Soy puta por alcohólica, o alcohólica por ser puta.
Una mujer cuando llega el fin de semana le da por beber, se emborracha y un conocido de ella se aprovecha, lo mismo que un taxista, hasta un borracho, de lo cual luego ella se arrepiente, pero eventualmente vuelve a beber..
Lo cierto es que no sé ni por donde comenzar, bien, soy alcohólica, cosa que me ha hecho pasar por un sin número de situaciones, en las que de una forma u otra termino en ocasiones haciendo cosas de las que luego me arrepiento.
Cosas como acostarme con personas que ni conozco, bailar desnuda a cambio de un trago de ron, o dejar que un completo desconocido me agarre el coño mientras me da por el culo, por el mismo motivo, un maldito trago de ron o por una lata de cerveza.
De lunes a viernes trabajo, pero apenas salgo y llego a casa durante la semana lo primero que hago en lugar de darme un baño, o quitarme la ropa es tomarme un trago de vino primero, y luego otro y otro a medida que me quito la ropa para después darme un baño, ceno algo por aquello de tener algo en el estómago, y me pongo a ver alguna novela o película en la tv, así que hasta finalmente me quedo dormida, frente a la tv o en mi cama.
Pero los fines de semana salgo, visito a mis padres, que ya tienen como ochenta años, y después me voy de compras o al cine, al salir ocasionalmente me detengo en un supermercado a comprar mis provisiones incluyendo la bebida, para llevarla a casa.
Pero un fin de semana, como a eso de las seis de la tarde, me encontré con un conocido.
Nos pusimos a charlar y como él sabe cuál es mi debilidad, me invitó a tomar una cerveza, invitación a la que como de costumbre, no supe cómo decirle que no, sabiendo en que finalmente terminaría dejándome hacer lo que él quisiera, a cambio de un trago.
De esa primera cerveza, pasamos a la segunda, luego a la tercera, y así sucesivamente hasta que perdí la cuenta de cuantas me había bebido.
Luego me invitó a su apartamento, a pesar de lo tomada que estaba, le dije, que no, hasta que él me dijo, que podíamos seguir bebiendo sin que nadie nos molestase, decirme eso y yo aceptar, fue la misma cosa.
Al llegar a su apartamento me sentía algo mareada, todo me daba vuelta, pero una vez que me senté me sentí mejor y mucho mejor me sentí cuando me trajo en lugar de una cerveza, un buen trago de ron.
Por un rato seguimos charlando, hasta que él comenzó a besarme y tocarme, metiendo sus manos por debajo de la falda de mi vestido blanco.
Hasta que sin que yo supiera cómo me quitó los pantis, así continuó agarrándome el coño, y bajando el cierre de mi vestido, hasta que entre los tragos que me daba, los besos y de tanto acariciar mi coño terminó desnudándome completamente, sin que yo opusiera la menor resistencia, y cuando lo hacía con ofrecerme un trago de ron, me controlaba.
Ya en esos momentos simplemente me preguntó si quería otro trago, a lo que yo llevada por mi vicio de beber le respondí automáticamente que sí, aun sabiendo que eso significaba que debía hacer algo que seguramente no me agradaba.
De inmediato abriendo sus piernas y acomodándose en la butaca reclinable que tiene en la sala, me dijo. “Bueno, querida ya sabes que hacer, ponte a mamar.”
Yo me senté en el piso entre sus piernas y después de darme otro trago, saqué su verga del pantalón.
Por un corto instante la mantuve entre mis dedos, y comencé a hacerle una paja, pero él me dijo que no perdiera tiempo, así que, con su glande a pocos centímetros de mi boca, saqué mi lengua y lentamente comencé a lamérselo, mientras que él se arrellenaba más en la butaca donde se encontraba sentado.
De estar pasando mi lengua por todo el tallo de su miembro, y lamiendo la cabeza de su verga y sus peludas bolas, comencé a meterme su verga dentro de mi boca, al principio tan solo la cabeza, pero poco a poco comencé a ir chupando todo, mientras que mi garganta y boca se acostumbraban y contenía las ganas de vomitar que eso me produce.
Ocasionalmente levantaba la mirada para verlo a los ojos, y me daba cuenta de lo mucho que él disfrutaba cuando me ponía a mamar su verga, hasta que en cierto momento sin decirme nada, tan solo ofreciéndome otro trago, me hizo señas con uno de sus dedos, eso quería decir que al tiempo que le mamaba la verga él quería que yo me tocase el coño, frente a él, cosa que hice de inmediato después de darme ese otro trago.
Ocasionalmente mientras me obligaba a mamar, el hijo de la gran puta, se pone medio sádico, me insulta, me trata de perra, de puta y de todo aquello que se le ocurra.
Cuando ya está cansado de que se lo mame, me toma del brazo, y a la brava me conduce a su cama y tirándome en ella me pone boca abajo, y me ordena que separe mis nalgas, después me las escupe, y sin compasión alguna me clava su verga por el culo.
Yo trato de evitarlo, pero sus fuertes nalgadas me obligan a que me quede quieta, y aunque le ruegue que no lo haga, finalmente como siempre termina de meter su verga dentro de mi adolorido culo, hasta que le da gusto y gana.
Mientras que yo me quejo del dolor, pero sin dejar de moverme, porque si no es peor.
Cuando finalmente se viene, saca su verga y riega toda su leche sobre mis nalgas y espalda, hasta que finalmente se queda tranquilo, y yo con un gran dolor entre mis nalgas.
En esos momentos lo odio como no tienen una idea, pero apenas se levanta, me trae otro trago, me lo bebo y el dolor se me olvida.
Después de eso me lave y él me ayudó a vestir, también me dio una caneca de ron a medio tomar y como de costumbre me puso en la puerta de su apartamento.
De camino a casa, en plena calle, me di un trago de la caneca de ron, y me doy cuenta de que son cerca de las once de la noche, así que poco a poco, me dirijo a pie hasta mi casa, procurando caminar lo más recto posible, para que no se notase que estoy bebida.
Yo estaba consciente de estar bien borracha, pero se detuvo un taxi y me preguntó si deseaba que me llevase.
Antes de montarme le di un vistazo a mi cartera, pero no encontré mi monedero, y le dije al chofer que no tenía un centavo, él se me quedó viendo y me dijo. “Si quieres nos vamos a tomar un trago que yo invito, y después te dejo en tu casa.”
Yo no lo conocía de nada, eso que me había dicho sonaba a cómo, que me quiero acostar contigo, y con todo y eso nada más por él decirme que me invitaba un trago, terminé metiéndome en su auto, sentándome a su lado.
Apenas lo hice me terminé de dar el último trago que tenía la botella, y sentí su mano derecha que, metiéndose bajo mi falda, a lo que yo en lugar de retirar su mano, le dirigí una tonta sonrisa, mientras que él continuaba manejando.
No demoramos mucho en llegar a un bar de mala muerte, donde los dos nos bajamos del taxi, ya dentro él ordenó par de cervezas, las que de inmediato comenzamos a tomar, al tiempo que él comenzó a besarme y volvía a introducir su mano debajo de mi falda, y descaradamente me comenzó a quitar mis pantis, hasta que me las terminó de bajar completamente, sin que yo se lo impidiese en ningún momento.
El chofer me invitó a bailar, en medio de la oscura pista de baile, y hay sentí como mientras bailábamos bien apretados y sentía sobre mi vientre su caliente verga aun por encima de la tela de nuestras ropas, sus manos acariciaban todas mis nalgas, descaradamente subiendo mi vestido, sin vergüenza alguna, hasta que alguien prendió las luces y me agarraron con toda mi falda recogida en la cintura y el chofer agarrándome las nalgas, mientras bailábamos.
Alguno que otro de los presentes en el bar se nos quedaba viendo, y de inmediato muerta de vergüenza, regresamos a la mesa, donde yo comencé a pedirle a él que me devolviese los pantis, las que él a manera de juego, me las mostraba y de inmediato las retiraba del alcance de mis manos.
Fue cuando me dijo que me las devolvería, si le mamaba la verga en ese lugar, lo único que se me ocurrió decirle fue que antes me diera otra cerveza, y apenas me la bebí me dediqué a mamar su verga, prácticamente ante la vista de todos los presentes.
Hasta que el mesero o cantinero, se nos acercó y me llamó a mí la atención, fue cuando el chofer, le dijo al tipo ese, si quieres darle por el culo, tráete una botella de ron barato y veras lo que es capaz de hacer por un trago.
Yo bien pude protestar, pero era verdad, por un trago estaba dispuesta a dejarme hacer lo que ellos quisieran, siempre y cuando tuviera mi bebida corriendo por mi garganta.
El cantinero se dio su tiempo, pero poco a poco fue sacando a los clientes diciéndoles que ya era hora de cerrar.
Cuando regresó a la mesa lo hizo trayendo una botella de ron barato, y diciéndome, quiero que te quites la ropa bailando, así que fue al selector de canciones y tras escoger una canción lenta, tomó asiento al lado del chofer.
Yo estuve como que, a punto, de mandarlo al carajo, pero al entregarme una lata de cerveza caliente, no lo pensé más y al ritmo de la música terminé por quedar completamente desnuda.
Al tiempo que abrí la cerveza y se me derramó por sobre todo mi cuerpo, pero siempre pude tomarme algo.
Nuevamente el cantinero me entregó otra lata de cerveza, pero diciéndome. “Antes de que te la bebas, quiero que te la metas dentro del coño, o no te doy más ninguna.”
Así que agaché frente a ellos dos, y al ritmo de la música comencé a introducirme la lata de cerveza dentro de mi cuerpo hasta que me la tragué completamente dentro de mi coño.
Después de eso tanto el chofer como el cantinero me obligaron a tener sexo con ellos dos, mientras uno sujetándome por dé tras, me daba salvajemente por el coño, el otro agarrándome por mi cabello, me obligó a que me pusiera a mamar su verga.
En esos momentos me sentí la mujer más sucia del mundo, miren que dejarme hacer todo eso por un trago de ron, pero cuando sentía bajar el alcohol por mi garganta, me olvidaba de todas las pendejadas en que estaba pensando y deseaba que se repitiera todo.
El cantinero además que me obligó a tragar gran parte de su leche, el resto me lo regó en mis cabellos y rostro, mientras que el chofer del taxi, se corrió dentro de mi coño, dejándome completamente exhausta.
Cuando ellos finalmente terminaron conmigo yo quedé tirada en el piso del bar, ya medio dormida de la borrachera que tenía encima, fue cuando escuché a lo lejos que tocaban la puerta del negocio.
Rápidamente el chofer agarrando mi ropa, me sacó por la puerta trasera mientras que el cantinero, metió en mi cartera la botella de ron que nos estábamos tomando.
Ya en callejón, yo me encontraba bien mareada, el chofer como pudo, me puso mi sucio vestido blanco, pero cuando nos acercábamos al taxi me dijo. “Tu apestas a cerveza y a culo, mejor te vas a pie para tu casa.”
Dejándome sola en el callejón, recostada contra una de las paredes, se montó en su taxi y arrancó dejándome sola.
Yo terminé por quedarme sentada en el suelo, bien mareada, y sin fuerzas para pararme, así que saqué la botella de ron y me di un trago en medio de la noche.
Serían como las tres o cuatro de la madrugada, cuando sentí que alguien se sentaba a mi lado.
Se trataba de un borracho, que al igual que yo estaba tomando ron de una caneca, pero no estaba tan borracho como yo.
Ya mi botella estaba vacía cuando, lo escuché decirme que, si quería un trago, y sin demora le respondí que sí, después de que me lo di.
Sentí que sus manos me comenzaban a levantar la falda mientras que al mismo tiempo me empujaba para el lado, mientras que yo le decía que me dejase, pero estaba tan débil que ni siquiera pude ofrecerle resistencia, así que cuando separó mis piernas, sentí su verga abriéndose camino dentro de mi coño.
Aun yo tenía su caneca de ron entre mis manos, y como si fuera una especie de escape a lo que me estaba sucediendo me di otro trago de ron.
Fue cuando el tipo ese me tomó por la cintura y apretándome contra su cuerpo sentí que me enterraba profundamente dentro de mi coño toda su larga y gruesa verga, me apretó de manera tal que en cosa de segundos me puse a vomitar al tiempo que él continuaba dándome verga sin detenerse, ni preocuparse porque yo estuviera vomitando.
Lo último que recuerdo que él me dijo fue. “Mueve ese culo puta.” Después de eso quizás por la vomitadera y lo ebria que me encontraba perdí el sentido.
Serían las doce del día cuando me desperté, en medio de ese sucio callejón, me encontraba desnuda, mi vestido todo sucio y roto se encontraba a pocos pasos de mí, mi cara y cuerpo estaban llenos de vomito, y apestaba a orines y a quien sabe que más.
El sol me había quemado, mi cara estaba toda hinchada, en fin, era un desastre y para colmo no tenía ni un trago de ron.
Poco a poco me fui vistiendo, y finalmente así toda hecha un desastre me pude encaminar a casa, al llegar por suerte siempre dejo una llave bajo la puerta, así que después de que entré a casa, desde luego que me di un trago, y me metí en la bañera, pero sin agua hasta que me quedé dormida y me desperté casi a las nueve de la noche.
Cuando finalmente me recuperé, me di cuenta del desastre en que me encontraba, olía a orines, vomito y semen.
En mi cara, así como entre mis cabellos, nalgas y muslos, los lamparones de leche ya se habían secado.
Toda la cara y parte de mis senos estaban quemados por el sol, y cuando comencé a bañarme me di cuenta de que algún hijo de la gran puta que me cogió, me pegó ladillas, por lo que me tuve que depilar tanto el coño como el culo.
Pero bueno eso es parte de ser alcohólica, hoy digo que me voy a meter en un programa para rehabilitarme, pero cuando ya estoy por entrar, me rajo regreso a casa y me vuelvo a poner a beber.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!