Todo empezó por un canuto
En esta vida, todo tiene un principio y un final. Mi pervertida vida sexual empezó por un simple canuto, y espero que mi vida de placeres, vicios, y depravaciones, nunca llegue a su fin..
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Estaba sentada en un banco de doble sentido (de esos que el respaldo separa a las dos partes). Tenía unas enormes ganas de llorar. Ayer, precisamente ayer, cumplí 14 años. Por supuesto no tuve fiesta alguna. Ni siquiera mis padres me llamaron desde “donde estuviesen” para felicitarme. Si al menos yo hubiese estado en el pueblo de mi abuela, mis amigos me hubiesen hecho alguna fiesta. Hubiese podido emborracharme, mamar alguna polla, o incluso follar, aunque eso lo había hecho muy pocas veces. Pero hoy, ahora, ni siquiera podía fumar ¡se me había acabado el tabaco!
Mis padres seguían casados porque mi abuela desheredaría a mi padre si se divorciaba ¡cosas de clases sociales! Y ambos tenían una asignación mensual importante, pero la herencia de todos sus bienes y a través de un fideicomiso, era para mí cuando cumpliese los 25 años. Testamento cerrado y en un país extranjero. Tenía unos abogados que lo controlaban todo, y a una mujer mayor en mi casa que me cuidaba lo justo y que nunca me llamaba la atención, hiciese yo lo que hiciese. Así también ella hacia lo mismo, no se metía en líos, y ganaba un buen sueldo. La una pasaba de la otra y nos llevábamos bien.
De repente, entre mis mocos y mis incipientes lágrimas de triste soledad, noté, olí, un conocido y deseado olor ¡alguien se estaba fumando un potente canuto (o porro) muy cerca de mí! Ese olor me despejó un poco, moví mi cabeza y noté una nube de ese exquisito olor por mi derecha. Giré mi cabeza y vi detrás de mí, sentado en el banco, a un hombre fumando ese poderoso porro. Estiré un poco mi cuerpo para verle mejor. Estaba a mi espalda, a menos de un metro de mí y no me lo pensé.
–Señor ¿podría dejar que fumase un poco de su porro? Lo noto potente, precioso…
El hombre se lo volvió a llevar a la boca, aspiró profundamente y unos segundos después, una poderosa nube de humo me envolvió y casi me muero del gusto de oler esa maravilla. Como no me decía nada, le volví a increpar:
–Joder tío(1) ¿no vas a contestarme ni a invitarme a dar unas chupaditas al canuto?
El hombre, sin soltar el porro de sus dedos, retraso su mano para que pudiese dar una chupadita. Lo hice lo más intenso que pude y mis pulmones se llenaron de un precioso e impagable humo de un cannabis de primera calidad “con algo más”. Que de eso, de los porros, algo sabía yo, que desde pequeña se los robaba a mi madre. Intenté aguantar lo máximo posible ese humo en mis pulmones, pero… Ya sabéis que lo bueno no dura mucho.
–¿No me vas a invitar a compartir ese canuto entre los dos? –le dije yo- ¿qué me pides a cambio? Y que no sea dinero porque no llevo.
–Bueno, si te apetece fumarlo ven a mi lado. Así, juntos los dos podremos pasarnos el porro sin llamar la atención de la gente del parque, porque estaremos de espaldas a ellos –me dijo él- Y ten cuidado con sus efectos, es un porro potente, muy especial.
Yo entendí perfectamente su oferta. Él compartiría el porro conmigo, a cambio de darle o de enseñarle yo “algo” de mí a él. Y yo me sonreí ¡por fin alguien me iba a alegrar el día por mi cumple! Y os juro que pasé de la fuerte depresión de minutos antes, a una alegría sincera de darle todo lo que me pidiese. Y al deciros TODO, me refiero exactamente a eso, a TODO lo que él me pidiese.
Me levanté, cogí mi mochila escolar, y di la vuelta al banco. El hombre era robusto, de algo más de 50 años, totalmente afeitado incluso su cráneo, se le notaba alto, camisa abierta de manga corta, y tenía tatuajes. Mientras yo le miraba a él, él me miraba a mí. Yo era alta para mi edad, medía 166 y pesaba 52 kg. Era fuerte y flexible porque practicaba basket, y artes marciales en el gym. Mi boca y mis ojos eran grandes y mi sentido del miedo o de la vergüenza, casi inexistentes, por lo que no tuve reparo en acercarle un poco mi pecho inclinándome hacia él, y presentándole el bulto de mis ya formadas y desarrolladas tetas.
Curiosamente, eso me pareció que le molestaba, porque se irguió un poco y su cabeza rotó en todas direcciones por si alguien del ya casi vacío parque nos miraba. Me dio el porro con rapidez y me pidió que me sentara a su lado… pero sin pegarme a él. Aún de pié, volví a chupar de ese potente porro y mis pulmones volvieron a saciarse de tan preciosa maravilla. Era un canuto muy potente y empecé a sentirme mejor.
Pero no sé por qué, al sentarme a su lado estiré un poco la falda para tapar mis largas piernas, desnudas más de medio muslo. Miré su rostro y al ver su cara de desagrado, puse el porro entre mis labios y mis dos manos subieron totalmente mi falda, por delante y por detrás, dejando a su vista la totalidad de mis piernas y mi rosácea braguita. Y le sonreí.
¡Joder la que se armó! Como si yo fuese más peligrosa que el Putin, el tipo se levantó rápidamente, se apartó casi tres metros, me miró como asustado, miró en todas direcciones, y de repente, el gilipollas ese me pregunta:
–Supongo que a tu edad no trabajarás para la policía, pero ¡nunca he encontrado una cría tan decidida o loca por follar, como pareces ser tú! ¿Qué es lo que realmente deseas, para qué, y por qué? Y habla muy claro o me voy para no verte jamás.
La verdad es que a ese hombre, fortachón, tatuado, cincuentón… le vi tan sorprendido o asustado de mí, que durante unos momentos dudé incluso de hablarle claramente. Pero sin embargo, algo en mi interior me gritó y le hablé muy claramente.
–¿Eres un pederasta de verdad? ¿Te gusta follar duro y jugar a todo lo jugable con niñas? Si me dices la verdad sobre lo que quieres de mí, yo te hablaré con la verdad sobre mis viciosos deseos, porque tus miedos no me encajan. Yo no los tengo de ti.
Él me miró con los ojos agrandados. Miró otra vez a todas partes. Daba la impresión de que quería decirme cosas, pero algo “le atascaba”. Y entonces yo me lancé a la piscina y sin mirar si había agua suficiente. Simplemente levanté un poco mi culo del banco y sin darle tiempo ni para respirar, me quité las braguitas. Y los dioses obraron el milagro. Al ver como le ofrecía mi ya peludo coño, una especie de satánica sonrisa se le dibujó en el rostro, vino hacia mí, se sentó a mi lado totalmente pegado a mi cuerpo, y su brazo se posó sobre mis hombros atrayéndome hacia él.
Sin necesidad de palabra alguna, este hombre vio como volvía a aspirar con ansia ese porro, y por el brillo de mis ojos supo cómo lo deseaba. Empezaba a querer demostrarme que era un hombre con experiencia. Me atrajo más hacia él sin que yo hiciese nada… excepto disfrutar ese maravilloso y poderoso porro, llevármelo a los labios y aspirar muy profundamente.
Cuando el humo atravesó mi garganta y se introdujo en mis pulmones, todas las campanas a 1.000 km de distancia sonaron en mi cerebro. Era la más perfecta tormenta que mis pulmones y mis deseos necesitaban satisfacer. Lentamente expulsé una gran cantidad de humo y mi cuerpo me exigía más. Miré al hombre y con una voz ronca de deseo juvenil, le pregunté:
–¿Me dejas seguir fumándolo? Está de cojones.
No contestó, solo sonrió con ganas. El hombre acarició con su mano derecha por encima de la blusa mi teta de ese lado, y su mano izquierda se posó sobre mi pierna más arriba de medio muslo acariciándola con fuerza, haciéndome saber cuál podría ser mi precio a pagar por ese bendito porro. Me sonrió de forma rara y acercando su boca a mi oreja, la mojó pasando su lengua y en voz baja me dijo:
–Puedes fumártelo todo si lo deseas. Sin prisas. Gozándolo. Durante el tiempo que uses para fumártelo, nos podremos divertir y conocer los dos ¿no te parece justo? Yo nunca tengo prisa, cuanto más dura el placer, más intenso puede ser y más se disfruta. Tómate el tiempo que necesites y disfruta intensamente de estos minutos. Y yo haré lo mismo todo ese tiempo ¡También tú estás de cojones y quizá valgas la pena!
Antes de contestarle, ahora fui yo quién miró a nuestro alrededor dada mi desnudez. Ya estaba anocheciendo, no había gente cercana, y el banco estaba ligeramente ladeado sobre la zona opuesta de los juegos infantiles y paseos, ahora vacíos. Cierto es que desde cría y gracias a la hermana mayor de una compa del cole, yo era una gran y apasionada mamona, pero nunca encontré a un verdadero hombre que me tratase y me follase duro, por eso era «casi» virgen.
Si este hombre quería tocarme, disfrutaba con mi cuerpo, y al conocerme me deseaba para muchas cosas más, era algo que no solo no me importaba darle, porque precisamente era eso lo que deseaba, pero ahora ese porro tan magnífico era lo que quería y lo quería para mí. Le miré sonriente pero no contesté, solo me llevé el enorme porro a la boca y aspire con ganas.
Como si el tocar mis labios el porro fuese un interruptor de deseos sexuales, su mano derecha me agarró con fuerza y empezó a jugar con mi desarrollada teta sobre la ropa, mientras su mano izquierda la movía arriba y abajo de mi muslo rozando mi descubierta y boscosa entrepierna. Yo permanecía quieta, mi mente solo estaba entregada a saborear ese porro que no deseaba se terminase jamás, y pasaba de los tocamientos del desconocido que, ya sin miedo, empezó a acariciar mis labios vaginales. Mi mente empezó poco a poco a nublarse y mi cuerpo empezó como a flotar.
Lentamente, los dos fuimos perdiendo el norte. La mano de mi desconocida pareja, penetró por debajo de mi polo escolar y pegando un fuerte tirón a mi sujetador, dejó mis 89 cm de tetas, sueltas bajo el polo, y su mano no tardó en agarrarlas y jugar con ellas y mis preciosos pezones. Su otra mano ya había tomado posesión de mi coño y me masturbaba suavemente. Dos de sus fuertes dedos empezaron a penetrar en mi interior con un suave y encantador masaje, que unió en mí, muy intensamente, los dos placeres de ese momento, el sexual y el divino porro.
Con esos dedos y esas manos tan sabiamente usadas, no tardé en correrme mientras mi desconocido porrero usaba mi cuerpo a su gusto, y sus fuertes manos lo recorrían sin parar. Cuando ya me había fumado las 3/4 partes del porro me corrí por segunda vez. Noté como sus manos dejaban de recorrer mi cuerpo y poco después, empezaron unas luces a destellar ante mis ojos.
A pesar de los intensos efectos de ese porro especial, no tardé mucho en darme cuenta que me estaba fotografiando, y era tal el colocón que el porro y mis orgasmos estaban haciendo a mi cerebro, que yo misma me exhibí para él, Me quité totalmente el polo, dejé caer al suelo el bajado sujetador, abrí mis piernas y subí al banco una de ellas para que pudiese ver y fotografiar pornográficamente mi coño y mi cuerpo entero.
Era el momento de tirar el resto del agotado porro. Me estaba quemando los dedos. Sonreí a la cámara, metí la mano en mi bolsa escolar, saqué mi propio móvil y se lo di.
–Toma, fotografíame también con esta ¿crees que me da vergüenza que me vean desnuda, o mamando pollas hasta el fondo de mi garganta, o haciendo porno duro? Soy sexualmente joven e inexperta, lo reconozco, pero si encontrara un buen maestro, un buen semental sin complejos, podría ser la chica más pervertida del mundo. Anda, no tengas miedo ¿quieres follarme aquí mismo? Aún soy estrecha, casi virgen, con un culo aún inexplorado, tú serías mi primer hombre, y no me importan los embarazos ni los abortos.
Pero lo creáis o no, otra vez conseguí todo lo inverso de lo que deseaba. Mi porrero amigo se asustó de verme tan lanzada, y en lugar de follarme me ayudó a vestirme, aunque antes oriné intensamente. Al intentar levantarme, me vio tan colocada y desorientada (supe días después que esos porros contenían también un poco de heroína), que me dio a beber un poco de agua de mi botella y me acompañó hasta cerca de mi casa. La meada, el agua, el paseo, y el fresquito de la noche, me iban despejando la mente tal y como me acercaba a mi casa. Pero mi coño se iba llenando de hormigas deseosas de una buena, muy buena polla sin piedad.
Necesitaba polla con urgencia y aproveché el portal de una casa conocida y empujándole dentro, le llevé hasta la antigua portería, me abracé a él, aplasté mis labios en su boca y para gran sorpresa mía porque le veía muy pasivo y con miedo, el me abrazó con fuerza, agarró mi culo para aplastarme más contra él, y nuestros labios y lenguas empezaron a jugar alegremente el juego de la pasión. Y tomando una vez más la delantera, le dije al oído muy suavemente:
–Si mañana me das unos porros como este que he fumado, todo mi cuerpo será totalmente tuyo para que lo uses como quieras. Dime a qué dirección quieres que vaya a partir de las 6 de la tarde y allí me tendrás, para follarme y para hacer conmigo todo lo que quieras. Solo por unos porros tan potentes y especiales como este de hoy. Solo por eso seré totalmente tuya. Y si te gusto, muy a gusto me entregare a ti para que me enseñes a cumplir todos tus deseos y vicios sexuales.
Se separó un poco de mí, me miró fijamente, y yo, sin dejar de sonreír, puse mi mano sobre su polla endurecida, y a pesar de sus vaqueros, me di cuenta que era enorme y parecía gruesa, moví la mano sobre ella y aún creció y se endureció un poco más, y seguí masajeándole. Dios ¿sería posible que este hombre fuese el follador que yo necesitaba ya urgentemente? Él, con voz ronca de deseo me preguntó muy nervioso, casi con miedo, atropelladamente:
–¿De verdad eres aun analmente virgen? ¿Cómo te llamas? ¿Te gusta el sexo duro? Porque si vamos a follar lo vamos a hacer a mi manera y te juro que soy extremadamente vicioso y pervertido. Usaré mucho más tu culo que tu coño, y es muy posible que no aguantes tú, lo que otras mucho más entrenadas no han aguantado.
–Me llamo Ana y sí, soy virgen del culo y casi del coño, solo la boca la tengo muy bien entrenada ¿Quieres mi culo? Pues úsalo y dilátalo hasta el extremo. Y no te preocupes por mi aguante, pregúntate si tú serás capaz de aguantar follándome durante horas. Deseo encontrar un semental pervertidor que se haga mi maestro y mi dueño ¿me quieres para ti? No me importa lo que me quieras hacer, solo pon tus condiciones, entréname, y hazlo. Y no te preocupes por mí, sé que aguantaré todo lo que quieras hacerme, porque es lo que busco, lo necesito y lo quiero.
Al principio de mi perorata, él me miró sorprendido, pero tal y como me oía empezó a sonreír y le noté más relajado. Cuando terminé, acarició mi rostro y me dijo:
–Ana, este es un buen lugar para follarte. Escondido y discreto, parece ser que lo conoces. Bien, ya sabes que quiero tu culo ¿Serás capaz de ofrecérmelo ahora de forma voluntaria? Pero antes mira mi polla ¿crees de verdad que vas a soportar esto dentro de tu culo, una y mil veces?
Y despasando su cinturón y su bragueta, dejó caer sus pantalones y calzoncillo, y me encontré con una preciosa y escandalosa polla ya preparada para embestirme. Al ver “eso”, casi me arrepentí de todo lo dicho. Pero recordé todos mis viciosos deseos infanto-juveniles, y me dispuse a sufrir “lo que fuese”. Delante de mí tenía la mejor oportunidad sexual de mi vida y deseaba entregarme a él, ser de él, y esperar que él se apiadase de mí y me hiciese una depravada propiedad suya de por vida… a pesar de mis muy recientes 14 años.
Mis dudas no fueron muy largas. Le pedí permiso para ensalivar el capullo para facilitar la penetración y lo ensalivé muy a gusto ¡qué polla más magnífica y poderosa! Esos momentos, son los que una pretenciosa ramera infantil sin experiencia real, da gracias a los dioses por haberme yo dilatado, por puto vicio, ese glorioso agujero con un dildo robado a la madre de una amiga… pero que no era tan grueso. Me quité la braguita y al darme la vuelta para ofrecerle mi culo, me sujetó y me dijo:
–Ana, si este es tu ofrecimiento real. Si este es el paso que das para entregarte a mí, empieza a cumplir mis iniciales pequeños deseos. Desnúdate totalmente. Entrégame tus bragas y sujetador y NO los vuelvas a usar jamás, Si deseas ser depravada, tendrás que empezar a depravarte aquí mismo.
***Exhibirás tu cuerpo y lo ofrecerás al mundo. Sin ropa interior, con las faldas cortísimas y las blusas bien abiertas para que esas preciosas tetas estén a la vista y sean muy deseadas. Dejarás de fumar cigarrillos y yo te enseñaré a fumar puritos y mis porros especiales. Tu forma de exhibirte y de vivir, indicarán a todos lo viciosa que eres. En muy pocos meses, te dedicarás a la prostitución muy selectiva y pervertida sin anticonceptivos.
***Y ya que dices que tus padres nunca están contigo ni les importas, yo seré también tu padre, tu madre y tu abuela ¿Lo comprendes y lo aceptas?
Joder ¡claro que lo comprendí y lo acepté! Solo de oírle me corrí de puto gusto, y como tenía unos deseos de gritar brutales, lo que hice fue abrazarle y besarle intensamente para ahogar mi grito de enorme felicidad. Me desnudé totalmente y le entregué, mano a mano, mis bragas y mi sujetador con mi juramento de no usarlos jamás. Mientras yo me desnudaba, él colocó su móvil en un rincón de la puerta dispuesto a grabar mi enculada. Desde ese punto del suelo, cogería toda mi entrepierna y las tomas serian pornográficamente preciosas. Le di la espalda, separé mis piernas, me agaché ofreciéndole todo mi culo con mis dos agujeros a su alcance, me agarré de un hierro horizontal… y simplemente esperé.
Pero no mucho. Mi degenerado porrero apoyó muy pronto la punta de su polla sobre la entrada de mi gloriosa cueva, me agarró con fuerza de mi cintura y empezó a empujar. Para sorpresa mía y suya, aunque con mucho dolor, su capullo penetró con bastante facilidad. Posiblemente gracias a las dilataciones que me hacía yo y a la mucha saliva que dejé en su polla. Pero a partir de ahí, con ese capullo ya dentro, “la cosa” empezó a ser más potente y más dolorosa.
Me agarró fuertemente de mis caderas y en esta ocasión, en lugar de empujar él para meterla, viendo que estaba agarrada del hierro y no podría caerme, con sus manos empezó a hacer fuerza, y al empujar mi cuerpo hacia el suyo, la polla se iba clavando más profunda… y esta vez si que gemí. Volvió a hacerlo sin prisas una y otra vez durante mucho rato. A veces la sacaba casi toda y la volvía a clavar con fuerza. El dolor que mi cerebro recibía era brutal y el calor de mis esfínteres por ese enorme roce era exageradamente cruel. Después de más de 20 minutos de penetración y de grabación, por fin sus huevos llegaron a mis glúteos ¡tenía toda su polla dentro de mi culo!
Noté como descansaba un poco y como su respiración estaba agitada ¡los dos estábamos cansados! Mis silenciosas lágrimas formaban un pequeño charquito en el suelo, y para mi sorpresa, también me di cuenta que ese intenso dolor y esa penetración anal ¡me habían producido al menos un orgasmo! Por mi larga pierna se deslizaba una buena ración de mis fluidos vaginales que mis calcetines escolares estaban absorbiendo. De repente, noté como sus manos me sujetaban con fuerza. Casi sacó toda su polla de mi culo ¡y empujando mi cuerpo hacia atrás, me penetró brutalmente hasta los huevos!
Y ahí ya no pude contenerme. Apreté con tanta fuerza mi mandíbula para no lanzar un grito salvaje, que el sabor de mi sangre llenó el paladar… sin ser consciente yo de donde salía. Y mi cuerpo empezó a moverse y haciendo que esa polla entrase y saliese a su gusto. Y me volví a correr. Y mi destroza-culos privado, instantes después dejó de mover mi cuerpo para hacer que fuese su polla la que me penetrase y follase profundamente. Yo estaba destrozada y en parte arrepentida de haberle provocado tanto. Nunca imaginé un dolor tan intenso y tanta frustración mía por no poder evitarlo. Como tampoco pude evitar gimotear y llorar ¡como la niña que soy! De pronto oí su voz muy baja y sorprendida:
–¡Qué maravillosamente estrecha eres! Era cierto que eras analmente virgen, pero no sufras por eso ¡ya no lo eres! Desde ahora, ese agujero será constantemente usado y ensanchado por mí, hasta límites que no te imaginas.
–¿Quieres decir que me vas a aceptar para ti?
Pero él no me contestó. Y si sonrió o hizo algún gesto, como estaba detrás de mi dolorido culo, no me enteré. Lo que si supe tiempo después, es que mi pasividad, el no gritar o llorar fuerte, el dejarle follarme a su gusto sin oponer resistencia a pesar del enorme dolor, le estaba poniendo muy cabreado, y eso provocó que me siguiese follando en plan duro, en plan cabrón-violador ¡estaba loco por hacerme gritar! Y al mismo tiempo, deseaba retrasar su orgasmo en un culo tan estrecho y sin usar ¡el muy cabrón estaba gozando de cojones!
Sacó ahora totalmente la polla de mi culo. Observó el estado del mismo que sangraba levemente y durante unos instantes lo acarició ¡e incluso besó mis dos glúteos! Poco después volvió a penetrarme suavemente mientras repetía lo estrecho que era mi culo. Sin embargo y a pesar de reconocer mi estrechez, lentamente empezó a follarme pero no tan fuerte ¡y empezó a gustarme ese tipo de follada! Tanto empezó a gustarme, que minutos después me volví a correr a pesar del enorme dolor que sentía ¡otra vez juntos el dolor y el placer! Un rato después era él ¡por fin!, quien se vaciaba dentro de mí. Sacó la polla de mi culo y entonces hice algo no pensado.
Mi cuerpo pesaba toneladas, pero tuve fuerzas suficientes para darme la vuelta, arrojarme en sus brazos y besarle intensamente. No lo pensé, no sé por qué lo hice. Pero necesitaba besarle, demostrarle que hiciese lo que hiciese conmigo, yo siempre podría ser suya, totalmente suya. Mi cuerpo estaba mojado de la cantidad de sudor. Mis brazos poco a poco perdieron su fuerza y se fueron soltando de su cuello. Y comprendiendo él que yo había llegado esa noche a mis límites totales, me abrazó de verdad y me fue dejando sentada en el suelo. Y él se sentó a mi lado y me abrazó dándome calor ¡y hasta me besó! De repente me dice:
–Ya ves Ana que yo no juego con muñecas. Me gusta jugar con niñas, pero para usarlas como juguetes para satisfacerme yo, no tú ni ellas ¿de verdad crees que puedes ser “algo” peor y más depravado que mi esclava sexual o mi juguete personal? Serias “algo” muy, muy usado, de muchas maneras, sin sentimientos humanos, ni empatía alguna. Solo una cosa para usar. Ni siquiera serías un cuerpo.
***Si es eso lo que quieres y buscas, nos veremos en el mismo banco del parque pasado mañana a las 7. Toma ahora esta crema y póntela en el culo tres veces cada día. Y si no quieres verme más, tienes crema para varios días, pero no la uses demasiado, deja un poco para otras ocasiones, porque tú y yo sabemos que desde ahora, usarás más tu culo.
Acepté ser su juguete personal. Y Pablo me pervirtió de tal manera, que me convirtió en mucho menos que una cosa. Y quince años después, soy la más feliz de las mujeres ayudándole a pervertir a nuestras hijas.
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NOTA (1): En España, hay costumbre de los últimos años, de usar expresiones, entre amigos/colegas, como tío o tía, en lugar de hombre o mujer, chico o chica. Suena como de más confianza y amistoso.



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