CASI SOBRINOS – 1
La fiesta de fin de año me depara lindas e inesperadas sorpresas y… habrá que seguir disfrutando..
Comenzamos con una nueva historia, espero les agrade.
UNA REUNIÓN DE FIN DE AÑO. (1).
Hola, me llamo José Luis, tengo veintinueve años ya cumplidos y estoy transitando los treinta. Mido un metro con ochenta, tengo el cabello castaño claro, espaldas anchas, buenas “tablas”, un físico bien conservado porque siempre fui un buen deportista y me prendía en cualquier disciplina entrenando a full en lo que emprendía. Tampoco se puede decir que soy un tipo feo, tengo ojos claros adornados con largas pestañas de color negro, buen corte de rostro y una boca tentadora, además, bastante “ligador” pues desde los dieciséis hasta, más o menos, los veintitrés, no había perdonado “agujero gentil” que se presentara. Desde allí en más, por más que me “tiraran los perros” me mantenía en “mis trece”, mucha jarana, pero sólo aceptaba las chanzas y de allí no pasaba.
Hacía seis años que trabajaba en esa multinacional como ayudante de Contador respaldado por mi Título de Licenciado en Economía y alejado del dominio de mi padre que me quería absorber en el enorme comercio de venta de herramientas de todo tipo que tenía. Todo esto porque quería forjarme mi propio porvenir y opté por “buscarme la vida” apartado de sus “tentáculos”. Mi modo de actuar y de ser era muy mío y, desde hacía cinco años, a pesar de múltiples tentaciones, nunca se me ocurrió, hacerle una trastada a la que era mi novia y luego fue mi esposa durante tres años. En el momento en que cuento esto ya no era así, estaba divorciado, rebosaba testosterona hasta por los sobacos, pero, haberme comportado como un frígido inalcanzable durante tanto tiempo me pasaba sus facturas.
Además, aunque quisiera volver a recorrer caminos ya transitados, me encontraba totalmente desentrenado para acercarme a algún intento, creía poco en la gente y, verdaderamente, estaba convertido casi en una piltrafa. Me había separado definitivamente hacía varios meses y psíquicamente anduve hecho pelotas desde mucho antes, pero, estaba en franca recuperación. En la empresa habían tenido una cierta consideración por mis despelotes matrimoniales, pero allí no era cuestión de abusar y yo no quería ni se me ocurría dejar de trabajar.
La buena cama y presencia, el buen ingreso, el amor, mi fidelidad y las atenciones no le importaron una mierda a mi “ex”, resultó ser una ninfómana. No, no, perdón, me estoy expresando mal, la Ninfomanía es una adicción que se manifiesta con deseos exacerbados por el sexo, pero, en este caso, ella resultó ser una “adoradora de vergas ajenas”. “Puta”, porque, llegué a descubrir que tenía dos amantes fijos que mantenían sus gustos caros (iluso de mí que siempre creí que era buena administrador de la Economía familiar) y “viciosa” porque ni al repartidor del Supermercado perdonó.
No voy a contar acá como fue que la descubrí y porque le puse un Detective para recopilar pruebas porque sería demasiado largo, pero las pruebas sobraron y gracias a ellas, zafé de pasarle mantenimiento y/o de repartir mis bienes con la hija de remil…, la otra ventaja fue la de no tener hijos. Por la casa también estuve tranquilo porque, aunque era una propiedad importante que ocupaba media manzana en una localidad cercana a la capital, era herencia de mis padres y eso no entraba dentro de los bienes gananciales.
Tampoco se podía meter mano al fideicomiso de casi ocho millones de dólares resultante del Seguro de Vida, la venta del comercio de mi padre y del Juicio favorable que resultó beneficioso por el accidente de tránsito que les costó la vida a ambos hacía cuatro años atrás, pues, aunque me liquidaran intereses mensuales en dólares que podía retirar, no podía disponer del total hasta que hubiese cumplido treinta años.
Seguía trabajando y me enfrascaba en eso porque así me lo había metido en la cabeza desde un principio y porque actuaba como una catarsis o terapia que yo mismo me recomendaba. El caso es que en la empresa sólo sabían de mis problemas matrimoniales, el Contador en Jefe que me bancó un montón y mi “amigo” Javier, también Ayudante de Contador como yo, pero con siete años más de edad y más antigüedad en la empresa, venía a ser mi superior, aunque sólo en los papeles y él lo tenía muy claro.
Mi capacidad lo superaba, fundamentalmente en mi actualización y desempeño, pero si yo ascendía un peldaño en la consideración de la empresa, él perdía su trabajo y, a su edad, sus posibilidades de resurgir mermaban, pues siempre había sido una especie de “ratón de escritorio”. Como fuere, nuestro acercamiento había sido mutuo desde el principio y siempre preferí que los posibles logros laborales fueran de él, eso también lo teníamos claro los dos, de alguna manera, su buen pasar y su porvenir dependían en gran parte de mis ganas de trascender.
El caso fue que yo no tenía familiares cercanos, mi “ex” tampoco y Julia, la esposa de Javier no quiso que pasara solo la noche del 31 de diciembre e hizo que el marido insistiera para que cenáramos juntos los seis, esto es Javier, Julia, Cynthia de casi 13 años, Francisco de 10 años, Tomás de 9 años y yo, lógicamente.
A las ocho de la tarde-noche del último día del año llamé a la puerta de la casa de mi amigo y fue Julia junto con los hijos varones quienes me recibieron. Saltaba a las claras que yo no era pariente directo de ninguna parte de la familia, eran todos bajitos y de buen comer, leído así daría a entender que eran “gorditos”, no, nada que ver, el único que tenía su pancita desarrollada era Javier y, con su metro setenta y con su incipiente calvicie, podría pasar por un “gordito”. Julia mediría un poco más de un metro con sesenta y cinco que, con los tacos de sus sandalias equiparaba la altura del esposo. Era, lo que se puede llamar, una “petisa” hermosa y llamativa, el cabello era oscuro, igual sus ojos vivaces y parecía destilar alegría y buena onda.
Ya me habían hecho saber que la vestimenta sería informal pues habría asado y el calor de la noche era agobiante, más para brindar adentro de una pileta que para comer turrones. Yo vestía una remera y la bermuda, Julia tenía también una remera que no tapaba su ombligo y un short de jeans bastante cavado, ambas prendas dejaban apreciar que tetas altivas y duras tenía para regalar y su culito parado y macizo parecía resaltar más.
Los chicos tenían puesto solamente un shorcito de lycra y se notaba que habían salido de la pileta para saludarme, me abrazaron los dos al grito de “tíooo” apoyándose en mis muslos, Tomasito, el más chico de ellos lo hizo apoyando su cara sobre el bulto y Francisco sobre el lado contrario dejándome ambos las marcas húmedas por tener sus cabellos mojados. “¡Chicos, miren como lo dejaron al tío!”, -les reconvino la madre que tampoco se privó de mirar el “paquete”-. Por si la aclaración vale, aun estando dormida, el bulto que hacía mi pija de 21×6 no solía pasar desapercibido.
Posiblemente fuese por mi abstinencia forzada, pero se me dio por pensar que a Julia el bulto no le disgustó, pues se tomó de mi brazo apoyando su teta en él y fue sin ningún decoro, luego me llevó al interior, los chicos caminaron delante de nosotros y hasta los culitos gorditos, parados y bien armados de ellos me gustaron. Definitivamente, estaba pasado de leche acumulada en mis huevos, pues nunca se me había pasado por la mente eso de mirar culitos infantiles y no sólo lo estaba haciendo, sino que, me agradaba lo que veía.
En los fondos estaba Javier que me saludó desde la parrilla y Cynthia que salió de la pileta para saludarme con un beso sin arrimarse porque chorreaba agua por todo su cuerpo. Era un clon de su madre, aunque le faltaba desarrollo, pero ya se le notaban las tetas que parecían más grandes que cualquiera de las chicas de trece años que había conocido y el culito era más que similar, eso sí, posiblemente por lo juvenil, se le notaba más la picardía y el desparpajo al hablar o moverse.
Le dejé a Julia las dos bolsas que había traído con tres botellas de champagne, algunos turrones españoles y regalos para todos ellos, salvo para Javier, quien me había asesorado sobre lo que quería su mujer y su hija y recomendado que para él no quería nada. Había jeans de última moda, un par de zapatillas por hijo, dos remeras para cada uno de ellos y un par de juegos para la Play.
A pesar de lo que la esposa de mi amigo decía sobre el gasto que había hecho, me habían salido “chauchas”. Yo decía que le brindaba “bajo cuerda” asesoramiento contable y económico a un amigo de mi padre, dueño de una gran tienda que se dedicaba a la venta de esas prendas y algunas cosas ni siquiera me las cobraron y otras fueron al costo, no era tan así, pero… Hubo un extra en esto y en eso si gasté, pero, quizás por hacer ver que podía, me pareció producente.
Esto fue un vale con todo incluido para concurrir un fin de semana completo a un importante Spa de una Localidad distante a unos cincuenta kilómetros. Julia saltaba de alegría por esto y se colgó de mi cuello para agradecerme, me contuve a tiempo para mantener la línea y no cerrar mis manos en esas nalgas tentadoras, opté por tomarla de la cintura sintiendo sus tetas duras en mi estómago.
- Esto para mí es un sueño, el problema va a ser convencer a troglodita que tengo por marido, -dijo sonriendo y en voz alta para que mi amigo escuchara y siguió-… Lo voy a hacer adelgazar como diez kilos, lo primero que haré es comprarme una tanga y después “ñacate”, jajaja.
- Ni me quiero imaginar, pero yo te puedo conseguir cualquier traje de baño a menos del costo, -le dije pecando de “bocón”-.
- Aprovechá que tiene descuentos en una de esas tiendas que venden todos esos trapos, de paso, si necesitás algo más me ahorro de gastar una enormidad en los lugares en que vos comprás, -acotó Javier riendo-.
- ¡José Luis!… ¿Es verdad lo que está diciendo mi marido?
- Sí, es verdad, cuando gustes vamos.
- Tío, yo también quiero una tanga y ropa interior, -se mandó la nena-.
- Está bien, aunque eso lo decide tu madre, -le dije, pero con ganas de decirle que me tendría que mostrar puesta la ropa nueva-.
Me sorprendí a mí mismo pensando así, la proximidad de ese muestrario de culitos y saber que era el último día de un año de mierda, actuaba directamente en mi libido. Javier dijo que aún faltaba bastante para el asado y me invitó a que me refrescara un poco en la pileta, no tuve mucho que pensar, el calor era demoledor, él hizo punta y diciendo que comeríamos en unos cuarenta minutos se arrojó al agua delante de mí. Yo no pude hacerlo por las mías los dos nenes y la nena, apenas dejé sobre una mesa las cosas que llevaba en los bolsillos de mi bermuda, riendo alborozados, me empujaron poniendo las manos en mis nalgas. Luego de esto, salvo Julia que me miraba desde el borde, cruzando los brazos por debajo de sus tetas, estuvimos todos en el agua que estaba fantástica y renovadora.
Javier estuvo poco tiempo en la pileta y salió luego de un par de brazadas largas, Julia se fue con él para ayudarlo con las ensaladas y yo quedé sólo con los tres chicos, allí fue cuando todo comenzó a convertirse en algo surrealista, nada me terminaba de cerrar, tampoco lo entendía, pero la calentura que me agarré no tardó en hacerse presente y me solté más de lo que yo mismo esperaba. Cynthia se acercó a mí, me abrazó a la altura de la cintura y mostrándose cariñosa, apoyó sus tetitas duras en mi bulto, sin dudas, sabiendo lo que hacía.
- Tío, ¿es verdad que me vas a comprar una tanga y unos conjuntos de ropa interior “picantes”?
- Si vos los querés yo te los compro, pero habrá que ver lo que dice tu madre, además, ¿a quién vas mostrarle esos conjuntos “picantes” como vos decís?
- No sé si mi mamá va a querer, pero si los tuviera, hay un noviecito que tengo y se los podría mostrar a él.
- ¡Ahh, claro, mirá qué bien!, yo te los regalo y vos le vas a mostrar la “mercadería” a otro, vas a hacer que me ponga celoso.
- Dale tío, no seas malo, igual no lo voy a ver hasta fines de febrero, si querés te los muestro a vos, aunque no sé si te puede gustar una chiquita gordita con el culito grande, vos debés tener novias altas y tetonas.
- No tengo novias y no hables así porque si te escuchan tu madre o tu padre se van a enojar con los dos porque a mí me gusta tu culito y tus tetotas, -ni tiempo tuve para arrepentirme, pero, ya estaba dicho-.
- ¡Tíooo!… ¡¿De verdad te gusta mi culito gordito?!, -preguntó interesada y moviendo las tetas apoyadas en mí-.
- Sí, me encanta, pero no hables en voz alta porque van a escuchar tus hermanos, además vos sos muy chica.
- No soy chica y ya hago “cosas” con mi novio que tiene dieciséis, pero no cuentes nada porque mi mamá me mata.
- Eso ya no me gusta mucho, me vas a tener que contar que cosas hacés con tu novio.
- Me da “cosa” tío”, pero a vos te puedo contar, eso sí, confío en vos para que no digas nada, él me toca por todos lados y le tengo que besar el “pito”, aunque me parece que el tuyo es mucho más grande, -me dijo dándome un apretón al bulto que ya no podía disimular las ganas de emerger, aunque lo soltó rápido-.
- Pará loquita, -reconozco que me “solté”, pero no me importó-, no creo que puedas aguantar el de tu tío, pero yo te puedo enseñar muchas más cosas que lo que te puede enseñar tu noviecito, ¿acaso ya te la metió?
- No tío, toda todavía no, el último día que nos vimos me metió un poco la cabecita en la cola, pero no pudo entrar más y me enchastró toda con su… bueno, ya sabés…
- ¿Te dolió?
- Un poquito, pero tenía muchas ganas y no sentí eso que siento cuando juego con mis dedos.
- Vamos a tener que buscar la manera de estar solos para que aprendas a gozar con ganas, ahora andá a nadar para que nadie sospeche nada.
La alejé dándole una palmada, casi caricia en esas nalgas duras y mi verga pareció dar un salto de alegría. Me había recalentado la nena, estaba muy excitada, con ganas de probar y parecía que me había elegido. Ni siquiera me puse a pensar en que era la hija de Javier ni que era menor, ese culito pedía verga y había que buscar la oportunidad de ingresar en él, por lo pronto, un par de juegos de lencería me allanarían bastante el camino.
Ni tiempo tuve para seguir pensando en el culito de Cynthia, me giré para salir caminando de la pileta y fue Francisco el que se abrazó a mis muslos y se apoyó en mi bulto morcillón. Fue muy evidente que era precisamente lo que buscaba y mis pruritos y reticencias fueron a parar a la mierda porque le apreté la cabeza con una mano y le hice sentir la dureza de mi verga que crecía.
- Venía a darte las gracias por los regalos que me hiciste y…
- Y, de paso, saber si era cierto lo que te había contado Tomasito, ¿no?, -los había visto cuchichear y hacer señas con las manos sobre el tamaño e imaginé que el más chiquito le contaba al hermano sobre mi bulto-.
- Sí tío, no te enojes, Tommy me contó que era grande y quería saber.
- ¿Qué saben ustedes dos de vergas?, contame todo porque si no le digo a tu papá.
- No tío, por favor, no le digas nada a papá porque después toma whisky, se pone como loco, nos pega con el cinto y también se enoja con mamá y se arma lío, -disimulé bastante la sorpresa, porque, sin comerla ni beberla, me enteraba de cosas que ignoraba por completo-.
- Está bien, trataré de no decir nada, pero me tenés que contar todo.
- Nosotros “jugamos” con Tommy a chuparnos los pititos estando invertidos como vimos en un video, lo hacemos hasta que nos dan las “cosquillas” y él, a veces, me mete hasta la mitad un pito de plástico que tiene mamá escondido, -se me cruzó preguntarle de qué video me hablaba y me salió otra pregunta-.
- ¿A él también le entra?, -pregunté con el morbo a mil-.
- Muy poquito porque es más chiquito, pero parece que se frenara, a mí también me pasa eso y me duele.
- Eso es porque no le ponen ningún lubricante, ¿se animan a que yo juegue con ustedes y les enseñe?, eso sí, no pueden comentarlo ni hablarlo con nadie porque los van a meter en un reformatorio para menores a los dos.
- No tío, no vamos a decir nada a nadie, mi papá se enojaría mucho y no queremos que nos metan ahí.
- Bueno, pero primero voy a comenzar con vos, sentate a mi lado en la escalera y dejá que juegue un ratito con tu culito, -nos sentamos en la escalera de escalones anchos y vi que Cynthia salía de la pileta llamada por la madre, Tomasito parecía estar en su mundo-. Tocame la verga por sobre la ropa y dejá que meta la mano en tu culito y ojo, ni a tu hermano podés contarle, ¿estás de acuerdo?
- Sí tío, pero ¿me vas a meter tu verga en mi culito?, -preguntaba apretándola-
- Ahora no, pero, ¿te gustaría?
- Sí que me gustaría, aunque creo que me va a doler, es muy grande para mi agujerito, es más grande que el pito de plástico de mami, igual podemos ver hasta dónde aguanto, ¿no? En el video vimos que a un chico se la iban metiendo toda y después le gustaba.
No daba para seguir hablando y mientras él me acariciaba el bulto dándole apretones como con miedo, metí la mano por el short y luego de apretar sus nalgas macizas, le mandé el dedo medio por la zanja y busqué su agujerito que parecía latir. Al introducir la primera falange del dedo acusó el ingreso tensionándose y se quejó, pero más que quejido de dolor, fue un gemido de placer y, al entrar y salir despacio sin avanzar comenzó a aflojarse permitiendo que el dedo avanzara hasta la mitad.
Yo tenía los huevos a reventar y no me importó lo que pudiera pasar, entonces probé de introducir también la yema del índice. Ni problemas que se hizo e incrementó un tanto sus gemidos, le pregunté si estaba bien y me contestó con la voz estrangulada… “Sí, estoy bien, parece que me entrara el pito de plástico y me están por venir las cosquillas”. Noté cuando eso pasó y lo sentí en los dedos por el apretón que dio con el esfínter al contraer sus músculos por el orgasmo seco que experimentó.
Lo dejé que se recuperara y me miró con los ojos brillantes diciendo: “Me gustó mucho tío, ¿cuándo me vas a meter tu pito de carne?” … Menudo problema que se me presentaba, si por mi fuera “pelaba” allí mismo en la escalera y lo sentaba arriba al putito, pero, había que buscar el momento. El llamado a cenar me sacó de mis pensamientos y le contesté que ya buscaríamos la oportunidad, lo mandé a salir del agua y nadé un par de largos para “aflojarme”.
Julia nos mandó a todos a cambiarnos para recibir el año como correspondía y con mi pequeño bolso en la mano me tocó hacerlo en la habitación de los dos chicos y justo se dio que la madre lo retó a Tommy porque no se había secado bien y no quería que se sentara a la mesa con el cabello largo todo mojado, entonces lo llevó aparte para secarle el cabello con el secador. Era una buena oportunidad para deslecharme y no la desaproveché. No bien lo vi a Francisco que se sacaba el short y quedaba con el culito al aire, la verga se me puso como un ladrillo. “Acomodate bien Fran, mostrame como la chupás y tomate toda la leche, no tengas miedo, yo te voy a guiar”, -le dije acercándolo a mí y se acomodó de panza en la cama-.
Su cabeza quedara a la altura de mi verga pues lo haría de parado en el piso, apoyando mis rodillas en el borde de la cama. Había cerrado la puerta, pero debía apurarme y él no sabía nada de chupar una pija de adulto, entonces le pedí que tuviera cuidado con los dientes y me dejara a mí. Se aguantó bastante bien la “cogida de boca” y pasó por alto un par de arcadas, aunque, claro está, no lo quise forzar, ya habría tiempo para que se la comiera hasta la garganta. Entraba y salía con ritmo de su boca y mi dedo se ocupaba de su culito parado que se movía como enfebrecido por el continuo entrar y salir del dedo convenientemente ensalivado.
Puse la mano en mi verga para no entrar en demasía y mientras él tenía sus “cosquillas” gimiendo y apretando con su esfínter los dos dedos enterrados en su culo virgen de pija, le llené la boca de leche, mordiéndome para no gemir por el placer que me ocasionó esa acabada. Él la sacó de su boca y me miró con cara de satisfacción, pero lo tomé de los cabellos para decirle que tenía que limpiarla bien, lo hizo como si lo hubiera practicado siempre y luego expresó como entregado que tenía muchas ganas de sentirme adentro de su culito.
Lo que él no sabía era que no tendría contemplaciones con ese culo ni con los de ninguno de sus hermanos, eran fantásticos, sacaban lo peor o lo mejor de mí y, lo lamentaba por Javier, pero si Julia se ponía a tiro, también la pasaría por la piedra, se me hacía que le faltaba “carne de verga” a granel. De todos modos, no quería apurarme, tiempo al tiempo y culitos a mi pija más inquieta que nunca. Lo mandé a Francisco a enjuagarse la boca y terminé de cambiarme para abrir la puerta.
Estaba todo listo para sentarnos a cenar y se lo vio a Javier que estaba “alegrón” por el vino ingerido mientras hacía el asado, comimos muy bien y, al momento de los brindis, yo acompañé con un par de copas de champagne, Julia se tomó más de media botella y Javier se bajó el sólo la restante, la otra había quedado para el primero de enero.
A la medianoche no hubo fuegos artificiales propios, pero disfrutamos bastante sentados en el parque mientras el cielo se llenaba de luces multicolores. Como a las dos de la mañana Julia y Javier pidiendo permiso a una pierna para mover a la otra y abrazados, se retiraron a su habitación. A Tommy lo tuve que llevar yo a su cuarto y, aunque mi mano se entretuvo en sus nalgas duritas, él ni cuenta se dio, estaba fundido de todo el día. Fran pretendía aguantar, pero se dormía de parado y fue su hermana quien lo acompañó, también quedó “mosca” enseguida y Cynthia me miró como para saber qué haríamos.
- Tengo ganas de entrar en tu cola, ¿te animás?, -le pregunté lanzado, pasándole la lengua por la oreja y tocando el tubito de crema humectante que tenía en el bolsillo y que llevaba para mi cara previendo el sol del día siguiente-.
- Me da un poco de miedo porque la tenés muy grande, pero te la puedo chupar un rato, -contestó creyendo que, de alguna manera zafaría con eso-.
Nos fuimos a sentar en una de las reposeras que había en una parte más oscura del parque y allí no la dejé hacer nada. Se sorprendió cuando mi boca se “comió” sus labios y mi lengua se paseó oronda por el interior de su boca, no sabía mucho y se vio obligada a aprender con rapidez, pero, aguantándose los gemidos para que no se escucharan en el silencio de la noche, me devolvió los besos con pasión y ganas. El principio de la locura que después llegó a exhibir fue precisamente con los besos en la boca, siguió con una cadena de besos pequeños en el cuello y continuó con sus virginales tetas firmes de pezoncitos endurecidos, se las gasté en base a lengua, pequeños mordiscos a los pezones y absorbiéndolos con suavidad.
Desde allí al estómago aguantando sus contracciones y ella misma ayudó a que le sacara lo que le quedaba de ropa, estaba totalmente desnuda y ya no me detuve. Se mordía las manos para no gritar o gemir en voz alta cuando mi lengua como estilete se hizo dueña de su orificio empapado, apenas si tenía un poco de cierta “pelusa” apareciendo sobre el pubis y me moví a mis anchas.
Le levanté las piernas para tener mejor acceso y arrodillado en el piso lamí, chupé y absorbí, no sólo su vagina, sino que estiré el pasaje de mi lengua hasta su orificio escondido entre las nalgas que parecían encerrar un tesoro. Entendí porque el noviecito había metido sólo la cabeza, tratar de cogerla desde atrás era una odisea, las nalgas duras no permitirían el paso franco del ariete, yo mismo pensé que no podría entrar más de la mitad de mi verga en esa posición.
La pendeja era de las que yo llamo “sólo para cogerlas de patitas al hombro” y es lo que pretendía hacer. Había notado un par de contracciones y temblores fuertes cuando me ocupaba de la vagina y del clítoris, claro que con el culito tendría que ser mejor. Estaba totalmente abandonada a lo que yo quisiera hacer cuando dos dedos encremados se ocupaban de horadar y dilatar su culito, con un tercero se quejó un poco, pero se adaptó enseguida y llegaba el momento de “hacerle la cola” a mi gusto, esto porque una vez que entrara el glande, no me sacaban de allí ni pataleando ni gritando.
“Despacio tío, me va a doler un montón”, -alcanzó a decir cuando mi glande también encremado recorrió su zanja y se detuvo ante el ano palpitante-. Su primera vez completa debería ser inolvidable, por eso no empujé ni hice fuerza, busqué de mover el glande haciendo que entrara poco a poco y pronto lo tuve todo adentro. Su esfínter me apretaba como nunca y Cynthia se mordía para no gritar, lo que le estaba entrando en el culito no era joda, los ojos le brillaban llenos de lágrimas y, para que voy a negarlo, me encantaba estar haciendo esa cola virgencita. Como fuere, podía aguantar y no pensaba apurarme pues la crema cumplía su función y yo entraba despacio, pero sin pausas.
“Ayyy, tío, esperá un poquito, me duele, me duele mucho”, -decía la nena con un tono lastimero en la voz-. Le contesté que ya lo sabía y esperé un poco a que se fuera acostumbrando, mientras tanto mis manos no se quedaban quietas y se ocupaban, una de sus tetas y pezones y la otra, con el pulgar más activo que nunca, acariciando su clítoris diminuto y receptivo. Ella agradeció estas caricias y no tuvo mejor modo para hacerlo que comenzar a moverse y empujar despacio con sus caderas, sus ganas renacieron y trataba de avanzar sus nalgas para que yo insistiera en la penetración, pero, aunque la idea me martillaba en la cabeza, en lugar de dar un caderazo me movía con suavidad tratando de entrar cada vez un poco más.
Me sonreí cuando faltaba muy poco para guardar completamente mi verga en ese estuche estrecho, pues le dije: “Este momento es mío”, -lo expresé antes de taparle la boca y enterrarle los últimos dos centímetros con un movimiento de caderas-. No gritó, no pudo hacerlo, pero sus ojos se abrieron como con espanto, mi pelvis besaba sus nalgas duras y allí me quedé esperando. De a poco su cara se dulcificó y me habló tartamudeando, “me la, me la enterraste to toda, la sien, siento hasta en la, la panza, despaci cito tío, me, me parece que me vas a arrancar todo”.
Sentía que el interior de su culito me apretaba la verga en toda su extensión y cuando sentí que se aflojaba un poco, comencé a moverme, estaba penetrada totalmente, su culo no podía recibir más carne en barra y lo aceptó tratando de seguir mi ritmo, incluso lo incrementaba y para eso se afirmaba con sus manos en mis antebrazos.
- ¡Qué hermoso culito me entregaste Cynthia!, es hermoso, nunca tuve nada igual, movete, movete con ganas y gozá, -le decía hablándole suavemente-.
- Sí tío sí, me gusta que vos me haya roto el culito, ya no me duele tanto, movete un poquito más, creo que voy a estallar, parece que me corriera electricidad desde la columna, ayyy tío, ayyy tío, me viene, quiero que me cojas siempre.
- Te voy a coger siempre, pero este culito será sólo mío y no quiero a una pendeja cargosa rondándome, ¿entendés?
- Si tío, quedate tranquilo, seguí, metela más profundo.
- Acomodate en cuatro quiero verte todo el culo cuando te lo llene de leche calentita, -aceptó de inmediato, se aguantó el dolor cuando se la saqué del culo y esperé a que se pusiera como yo quería-.
Con el poco de luz que venía de un farol ubicado cerca pude ver el hueco que le había quedado entre esas nalgas que ya no estaban tan cerradas y se la volví a meter aferrándome a sus caderas con mis dos manos. El ritmo se incrementó y no lo pudo seguir, pero emitió varios quejidos al sentirla toda adentro, tuve que mantenerla con mis manos para evitar que se desplomara cuando le llené las tripas coincidiendo con su orgasmo casi convulsivo.
Quedó destruida, la cogida había sido tremenda, aunque yo no estaba mejor, me encantó el culito de Cynthia y habría más. Como pude la ayudé a llegar a la pileta, entramos caminando hasta la altura de la cintura y aprovechamos esa agua para lavarnos, el cloro mataba todo. El agua fresca nos recuperó y ella se giró para darme un beso y luego me pidió que se la dejara sentir entre las piernas antes de irse a dormir y para eso se trepó con las piernas sosteniéndose con los brazos en mi cuello.
- La próxima será completa y en una cama, tu conchita no puede quedar huérfana de verga.
- Bueno tío, cuando quieras, nunca cogí por ahí, pero la telita me la rompí sola con los dedos.
- No importa mi putita, yo te creo cuando me decís que seré el primero, además me tenés que secar con tu boca tomándote toda la leche y quiero que te limpies siempre bien el culito.
- Dale tío, voy a estar siempre lista para que me cojas dónde sea, ahora me visto y me voy a dormir porque mañana hay que ir a lo de mis abuelos.
Había estado dos horas cogiéndome a la pendeja y me sentía con ganas de seguir porque recordaba el culito de Francisco, era primordial buscar el modo en que lo podía tener a mi disposición. El año había comenzado de una manera inesperada, pero no por eso mala, además “pintaba” para que otros culitos estuvieran a mi alcance, incluido, lógicamente el de Julia, me reí sólo pensando en que había que comparar y ni por las tapas pensé en mi “ex” o en Javier. Me fui a mi habitación y cuando me encontré con la cama me tiré en ella y es lo más que recuerdo.
La habitación estaba en penumbras y me desperté sintiéndome observado, no me moví y como pude entorné mis ojos para ver a quien estaba al lado de mi cama. Tal como lo pensé, era Julia y miraba como hipnotizada a mi verga erecta que parecía querer escaparse de mi bóxer. Cruzaba los dedos y rogaba para que se decidiera a tocarla, pero no se animó, salió despacio de mi cuarto, cerró la puerta y luego la golpeó para despertarme, “Feliz año nuevo José Luis, estamos con el desayuno servido”.
En la cocina estaban todos, los saludé y les deseé feliz año saludándolos uno por uno. Hablamos de cómo lo habíamos pasado y terminado el desayuno Javier me comentó que tenían que ir a almorzar a casa de sus padres y tenían una pelea con los chicos pues ninguno quería ir, “¿vos qué tenés pensado hacer?”, -me preguntó Javier-. Le contesté que no tenía pensado nada en concreto y que, como era feriado, iría a mi casa y lo pasaría en la pileta.
- ¿Por qué me lo preguntás, necesitás algo?, -inquirí-.
- En realidad, sí, -expresó Julia-, Cynthia, sí o sí va con nosotros, con los otros dos vamos a hacer un sorteo democrático, pero necesitaríamos que te quedes con quien se tenga que quedar.
- Yo no tengo problemas, ¿a qué hora regresarían ustedes?
- No sé, algo así como a las seis o siete de la tarde, ya sabés como son esas reuniones familiares, -dijo Javier-.
- En realidad, no se hagan problemas, yo comienzo las vacaciones el 2 de enero y tengo para treinta días, una hora más o menos no me hace, eso sí, el que se quede conmigo me tendrá que acompañar a casa a retirar un par de cosas.
- El que se quede con vos te tendrá que hacer caso en todo, ya saben que yo no hablo por hablar, -expresó Javier mirando serio a los chicos-.
El caso es que se hizo el sorteo y yo esperaba quedarme con Francisco, él también lo esperaba, sabía que sería cogido con una verga mucho más grande que la de plástico que conocía y no estaba para nada en desacuerdo, pero, el beneficiado fue Tommy, la cara de desilusión del mayor de los varones fue evidente, aunque ahí no había lugar para discutir nada. Cynthia no decía nada, ya estaba hecha a la idea de que ella no se quedaría.
Se marcharon enseguida y no bien lo hicieron Tommy me abrazó de la pierna y volvió a colocar su cara contra el bulto, pero esta vez no me hice el desentendido y le pregunté si le gustaba el bulto que me hacía la verga sobre la bermuda, además le aclaré que no me mintiera porque si no se enteraría el padre. Si efectivamente Javier los tenía un tanto atemorizados, no me venía mal usar eso…
- Sí, me gusta porque parece muy grande, -contestó poniéndose colorado y bajando la vista-.
- ¿Te gustan todas las vergas o es la mía sola?
- Sólo conozco la de mi hermano y la de un amiguito del colegio, pero son chiquitas.
- Bueno, contame todo lo que hacés con ellos y que es lo que te gustaría que te hagan.
- Con mi hermano nos chupamos los pititos, también lo chupé a mi amiguito y yo vi en un video que un señor se la metía en la cola a un chico como nosotros y quiero saber que se siente, pero mi hermano y mi amigo no pueden meterla, se les dobla.
- ¿Y vos me vas a dejar que yo te meta la mía que no se dobla?
- No sé, me da miedo porque mi culito es muy chiquito y tu pito es muy grande.
- ¿Qué te parece si primero te la muestro, la chupás toda y después probamos para ver si entra?
- Bueno, dale y también te quiero decir que Fran me metió el pito de plástico de mamá, pero muy poquito porque me duele mucho.
- ¿Querés que probemos primero con el pito de plástico de tu mamá?, te prometo que yo no te voy a hacer doler casi nada.
- Bueno, lo voy a buscar, pero vas a ver que no entra.
Lo acompañé a la habitación de los padres y hurgó en uno de los cajones del placard hasta que dio con un consolador que tenía forma de glande en la punta, pero enseguida se ensanchaba, resultó ser un dilatador anal y aproveché para buscar en el baño un poco de crema, encontré un pote de crema neutra para el cuerpo y eso me venía de perlas.
Nos fuimos directos a la habitación que estaba ocupando yo y le dije que tenía que desnudarse, en realidad, sólo tenía que sacarse el shorcito y lo hizo rápido preguntando a la vez como quería yo que se pusiera. “¿Sabés dar besos de lengua?”, -le pregunté y me contestó que nunca había dado, pero quería que yo le enseñara.
Comencé despacio diciéndole que sacara la lengua y que abriera la boca para recibir la mía, me encantaba comerle la boca y tapar sus labios con los míos, pero me sorprendió porque gemía y gozaba aprendiendo más rápido que Cynthia y Francisco, Tommy estaba hecho para gozar y hacer gozar. Mis manos recorrían todo su cuerpo y se detenían en las nalgas duras que, al igual que sucedía con los hermanos, parecían proteger al agujerito.
Se movió como si recibiera un golpe eléctrico cuando punteé su hoyito con la yema de mi dedo, pero no se movió para tratar de zafar, “si me metés el dedo no me duele”, -dijo esperando que lo penetrara-. No era precisamente en lo que estaba pensando, iba a jugar con mis dedos buscando de dilatarlo, pero él tendría que darme una regia mamada o, por lo menos, intentarlo. “Ponete de costado con tu culito cerca de mi mano y dedicate a chupármela, ojo con los dientes”, -le pedí y no tardó en hacerlo luego de abrir los ojos con asombro cuando vio mi verga al yo sacarme la bermuda.
- Es muy grande tío, no me va a entrar en la boca, -dijo tomándola en sus manitos chiquitas-.
- Vas a ver que va a entrar, tratá de tragarla todo lo que puedas y tomate toda la leche, a los putitos como vos les gusta mucho la leche.
- Nunca tomé de esa leche, no sé si me va a gustar y yo no soy putito.
- Sí señor, no hay dudas, si te gusta la verga sos putito, vas a ser sólo mi putito y no me gusta que me contradigas, -le dije tirándole de las orejas-.
- Bueno tío, no te enojes, ni me pegues, -rogo con los ojos llenos de lágrimas y esperando por más golpes al atajarse la cara con una mano-.
- Si hacés todo bien y no te quejás, te voy a tratar bien, sino, le cuento a tu padre y te doy con el cinto.
No dijo más nada y se abocó a lo que le había pedido, sólo podía meter el glande y un poco más en su boca, pero movía bien la lengua y chupaba con ganas. Yo me dediqué a apretar sus nalgas y a acariciar toda su zanjita haciendo un poco de presión en su agujerito, pero sin llegar a penetrarlo.
Ya con crema, el dedo medio entró sin mayor problema, aunque se notaba que el conducto era demasiado estrecho, no obstante, lo metí todo y comencé a entrar y salir con cierto ritmo de cogida. Tommy se desesperaba y trataba de levantar el culito exigiendo más, pronto fueron el medio y el índice los que incursionaban en su recto y, aunque se tensionó al sentir que entraban, pronto se aflojó y siguió con sus movimientos y gemidos sin sacarse mi verga de la boca.
No podía concentrarme en la mamada que me daba porque mi atención estaba en la dilatación de su culito, por eso le pedí que dejara la boca de lado y se estirara boca abajo. Cuando estuvo así, me arrodillé a su costado y me hice una panzada de “cogida a dedos”. Entraba y salía con ganas del culito, hacía girar los dedos buscando más dilatación y el muy putito gemía cada vez más fuerte, “sí tío, dale así, ya tuve cosquillas dos veces y tengo el pito re duro”, -me decía girando la cara y volvía enseguida a ponerla sobre las sábanas para amortiguar sus gemidos casi gritos.
“Ahora vamos a probar con el pito de plástico, no te va a doler, pero vas a tener que chuparme mejor la verga”, -le dije poniendo más crema en su culito dilatado y en el dilatador anal de la madre-. Se había consustanciado en la premisa de no gritar ni quejarse y lo vi apretar las sábanas con las manos cuando el dilatador comenzó a entrar. En cuanto se tensionaba porque le causaba algo de dolor yo me detenía y seguía luego de que se acostumbrara.
El chirlo seco en la nalga le hizo dar un grito y levanté la voz para decirle que se estaba olvidando de mi pija. Excitado por la cogida con el dilatador y acicateado por el golpe en la nalga pretendió tragar de golpe y las arcadas lo hicieron detenerse, se contuvo e intentó nuevamente, pero ya no pasó de la mitad. No importaba, la mamada era muy buena y, a mí, excitación me sobraba, me obligaba a seguir con el consolador porque si pretendía penetrarlo con mi “aparato” seguramente no pararía hasta estar por completo en su interior y eso lo lastimaría.
Ya tenía ganas de acabar en su boca y, dejándole totalmente metido el “juguete”, me acomodé mejor y le tomé la cabeza para poder darle ritmo a la mamada. Los ojos le lloraban cuando forzaba un poco la entrada hasta que le llené la garganta de leche que tragó sin decir nada, tampoco hubiera podido, tenía la boca llena de carne en barra. No dejé que abandonara la verga hasta haberla limpiado bien y cuando terminó esa tarea, expresó con indisimulable alegría:
- Me metiste todo el pito de plástico y no me dolió casi nada, también me gustó tu leche, ahora siempre me la voy a tomar…
- Cuando yo quiera Tommy, recordalo y guay que juegues con otros chicos, no me tenés que hacer enojar.
Me lo prometió sin dejar de mover sus caderas por el placer que le proporcionaba el “juguete” dentro de su culito. Yo me deleitaba acariciando sus nalgas y no dejé que se sacara el dilatador diciéndole:
- No te lo saques, ponete el shorcito y me vas a acompañar a mi casa, si te molesta te vas a tener que sentar de costado.
- Bueno tío, como vos digas, ¿te puedo hacer una pregunta?
- Dale, preguntá…
- Ya me metiste el pito de plástico y no me dolió, ¿después me vas a meter tu pito de carne?
- Sí, quiero estar metido dentro de tu culito tragón y la vas a tener que aguantar sin quejarte.
Se lo dije haciéndome la película porque pensaba que me lo cogería haciendo que se tragara toda mi verga por el culito que me gustaba más que el de los hermanos y sabía que no era por una cuestión de tamaño o de formas, era porque Tommy gozaba verdaderamente de una buena cogida, además lo sabía transmitir.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excelente inicio de la saga! Esperando el próximo capítulo…
Excelente muy excitante y con morbo.
Que buen comienzo. Ansioso por saber cómo se degeneran los niños y la madre. Estaría bueno que se cojan a Javier también.
Lo gay no me interesa un carajo, pero con la nena fue delicioso y me hiciste sentir como ella.
Me encanta lo lanzada que es. A su edad cogemos casi con cualquiera si podemos. En los nenes me gusta mas que sean gorditos para coger, mas aoetrcibles, asi que entiendo si ella te calienta asi.