CÓMO CONSEGUÍ MI PRIMER NOVIO (GAY)

El inicio de mi orientación sexual.
Primero que nada comienzo aclarando que el siguiente es un relato FICTICIO, mezclado con hechos verídicos de mi vida personas a los que les he agregado otros surgidos de mi imaginación. Se trata por tanto de algo que he venido maquinando en mi cabeza a lo largo de bastante tiempo, y siento que ya estoy listo para publicarlo. Habiendo dicho lo anterior, comienzo:

Mi nombre es Carlos, tengo actualmente 32 años y vivo en un país centroamericano. Cuando me tocó cursar el cuarto grado de educación primaria asistí a un colegio católico en donde conocí al que a día de hoy sigue siendo para mí el chico más guapo que he visto. Su nombre es Irvin, cabello café, ojos color miel y piel trigueña. Él ya llevaba en el colegio uno o dos años antes que yo llegara, pero congeniamos al instante: Nos gustaban las mismas cosas, ver los mismos programas de televisión, los mismos videojuegos , etc.

El caso es que a él se le daban muy bien los deportes, se le notaba en el físico; ya que a tan corta edad se apreciaba que en un futuro iba a tener una complexión digamos… privilegiada; pero los estudios se le dificultaban, y a diferencia de Irvin yo era delgado. En ése aspecto yo era todo lo contrario, ya que me la pasaba leyendo por puro placer como todo un tragalibros y hasta llegué a reprobar la asignatura de educación física. Yo odiaba esa parte de la malla curricular, puesto que consistía casi siempre en que el profesor ponía a los alumnos a jugar partidos de fútbol. Todos estaban encantados menos yo, puesto que ODIO el fútbol; nunca entendí las reglas más allá que cada uno de los dos equipos tiene por objetivo hacer pasar la pelota por el marco del equipo rival. Incluso hice un trato con el maestro, consistente en que yo trotaría alrededor del campo de juego por alrededor de media hora y después de eso sería libre de dedicarme a mi lectura.

Llegué a leer tantos textos que muchas veces cuando en la clase de Literatura, cuando la profesora dejaba como tarea leer algún libro; yo ya lo había leído, y no las ediciones escolares reducidas, sino las obras completas. Al darse cuenta de mis facultades intelectuales, mi profesora de orientación me pidió inscribirme en un programa de ayuda escolar que tenía el colegio, en el que se me asignaría uno de mis compañeros con notas bajas; para así ayudarle en sus estudios. Al responderle que no tenía problema con ello, la maestra me preguntó si yo tenía algún compañero en mente al que pudiera serle de ayuda; y de inmediato le dije que si podía elegir me gustaría estar con Irvin, ya que éramos muy buenos amigos y congeniábamos bastante bien. Vale aclarar que para ése momento yo no me había dado cuenta de mi orientación sexual: Si elegí a Irvin, fue porque sinceramente yo lo consideraba mi amigo; y me imaginé a los dos luego de estudiar viendo televisión o jugando a algún videojuego.

Es así que se le notificó a Irvin que yo sería su tutor en los estudios, y a él le pareció bien; de hecho él mismo dijo que me prefería a mí por sobre los otros, ya que ellos le explicaban las cosas haciéndolo sentir un tonto. Comenzamos nuestras clases particulares a partir de la siguiente semana en nuestras respectivas casas, ya que vivíamos a dos cuadras uno del otro; y cuando necesitábamos algún material didáctico nos desplazábamos a la biblioteca de la escuela.

Así se nos pasó el tiempo hasta llegar a los exámenes de fin de curso. Previo al primer día de examen la maestra nos por separado, y nos dijo que le sorprendía sobremanera el avance de Irvin: Su participación en clases había mejorado totalmente ya que desde que lo tomé a mi cuidado no tuvo que hacerle un solo llamado de atención, todas sus tareas fueron presentadas a tiempo y de manera impecable, sus notas en los exámenes intermedios subieron radicalmente, y hasta logró hacer tiempo para cursar asignaturas optativas. Consecuencia de lo anterior nos hizo saber que recomendaría que siguiéramos juntos durante el siguiente año escolar. Los exámenes finalizaron, y los dos conseguimos las notas más altas del salón.

La historia se repitió por toda la escuela primaria, pero todo comenzó a cambiar cuando iniciamos la secundaria: Es en éste momento que todos los chicos de mi salón iniciaron con su interés por las chicas. Hablaban entre ellos respecto a quiénes eran las más bonitas, con las mejores curvas, los mejores “atributos”, si las preferían rubias o morenas. Y al preguntarme a mí cómo las prefería yo respondía con evasivas, porque sentía que había algo diferente en mí; que en caso de revelarse no sería bien visto. Oía los comentarios despectivos de “culero” o “maricón” para referirse a alguien falto de hombría. Comenzamos a cursar una asignatura llamada Psicología de la Adolescencia en la que se tocaban temas como las diferencias latentes entre el cuerpo tanto masculino como femenino que se suscitan al iniciar la etapa de la pubertad, educación y planificación familiar para evitar embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y por supuesto la homosexualidad. Al entrar a éste último tema mis compañeros lo veían a manera de chiste, y a pesar que el profesor decía que no había absolutamente nada malo con la homosexualidad; yo claramente percibía que no era bien visto por la sociedad.

De hecho, de vez en cuando los medios informativos de mi país de vez en cuando publican notas periodísticas en redes sociales que ciertos grupos buscan legalizar el matrimonio entre dos personas del mismo sexo; y con eso llueven comentarios de los conservadores que se escudan en la biblia diciendo que eso es una aberración y que va contra las sagradas escrituras. Por ello y a mi edad no me atrevo a decirle frente a frente a mi familia “soy gay, me gustan los hombres”.

Bueno, creo que me voy desviando de la historia original y además ya se va extendiendo algo. Si quieren saber lo que pasó entre Irvin y yo, comenten (les aseguro que al final de la historia lo terminamos haciendo). Nos leemos luego.