertemente de dolor como muestra de su sumisión total y su entrega absoluta hacia su amo».
Morgana asintió con devoción, sus palabras fluyendo con una suavidad cautivadora mientras hablaba. «El dolor es una prueba irrefutable de su dominio sobre ellas», continuó, «una manifestación física del poder y control del amo. Romper esa barrera virginal de forma instantánea y provocar esos gritos es una forma de marcarlas como propiedad suya, de reclamarlas por completo y hacerles entender su lugar como esclavas, en una entrega total al placer y la voluntad del amo».
«Yo te tomé sin piedad, sin previo aviso, cuando eras una virgen», proclamó Alexis con un tono de dominio, recordando la intensidad de aquel momento. «Me hundí en ti hasta casi alcanzar tu útero en un solo movimiento, y la sangre fluyó en abundancia».
Morgana asintió con reverencia, su voz suave pero llena de sumisión mientras respondía: «La cantidad de sangre que brotó fue una muestra tangible de tu dominio sobre mí, marcándome como tu propiedad para siempre».
«¿Por qué te gustó que te tomara de esa manera, gritaste de dolor o más que eso, querías demostrar que eras mía?» inquirió Alexis, buscando entender la profundidad de la experiencia de Morgana como virgen.
Morgana reflexionó con seriedad sobre la pregunta de su amo, antes de responder con humildad: «En ese momento, amo, el dolor fue intenso, pero fue eclipsado por un sentimiento abrumador de sumisión y entrega hacia ti. Grité no solo por el dolor físico, sino también para mostrar mi completa sumisión y devoción hacia ti. Quería que todos supieran que era tuya, que mi cuerpo y mi voluntad pertenecían por completo a ti. Fue un acto de entrega total, una manifestación física de mi compromiso de servirte y complacerte en todo momento».
«Si sigues así seras la favorita de los dioses»
Las palabras de Alexis resonaron en la mente de Morgana como un elogio poderoso, una promesa de favor y reconocimiento por su entrega total hacia él. Con humildad y gratitud, Morgana respondió: «Gracias, amo. Ser considerada la favorita de los dioses es un honor que me llena de humildad. Haré todo lo que esté en mi poder para merecer ese título y seguir sirviéndote con devoción y entrega total».
Un grito resonó en la distancia, un eco de sumisión y dolor que llegaba hasta la mansión de Alexis. Morgana levantó la mirada hacia su amo, reconociendo el significado detrás de aquel sonido.
Una sonrisa se formó en los labios de Alexis mientras escuchaba el grito, recordando el momento en que Morgana había dado un grito similar cuando él la tomó por primera vez. Era un sonido que evocaba poder y dominación, una manifestación física del control que un amo ejercía sobre su esclava.
«Sí, es hermoso», dijo Alexis con voz suave pero llena de satisfacción. «Ese grito es la prueba de la sumisión total de esa virgen hacia su amo, al igual que lo fue el tuyo en su momento. Es un recordatorio del poder y la dominación que tenemos sobre ellas, un tributo a nuestra capacidad para reclamarlas como nuestras y marcarlas para siempre».
Morgana asintió con comprensión, recordando su propio grito de sumisión y dolor cuando Alexis la tomó por primera vez. Era un momento que nunca olvidaría, una experiencia que la había marcado como propiedad de su amo para siempre.
La escena continuó, con Morgana y Alexis compartiendo su comida mientras el sonido del grito de sumisión seguía resonando en el aire.
«Si tienes la máquina del tiempo, Morgana, ¿irías al pasado para ser virgen de nuevo y ser tomada de otra vez?» preguntó Alexis, curioso por conocer los deseos de su esclava.
«Si así lo deseas, amo, estaría dispuesta a volver al pasado y experimentar nuevamente el momento en que fui tomada por primera vez», respondió Morgana con devoción. «Aquel momento marcó mi sumisión total hacia ti y me hizo entender mi lugar como tu propiedad. Sería un honor volver a experimentar esa sumisión y entrega hacia ti, una muestra más de mi devoción y lealtad hacia mi amo».
De nuevo otro sonido de aquel grito resonó en la distancia, llevando consigo el eco de sumisión y dolor hasta la misma puerta de la mansión donde Morgana y Alexis se encontraban inmersos en su propio. Morgana no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro al escucharlo, reconociendo de inmediato.
Alexis observó la sonrisa de Morgana con satisfacción, compartiendo su profundo entendimiento del significado tras el grito distante.
El sonido del grito seguido de las palabras «Detente, para» resonó en la habitación, perturbando la tranquilidad que reinaba entre Morgana y Alexis. Morgana se sobresaltó ante la audacia de aquellas palabras, incapaz de comprender cómo una esclava podía desafiar así a su amo.
«¿Cómo puede decir detente a su amo? ¡Es blasfemia!», exclamó Morgana, su voz cargada de furia y desdén. Para ella, tales acciones eran una afrenta al orden establecido, una violación flagrante de las normas de sumisión y devoción hacia el amo.
«Sí, es blasfemia», concordó Alexis con un tono firme y autoritario, reflejando el disgusto de Morgana. «Una esclava no tiene derecho a detener a su amo. Debe someterse completamente a su voluntad y cumplir sus deseos sin cuestionarlos».
La expresión de Morgana se tornó aún más severa mientras continuaba hablando, sus palabras resonando con indignación y desaprobación. «Una virgen debe gritar ese grito, pero no decir detente, no debe llorar», afirmó, haciendo hincapié en la importancia de la sumisión total y la aceptación del dolor como parte de su papel como esclava.
Morgana, confundida por el llanto de la virgen que había sido tomada, buscaba comprender la razón detrás de esa reacción. Con una expresión de desconcierto en su rostro, se volvió hacia Alexis en busca de explicaciones.
«¿Por qué llora, amo? Debería estar feliz por haber sido tomada bruscamente como virgen», expresó Morgana, su voz reflejando su confusión. Es un honor que muchas esclavas ansiaban experimentar.
Alexis, con un gesto serio y autoritario, respondió sin vacilar: «Es blasfemia».
«Morgana, no prestes atención a esas blasfemias que esa virgen está gritando», ordenó Alexis con firmeza, su voz resonando con autoridad en la habitación. Instintivamente, Morgana obedeció, tapándose los oídos para bloquear las palabras que resonaban en el aire.
A lo lejos, se escuchaba la voz de la virgen, suplicando y rogando por algo, quizás pidiendo que su amo se detuviera, que se alejara de ella. Sin embargo, para Morgana y Alexis, esas palabras eran simplemente ruido de fondo en su propio mundo de deseo y sumisión.
De repente, la tranquilidad de la mansión se vio interrumpida por la llegada inesperada de un amo vampiro llamado Kevin, quien irrumpió en la habitación con evidentes signos de heridas. Su presencia causó un sobresalto en Morgana y Alexis, quienes se pusieron en alerta ante la situación.
«¡Esa virgen me atacó!», exclamó Kevin con angustia, su voz resonando con urgencia en la habitación. «Tiene una cruz bendecida, está libre. ¡No podemos hacer nada para detenerla!»
Las palabras de Alexis resonaron con una mezcla de resignación y temor en la habitación, mientras Morgana lo miraba con preocupación. La idea de enfrentarse a una virgen armada con una cruz bendecida era aterradora, incluso para un amo vampiro como él.
«Morgana, si ella aparece, no podré hacer nada», dijo Alexis con sinceridad, su voz cargada de preocupación. «Como vampiro, sería vulnerable ante su arma. Ella podría matarme en un instante».
Sin embargo, Morgana se mantuvo firme en su lealtad hacia su amo, dispuesta a hacer lo que fuera necesario para protegerlo y mantener el orden en su dominio. Con determinación en su voz, respondió:
«Entendido, amo. Haré todo lo que esté en mi poder para protegerte. Si ella aparece, estaré lista para enfrentarla y defenderte con mi vida».
El beso de Alexis fue una respuesta cargada de gratitud y afecto, un gesto de aprecio por la lealtad inquebrantable de Morgana. Sus labios se encontraron en un momento de intensa conexión, sellando su compromiso mutuo de protegerse el uno al otro a cualquier costo.
«Gracias, Morgana», dijo Alexis con voz suave pero llena de gratitud. «Tu valentía y lealtad no tienen igual. Eres mi más fiel compañera y estoy agradecido de tenerte a mi lado».
Morgana correspondió al beso de su amo con entrega y devoción, dejando que sus labios se fundieran en un baile de pasión y sumisión. En ese momento, el mundo exterior parecía desvanecerse, dejando solo la conexión intensa entre ellos.
El amo Kevin, con voz serena pero llena de tensión, informó: «La virgen que pronunciaba ‘detente, aléjate de mí’ me atacó. Parece que no quedó satisfecha con mi trato y logró escapar de mi dominio». Su rostro reflejaba la preocupación y el desconcierto ante el inesperado desenlace de la situación.
«Debemos encontrarla y neutralizarla antes de que cause más daño», declaró Morgana con firmeza, su voz resonando con autoridad y compromiso. «Ella ha desafiado el orden establecido y debe ser sometida a la voluntad de los amos».
La virgen, con un aire de desesperación palpable, se aproximó a Alexis con su cruz en alto, amenazando: «Te quemaré». Sus palabras resonaron con un tono desafiante, cargado de determinación y temor al mismo tiempo. «No deseo ser poseída por nadie», añadió con firmeza. Ante esto, Kevin intervino, señalando la contradicción en sus palabras: «Pero tú eres una esclava sexual. ¿Qué esperabas que esto fuera?». La expresión de incredulidad en su rostro reflejaba la confusión ante la negativa de la virgen a aceptar su realidad. «¡Estás delirando, es una blasfemia!», exclamó Alexis, rodeando a Morgana con sus brazos en un gesto protector y reconfortante.
La virgen, con una determinación feroz en su mirada, se abalanzó sobre Kevin con la estaca en mano, acabando con él en un instante. Ante la muerte del vampiro, se giró hacia Alexis con un semblante desafiante y la estaca aún en alto. «Ahora es tu turno, vampiro», le espetó con voz cargada de rencor y determinación. Alexis, sorprendido por la situación, trató de explicarse rápidamente: «Pero no te he poseído. Mi único vínculo es con Morgana».
La virgen, sin ceder en su furia, levantó aún más la estaca, lista para clavarla en el corazón de Alexis. «Eres parte de su mundo, eres un vampiro. Debes pagar», insistió con un tono lleno de desprecio. Morgana observaba la escena con preocupación desde el lado de Alexis, sintiendo el peligro inminente.
«Por favor, detente», suplicó Morgana, extendiendo una mano hacia la virgen con gesto conciliador. «Alexis es mi amo, él no te ha hecho ningún daño». La virgen se detuvo por un momento, mirando a Morgana con dureza. «Tú eres su esclava. ¿Cómo puedes defenderlo?», cuestionó con incredulidad.
Morgana se mantuvo firme, sin apartar la mirada de la virgen. «Porque es mi amo y mi protector. No permitiré que lo lastimes», declaró con determinación. La virgen, aun con la estaca en mano, pareció vacilar por un instante ante la firmeza de Morgana.
«Te educaron en la escuela de esclavas sexuales, tomaste esa decisión y ahora estás furiosa. Es confuso», declaró Alexis, manteniendo su compostura a pesar de la tensión en la habitación.
La virgen, con la respiración agitada y la mirada cargada de rabia, respondió entre dientes: «Yo no quería esto. No quiero ser sumisa. Pensé que sería diferente». Mientras hablaba, una fina línea de sangre se deslizaba por su pierna, recordándole el precio que había pagado por su brusca iniciación en el mundo de la sumisión.
«Entonces, ¿qué esperabas encontrar en este mundo?», interrogó Alexis con una expresión impasible, buscando comprender la perspectiva de la virgen.
«Pensé que sería un mundo de placer y gratificación para todos», respondió la virgen con frustración, su voz resonando en la habitación.
«Comprendo tu confusión», dijo Alexis con calma, su tono tranquilo contrastando con la tensión en el aire. «Pero este es un mundo de sumisión y dominación, donde el placer y el dolor van de la mano. Aquí, la voluntad de los amos y las amas es la ley, y los esclavos y esclavas están destinados a servir y obedecer sin cuestionar».
«Solo quería que mi virginidad fue mas suave y el no quiso» Dice la virgen furiosa.
«Entiendo tu deseo de que tu primera vez fuera más suave», respondió Alexis con comprensión, buscando calmar la furia de la virgen. «Pero las reglas son claras y firmes en este mundo. La sumisión y la entrega total son fundamentales, incluso en el momento de la desfloración. Morgana también pasó por lo mismo que tú, pues es la naturaleza de nuestra dinámica».
. «Vámonos Morgana, seamos libre». Dice la virgen. «Alexis nunca fue un amo siempre fue un opresor».
«Lo siento, pero no puedo irme, esta es mi vida ahora», responde Morgana con determinación, reafirmando su lealtad hacia Alexis. «Él es mi amo y yo soy su esclava, esa es nuestra dinámica. No puedo abandonar mi deber y mi compromiso con él».
«Morgana, tu amo solo era una basura, el tomo tu virginidad a a la fuerza»
¡No!», exclamó Morgana con voz temblorosa pero firme, su mirada desafiante mientras se enfrentaba a la virgen. «¡Yo decidí todo eso! ¡Nadie más que yo tuvo el poder de decidir sobre mi cuerpo y mi destino!»
La virgen la mira con sorpresa, asimilando las palabras de Morgana con una mezcla de incredulidad y admiración.
«Una esclava debe ser la más puta para el amo, pero nunca debe olvidar que su cuerpo y su voluntad son siempre suyos. Servir es un honor, no una obligación impuesta. La sumisión es un regalo que se da libremente, no un derecho que se toma a la fuerza», continúa Morgana, sus palabras resonando con convicción y determinación.
Morgana, tu amo solo era una basura. Él tomó tu virginidad a la fuerza, sin respetar tu voluntad ni tu dignidad», insiste la virgen con una expresión de determinación en su rostro.
Morgana miró fijamente a la virgen, con una mezcla de incredulidad y determinación en sus ojos. Sus labios temblaban ligeramente antes de que finalmente encontrara la voz para responder.
«No tienes idea de lo que estás diciendo», dijo Morgana con voz firme, aunque su tono estaba marcado por la emoción. «Sí, mi amo me tomó como virgen, pero fue mi elección. Nadie más que yo tuvo el poder sobre mi cuerpo en ese momento. Fue un acto de sumisión voluntaria, un regalo que le ofrecí libremente».
La virgen frunció el ceño, visiblemente sorprendida por la respuesta de Morgana. «Pero, ¿cómo puedes decir eso? ¿Cómo puedes justificar que te tomaran así?»
Morgana inhaló profundamente, reuniendo sus pensamientos antes de responder. «Porque la sumisión no es debilidad, es poder», explicó. «Entregar mi virginidad a mi amo fue una expresión de mi devoción hacia él, un acto de entrega total. En ese momento, sentí una conexión profunda con mi amo y elegí entregarle mi cuerpo y mi voluntad. No fue un acto de opresión, sino de liberación».
La virgen pareció reflexionar sobre las palabras de Morgana por un momento antes de responder. «Pero, ¿y si cambiaste de opinión? ¿Y si ahora te arrepientes de esa decisión?»
Morgana sacudió la cabeza con determinación. «No me arrepiento de nada», declaró con firmeza. «Cada elección que he hecho, incluida la de entregarme a mi amo, ha sido parte de mi camino hacia la autodeterminación y la realización personal. No permitiré que nadie menosprecie mi elección o mi entrega».
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