SOY LA MEJOR DE LAS PROFES PUTAS
Soy una paisita que, aunque puta toda mi vida, quise probar ser profesora de colegio. .
Escrito por Siremis.
Yo antes era puta callejera, luego fui trabajadora en una planta de confecciones, después fui profesora de colegio, luego monté mi propio puteadero y ahora tengo todo un puticlub de lujo.
Soy de Medellín Colombia, pero casi toda mi vida he vivido en Bogotá. Me llamo Juanita Ardila, pero me dicen “la paisita” o también “la profe Juanis” “Juanis la loquis” o simplemente “La Juanis”.
Actualmente tengo 57 años de edad, pero en la época en la que ocurrieron los hechos que voy a contar tenía 27.
Como soy tan perra y dada al sexo, en mi vida han sucedido muchas cosas bastante calientes y obscenas, pero como no puedo contarlas todas en un solo escrito, solo me enfocaré en lo que ocurrió cuando apenas llevaba unos dos años ejerciendo la docencia en cierto colegio de Bogotá. Tal vez, si ustedes quieren, en escritos posteriores contaré algunas otras vivencias más.
Bien… Empezaré haciendo una pequeña descripción de mi físico.
Mi cabello es liso y de color naranja, soy blanca, no tan alta, pero tampoco tan baja. A pesar de mi edad aun me conservo bastante bien. Mis tetas son grandes y bonitas, mi culo redondo y paradito y mi cuerpo espectacular, bastante caderona y piernona. El color de mis grandes ojos es café muy claro, mis pestañas naturalmente son largas y coquetas y mi roja boquita cien por ciento mamadora. Tengo algunas pecas en mi rostro y en mi pecho.
En esos tiempos de universidad y de mis primeros años de ser maestra me gustaba vestir sencillamente, es decir, en minifalditas y en camiseticas bastante escotadas u ombligueras. Incluso me vestía así de vulgar cuando ya estaba ejerciendo como profesora en colegios de mayor importancia, no solo lo hacía por sentirme cómoda sino por ser intencionalmente insinuante y mostrona.
Mis alumnos no me quitaban sus ojos de encima y eso me encantaba. Mis piernas, mi culo, mi cadera y mis tetas siempre han sido bastante llamativas y en ese entonces lo eran muchísimo, me gustaba coquetearle a todos y ver cómo se excitaban conmigo.
Desde niña me vine a vivir a Bogotá ya que en Medellín mi despreciable padre, mi asqueroso abuelo, mis horribles tíos y mis detestables y depravados hermanos se la pasaban violándome así de gratis y me ponían a prostituirme constantemente.
Debo aceptar que a mí me gustaba el puterío, pero lo que me sacaba la piedra y no aguantaba es que esos familiares ni siquiera me daban una mínima parte del dinero que recolectaban con mi prostitución, me estaban explotando y me tuvieron así por muchos años hasta que ya tuve consciencia suficiente para empezar a cuestionarme al respecto. La estúpida perra y puta de mi mamá, quien también puteaba de vez en cuando, solo obedecía lo que ellos imponían, ella era muy sumisa y les tenía miedo, solo se dedicaba a lavarme la cuquita y el culito para que ellos abusaran de mí como bien se les diera la puta gana. Debo recalcar que estamos hablando de la vida de hace 30 años.
Cuando me vine a Bogotá tenía 14 añitos, una amiga que también había sido puta en Medellín, me recibió en su casa, pero tenía que hacerle los oficios, la malparida se aprovechó y me puso a cocinarle, a lavarle y a hacerle de todo, mientras ella llanamente se divertía con sus novios y amantes, sin embargo, con lo poco que me pagaba validé mi bachillerato e ingresé al SENA y luego a la universidad pública.
En el SENA aprendí confecciones, pero trabajé en eso por muy poco tiempo, me expulsaron de la empresa por robarme los materiales y por putear con los celadores. En la universidad estudié Licenciatura en Biología, fue muy duro, pues yo era muy brutica, no era tan inteligente para entender los temas de estudio, lo que tenía en tetas y culo me faltaba en cerebro, me tocó hacerle muchas mamadas a los directivos para poder hacer que esos putos me ayudaran y me pasaran de semestres.
En esos tiempos yo era muy joven y muy pobre. Mi amiga Sarah se aburrió de tenerme en su casa, se puso celosa porque uno de sus hombres se la pasaba acosándome y manoseándome, y como él estaba tan bueno yo le correspondía muy bien, y Sarah me descubrió una noche chupándole la verga en la cocina. Ella, muy brava y gritándome terribles palabrotas, me tiró la ropa por la ventana del segundo piso y me sacó de las mechas a la calle.
Tuve que irme a vivir con un hombre muy mayor, si no estoy mal tenía 77 años de edad, era medio indigente, olía a diablos, pero tenía una chozita cerca a Monserrate. A pesar de que yo le agradecía el hecho de darme posada haciéndole unas buenas mamadas a cada rato, el viejo me maltrataba y me abusaba, me daba verga muy duro por el culo, el man era un tanto salvaje y brutal. No lo soporté y me marché, saqué una pocilga en arriendo, pero no tenía suficiente dinero.
Pude sobrevivir y terminar mi carrera gracias a que tuve la genial idea de venderle mi cuerpo a mis compañeros de clases y a mis profesores. Los maestros me cogían muy rico y me pagaban mejor que cuando me prostituía en Medellín, incluso hacía más dinero así que lo que me pagaban en esa puta y explotadora empresa de confecciones.
Afortunadamente yo siempre he sido bastante bonita, atractiva y puta, y eso me ayudó a solventar mis gastos. Amigos, no me critiquen, recuerden que estamos hablando de una época complicada en la que no había internet, si hubiera existido más bien habría trabajado en Web Cam.
Después de graduarme de la universidad, a los 25 años de edad, trabajé por un tiempo como profesora de biología en una escuelucha, un decadente colegio privado de barrio. No sabía un culo de biología, pero ahí me hacía la que enseñaba, no obstante, ni al rector le importaba que yo no supiera nada de mi profesión, lo importante para él era que mantuviera entretenidos a los muchachos y también el hecho de él poder seguir cobrando las mensualidades y robando haciendo sus corruptos y nublados negocitos con la educación, allá todos eran muy torcidos.
La zona en la que estaba ubicado el colegio era peligrosa y de estratos bajos, pero así me gustaba, pues podía ser más yo misma, podía conseguir marihuana con facilidad y drogarme, también podía vestirme a mi antojo e incluso seguir puteando algunas noches cuando me daba desespero en la cuca, ya no lo hacía tanto por necesidad de dinero sino por gusto y vicio.
Nunca me gustó vestirme como una señorita decente, o como una profesional, prefería vestirme como la jovencita putorra que bien era, o sea, con minifaldas y camisetas ombligueras, me gustaba sentirme bien puta y deseada.
En el colegio no me ponían problema por vestirme así, incluso el mismo rector, los coordinadores y los profesores me piropeaban y hasta me hacían propuestas bastante indecentes. Allá no molestaban por nada, por eso recuerdo con mucho amor esa institución. Y es que hasta me atrevía a dar las clases estando drogada y borracha, al igual que mis estudiantes, los cuales eran jóvenes problema, delincuentes y pandilleros de mala calaña.
Sin embargo los muchachos me amaban, decían que yo era la mejor profesora que habían tenido en sus putas vidas por ser tal cual como ellos y por comprenderlos totalmente. La verdad es que yo como profesora era más puta y vulgar que las mismas estudiantes ñeras y hamponcitas de ahí.
Lo que voy a contar aquí fue algo que pasó precisamente cuando era docente en ese colegio. Para la época yo era mucho más irresponsable, loca y puta que ahora y ya había tenido mis aventurillas sexuales tanto con estudiantes, colegas profesores y hasta con algunos padres de los muchachos.
Resulta que tuve un delicioso folleteo con un grupo de estudiantes de grado once en su paseo tradicional de despedida escolar a Santa Marta.
Sé que la orgía que hice con mis alumnos fue algo muy pasado de la raya, pero es que nos teníamos mucha confianza. A los muchachos les gustaba compartir conmigo, nos repartíamos hierba, trago, cigarrillo y otras drogas, les fascinaba estar a mi lado porque yo era muy sencilla y humilde, y porque era la única profesora que no les hablaba con la frialdad y la severidad característica de los otros maestros, quienes lo único que hacían era regañarlos por todo. Mis alumnos me querían mucho porque decían que yo les hablaba como una amiga, como una parcerita, como una cómplice, como si fuera una compinche más de ellos y porque me vestía de manera común a su contexto.
Mi pinta y mi forma de expresarme no era de profesora sino de una vulgar muchachita de baja clase, a ellos les excitaba escuchar mis cochinas historias de sexo y mis pornográficas vivencias como puta narradas con mi sensual acento paisa.
A mí no se me daba nada hablar con total naturalidad y con groserías, no me daba pena ser yo misma ni de actuar con espontaneidad, al fin y al cabo eso nos caracteriza a los paisas, la franqueza, la camaradería y la sencillez.
Las niñas, quienes no eran más que una manada de putitas, sacaron la excusa de que se iban a nadar, pero en realidad se fueron a besar y a follar con algunos de sus compañeros, y otro buen grupo de solo muchachos siguió escuchando mis eróticas y vulgares narraciones en una de las recamaras del hotel. Yo continuaba mis relatos y en esa fiebre hasta me atrevía a mostrarles las tetas y la cuca. Los jóvenes estaban bastante arrechos a juzgar por sus erecciones que se les notaba bajo sus pantalonetas.
Trajeron más trago, y mientras nos embriagábamos y hablábamos huevonadas nos desinhibimos por completo, nos comenzamos a tocar y a besar, no me pude aguantar, ellos estaban muy buenos y provocativos, esos papacitos tan hermosos y jovencitos me arrecharon demasiado, a todos se les notaba unas suculentas vergotas bien paraditas y gruesas entre sus humedecidas pantalonetas, tan solo de acordarme de esos muchachotes tan varoniles se me hace agua a la boca y se me humedece y palpita la cuca.
Yo no podía ser tan tonta de dejar pasar esa excelente oportunidad y me les ofrecí en sexo grupal. Me les empeloté completamente y entre todos me dieron duro chimbo hasta por las putas orejas. Lo recuerdo con gran pasión y mucha ternura.
Lo goce como la loca puta que soy. Esos gorilas me agarraban las tetas y me sobaban la chocha con salvajismo adolescente. Me irrespetaban con gran esmero. El loco del Sebastián, uno de los pandilleros más peligrosos, fue el primero en sacarse su larga y gorda vergota y empezar a masturbarse mientras me metía mano en la raja y me tocaba las tetas.
A Sebastián lo siguió Aquileo, un muchacho de cara y polla monstruosas, su rostro había sufrido una severa quemadura quedando totalmente desfigurado y sin cabello, pero su gran vergota fue lo que verdaderamente me impactó, era bastante larga y gruesa y la sabía manejar a la perfección.
Me provocó tanto la verga del desfigurado Aquileo que de inmediato me la metí a la boca, le practique fenomenal mamada al fenómeno, el cual baboseaba de placer.
En total me estaban toqueteando unos 13 o 14 muchachos, el resto estaban entretenidos dizque “nadando” con sus compañeritas. No tardaron en quedar todos con sus enormes y jugosos pepinos muy erectos al aire.
Yo, la profe Juanis, estaba de rodillas ante mis machos, me encontraba rodeada de más de una docena de explosivos adolescentes, todos con esas hormonas al cien y produciendo gran cantidad de esperma. El olor a sudor, a macho, a esperma y a testosterona hirviendo invadió esa pequeña recámara.
Yo agarraba con mis manos muchísimas vergas y las masturbaba con ahínco y mi boca le hacía sexo oral al pepino de mar que encontrara más cerca. Se los estuve chupando a todos como por más de media hora. En todos los años en el que me había dedicado a putear nunca había tenido al mismo tiempo a tantos adolescentes súper ganosos.
Les chupé las vergas a todos y ellos me tocaban por toda parte, me introducían los dedos por la raja y hasta por el culo, pues por ahí empecé a sentir que unos traviesos dedos hurgaban, con ansias profundamente marcadas, mi bello y vicioso anote. No supe a ciencia cierta a quién pertenecían esos inquietos deditos, pero días después llegaron rumores a mis oídos de que eran del dientón del Lucho, el joven más pequeño y raquítico del curso.
Las mamadas continuaron con éxito, fulgentes y desesperadas vergotas entraban y salían de mi mamadora bocaza. El piso de la recámara estaba lleno de mis babas y de líquidos preseminales que expulsaban las vergotas de mis valientes y bandidos muchachotes.
Sus fuertes manotas me agarraban muy duro las putas tetas, me hacían gritar tanto de placer como de dolor, algunos eran muy salvajes y me las apretaban, jalaban y estiraban muy duro, casi me arrancan los pezones, también se atrevieron a pellizcármelas y a mordérmelas con agresividad.
Algunos no se aguantaban las ganas y empezaban a lanzar sus leches en mi risueña cara de prostituta barata, en mi maldita cabeza o en mis maltratadas tetas. Les salía muchísimo semen, era algo inaudito. Otros eyacularon entre mi succionadora boca.
Aunque hubo varios de esos cretinos que eyacularon varias veces sobre mí, no bajaban sus colosales erecciones y volvían a recargar semen rápidamente.
Me subieron a la cama con las patas abiertas y en alto y Helbert Daza, el más fuerte de esos musculosos jóvenes, fue el primero en montarme y dejarme su buena lechada en la vagina. Obviamente yo había tomado mis pastillas anticonceptivas, así que no hubo problemas de embarazo. Se bajó el antisocial del Daza y el negro Gonzalo Tirralfa continuó dándole verga por la raja a la perrísima de la Profe Juanis la loca. o sea yo, a mucho orgullo.
Luego siguió el payaso del Marcel Jiménez en el intento de embarazar a la Juanis. Seguidamente lo hizo el pajero del Efrén Piña. Después me taladró la cuca el niño Tocarema y luego el santurrón del Camilo “El Siete Cruces” Cadena. Cada uno iba dejando su lechada dentro de la Paisita, la cual gemía y gritaba de placer.
Mis tetas palpitaban de tanto ser maltratadas y agarradas por tantas manotas inquietas y abusivas. Todos querían apretarme las tetas al tiempo. Ya tenía muy rojas y calientes mis putas bubis.
Mientras los demás delincuentes me penetraban la chocha otros me metían sus magníficas vergas a la mamadora boca y mis manos aferraban las vergas que pudiera coger para masturbarlas. Todo era una autentica delicia.
Algunos muchachos volvieron a echarme sus cochinos espermas a la puta cara y en la sucia boquita. Todo era sensacional, yo, la profesora Juanis la loquis, estaba loca de pasión y lascivia y depravadamente me atreví a pedirles que me dieran verga por el culo.
Ellos quedaron anonadados ante mi insólita solicitud, y fue el puerco del Tocino Londoño el primero que me puso en cuatro y sin lubricar nada me lo clavó con fuerza y gran brutalidad por mi hambriento y putísimo ojete.
El hijueputa gracioso del Tocino Londoño hizo poderosos sonidos de cerdo mientras me enculaba con gran agresividad y salvajismo, todos los malparidos rieron y nos echaron licor encima dejándonos bien lavados en trago. Para no quedarme atrás también lancé chillidos de marrana y los jóvenes se enloquecieron de morbo riendo, gritando, saltando, silbando y resoplando de gusto.
La recámara olía fuertemente a verga, a culo, a sudor, a semen, a pecueca, a peo, a fluidos de toda clase, a babas, a orina y en general a sexo.
Los muchachos siguieron comiéndose a su putísima profesora, estaban realizando muy bien su tarea y poniéndole mucha atención por fin a su lección. Era una impresionante clase práctica de alta sexualidad, como profe de biología me sentí muy orgullosa de que esos alumnos al fin aprendieran algo tan rápido, no importaba que fuera ya cuando estaban terminando su paso por el colegio.
Pachito salió de mi maltratado orto y su fiera vergota fue reemplazada por la del bobo del Bernardo. Bernardo era bien feo y mal oliente, era un completo imbécil y retrasado mental, pero lo hacía bien, incluso, en cierto momento sacó su guamo de mi agujero anal y me metió su lengua hasta el recto haciendo gozar a su puta profe como ningún otro.
El hijueputa del Aquileo prosiguió rompiéndome el sucio culo, ese desfigurado niño lo hacía como los mil demonios, era algo increíble, para ser tan desfigurado su polla era una autentica maravilla de Dios. Esa gran vergota me hizo ver estrellas al agredir mis intestinos con ímpetu desbordado.
Baracaldo también fue un follador de culos único, fue el único que me metió su sucia manota no solo por la raja sino también por el culo. El “coprofílico” muchacho, sacó su garra un poco untada de mierda, pero eso no le importó al hijueputa.
La culiada continuó con risas, gemidos y fuertes palabrotas de gozo y disfrute. Todos entraron a mi culote, no hubo ni uno solo que no me hubiera enculado en forma. Me dieron buenas nalgadas, todos estaban muy ansiosos de encular a su profe más bonita y sensual. Esos muchachos definitivamente merecieron una mayor nota en mi materia y en la de sexualidad.
La gran orgía continuó con doble penetración, mientras tenía un delicioso pene atascado en mi caliente y cerda vaginota otra hermosa vergota me asaltaba y perforaba con gran voracidad el puto culo haciéndomelo vibrar y palpitar.
Me hicieron esa doble follada con mucha fuerza y en variadas posiciones, los muchachos no se rendían, era increíble su fortaleza, su resistencia y su capacidad física, eran unos verdaderos machotes, unos aguerridos soldados y unos feroces guerreros, no se cansaban de tanta jodienda, de todas maneras estaban en la flor de su juventud.
Jejejeje… Yo, Juana la loca, eyaculé varias veces, mi adolorida rajota emanaba fluidos a gran presión muy de seguido y mis queridos estudiantes, papasotes hermosos y vergudos, también se venían una y otra vez fuera o dentro de mi súper estimulada y colorada cucaza.
Mi violado culazo tampoco se salvó de recibir grandes cantidades de blancuzca lechecita, no es mentira que cada unos de esos 13 o 14 estudiantes se corrió unas 5 o 6 veces, es decir, por bajito recibí unas 65 lechadas.
Las últimas lechadas las recibió gustosamente mi cara y mi boca en un espectacular y apasionado bukake sin control. Me besé de lengua con cada uno de esos ricos papasotes, ¡Uuff! ¡Besaban muy rico esos malparidos! el desfigurado del Aquileo se lució besando bastante a su profe preferida durante casi toda la noche y me hizo el amor mientras sus compañeros ya estaban dormidos.
Pasé la noche en cama con esos fornidos y belicosos hombres y a la mañana siguiente todas las putillas de mis alumnas y los otros estudiantes que, durante esa poderosa sesión de sexo estuvieron en la playa follando a lo lejos, no hicieron sino murmurar, obviamente el chisme de la orgía que había ocurrido con la profe Juanis la loquis se estuvo propagando por toda Santa Marta.
La noticia le llegó a los oídos a los padres de familia e hicieron un gran escándalo, demandaron al colegio. Aunque pasé un par de años más trabajando ahí, mientras el proceso continuaba, de mala gana el rector me tuvo que despedir al comprobarse por fin todo lo que había sucedido en Santa Marta y eso hizo que también se tuviera que cerrar el centro educativo.
Me dejaron inhabilitada como profesora, pero no hubo cárcel ni nada por el estilo. Finalmente todo lo arregló el poder del dinero, yo abrí mi negocito de chicas ricas y malotas y me fue tan bien con eso que pude obtener dinero suficiente para sobornar a las autoridades y jueces y librarme de todo cargo.
FIN.
Redactado por Siremis.
Una historia con mucho sabor a realidad. Supe de una colega que hacía paseos al río y se empelotaba para follar con varios en las tibias aguas ribereñas. De otra supe que como directora follaba con aquellos que los enviaban a su oficina para disciplinarlos. Por supuesto que aquello no era una buena idea para mejorar la convivencia, pero si para bajarle la calentura a la jodida directora.
A veces las que parecen ser muy señoras, decentes y cultas resultan siendo pícaras y depravadas y las prostitutas unas excelentes personas. Gracias por tu lectura y tu comentario.
Excitante relato, anímate a contar más experiencias.
Muchas gracias. Vendrán más historias de la profe Juanis.
Buen relato, mientras leía me masturbaba y tuve que eyacular encima de mi laptop mojando la pantalla y el teclado de espesa leche… jaja…
De eso se trata, de disfrutar el relato y darle placer a la vida. Un saludo… y vendrán más historias calientes.
Algún día te darán una estatua por detallar tus pajas. Algún día.