Una verdadera prueba de amor por parte de mi esposo.
Una mujer que después de ser violada por el primo de su esposo que es un adicto, se afectó tanto que apenas su marido le insinúa algo de sexo ella se pone como loca, queriendo mantener sexo en todo momento, por lo que el esposo tiene que buscar ayuda para complacerla. .
Una verdadera prueba de amor por parte de mi esposo.
Casi a la semana nos casamos, y todas esas cosas que hacíamos de novios las seguíamos haciendo de cuando en cuando.
Hasta que como al año, mientras mi esposo se encontraba en viaje de negocios, un primo de él llegó a nuestra casa.
Con la excusa de que lo estaba buscando, para hablar de un negocio, inocentemente le abrí la puerta, lo recibí en la casa como de costumbre, ya le estaba diciendo que mi marido se encontraba de viaje y que regresaría al día siguiente durante la mañana.
Cuando sin aviso alguno, se me acercó me tomó entre sus brazos y comenzó a besarme a la mala.
Aunque opuse resistencia, traté de gritar y de escaparme, fue algo inútil, él casi me dobla en peso y tamaño, él me tiró sobre el sofá de la sala y sin soltarme me siguió besando, yo traté de defenderme, pero todo fue en vano, me levantó la falda, sentí como una de sus manos me arrancó los pantis y a la mala separó mis piernas.
De inmediato sentí como me comenzaba a penetrar sin compasión alguna, violándome repetidas veces, hasta el cansancio, yo no lo sabía hasta esos momentos, pero el primo de mi marido es adicto a la cocaína.
Por lo que en medio de su locura, no hubo cosa que no me hubiera obligado hacer, mientras me fue desgarrando toda mi ropa, desde luego, que todo eso en contra de mi voluntad.
Ya en cierto momento, no me quedo más remedio que dejar de ofrecerle resistencia, con la idea de que se quedase tranquilo, pero su excitación era la misma o mayor.
Para mí fue todo un infierno, el no poder hacer nada para defenderme, el sentimiento de impotencia, el tener que sentir su boca besando la mía en contra de mi voluntad, y lo peor de todo el sin número de veces que me llegó a penetrar.
Sentía su miembro como una y otra vez entraba y salía de mi cuerpo, ya fuera por mi vulva, por mi ano y hasta por mi boca, en fin por todas las partes de mi cuerpo que su verga pudiera entrar, mientras me insultaba y golpeaba de cuanta manera se le podía haber ocurrido a ese desgraciado.
Para finalizar y para satisfacerse hasta me obligó a que le mamase su miembro, en repetidas veces mientras me amenazaba con una filosa navaja en mi cuello.
Yo quedé en cierto momento sin sentido alguno, completamente agotada y golpeada tanto por llorar, como por tratar de defenderme.
A la mañana siguiente aún me encontraba sin sentido, tirada en la sala de mi casa, cuando mi esposo al entrar me encontró, desnuda y golpeada.
Mi rostro estaba irreconocible, parecía el de un boxeador al que le dieron una paliza sin poder defenderse, era evidente que había sido violada, casi toda la sala estaba destrozada, mi esposo llamó a una ambulancia y posteriormente a la policía.
Su primo a los pocos días lo detuvieron, en su defensa dijo que actuó así consecuencia de su vicio, de ese desgraciado no quiero hablar más.
Después de eso hasta nos mudamos y vendimos la casa, el nada más estar entre esas paredes me hacía recordar todo mi sufrimiento.
Pero después de eso gracias a las terapias me comencé a recuperar, pero aún no podía tener ni siquiera la más mínima insinuación de sexo, que me volvía loca.
Quiero decir, no es que odiara tener sexo, todo lo contrario, me porto como una ninfómana insaciable, por lo que mi marido comenzó a sacarme el cuerpo.
Entraba en unos locos arrebatos, al no poder tener sexo con él agarraba lo primero que tenía a la mano y sin vergüenza alguna me lo introducía dentro de mi coño y comenzaba a masturbarme, hasta que finalmente alcanzaba un enfermizo orgasmo.
Mi esposo por su parte me dejaba a solas, ya que decía no poder entender lo que sucedía, un día no sé cómo se me zafó el decirle, que sí él no podía conmigo que me buscase alguien que, si pudiera satisfacerme, que sí realmente me amaba que me lo demostrase buscándome con quien acostarme.
Él no hizo ningún comentario, después de eso yo me moría de la vergüenza por lo que había dicho, a los pocos días volví a entrar en una de esas crisis, crisis que el mismo me había provocado al insinuarme descaradamente que tuviéramos sexo.
Pero cuando yo comencé a actuar de manera desenfrenada, quitándome toda la ropa en medio de la sala, él de inmediato se retiró por lo que no me quedó más remedio, que agarrar una botella de vodka e introducirla dentro de mi coño hasta lograr satisfacerme yo misma.
mi esposo regresó y de inmediato se disculpó conmigo diciéndome que no sabía que le sucedía que cuando yo actuaba de esa manera lo dejaba petrificado, sin saber que hacer o mejor dicho sin poder hacer nada.
Fue cuando, no sé cómo me atreví y le pedí que me diera esa muestra de amor, de la que yo le había hablado.
Él no dijo nada, se retiró mientras que yo me quedé llorando a solas, deseosa de acostarme con un hombre.
Ya serían casi las doce de la noche, cuando regresó a casa, pero acompañado de un hombre, yo estaba aún en la sala desnuda, pero al escucharlo entrar me escondí en una de las habitaciones, donde me encontró, no lo podía creer mi marido me había traído alguien con quien yo pudiera tener sexo.
Deseosa estaba de salir a su encuentro, pero mi esposo me indicó que me acostase en la cama y procurase no hacer nada hasta que el tipo se sintiera a gusto.
Aunque me costó algo de trabajo el controlarme, así lo hice, al poco rato sentí que entraba alguien en la habitación, apenas me vio se quitó toda la ropa.
Se trataba de un tipo bastante joven como de unos veinte años, bastante grueso, fornido, alto, pero con cara de niño.
A los pocos segundos el joven ya se encontraba del todo desnudo a mi lado, durante esos momentos no pensé en la presencia de mi esposo, ni en sus sentimientos ni en nada que no fuera el tener sexo de manera desenfrenada.
Abrí mis piernas, y yo misma agarré la verga del chico, y la dirigí directamente a mi coño, el sentir como me comenzaba a penetrar fue algo del otro mundo, toda mi vulva chorreaba de la excitación, el solo toqué de sus calientes manos sobre mi piel me excitaba enormemente, yo movía mis caderas con fuerza contra su cuerpo, su solo olor era algo que también me volvía loca.
Durante esa noche no hubo cosa que los dos no hiciéramos, apenas él terminaba de venirse, casi de inmediato yo me ponía a mamar su verga hasta que nuevamente se ponía dura y erecta.
Para nuevamente dejar que me volviera a penetrar, por donde a él le diera la gana, no sé cuánto tiempo permanecimos en la cama ni cuantas veces llegó a metérmelo.
Lo que sí sé es que, mi esposo fue testigo de todo eso, cuando el tipo finalmente se marchó, yo estaba más que satisfecha.
Luego me levanté de la cama y ya en el baño comencé a bañarme y a lavar intensamente todo mi coño, a medida que el agua caía sobre mí cuerpo, me decía a mí misma que había actuado como una loca, y ya resignada pensaba que mi marido me pediría el divorcio.
Cuando salí del baño mi esposo me esperaba en la habitación, se me acercó lentamente colocó sus manos sobre mis hombros, y sin hacer mucho esfuerzo, logró que yo me agachase.
Saqué su verga del pantalón y de inmediato me dediqué a mamársela intensamente hasta que se vino del todo dentro de mi boca.
Yo no me detuve hasta que ya no pude extraerle ni una gota más de su semen, después de eso, me ayudó a levantarme, y como si nada hubiera pasado, me acompañó a la cama donde nos acostamos sin decir una sola palabra.
Durante los siguientes días, yo me encontraba más que confundida, mi esposo sí hablaba conmigo, pero no tocaba el tema de esa noche para nada.
Como a la semana él volvió a hacerme una clara invitación a tener sexo, lo que hizo que yo nuevamente me comportase como una loca.
No les contaré todo lo que sucedió, pero finalmente volvió a irse para la calle, pero al regresar lo hizo con dos hombres, con los que me acosté sin problema alguno al mismo tiempo.
Siempre bajo la vigilante mirada de mi esposo, desde esa fecha entiendo que mi marido disfruta viéndome acostada con otros hombres, y en ocasiones hasta con otras mujeres.
En ocasiones me entra una especie de sentimiento de culpa, pero este desaparece apenas me dice que vamos a tener sexo, me desnudo y cuando ya está a punto de acostarse conmigo, se levanta de la cama y sale a buscar quien tome su lugar.
Por lo demás somos una pareja de lo más normal, para mí es algo tan especial que no trato evitar que suceda, sería como si dejase de respirar.
Mientras que para mi esposo creo que es, una verdadera prueba de su amor.
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