Tarde en el pediatra (Vamos a la pediatra y explico como es la consulta)
Revisión médica de un preadolescente de 13 años.
Un capítulo, una parte que me he dejado por enviaros, es la llegada a la clínica pediátrica y describir cómo son las consultas. Sé que esta parte no llega en orden, pero quería explicarlo y me ha salido bastante bien. Aprovecho para agradeceros la lectura y animaros a dejar comentarios. Soy española y tengo un hijo de 13 años.
Llegamos bastante pronto porque esta tarde no hay ya clases ni entrenos. Camino con mi hijo hacia la clínica pediátrica por una primera calle y después de recorrer unos 100 m., giramos a la derecha y aparece el edificio de la clínica, sin duda mi hijo lo relaciona directamente con la revisión pediátrica y un mar de dudas y de confusión le deben venir a la cabeza; a pesar de tener 13 años y que se puede creer que ya no pueden vsitarlo en Pediatría, hoy está viviendo un baño de realidad, cuando yo pedí día y hora la enfermera dijo que precisamente los 13-14 años es una edad muy adecuada para que a niños de esa edad les exploren bien todo. Cuando el niño ve el edificio, se le borran los argumentos, nota impotencia y vulnerabilidad, nervios o tal vez empieza a notar ya morbo, de saber que viene otra vez a ser explorado por la pediatra B.M., este año que ha hecho el cambio físico, pelitos finos en las piernas, acné muy leve en la cara, las primeras pajas que se hace en la ducha y que sé qué días son porque deja grumos de leche que no se han desecho cuando el niño ha querido limpiarlos con agua a presión. Obviamente, a la pediatra no voy a comentarle nada de las primeras pajas del niño, supongo que las pediatras ya están muy curadas de espantos cuando descubren en plena revisión que un niño de 13-14 años ya se pajea como un mono.
El hall de la clínica, mostradores, sofás, paneles informativos de Pediatría Ginecológica, está salpicado aquí y allá por madres con niños/as y busco con avidez alguna madre con niño preadolescente para ver la cara del niño antes de subir a la sala de espera. Fantaseo con que mi hijo se fije en el panel Pediatría Ginecológica, pero cuando entramos al hall camino del mostrador noto al niño superado por la situación, el sitio, nervioso, conmigo decidida a llegar al mostrador donde atienden hasta tres recepcionistas, sonrientes y con auriculares. Me dirijo a una de las tres recepcionistas, una chica de unos 30 años que viste traje-chaqueta azul oscuro con camisa blanca, me acerco y le digo:
«Hola, tenía-mos hora con la Dra.M.»
(Ella consulta un listado)
«¿Oscar, Diego…Guille…?»
Yo: «Guille, sí, Guille G.»
Ella: «Emm…Visita y revisión…Pues ya puede pasar»
Creo que en ese momento un escalofrío recorre cuerpo de Guille, desde la cabeza a los pies. Nos dirigimos al ascensor y al lado de los timbres compruebo en un panel: Dra B.M. (pediatra)-Enfermera L.I. Se abre la puerta del ascensor y sale una madre con su hija de 15-16 años, Guille se encuentra de frente a la chica y ella ni baja la cabeza ni le esquiva, es mi hijo el que se aparta un poco y entra así al ascensor conmigo, un ascensor con capacidad para hasta 8 personas que va subiendo y durante esos segundos miro al niño y su cara de circunstancias, ¿en qué pensará?. Pasamos por la planta de Pediatría ginecológica y seguimos subiendo, hasta que el asensor se para,se abre la puerta y a mano derecha hay el acceso a las salas de espera y a las consultas y un adhesivo donde en grandes mayúsculas pone Pediatría. Franqueamos el acceso, la puerta se abre automáticamente y pasamos por las dos primeras consultas, hasta llegar a la tercera, donde no hay nadie en la sala de espera y entonces nos sentamos en la primera fila de sillas, la más cercana a la puerta de la consulta.
Guille no lo ha visto porque iba caminando a mi lado, por el lado de la pared y las ventanas, pero en una de las consultas por donde hemos pasado estaba la puerta semiabierta y he visto, en uno de los
extremos de la consulta a un niño de edad parecida a Guille, sentado en la camilla, en calzoncillos y descalzo, y una pediatra enfrente suyo, sentada en un taburete con las piernas separadas, con guantes de látex en las manos; en la camilla con la sábana totalmente arrugada he podido distinguir un depresor lingual y enseguida he mirado al niño, el paquetón en los calzoncillos y su cara de circunstancias ahí sentado. Todo en pocos segundos, incluso al darme cuenta de la puerta abierta he caminado más despacio para no perderme detalle. Ya por fin sentados y a esperar, hay una mesa enmedio con diarios deportivos, revistas sobre maternidad, sobre Medicina, pero Guille lleva su móvil y, con desgana, lo coge de un bolsillo de su chaqueta.
¿Cómo son las consultas?
Solo puedo hablar de la consulta donde entro con Guille, aunque supongo que todas son parecidas. Justo desde donde estábamos sentados y si mirásemos dentro de la consulta con la puerta abierta, podríamos ver dos mesas con archivador, ordenador y sillas, una mesa de la pediatra y otra de la enfermera, en la pared del fondo se puede ver un armario de media altura con cajones, armarios, títulos académicos, certificados de asistencia a reuniones con otros y otras pediatras. También puede verse claramente un cubo de basura blanco metálico lleno del todo de guantes de látex usados y depresores linguales rotos por la mitad. Cambiando la dirección de la mirada empiezo a distinguir la camilla de 3 cuerpos de respaldo y reposapiés abatible, y supongo que el podoscopio, y el tallímetro y la lámpara de exploración con dos brazos articulados. Las mesas están orientadas hacia una ventana grande por donde puede entrar luz natural y la distancia de la mesa de la pediatra con la camilla es casi la máxima que puede darse en la consulta, en una de las paredes más cercana a la camilla hay una puerta que parece que se comunica con la consulta de al lado. Mi hijo, sentado en la sala de espera, se pone a jugar a algo en el móvil y a la vez a mirar la puerta de la consulta, mira a los lados, se sienta con la espalda apoyada en la silla o mueve su cuerpo hacia delante. Está inquieto. ¿Le jode estar ahí y no en casa viendo por la red tetazas y coños, después de los exámenes en el colegio?. No puedo imaginar la sensación de un preadolescente en esa situación, sabiendo que una mano que no es la suya le va a bajar hasta el tope la piel de su polla y que antes esa mano ha hecho lo mismo con cientos de pollas preadolescentes más. ¿Cuántas pajas preadolesentes se han hecho pensando en la pediatra o en la enfermera?. Pienso que para la revisión del año que viene, con 14 años, voy a intentar que coincida semana de examenes y revisión, poner el portátil en el comedor, controlar lo que puedael uso del móvil y además llevarlo a la revisión una tarde que haya tenido entreno y se haya fijado en las tetazas y en los coños sobre el bañador de sus compañeras de equipo, que venga del entreno salido perdido y que en la revisión la pediatra le vuelva a pedir que se quede en calzoncillos y descalzo. También he pensado dejar un tanga mío «olvidado» en el baño en el momento que el niño venga del colegio y que lo vea cuando entre, justo antes de salir de casa camino de la pediatra. Incluso he pensado corrermecon el tanga y dejarlo «olvidado» y que el niño vea toda la corrida pegada y sin esperar un minuto, decirle «Venga, que nos vamos», y que haya tenido una calentón pensando en sus compañeras de equipo, en mi tanga y que sepa que lo llevo a revisión con la pediatra y que conmigo y la enfermera presentes, la pediatra va a hacerle lo que le salga del mismísimo coño.
Con este relato que se puede considerar un capítulo de reflexión de tus pensamientos y observaciones, transmites la emoción que cómo madre y mujer vives en esas consultas pediátricas.
Es lo prohibido,lo que no se habla y se sabe, jaja….Gracias por leerme.
Me gusta el modo en que lo describes, lo cuentas, lo que te pasa por la cabeza.