Un día lleno de sorpresas para Puta Nalgona

Mi Ama me somete en una de nuestras sesiones.
Usted y yo somos una pareja BDSM hondureña. Vivimos una relación sadomasoquista en donde Usted es mi Ama. Aunque soy un hombre muy varonil, soy su esclavo sexual y usted me llama puta nalgona, pues soy algo nalgón y goloso de su sadismo y castigos. Practicamos los juegos de impacto, la tortura de pija y pelotas, la negación de orgasmos, las lluvias doradas, los juegos anales, el bondage, bordeo de orgasmos, y ciertas prácticas de humillación sexual.   A veces soy sádico conmigo mismo, sugiriéndole ideas de castigos para hacerme sufrir más para Usted. Mi dolor y sufrimiento la excita tremendamente. Ocasionalmente, hacemos switch donde yo juego un papel de dominación hacia usted. Somos sexualmente abiertos, pero solo vivimos esta aventura Usted y yo sin nadie más.

Un día de sorpresas para Puta Nalgona

Nuestra sesión comenzó en la habitación principal. Con una mirada y tu sonrisa, me pegas una nalgada me dices que te ayude en el baño. Me dispongo ayudarte. Desnuda, me pides que te rasure la cuca, con delicadeza abro tus piernas y lo hago. Me miras fijamente y te ríes. Notas una leve erección de mi pija. El olor de tu cuca me distrae y me gusta. Te metes tu dedo índice y te frotas tu cuca y me lo pones en mi boca y lo lamo. Tu sabor exquisito me distrae.

Puta Nalgona me dices: “Apúrate, que hoy me siento picara y sádica” … Son dulces palabras a mis oídos y hacen que mi pija salte erecta. Después de rasurarte la cuca me dices “si aceptas mis castigos, te daré de comer mi cuca de premio”.

“¡¡Prepárate a ser castigada mi puta golosa!! ¡¡Desnúdate!!” Me dices.  Al desvestirme, me colocas aceite en todo mi cuerpo… sabes que el aceite aumenta mi dolor.

Al llegar a la habitación me coloque entre los dos pilares columnas del marco de castigo frente a nuestra cama tamaño King. Me colocas esposas de pies y manos, ajustas las cadenas instaladas en los pilares en mis manos y pies, abriéndome como una estrella con mis extremidades súper extendidas. Quede tan abierto hasta sentir dolor en mis piernas. Tenia la pija erecta. Sabia que me tocaba un duro castigo. Sentí temor y excitación al mismo tiempo. Anticipación de lo que vendrá más adelante. Encima de la cama observe una faja gruesa de cuero que estaba enrollada y dos látigos cortos de una cola; uno negro y el otro rojo. Como era costumbre, es bueno saber que usarás en mí.

“¿Estás lista puta nalgona?” Listo me dices, mientras frotas mi pija delicadamente con tu mano, mientras me besas mis tetillas. “¡¡Castígame!!” contesté y pasé mi lengua mojada en tu oído. Es nuestra luz verde.

Me frotaste la pija hasta el punto de eyaculación y la soltaste, mientras tomas la faja que estaba en la cama, la desenrollas, la doblas por la mitad y la colocas frente a mis labios.” Ya sabes que hacer puta nalgona” dices.  Y así procedí a besar la faja y tu mano, mientras mi pija pulsaba levemente en señal de querer correrse.

Te colocas detrás de mí y acaricias mi espalda, y nalgas con tu mano, y me dices “hoy vas a bramar puta nalgona” Y así, comienzas a darme una sesión de fajazos en mi espalda, piernas y nalgas. Lentos. Fuertes. Espaciados. Quieres que sintiera tu fuerza y que apreciara el ardor de cada azote. El sonido del cuero en mi piel hacía que mi corazón latiera rápido, empecé a sudar y gemir, mi respiración se hizo más frecuente, ocasionalmente jalaba mis cadenas, pero no grite. Todavía conservaba la erección.

“Espero que aprecies puta golosa la cuereada que te estoy dando”, exclamaste entre fajazos.  Parabas para masturbarme la pija nuevamente hasta el punto de eyaculación y soltabas tu mano. Tu objetivo era mantenerme en un estado de excitación y dolor al mismo tiempo.

La fajeada y masturbada duró 30 minutos hasta que paraste. Me acariciaste mi piel enrojecida y adolorida de los fajazos y dices “bien mi Puta Nalgona” mientras pasabas tus manos y lengua mojada con tu saliva por mi espalda y nalgas, dándome besos tiernos.  Y me dices “esto solo es un calentamiento”.  Luego colocaste la faja en la cama y tomaste los dos látigos cortos.

Y me dices “hoy si vas a llorar Puta Golosa”. Los colocaste frente a mi boca y los besé. Inconscientemente mi pierna derecha temblaba, pues sabia que me tocaba mas dolor. Sentí que mi erección se bajó un poco. Besaste mi espalda nuevamente y te separaste de mí. Cerré los ojos, esperando el primer latigazo.

Los latigazos no se hicieron esperar. Latigazo tras latigazo caía en mi piel, de mi espalda y poco a poco bajaban hasta llegar a mis piernas. Empecé a gritar piedad, y a llorar, pero no parabas los latigazos. Pasaron 20 minutos más, hasta que paraste su castigo. Yo temblaba. Me oriné inconscientemente creo. Te acercaste a mi y con tu lengua recorriste mi piel marcada. Y me dices “Puta Nalgona… te orinaste y ni cuenta te diste, ¡cochina!”

Nuevamente te pusiste detrás mío, abriste mis nalgas con tus dedos y con lubricante comenzaste a jugar con mi ano, mientras decías, “Es regla consensuada, si me comes la cuca y quiero que me cojas tendrás que usar un tapón anal en tu culo puta nalgona”. Y así procediste a colocar un plug anal en mi culo. Mi pija comenzó a ponerse erecta nuevamente. Luego procediste desatarme, y colocarte acostada boca arriba a la orilla de la cama frente de mi con tus piernas abiertas recogidas. Y me dijiste, “híncate en la poza de tus propios orines y cómeme la cuca hasta que se te pele la lengua Puta Nalgona. No quiero que te toques la pija ni que te masturbes”. Y así comencé a darte sexo oral a mi Señora. Te di sexo oral concentrado únicamente en tu cuca, y clítoris por una hora seguido, mientras tenía la pija erecta. Te corriste más de 10 veces. Al concluir la hora de sexo oral. Mi espalda, nalgas y piernas estaban marcadas con marcas rojas entrelazadas producto de los latigazos y los fajazos. Te pusiste de pie y me dijiste, “tengo algo adicional que darte antes de terminar esta sesión. Acuéstate boca arriba en la poza de tus orines puta nalgona”. Obedecí. Sentí el frio del suelo impregnado de mis orines, aun sentía mi ano con la presión del plug anal, y mi pija aún conservaba su erección, pero te pusiste en cuclillas y colocaste su cuca directamente frente a mi boca y me dijiste “abre la boca puta nalgona tengo algo que darte”. Lo hice y comenzaste a orinarte directamente en mi boca abierta al punto de llenar mi boca a rebalsar. Al terminar de orinar te pusiste de pie y me dices “quédate allí 20 minutos más, sin tocarte. Andarás con el plug todo el día”. Y así te sentaste en el sillón observándome y descansando. Mis ganas de cogerte y de masturbarme eran inmensas, pero en esta relación no busco mi placer. Así es la vida de un esclavo sexual. A uno le toca recibir, aceptar, complacer y nada más.