Sumisas de un pandillero
De como un pandillero me inicio poco a poco como su sumisa..
Voy a cambiar el nombre de todos los involucrados, por seguridad claro, y es que algunos de nosotros somos algo conocidos en realidad. Yo seré Paola, y tengo mucho que contar sobre lo que viví con un pandillero y dos de mis amigas. De cómo me volvió sumisa a corta edad, cómo me manipulo para que mis amigas les pasara lo mismo y cómo terminamos viviendo las tres en una casa sirviéndoles de putas y sirvientas.
Mis amigas y yo vivimos en la misma zona, una zona muy conocida en Ciudad de México por ser de dinero. En fin, ahora tengo 25 años, pero esto comenzó cuando tenía 15. Soy una chica de piel blanca, de 1,60 de altura. Castaña clara y ojos azules, siempre he cuidado mi figuro, en parte por mi madre, que siempre me decía lo importante que era verme bien, y por otro lado por lo que fui viviendo después. Por nacimiento tengo tetas de buen tamaño, no exageradas, pero sí atraen miradas, y un culo redondo y grande. Con ejercicio le di forma a mi cuerpo, voy al gym diario tres horas… se imaginarán.
En fin, a los 15 estaba en una fiesta, era un cumpleaños o algo de un amigo en la secundaria. No había supervisión de adultos, por eso se coló en ella Juan (Recuerden que cambio nombres). Desentonaba muchísimo, era una fiesta de mirreyes y él es un chico de barrio, tatuado, en camiseta blanca, gorra, ya saben, un pandillero. Iba con tres más del mismo estilo. Juan estaba haciendo ambiente y por eso nadie lo corrió, la fiesta era en Polanco, no quiero presumir, pero el nivel económico era alto. Después me contaría Juan que iba a esas fiestas a vender droga, por eso no lo corrieron.
Noté cuando me echó el ojo. Y aquí viene una confesión, me gustaban de su estilo, soy la niña fresa mamona que se pierde por el chacal de barrio. Me dejé conquistar, platicó amenamente y me divertí bailando con él. Metió mano discretamente, me agarró el culo, pero no dije nada. Iba en vestido negro, corto. Él en ese momento tenía 25 años. Mis amigas (después profundizare en ellas) me decían que estaba loca, que no me fuera con él, pero yo me moría por probarlo desde que me arrimó su miembro en el culo bailando y le sentí el tamaño. A esa edad había cogido con un solo chico, un novio que tuve y culla relación había terminado hace días.
Juan me convenció de irnos a un hotel, me subió a una moto y eso me hizo humedecerme, me sentía en una película tipo romeo y julieta en clases sociales distintas. Llegamos a un hotel y me dijo que se notaba que yo tenía mas dinero que él, que yo pagara. Primero me saqué de onda, pero acepté.
En cuanto llegamos al cuarto dejó de ser lindo, pero no de golpe, comenzó con cosas pequeñas. Primero me empezó a decir perrita o putita. Me dijo “desnúdate bailando perrita” mientras se sentaba en la cama para verme. Me pareció divertido y lo hice, en ese entonces les faltaban un poco a mis tetas por crecer, pero la cintura y el culo ya estaban en su punto. Cuando me iba a quitar la tanga me detuvo “chúpamela” me dijo. Me entraron nervios por que mi experiencia con el oral era poca, me acerque, me arrodille y le desabroche el pantalón. Cuando se lo saqué ya la tenía erecta. Era más oscura que su piel, él es moreno, y la tenía muy grande (después se la medí y es de 19cm) yo le comencé a dar la mejor mamada que podía, sentía que estaba haciendo maravillas cuando me desilusionó diciendo “Después te enseño a mamar bien, vamos a ver si te entra toda” y comenzó a empujar mi cabeza. Cuando vio que si entró toda en mi boca me felicitó, pero no dejaba de presionar, no me dejó sacarla y comenzó a faltarme la respiración, al mismo tiempo me estaba sintiendo intimidada y no quería decepcionarlo más o hacerlo enojar, esperé sin moverme mucho hasta que decidió soltarme “buena putita, aguantas”.
Después me comenzó a tocar todo el cuerpo, me besaba de vez en cuando, comencé a sentirme un objeto que estaba revisando para ver si estaba en buen estado, cuando me toco entre las piernas me dijo “estás chorreando como perra en celo” me estaba asustando de cómo una subiendo la fuerte que me hablaba y como me tocaba, pero era verdad, me hacía mojarme mucho. Me puso en cuatro en la cama, tanta era mi experiencia que tubo que decirme que pusiera el rostro en la cama, pecho también y que hiciera una curva con la espalda para sacar el culo. Me bajó la tanga y me comenzó a coger, entró fácil por que ya estaba muy excitada, primero fue lento, y subió y subió hasta que me tenía que esforzar por no derribarme sobre el colchón. Me jaló el cabello y me daba nalgadas con fuerza. El miedo se me quitó y comencé a sentir un placer que no había sentido.
En ese momento supe lo que era un orgasmo. Bueno, no uno, tres. El segundo fue mientras estaba arriba de él saltando y el pellizcándome los pezones, el tercero fue con mis pernas en sus hombros. Justo después del ultimo se subió en mi para poner su pene en mi boca. Aprisionó mis brazos y mi cuerpo debajo de sus piernas. También fue la primera vez que probe el semen. Después de venirse no saco su miembro de mi boca, me dijo que la dejara dentro de mi boca y escuchara y asintiera o negara con la cabeza “¿te a gustado?” yo asentí “Bueno, a partir de hoy, cuando tengas ganas de coger y te hagan gritar como hoy me avisas, y si estoy de ganas lo hago” asentí “pero escúchame bien, a forma de pago me vas a tener que complacer en algo distinto cada vez y si no lo haces no te cogeré” en ese momento no entendí y asentí. “¿Te gusto mi verga? ¿Su sabor? ¿Sentiste rico cuando te la estaba metiendo?” a todo asentí.
Nos vestimos. Salimos del hotel y cuando me iba a subir a su moto me dijo “No perrita, yo ya me voy. Me hablas” y se fue. Sorprendida, tuve que hablarle a un Uber para ir a mi casa.
Así comenzó todo, primero me dije que no le iba a hablar. Pasó el tiempo y las ganas de sentir lo mismo me iban ganando. En una ocasión decidí coger con un compañero para tratar de sentir igual, pero no pasó, si fue rico y todo, pero no igual. Cuando le marque se rio, y sin dejar de burlarse me dijo que nos viéramos en el mismo hotel, lo primero que me pidió que hiciera para complacerlo fue hablarle de usted. La segunda fue ponerme unas esposas, la tercera decirle amo, la cuarta ladrarle, y así, fue aumentando. Comenzamos a salir a comer y a bares, y platicando me daba sus puntos de vista sobre la mujer y el machismo. Yo en ese entonces me creía feminista, pero sus argumentos terminaron convenciendo que el machismo era natural y lo mejor. Cuando me di cuenta, era su sumisa. Esa situación es extremadamente excitante para mí.
Soy influencer, mis seguidores en redes se cuentan en millones. Mi papá es político, de los que suenan mucho en las noticias. Mis amigas, una es modelo y la otra gamer, igual de influyentes en redes que yo. Tengo guaruras a desde los 17, en parte por algo que pasó con Juan que después voy a contar… todo eso y ser la puta, sumisa de Juan, un chico de barrio miembro de una pandilla me vuelve loca. Me detendré aquí para que no se haga largo. Si veo interés subiré más. Besos.
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