UNA NIñA CULONCITA 4
Un caos total.
UNA NIñA CULONCITA 4
Por grandpa.
Después de un rato de tener ese enorme palote entre mis manitas empecé a tener una comesol muy rara en mi panochita y sin pensarlo y con gran inocencia empecé a tocarme, yo no sabía qué estaba excitada con todo lo que estaba pasando en ese momento y después de un rato mientras con una mano me sobaba mi panochita con la otra enjabonaba su enorme verga; él no perdía ningún detalle, todo lo grababa y para terminar las cosas se salieron de control, me dijo:
─ Marcelita ahora vamos a terminar de limpiar tu culito, ponme más jabón en mi pajarito y te voy a tallar para que quede limpiecito.
Nuevamente comencé a ponerle mucho jabón en toda su grande y palpitante verga hasta que quedó totalmente blanca y resbalosa. Después me dijo:
─ Ahora Marcelita párate y date la vuelta mi amor.
— Si tío Alberto.
En ese momento no sabía que mi vida como una inocente niña de primaria de tan solo 7 añitos había llegado a su fin, aquel hombre al que llamaba tío se aprovecharía con engaños de mí y me llevaría a conocer por primera vez los placeres más ricos del sexo.
Ahora mi calentura, inocencia y curiosidad me haría hacer lo que me estaba pidiendo, y así con mi gran inocencia me pare y sin saber que me iba a hacer me di la vuelta dándole a él la espalda sin ninguna malicia, yo pensaba que era otro juego, él se paró detrás de mí y dijo murmurando:
¡¡¡Ahora si mi Marcelita, mi mamacita rica; vas a sentir mi verga bien parada en todo tu hermoso culito de niña!!!
Me coloco sus manos en mi cintura y me cargó, en ese momento yo sentí como su verga parada recorrió toda mi espaldita, pasando por en medio de mis nalguitas y llegar hasta debajo de mi colita, después me abrazó mi vientre y sentí como su otra mano me acomodaba la cabeza de su verga en medio de mis nalguitas y sin decirme nada comenzó a clavarmela entre mis cachetes tomándome con sus dos manos mi cintura.
Al sentir a ese intruso de carne abrirse paso entre mis nalguitas las separé rápidamente de su verga sacándomela completamente y le dije asustada:
— Pero ¿Qué haces tío Alberto?
─ Tranquila mi amor, recuerda que usaré mi herramienta para que te termine de lavar tu culito que aun esta sucio y para limpiarlo mejor hasta adentro voy a meterte mi pajarito para tallártelo y dejártelo bien limpiecito.
Si tío Alberto.
Nuevamente me tomo con su brazo de hombre mi cintura y me volvió a acomodar la cabeza de su verga en mi colita y me volvió a bajar con más confianza, yo comencé a sentir todo ese pitote deslizarse entre mis nalguitas introduciéndose poco a poco con ayuda del jabón que le facilitaba bastante las cosas, así siguió empujando hasta que quedo totalmente metida, yo sentía toda su verga parada metida entre mi colita y también sentía perfectamente los pelos de su verga rozando con mis nalguitas; no sé porque, pero por primera vez en mi vida empecé a sentir una sensación riquísima para mi edad.
¡¡¡Hayyy Marcelita viste como mi verga entro en tu culito mi amor!!!
Si tío Alberto.
Cuando pensé que eso era todo entonces sin decirme nada me tomo de mi cintura y me empezó a mover de arriba a abajo sobre su poronga ¡¡¡uuufff no sé qué paso en ese momento, pero que delicioso se sintió todo eso!!! mis nalgas tan grandes y profundas casi se comían todo el pedazo de carne que tenía por verga, desaparecía más de la mitad en mis nalgas que no tenían nada de niña y ahora comprendo porque habían sido tan buscadas.
Debo decir con sinceridad que era una sensación nueva y exquisita para mí, yo sentía toda su vergota caliente y dura deslizarse entre mi colita, desde que su cabeza se introducía entre mi colita recorría toda mi raya y salía al final de mis nalguitas para salir otra vez por donde entro, era una sensación indescriptible y sobre todo me encantaba para ser solo una niña, él por su parte no dejaba de moverme de arriba a abajo por toda su verga, tal vez desde un principio había idealizado un plan para tener su pitote metido entre las nalguitas de una pequeña niña de 7 añitos y ahora lo estaba logrando.
Me restregaba toda su verga con toda la libertad del mundo, me tomaba de la cintura y me subía y bajaba alrededor de su tolete una y otra vez mientras mis piernas se balanceaban a cada movimiento que él daba.
Así seguimos por mucho tiempo, su verga tallaba groseramente mis enormes cachetes, él no dejaba de acariciarme todo mi cuerpo, sus manos con mucha experiencia recorrían con lujo de detalle todo mi pechito plano, me pellizcaban mis pezoncitos, después bajaba por mi vientre, recorría mis piernas hasta llegar a mis rodillas y volver por mis muslos hasta llegar a mi panochita acariciándomela en forma de círculos.
Yo sentía delicioso todo eso, él me tocaba con mucha experiencia y libertad, no había ninguna duda que él sabía cómo hacer gozar a una mujer, lo peor de todo era que este maldito viejo no se estaba deleitando a una mujer, más bien a una pequeña nena de tan solo 7 añitos, se notaba qué le encantaban las nenitas y yo había caído en sus ricas redes pedófilas.
Yo me sentía de él en cada estocada que me daba, cada que su verga de adulto era devorada por mi enorme colita de niña. No quería que eso nunca acabara, era la gloria, sus dedos acariciaban deliciosamente toda mi panochita; tocaba mis labios vaginales con demasiada experiencia de arriba a abajo, hacia los lados, separaba mis labios poniendo sus dedos en medio de mi rajita e incluso los metía un poco en mi pequeña vulvita y por la parte de atrás sentía su verga caliente moverse por todo mi culito. Eso era el cielo para mi mientras mi tío Alberto gemía y gemía, solo decía:
¡¡¡Haaaaa, haaa!!! ¡¡¡Haaayyyy Marcelita eres la mejor del mundo!!! ¡¡¡Que rica mi nenita!!! ¡¡¡Haaaaa, haaa!!!
Así me estuvo según enjabonando por mucho tiempo, aunque no había razón para que dijera eso, más bien era todo lo contrario, ya me estaba cogiendo sin la necesidad de penetrarme, pero ya no me importaba, yo sentía riquísimo y quería seguir disfrutando más de su verga metida entre mi colita.
Me tomada de mis muslos abriendo más mis piernas y su verga entrando y saliendo groseramente de mis nalguitas, muchos dirán que era sucio, pero yo estaba siendo disfrutada y yo estaba disfrutando a ese viejo vergudo rabo verde.
Después de un rato de estarme lavando en el aire dándole la espalda a él me bajo de su pitote, me dijo:
Ahora Marcelita ponte a gatas mi amor.
Y así lo obedecía gustosa, él acomodo nuestros trajes mojados en el piso, me colocaba a 4 patas sobre de ellos y después él se paraba detrás de mí y me metía su pitote en medio de mis nalguitas de niña, me lo enterraba muy rico y me las presionaba con sus manos para que mis nalgas le aplastarán su verga como él quería y me restregaba nuevamente por otro rato más mientras sus huevos peludos golpeaban mi panochita, después me dijo:
Junta tus piernas Marcelita y no las separes, voy a meter mi verga entre tus piernitas y me la aprietas muy duro.
Si tío.
Y así lo hice, entonces vi como entre mis piernas se asomaba la cabeza de su verga y me la restregaba nuevamente haciendo que me sobara mi panochita. Yo veía como se movía entre mis piernitas llegando hasta mi pancita; después me dijo:
─ Para que quede ya bien, ahora lo vamos a limpiar por el frente.
Me paro, me volteó y me volvió a cargar como a una muñeca y me dijo:
─ Abrázame como si fuera tu osito.
Así lo hice, lo abracé de su cuello y puse mis piernitas en su cintura, ahora estábamos de frente, pero él cargándome; agarro nuevamente su verga y me la volvió a acomodar en medio de mi culito ensartándome completamente en ella, después tomo con sus manos mis dos nalgas y me la siguió restregando, yo sentía su verga deslizarse entre mi colita cuando me subía y bajaba, él me movía de igual manera agarrándome del culo y abriéndome mis nalgas con sus dos manos mientras su verga tallaba mi infantil ano.
¡¡¡Esto ya era un caos!!!; nadie afuera del balneario se imaginaba ni por error que la niñita qué hace algunas horas había entrado con su tío a esa cabaña ahora estuviera completamente desnuda y con la verga bien parada de su querido tío metida entre sus enormes nalgotas.
Él se colocaba muy cerca de la cámara y me tuvo así ensartada en su pitote como otros 20 minutos, parecía que yo no le pesaba y me decía:
─ Mi preciosa te estoy lavando tu culito con mi herramienta para que quede bien bonito ¿Te gusta que te lave así Marcelita?
─ Si tío, además de que me cargas y siento cosquillitas.
─ Qué hermoso mi amor, a mí me encanta que te guste, siento muy bonito en mi verga y eso a tu tío también le gusta, es muy rico bañarte, de ahora en adelante cuando me visites nos vamos a bañar más seguido.
─ Si tío, me gusta sentir esas cosas bonitas contigo.
─ Si mi amor y dime ¿Te gusta mi verga? así se le llama al instrumento sexual de los hombres, solo que no debes decirlo porque es malo y si te escuchan decirlo te puede castigar tu mamá y ya no nos podremos ver.
Yo le respondí algo espantada.
─ No tío Alberto, no se lo voy a decir a nadie, y solo lo diré cuando este contigo.
─ Ok, pero dime Marcelita ¿Te gusta? ¿Te gusto tocarlo? y ¿Te gusta cómo se siente ahora en tu culito?
─ Sí, si me gusta, esta bonito y se siente bien.
─ Qué bueno que te guste porque de aquí en adelante haremos muchas cosas con él.
─ Si tío, me gusta estar contigo y me diviertes.
Entonces empezó a hacer sonidos como:
─ ¡¡¡Haaaa, ssiiiiiii!!! ¡Que rico! ¡Que sabrosa mi nena! ¡Tu culo es hermoso! ¡Aayyy que rico! ¡Me quiero venir! ¡Te tengo que disfrutar más! ¡No sé si será la última vez que este contigo Marcelita! ¡Que rica mi niña!
Me subía y me bajaba lentamente tomándome de mi cintura, yo seguía abrazada a su cuello y con mis piernitas a su cintura, él me movía con mucha facilidad, yo sentía su enorme macana deslizarse desde el nacimiento de mi panochita hasta el terminar de mi raya del culo, yo sentía exquisito, lo disfrutaba al máximo, después él me decía:
─ Mira como tu culito se come mi verga y esto quedara grabado para la posteridad. ¿Te gusta Marcelita?
— Si tío y todas las cosas que dices son sucias, pero me hacen sentir bonito en mi conejito y mi colita.
— No se dice conejo, debes decirle panocha, pero como eres una niñita debes llamarle panochita, dilo varias veces para que te lo aprendas.
Mi panochita, Mi panochita, Mi panochita…
Así repetía para aprendérmelo cada que él me subía y me bajaba en su pitote duro y cabezón.
─ Eso es lo que más me enloquece, tú una niñita tan pequeñita montándose y dejándote que te restrieguen en todo tu hermoso culo infantil la verga parada de un adulto pervertido como yo, sabía que eras una niña coqueta y cuando te vi lo primero que adore fue tu hermoso par de nalgas nenita, se me paro la verga de solo verte tu hermoso culote, tan desarrolladito y grande para tu cuerpecito, pero tan sensual y tan excitante que a cualquier hombre razonable sabrá que eres una perla de mujer, te voy a seguir bañando y tomando videos cuando me vayas a visitar a la escuela.
— Si señor Alberto.
Después de un rato más de estar envergada al señor Alberto al que a veces llamaba tío me dijo:
— Ahora mi amor vamos a cambiar de posición porque ya me cansé y ya se acabó el jabón en mi verga, dime Marcelita ¿Le quieres poner más jabón a mi verga para que te siga lavando y hagamos otra posición?
— Si tío Alberto.
Solté mis piernitas de su cintura, después me bajo de su verga, y yo solo me quede paradita, estaba fuera de mí, sabía que lo que estábamos haciendo estaba muy mal, desde que se me acerco en la escuela, me trajo al balneario, me acaricio en la habitación, me desnude frente a él y por último metió su verga en mi colita, pero no me importó, en ese momento yo sentía muy bonito y me sentía querida, yo quería seguir disfrutando de los abusos de ese señor pervertido que yo le seguiría permitiendo.
Yo me sentía un poco rara, por alguna razón me encantaba todo lo que me estaba haciendo el señor Alberto, en ese momento sentía un vacío entre mis nalguitas como si algo le hiciera falta y él me decía:
─ Marcelita, quiero que tomes mi verga con tus dos manitas y empieces a enjabonarlo suavemente, después gires un poco hacia la cámara y digas: “Hola, soy Marcelita, tengo 7 añitos y soy una niñita muy caliente y me gustan las vergas de los señores”.
Entonces me agache y tome con mis manitas su verga y estaba super caliente, le puse un poco de jabón y se la empecé a enjabonar de arriba a abajo, ponía mi carita de niña inocente y le repetía mal, me hacía repetir lo mismo hasta que lo decía bien. Después él solo decía:
─ Esto es súper caliente me vas a matar chiquitina, tu vocecita me enloquece, tengo los huevos a reventar. Ahora di: “Le sonreí al señor Alberto en la escuela porque él miraba mi colita y a mí me gusta que me acaricien los señores”.
Lo mismo, repetía el texto hasta que quedaba a satisfacción de él. Otras cosas que dije de tantas que me hizo decir era:
─ Me gusta lavar la enorme verga de mi tío, y me gusta tocársela y que me la ponga en mi culo y mi panochita sin pelitos, Soy una nenita que le gusta sentir vergas grandes y adultas en mi panochita y mi culito, Yo quiero sentir más vergas, me encantan y quiero aprender a mamarlas y sentirlas.
Textos similares que no recuerdo me hizo decir.
─ Ahora sigue enjabonando mi verga, pero como mi verga también tiene un hoyito y debe quedar bien lavado, ahora tú me debes meter tu lengüita.
Le dije:
─ Pero ¿Cómo?
Entonces él me dijo:
─ Saca tu lengüita y con la punta de tu lengüita la vas a meter en el orificio de la punta de mi vergota.
Yo no sabía si estaba bien, sabía que era algo sucio pero mi calentura e inocencia me hizo empezar a meter la lengua, él se retorcía de placer, después me dijo:
─ Creo que debemos intentar algo diferente Marcelita, debemos sacar lo que tiene dentro y debemos chupar para que se limpie adentro, lo que debes hacer es meterte mi verga en tu boquita y tú debes chupar como si tomaras tu mamila.
─ Si tío Alberto.
Yo sabía que lo que iba a hacer también era algo malo, pero mi colita y mi panochita palpitaban de gusto, así que abrí mi boquita y en ese momento el tío Alberto me agarró de mi cabecita, me dijo:
─ ¡¡¡Abre bien tu boquita Marcelita!!!
Abrí mi boquita y de repente me metió su verga en mi boquita, después me la hizo chupársela como si fuera mi mamila, era muy grande para mi boquita y no me cabía toda, solo me podía meter su hongo, después me agarro de mi cabeza y me empezó a culear mi boquita. Me agarraba mi cabeza y me movía de atrás hacia delante una y otra vez, pero no me desagradaba, sino que me gustaba todo eso, yo sentía su verga caliente y gruesa entrando y saliendo de mi boquita, después me decía:
¡Así mi niña, cómetela toda mamacita!, ¡Qué rico Marcelita!, ¡Chupas riquísimo mi verga!, ¡Se nota que te gustó mucho la verga de tu tío Alberto! ¿Verdad Marcelita?
Entonces yo me sacaba su verga de mi boca y le respondía alegremente.
─ Si tío Alberto, me gustó mucho tu vergota.
─ Disfrútala mi amor, es toda para ti.
Después volvía abrir mi boca y él me la metía otra vez. Así estuvimos por un buen rato, a mí ya me encantaba chuparle su pitote, sabía que era algo sucio y aunque si era muy gruesa y no me cabía toda en mi boquita, pero si podía meterme su cabezota mientras mi tío Alberto no paraba de gemir, todo lo que pasaba en esa cabaña ya era un caos total y si alguien de afuera nos viera diría que estaba muy mal, pero ya nada me importaba.
Yo se la chupaba lo mejor que podía, trataba de metérmela completa pero era muy grande y no me cabía toda; me la metía por mis mejías, después él me tomaba de mi cabeza con sus dos manos y movía su cintura para atrás y para adelante colocando mi cabello a un costado, me la sacaba de mi boquita y me la comparaba con mi cabecita, debo decir que mi cabecita medía lo mismo que su verga, después me golpeaba con ella mi carita, me la palpitaba en mi lengua y me la volvía a meter en mi boquita.
Después de un rato sentí como si de repente se empezara a convulsionar, y después empezó a dar gritos muy fuertes y a gruñir y me decía:
— ¡Hazlo más rápido Marcelita!, ¡Si así mi amor!, ¡sigue, sigue culoncita!, ¡así mi niña culoncita!, ¡que rico!, ¡si tu mamá supiera lo que estamos haciendo me clavaría! ¡que rico! ¡soy muy afortunado, tus profesores o todos tus vecinos, que pensarían de ti, tú una niñita inocente, infantil con enormes nalgas siendo enseñada a mamar vergas por un señor vergudo!, ¡que rico me vengo!, haaaaaaaaaaa, haaaaaaaaa, haaaaaaa.
Sus sonidos de hombre me espantaron, pensé que se estaba muriendo, pero en realidad él señor Alberto estaba disfrutando de una venida como nunca en su vida la había disfrutado. Aventaba por su verga chorros de un líquido que sólo me tomaba.
Yo me empecé a ahogar, trataba de tragar, pero era mucho y se me empezó a salir por la boca una cosa blanca muy espesa, mi tío Alberto seguía tirándome chorros que se me escapaba por los labios y también tragaba mucho, hasta que me soltó, empecé a toser y me salía mucha de esa cosa blanca por la boca, agarró la cámara y apuntándola hacia mí empezó a decir:
— ¡Miren como Marcelita se tomó toda su lechita!
Me decía que sonriera a la cámara y le hice caso, mirando a la cámara me reía con la lechita en mis labios y saludando mientras mi tío Alberto seguía grabándome, después me dijo:
— Mi amor, debemos dejar lo de la otra posición para al rato, ahora tengo mucha hambre y no es precisamente de ti, ¿Quieres comer?
— Sí, le dije.
Dejo de grabar, me enjuagó mi cuerpo, mi carita y después agarro nuestros trajes que estaban mojados y tendidos en el piso, me puso de pie y me cargó entre sus brazos, coloque mis piernas en su cintura y el me tomo de mis dos nalgas y nos fuimos juntos a la habitación, dejó su cámara en el baño, ya en la habitación me bajo sobre la cama, me seco, me vistió nuevamente mi trajecito de baño tapándome con mi toalla haciendo él lo mismo, después abrió la puerta de la cabaña y nos fuimos a comer.
En el camino yo sentía al caminar una sensación de ardor en mi comisura del culo, también sentía extraño en mi panochita y mi culito, tal vez por todo el tiempo que mi tío me pegaba y restregaba su verga.
Después de comer regresamos a una alberca no tan lejana y descansamos como 15 minutos, eran más o menos las 3 de la tarde; en ese momento no dejaba de pensar en todo lo que habíamos hecho mi tío Alberto y yo en el baño, él no me decía nada, pero algo muy dentro de mí me decía que todo lo que hicimos estuvo muy mal y que yo, una niñita de tan solo 7 añitos nunca debí haber permitido que un hombre mayor me tocara con total descaro y sobre todo haberme metido su verga de adulto en toda mi colita.
Estaba pensando en todo eso hasta que de repente me acaricio mis piernitas y me dijo:
─ Marcelita es hora de volver.
Yo le dije.
─ ¡¡¡No tío Alberto, quiero ir a la cabaña y me laves por última vez, porque me prometiste que me vas a bañar cuando te visite en la escuela!!!
─ Está bien sobrinita, solo porque tú me lo pides.
No podía creer lo que acababa de decir, yo una niña de 7 años estaba pidiendo a gritos que aquel viejo rabo verde abusara de mí, entonces él no tardo en agacharse, me cargo entre sus brazos, y yo me abracé a él y puse mis piernitas en su cintura después se puso su toalla tapándome y en el camino me agarraba nuevamente del culo con sus dos manos metiendo sus dedos en mi raja del culo tocando con sus yemas mi ano y mi panochita, yo solo le decía a su oído:
─ Señor Alberto me gusta mucho como me lavas y me tocas con tu cosota, siento bonito cuando dices esas cosas groseras que no entiendo, pero que me hacen sentir cosas bonitas en mi colita y mi panochita.
─ OK mi amor, entremos directo al baño.
Se apresuro en llegar a la cabaña y cuando llegamos…
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