CAMPING SERIES: Nikki, el depredador de niñas (I)
Al verla de mas cerca me pareció más apetecible y, solo de imaginar lo que podría venir, me comenzó una erección. Nikki me dijo que me abriera la bragueta y me pusiera nata en el pene. Mientras lo hacía, la niña ya se acerco a mi polla….
Nikki tiene cara de buena persona. Aquella que solo mirarla te produce paz, como los modelos que usaba Miguel Angel para sus cuadros (luego supimos que algunos fueron sus amantes).
Es por eso, y por la labia que tiene (domina 5 o 6 idiomas con facilidad) así como don de gentes, que lo hacen aparecer como un embaucador nato. El más horrendo, peligroso e implacable lobo con la más fina y hermosa piel de cordero.
Hace reír a los padres. Los niños ríen porque ven a sus padres reírse con esa persona y les produce un halo de confianza, tanto a los niños como a los padres, porque se lo pasan muy, muy bien con Nikki.
Su broma haciendo beber en porrón a los incautos turistas, es legendaria y celebrada por todas las personas que asisten al «show» en vivo y en directo.
Unos minutos de risa imparable, porque además tiene madera de «showman».
(Para los no españoles o profanos en el tema, pueden googlear «beber vino en porrón» y se así pueden visualizar la broma)
Lo primero que vi al conocerle, fue que salió del almacén del bar subiendo la cremallera de su pantalón y un poco mas allá, vi a un niño de unos 5 o 6 años comiéndose un helado de lo más rico. No tardé en atar cabos.
Mientras hablaba con él, lo descubro mirando de manera lujuriosa a las niñas (yo también). De como las agarra por su culito para que ellas mismas puedan acceder a su helado dentro del frigorífico y mientras las manoseaba por los muslos y por sus pechitos todo lo que quiere y más. Las invita a helados, caramelos, snacks y otros dulces.
Me había visto paseando con Inge, así que me empezó a considerar de su mismo «club». Yo no negué nada cuando me explicaba que me tenía envidia por lo que imaginaba (Ver: «Mi pequeña Inge» – Primera, segunda y, cuando salga, la tercera parte de ésta aclamada serie sobre el camping).
Así que pronto establecimos buenas vibraciones.
Me dijo (entre otras) esta frase: «Los niños se consideran el centro del Universo. Haz que se sientan como tal siempre que estén contigo y todo el tiempo que están contigo. Acompáñalo con dulces y adulaciones, y ya los tienes ganados para lo que tu quieras hacer con ellos»
Nikki me explicó su historia. Llegó a Saint Tropez (Francia) cuando tenia unos 14 años y no hablaba nada de francés ni ningún otro idioma que no fuera el español, para trabajar en el bar de su tío Nicolás, situado en la playa de Pampelone, en el término municipal de Ramatuelle.
Pues pasó que, al cabo de unos años, a buena parte de esa playa la llamaron «Nikki beach», porque gracias a sus buenas palabras, a su donde gentes, en definitiva, pudo hacer que aquella playa triunfara para llegar a ser un refugio de los más pudientes, no ya de Francia sino de todo el mundo, y así ayudó a que el pequeño bar de su tío se convirtiera en un club privadísimo, frecuentado por frikis, pijos y millonarios.
El club sigue adelante en la actualidad.
Él mismo se convirtió en un gigoló de ancianas millonarias, que se lo disputaban por su carita de ángel, por sus adulaciones y por la energía sexual de su adolescencia, pasando de una a otra anciana millonaria (durante el trayecto también se aprovechaba de sus nietos/as y bisnietos/as cuya historia me contó con gran detalle y pudiera salir en algún próximo relato) y recogiendo muchísimos francos, dólares, libras, marcos y liras por el camino.
Tanto dinero, que no sabía que hacer con ello. Acaparó un Lamborghini, tres Ferrari y otros tantos Porsche de la gama más alta. Tuvo que operarse y ahora lleva un tabique nasal de platino y perdió todos los dientes (no se le nota, lleva dentadura nueva de las más caras) y algún día necesitará un nuevo hígado, por culpa de las drogas, sobre todo la cocaína. Hasta que descubrió el casino de Mónaco.
Ganó unos 60 millones de francos, entre noches locas de rayas de coca, champagne y chicas guapas. Pero se gastó más de 500 millones. Y se arruinó. Una noche quiso entrar y el director del casino en persona, aquél que hasta lo llevaba a visitar su despacho personal y lo invitaba a bebidas de su bodega privada, ahora le impedía el paso. Cuando Nikki le recordó ésto, el director simplemente le dijo, «…nosotros solamente pusimos los juegos, las mesas y las bebidas. Fuiste tú quien decidió jugar, y cuanto jugar».
Así que arruinado y con las sobras del imperio que un día tuvo, se fue a otra zona turística donde, según sus palabras «siempre habrá bares, niños y niñas».
Cuando ya tenía alguna denuncia, después de haberse aprovechado y haber exprimido, y mucho, la confianza (y otras cosas) de los niños y niñas de esa zona turística, escapaba antes que la justicia le pudiera alcanzar y enfilaba a la siguiente zona donde nadie le conociera y donde, por supuesto, había «bares, niños y niñas».
Cuando acababa la temporada de verano en Europa, si no lo echaban antes, se pasaba por Filipinas, Tailandia, Singapore, Tahití o Guyana. Muy a menudo, aunque con mucha cautela, pasaba por «sus» paraísos de Cuba y sobre todo, Brasil.
Así que aquí lo tenemos como dueño del bar en éste camping.
Me dijo, «mañana por la tarde ven aquí sobre las tres y media».
Allí estuve, en punto. Abrió una botella de su mejor Ron, me sirvió una ración muy generosa y para él también, dejando su copa debajo de la barra.
Se estaba celebrando una especie de obra de teatro infantil, en la zona de los comedores del bar.
Mientras que las madres y padres acababan de lavar los platos, de recoger las mesas y algunos se dedicaban a jugar a la petanca, otros a juegos de mesa, cartas, dominó, parchís, etc. y la mayoría a la siesta, los niños iban a su libre albedrío por el camping. Sobre todo cuando habían espectáculos para niños en el bar, los dejaban ir con toda la tranquilidad del mundo.
«¿Cual te gusta?» me dijo Nikki.
Yo suponía que me lo decía para comentar lo bonitas que eran algunas niñas.
Había para elegir, entre 5 y 12 o 13 años. La mayoría muy apetecibles. Me fijé en una nenita que estaba un poco rellenita. Hasta se parecía a mi pequeña Inge, pero un poco más joven. Muy guapa y que miraba mucho para donde estábamos nosotros.
Me dijo:
«Las delgaditas no puedes penetrarlas. Siempre tocas en hueso. Las gorditas tiene más carne, y por lo general admiten con mas facilidad la entrada de una polla»
Me dio una botella de nata líquida en spray. «Toma la llave, ve al almacén, ponte la ropa de payaso que he dejado colgada, ponte la máscara, el sombrero y espera»
No tardó ni cinco minutos en llegar riendo con la niña y hablando en francés los dos. Ella se sorprendió gratamente al verme vestido de payaso.
Al verla de mas cerca me pareció más apetecible y, solo de imaginar lo que podría venir, me comenzó una erección. Nikki me dijo que me abriera la bragueta y me pusiera nata en el pene. Mientras lo hacía, la niña ya se acercó a mi polla (estando de pie llegaba a la altura precisa) y comenzó a lamer la nata (y mi polla) con deleitable fruición, lo que me provocó un gusto y un placer inmenso.
Sin perder tiempo, Nikki puso dos cojines bajo las piernas de la niña, con suficiente altura para poder acceder al chochito. Le bajó sus braguitas y comenzó a lamer su chochete, con lo cual la niña dio un respingo y se agarró mas fuerte a mi polla y chupaba y chupaba con una desesperación enorme.
No me pude contener y solté una eyaculación con tal fuerza, que el semen se le salía por las comisuras de los labios, pero ella no paraba de mamar y yo de eyacular. Nikki, estaba disfrutando comiendo todo con gusto. Observé que se había quitado los pantalones y se acariciaba su erecto pene con suavidad, como no queriendo que se desbocara mucho.
Yo acabé de eyacular, pero la niña no soltaba mi polla, así que, por supuesto, la dejé seguir porque mi erección no había bajado.
Necesitaba respirar un poco, así que primero me quité la máscara y poco a poco el traje, sin estorbar el trabajo de la nena. Aproveché un receso y le saqué el vestidito a la niña, quedándose también desnuda. Precioso cuerpecito.
Entonces Nikki, con mucha tranquilidad salió de debajo de la niña, se desnudó también, cogió un tubo de crema y le puso un poco en el culito de la niña y comenzó a poner su polla directa en el culo, paseandola por aquí y por allí, disfrutando mucho, mucho, y la niña también.
Yo viendo aquello y con el trabajo que me estaba haciendo la niña volví a tenerla más dura y con mayor placer porque podría durar más tiempo que antes.
Nikki comenzó a meter su polla un poco. La niña gimió de placer. Un poco más y la niña se quejó, pero no mucho. Se agarraba a mi polla y chupaba y chupaba… ¡¡¡Que placer!!!. Vi que Nikki ya se movía lenta pero de forma rítmica agarrado por sus caderas. La niña paró un momento de chupar para respirar. La acaricie en el pelo. Me miró y me sonrió, mientras Nikki la penetraba y ella gemía de placer. Volvió a agarrase a mi polla cuando Nikki comenzó a correrse gimiendo y agarrando a la niña mas fuerte de las caderas y a cada empuje de Nikki, mas hundía su boca en mi pene, llegando un momento en que ya no podía mas y la cogí del pelo y le hice que se moviera más y chupara más fuerte. ¡¡¡Oooooohh!!! ¡¡¡Que gusto!!!…mientras Nikki ya había salido y se dejó caer al suelo para descansar, satisfecho. Yo le decía «como me la comes putita», «come todo que te gusta mucho», «toma, come toda la nata, aaaaaahhh», ¡¡¡¡Aaaaaaahhhhh!!!!
Como seguía chupando la nena. Sin parar como si hubiera enloquecido. Y Nikki que estaba atento le metió del dedo en el chochete y la empezó a masturbar. Ella se soltó de mi para abrazar a Nikki y poder respirar mientras tenía un orgasmo espectacular. No os podéis creer cuan fuerte puede ser un orgasmo en un cuerpo tan pequeño.
Al rato, la niña se calmó y se puso a hablar en francés con Nikki, con una cara de felicidad insuperable.
Cuando acabamos, nos sentamos donde pudimos y Nikki encendió un cigarrillo de hierba (muy buena calidad) y me lo pasó. La niña vino donde yo estaba y se sentó entre mis piernas, dándome besitos en los labios y en la cara mientras paseaba su coñito por mi polla. ¡¡¡ Ummmh, que gustito !!!, ya me empezaba otra erección.
De repente, alguien llamó a la puerta con golpes muy seguidos, diciendo en voz baja: ¡Nikki! – ¡¡¡¡¡¡Nikkiiiiiiii…!!!!!!
Viktarugo
Y como se la folla?
Gracias por interesarte, amigo. Intentaré explicar aquí lo que quizá no expliqué bien en el relato: Yo estoy en pié, disfrazado de payaso. La niña (¡uuuummmmmhhh!) también está en pié y me llega exactamente a la altura de mi polla. Nikki puso unos cojines entre las piernas de la niña, le bajó su braguita, se recostó con la cara hacia arriba y comía dulcemente el chochito de la niña. Al mismo tiempo, mientras seguía tumbado, se iba quitando los pantalones y acariciando su pene liberado. Después, se levantó (mientras la niña seguía comiendo mi polla y me pedía que pusiera más nata de vez en cuando), se desnudó y cogió un bote de crema para ponerle en el culito a la niña (antes yo le había quitado el minúsculo vestido que llevaba puesto y me había despojado de la ropa de payaso). Cuando ya creyó que el culito de la niña estaba preparado, se puso de rodillas encima de los cojines y comenzó a penetrar a la niña por el culo, porque justo coincidía a esa altura su polla y el culito, y así fue que se la folló, por el culo.
¡Uf! Me he puesto calentorro al recordarlo de nuevo. ¡Que lo disfrutes! Adiós.