Todo Empezó en el Metro (3 primeros capítulos)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
I. El Metro
Iba con mucha prisa y 5 minutos de retraso. Mi oficina es muy estricta con el checador y un número acumulado de retrasos es motivo suficiente para ser despedida. Pero cuando llegué al andén, sentí el suelo vibrar. El tren había llegado y la sección exclusiva para mujeres estaba del otro lado. No tenía opción mas que subirme al tren enmedio de un sinnúmero de hombres.
Abordar fue difícil y casi no logro hacerlo. A horas pico, la cantidad de gente que entra por las diminutas puertas automáticas es un desafío para las leyes físicas. Pero, aunque no logré asiento, estaba adentro. Me aferré con ambas manos a la barra superior y esperé a sentir el movimiento del vagón, entre olores humanos, brazos y cabezas.
…Aquella mañana había sido difícil. Mi novio detestaba que yo saliera tan rápido y que cortara de tajo el romance por ir a trabajar. Tenía unos celos endemoniados porque, según él, yo le daba prioridad a mi jefe. Me dio un ultimatum. Si no estaba en su departamento a las 7 en punto, era mejor ir derecho a casa y borrar su número de mi teléfono, por alguna razón, eso me había excitado….
Ahogada en esos pensamientos estaba, cuando empecé a sentir una mano explorando la parte baja de mi cuerpo. Aquello era normal a esas horas, en las que una no puede ni voltear ni moverse. No en vano se habían instituido los vagones exclusivos para mujeres. Me quedé congelada, sintiendo cómo había dedos aventurándose a tocar mis partes íntimas. La mano descendió hasta que mi falda no proporcionó más tela. El contacto directo de mis pielme hizo estremecer. Tenía que tener las piernas abiertas para balancearme con el movimiento del tren, así que no le fue difícil a mi visitante subir por mi entrepierna y encontrar mi cueva sagrada.
Cerré los ojos. Estaba mareada. Los dedos empezaban a penetrarme y mis pezones se habían endurecido. El tren se detuvo y la luz se apagó. Estaba en completa obscuridad, sin poderme mover hacia ningún lado y siendo explorada íntimamente por una mano desconocida. Entonces sentí cómo mis bragas se movían hacia abajo, hasta la rodilla. Luego mi falda se empezó a elevar y la punta de un glande hizo su presencia en mi trasero.
Sentir contacto directo con una verga erecta me puso los pelos de punta. Ésta empezó a moverse adelante y atrás, mientras la mano visitante me jalaba hacia él. Frotaba mi trasero con fuerza, y aunque no me penetró, la situación me tenía en un éxtasis absoluto. Sus dedos volvieron a introducirse en mi húmedo coño y empecé a temblar. Su verga se movía cada vez más rápido y el tren comenzó a moverse nuevamente justo cuando iba a bajar las manos. Me tuve que aferrar al tubo superior. En eso, la verga desapareció y mi falda volvió a caer. Un segundo después, sentí algo húmedo y caliente, luego oí unas tijeras. Estábamos llegando a la estación. Oí el cierre de mi bolsa abrirse y cerrarse. La luz regresó y en 10 segundos, el tren se detuvo.
Cuando se abrieron las puertas, intenté identificar al dueño de mi mano exploradora, pero entre tanta cara desconocida, no pude dar con su paradero. Salí del vagón y corrí a la sección exclusiva, la puerta se cerró justo cuando entré. Estaba segura. De ahí a la oficina no habría más incidentes.
II. La Primer Humillación
3 estaciones más adelante, el vagón se había vaciado enormemente y logré sentarme. Inmediatamente sentí algo húmedo y caliente al hacerlo. Parecería que me hubiera orinado. Me levanté y examiné el asiento. Seco. Toqué la parte trasera de mi falda y mi mano se topó con algo viscoso, caliente y húmedo. Volví a sentarme y examinar mis dedos. Era semen. Mi explorador misterioso había descargado sus jugos encima de mi falda. No tenía tiempo de regresar a casa, ni de pasar a alguna tienda a comprar otra. Aun peor, había perdido mi ropa interior y el retraso del tren en la primer parada me obligaba a correr hasta la oficina una vez que el tren llegara a la siguiente parada.
La sensación de haber sido poseída de esa manera, sin embargo, me tenía la cabeza invadida y el corazón agitado. Y a falta de orgasmo, estaba aun caliente y en tormento. En eso recordé que mi bolso había sido abierto. Revisé que no me faltara nada. Todo estaba bien. Pero había un sobre con una tarjeta dentro. La saqué.
"Querida zorrita: me he tomado la libertad de despojarte de la ropa que no necesitas y de marcar mi territorio en tu ropa exterior. Terminaremos lo que empezamos, te veré a las 6:15 de la tarde en la estación De la Rosa, dirección sur, primer vagón. Ah, y si alguien nota por tu ropa que eres una zorrita con dueño, te ordeno permitirles hacerte lo que quieran, pero tienes prohibido correrte, eso lo reservo para mí".
Mis mejillas enrojecieron. Un desconocido me ordenaba ir a que me terminara de violar y la idea de encontrarme con él me estaba volviendo loca. De entrada descarté la idea. No tenía tiempo suficiente y mi novio me esperaba a las 7, aunque esa estación estaba a 10 minutos de su departamento… Qué estoy diciendo? un depravado enfermo me quiere violar y ahí voy como borrego? esos dedos…. esa verga con mi falda encima…. nooooo es un psicópata, debo mantenerme alejada….una verga dura rozándose con mi culo…..
El tren se detuvo. Salí a toda velocidad y no me detuve hasta llegar a la oficina. Chequé en la entrada y fui a mi cubículo. Tenía que distraerme.
Media hora más tarde, recibo un email de mi jefe, que me presentara de inmediato en su oficina. Estando en el ambiente laboral, olvidé completamente que me falda traía una mancha blanquiza (la cual ya había secado).
-Buenos días Ali, el reloj checador marca 4 minutos de retraso. – Lo siento, el tren estuvo detenido. – Bueno, este mes dile adiós a tu estímulo de puntualidad, estás a un retraso de tu segunda amonestación. – Algo más? – Sí, toma este expediente, nuevo cliente.
Me acerqué a su escritorio, tomé los documentos, me di la vuelta y me dispuse a salir.
– Ali, tu falda está manchada. – Lo siento, iré a comprar otra en el descanso. – Cómo fue que una mancha blanca fue a parar ahí? – No lo sé, debe haber sido algo en el asiento del tren – No, estaría más abajo. Pareciera que alguien marcó su territorio…
Cómo sabía??? Ahora resulta que yo estaba siendo disminuida a ser un territorio para los hombres!!
– Cierra la puerta. – Pero… – Sin peros. Cierra la puerta y ven. – Tengo mucho trabajo. – Tendrás más si no vienes. Tienes carga hoy hasta las 8 de la noche. – Pero tengo un compromiso. – Pues si quieres salir de aquí a las 5:45, más te vale cerrar la puerta y acercarte.
Obedecí. Cerré la puerta y me acerqué con la mirada baja. Dejé el expediente en el escritorio y me puse frente a él. Tomó ambas piernas con sus manos y empezó a subir. Llegó a mi culo y lo apretó.
– Y tu ropa interior? – Perdón – Crees que es aceptable venir a trabajar sin ropa interior, mostrando semen a diestra y siniestra? sólo una zorra haría eso. De rodillas.
Me arrodillé. Sacó su verga. No estaba lo suficientemente dura.
– Chupa hasta ponerme tieso.
Comencé a chupar. Él tomó mi cabellera y empezó a acariciar mi cuello. Me sentí completamente humillada. La presión de llegar con mi novio y la presión extra de mi explorador misterioso me obligarona sucumbir ante mi jefe. Mi novio no debía enterarse, pero no tenía tiempo de ir a casa a arreglarme. Seguí chupando y se endureció. Entonces mi jefe tomó mi cabeza y comenzó a embestir contra la misma. Casi me ahogo con aquello adentro.
Entonces sacó su verga y regó sus jugos en mi blusa.
– Para que puedas salir temprano de aquí, tendrás que hacer el trabajo extra en tu descanso. – Sí. Puedo retirarme? – Retírate. No olvides el expediente.
III. La Segunda humillación.
Sin habérmelo propuesto, estaba obedeciendo las órdenes de mi explorador misterioso. La temperatura seguía ascendiendo y mi tormento aumentaba. Seguí trabajando toda la mañana, tratando de no pensar en todo aquello. Esos malditos dedos. AAARGHH.
Vino la hora de descanso y yo no me moví de mi lugar. La oficina quedó vacía en cuestión de minutos. Ordené comida china y seguí tratando de desviar pensamientos. En eso, sentí una mano en mi hombro. Miré hacia arriba, era mi jefe.
– Cómo vas con el nuevo expediente? – Bien – Ya comiste? – Aun no, la comida viene en camino.
Se fue. Finalmente pude interrumpir mi trabajo 5 minutos y comer de manera desmedida para seguir trabajando. 10 minutos más tarde, regresó.
– Levántate.
Me levanté. Volvió a poner sus manos en mis piernas, pero esta vez, cuando hubo llegado a mis caderas, me levantó y me sentó en el escritorio. Sin decir nada, sacó su verga y embistió. Yo seguía empapada. Sus manos apachurraban mi culo. Él seguía de manera salvaje arremetiendo. Luego, sacó su verga de mi coño, bajó mi falda y regó su semen encima de ella.
– Buena chica. Te quitaré la impuntualidad de hoy.
Me dio unas palmadas en la cabeza y se fue. Me bajé del escritorio, me senté y seguí trabajando. Mi corazón ya no daba para más. Estaba tan roja que casi no podía respirar. Qué iría a decir mi explorador misterioso cuando viera semen en mi blusa y en la parte delantera de mi falda? Me sentí afortunada de no tener que moverme de mi cubículo. Mi pelo era un desastre, mi ropa también.
A las 5:30 mi jefe me envió un email, diciendo que tan pronto terminara fuera a su oficina para regresar el expediente al archivo y me podía retirar. 5:41 me presenté.
– No te has corrido en todo el día? – No señor. – Quieres hacerlo ahorita? – No, gracias – No lo tienes permitido? – No. – Puedes irte entonces. Espero verte mañana sin bragas a las 10:30 en punto.
Cómo era posible que siguiera obedeciendo a un perfecto desconocido? Pude haber dejado que mi jefe me follara hasta descargar toda mi energía. El tormento era incontenible, la incertidumbre de las siguientes dos horas también…….
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