CREÍ QUE ERA UNA NENA ALBINA. 4/5.
Darío regresa por más, Josefina resulta ser una pervertida y “pinta” un chantaje infame que no me mueve un pelo..
Dormí como dos o tres horas y me desperté, ya estaba oscuro, debían ser como las diez de la noche porque escuché que Josefina me preguntaba en voz alta si iba a cenar y me decía que ellos ya lo habían hecho. “Dejame algo preparado en la cocina y anda a dormir, yo tengo que trabajar”, -le contesté-, de verdad me aprestaba a trabajar porque la tarde de sexo había dado resultado y tenía las ideas más claras respecto a la parte de la programación que me faltaba resolver y no me preocupé por ella ni por el nene.
Le conocía las mañas a Josefina, miraría un rato de televisión en su cuarto esperando que le hiciera efecto la pastilla para dormir que solía tomar y, al vencerla el sueño, quedaría despatarrada en la cama. Recordé las veces que la había espiado cuando era más chico y las pajas que habían caído por su culo erguido y su semi desnudez. Tenía claro que no despertaría a menos que se hiciera demasiado ruido o se la zamarreara. Bajé a buscar algo para comer y regresé a mi habitación, vi la puerta cerrada del cuarto de Darío y me desentendí pues pensé que también dormiría con la cama de la abuela sólo para él.
Mientras comía frente al ordenador, se me volvió a cruzar Darío por la cabeza, se me hizo patente su culo gordito y la forma en que mi verga lo penetraba entre quejidos por el dolor que experimentaba y también me vino a la mente el grito de júbilo cuando se sintió complemente penetrado o cuando se esmeró para tragarse mi verga hasta la garganta tragando mi leche con deleite. Era evidente que el pendejo se había convertido en un putito consumado y una vez que su culito se hubiera adaptado bien a mi verga lo cogería en cualquier rincón.
La forma de sus nalgas duras y paradas sacaban lo mejor de mí o lo peor, aunque eso me importaba poco. Hasta el día anterior nunca se me había ocurrido ni siquiera fijarme en un culito de nene, pero ahora que lo tenía a mi disposición, debido a las ganas de verga que expresó sin tapujos, pretendía usarlo a como diera lugar. Lo mejor de todo es que el pendejo era bastante pervertido, quiso ser cogido y lo logró, más aún, en su afán de experimentar hasta había pensado en mamar la vagina de su abuela y tenía que aprovechar eso.
Yo estaba sentado en la silla de la computadora terminando mi trabajo y los pensamientos que no dejaban de dar vueltas repercutían directamente en mi verga y la que tuve que acomodar porque dolía de tan erecta que se había puesto. Ya me había recuperado y las ganas de coger nuevamente se hacían notar. El culito de Darío había quedado irritado, no me daba por obligarlo a que se aguantara de nuevo el vergón que se había “comido” y entendía que Josefina no me diría que no si la despertaba, pero no quería “regalarme” tanto con ella.
Ya estaba pensando en que, si no se bajaba iba a tener que recurrir al “trabajo manual”, pero no quería entrar en esa temática y sola comenzó a ponerse “morcillona”, eso hasta que noté que la puerta de mi habitación se abría despacio. Enseguida recuperé la erección porque fuera quien fuera saldría bien cogido de mi dormitorio. Era Darío que se movía con cautela y preguntó:
- Miguel, ¿estás durmiendo?
- No, recién acabo de terminar de trabajar, ¿qué es lo que te pasa?, -pregunté y prendí una pequeña lámpara led cuya luz se podía direccionar y lo alumbré. Casi le salto encima porque sólo tenía puesto un slip que seguramente se le metería entre las nalgas-.
- No puedo dormir pensando en cómo estará mi mamá, fui al cuarto de Josefina y está como desmayada, además mi culito parece como si latiera, ¿es malo eso?
- No lo creo, debe querer más verga, ¿vos que opinás?
- Sí, sí, yo quiero más y no me animaba a pedírtelo.
- Bueno, trabá la puerta y acercate, quiero ver cómo te queda ese slip en el culito, -giró para ir a trabar la puerta, me saqué el bóxer y mi verga respiró aliviada. –
- ¿Te gusta cómo me queda?, -preguntó coqueto dándose vuelta y sus nalgas casi descubiertas parecieron brillar al ser alumbradas.
- Me encanta, pero sos un mentiroso y a mí no me gusta que me mientan, vos querías que te volviera a coger e inventaste lo de tu mamá, -mi voz sonó dura-.
- No, te juro que las dos cosas, pero tu verga me gusta más.
- Está bien, vení, chupala como a mí me gusta y por haber venido a buscarme no te quiero escuchar, aun cuando te coja fuerte.
- Muy fuerte no porque me duele, tu verga es muy grande para mi agujerito.
- Te jodés, vas a tener que morder la almohada y aguantar, yo te dije que tu culo era sólo mío y que no me buscaras a menos que yo tuviera ganas.
- Perdoname Miguel, perdoname, ya me pongo a chupártela.
- Esperá, quedate arrodillado al lado de la silla, yo voy a buscar una crema.
Regresé con una crema humectante y relajante que tenía en mi botiquín y lo vi arrodillado frente a la silla en que yo me sentaría. Su actitud de putito sumiso elevó aún más mi verga sedienta de culo infantil. Me senté y lo dejé que se acomodara entre mis piernas, él sabía lo que tenía que hacer y no perdió tiempo con lamidas, su boca fue directa a chupar mi glande y aspiró el tronco hasta la mitad. La arcada lo sorprendió, pero tardó poco en continuar.
No pensaba en perder tiempo y cuando tenía ¾ partes del tronco metido en la boca, le puse las manos en la cabeza, se tensionó un poco sabiendo lo que venía, pero dejó que yo hiciera la fuerza suficiente para que su nariz tocara mi pelvis. Dos segundos y lo solté, se la sacó de la boca arrastrando saliva y baba y volvió a intentar. Todavía era un poco reticente y no se animaba por sí solo, por eso tuve que “ayudarlo” unas cuatro o cinco veces.
La cogida de boca estaba resultando fantástica y de pronto me di cuenta que ya no tenía necesidad de forzarlo, el muy putito se la tragaba toda sin ayuda y gemía complacido. Me tuvo a punto, pero no quise acabar sin que su culito me sintiera y plasmé lo que mi mente había imaginado anteriormente. Le pedí que pusiera las rodillas a los costados de mis muslos y que se pusiera bastante crema para que se pudiera sentar en mi verga erecta.
Se puso a la tarea poniendo bastante crema en sus dedos y después mientras, se metía los dedos en el culito, me miraba intensamente y se mordía los labios dejando que algún que otro gemido se escapara. Luego de eso, el mismo dirigió el glande con una de sus manos y comenzó a cogerse. Lo único en que difería lo que había imaginado fue que me prendí a sus tetitas de gorditos y chupé sus pezones con ganas, eso hizo que se desmadrara un poco y dejó que su peso actuara libremente.
Abrió grandes sus ojos y la boca cuando la verga penetró en su totalidad y sus nalgas quedaron pegadas en mis muslos. El rictus de dolor fue evidente, pero no pudo gritar, mi boca se ocupó de su boca y el grito se desvaneció absorbido por mi garganta. Quiso moverse como para escapar de esa punzada dolorosa y me gustó más, parecía que su estrechez se sentía mejor, entonces comencé a moverlo para que subiera y bajara.
Las lágrimas caían por su rostro sin que tratara de contenerlas y la panza acusaba un pequeño bulto cuando yo trataba de entrar un poco más, algo que le provocaba gemidos con algunos quejidos. Su pijita que estaba dura se le bajó y me levanté moviéndolo, fue instintivo en él, se aferró de mi cuello con sus brazos y sus piernas se elevaron a mi cintura mientras yo me movía en su interior al caminar.
Lo apoyé en la cama y quedó en la misma posición, allí se desató mi ritmo y no escatimé movimientos. Entraba y salía con fuerza viendo como parte del esfínter parecía salir para afuera al retroceder y se hundía al profundizar. Me sentía bien mirando su cara que hacía gestos de dolor y escucharlo sorber los mocos que sus lágrimas provocaban, pero no tenía ganas de terminar.
De pronto, como de la nada, al apretar sus tetitas y sus pezones diminutos, sus gestos cambiaron y comenzó a mover sus caderas, su posición mucho no lo permitía, pero estaba colaborando en la cogida, temblaba y su pijita se había vuelto a endurecer.
- ¿Viste que al final te gusta que te coja fuerte?
- Sí Miguel, al principio me duele, pero después me gusta y cuando entrás bien hondo me da como electricidad, mejor que cuando me chupás el culito, dame verga con ganas, cogeme fuerte, -pedía sabiendo lo que quería recibir-.
Tuvo un par de contracciones y se agarraba fuerte la pijita cuando eso le sucedía, luego de eso le dije que se pusiera en cuatro y volví a penetrarlo de una, insistiendo hasta que el sonido del choque de pieles se intensificó. Ya tenía el recto amoldado al grosor de mi verga y quise que la sintiera estando acostado boca abajo, le pedí que lo hiciera y apretara sus piernas, así quedaba más estrecho, aunque tampoco tuve inconvenientes, abrí sus nalgas con las manos y el glande se volvió a perder en el hueco dilatado.
El grito fue instantáneo, pero lo ahogó en la almohada, luego lo tapé con mi cuerpo y me moví como enloquecido. Volvió a llorar porque lo lastimé, me di cuenta cuando el sonido contra la almohada fue más fuerte y miré hacia abajo cuando la saqué, el glande tenía una mancha roja junto a algunas marrones, no era mucho, pero fue una prueba de la rotura del culito de Darío y se lo hice saber, “te lo rompí, te desvirgué el culito, ya sos totalmente mío” …, -le dije cuándo, volviéndolo a penetrar. le llené las tripas de leche-.
No contestó, no podía contestar, estaba como ido y me asusté. Salí sin pensar en que le dolería y mi sadismo quedó satisfecho cuando vi el redondel de su ano perforado. No llegó a desmayarse, el agua de la ducha lo despabiló y su sonrisa volvió a aparecer… “Cuando te ponés encima y me hacés cerrar las piernas me duele más y recién pensé que me desmayaba, igual sentí cuando me llenaste de leche y me hiciste feliz, aunque ahora me quedó más dolorido, ¿me das un beso lindo?”, -expresó sonriendo-.
Claro que se lo di y no sólo uno, le llené la cara y la boca de besos y después lo sequé poniendo mucho afecto en eso y le puse la crema comprada el día anterior. Lo vestí y lo cargué para llevarlo a la cama que compartía con la abuela, ya estaba dormido cuando lo tapé con la sábana. Dormiría hasta tarde y me volví satisfecho a mi cama, no había dudas el culito de Darío sacaba lo mejor y lo peor de mí.
Dormí relativamente poco, pero me desperté completamente descansado y con buen humor, luego de darme un regio baño bajé a desayunar y me encontré con Daniela y con Josefina que preparaba el desayuno…
- Hola mis reinas, buenos días, -expresé con ímpetu y ambas me miraron extrañadas, principalmente Daniela que preguntó…
- ¿Estás bien?, ¿no te golpeaste la cabeza o algo así?…
- No, me siento muy bien y ya lo hablé con Gimena, también algo le dije a Josefina, voy a tratar de cambiar mi modo de encarar la vida, no sé si podré lograrlo con la gente de afuera, pero con ustedes no pienso privarme del buen trato y hacerlo más cercano.
- Buen trato siempre tuviste, el problema es que estabas siempre encerrado en vos mismo y me alegra mucho que quieras actuar así, nosotras te vamos a querer más de ese modo, jajaja, -dijo Josefina y se fue a la despensa aledaña a la cocina-.
- Tu culito con ese jeans ajustado es un espectáculo, ¿cómo andan las cosas con tu marido?, -le pregunté a Daniela con voz un tanto velada-.
- Como siempre, tirando a menos que a más, ¿de verdad te gusta cómo me queda este pantalón?
- Sí, me gusta, pero me dan ganas de quitártelo para ver tu culito en vivo y en directo.
- No jodas con eso, no sabés como te extraña, añora ese pedazo de verga que cargás, -acotó un tanto jugada-
- Acercate y dejame tocártelo, se me hace agua la boca.
- Hoy estás loquísimo, -expresó, pero se acercó para que le acariciara y le apretara las nalgas-.
No pudo evitar gemir cuando le apreté las nalgas duras y movió las caderas para que mi mano no dejara lugar sin tocar, “¿cuándo me vas a empalar de nuevo?”, -preguntó con deseos-., le contesté que tenía ganas, pero que me lo impedía la presencia de Josefina y de Darío pues no sabía si seguía durmiendo.
Esto se lo dije parándome y apoyando en su culo mi verga endurecida y contenida sólo por el short deportivo, pero sabiendo de antemano que Josefina nos estaba mirando con cara de sorprendida desde el rellano de la puerta de la despensa.
- ¿Por qué no la llamamos y la hacemos participar?
- ¡¿Estás loco?, si se entera nos mata!…
- ¡Mirá vos, que hijos de… que callado se lo tenían!, los voy a matar sólo si no me dejan participar, -casi gritó Josefina entrando en la cocina y se encaró directamente con Daniela a la que abrazó y le partió la boca sin decir agua va-.
Daniela amagó una resistencia efímera y la abrazó a Josefina apretando su espalda mientras le devolvía el beso y dejaba que ésta le apretara las nalgas con las dos manos. Era evidente que las “chicas de la casa” ardían con ganas de coger y eso había que aprovecharlo. La primera que dio un salto y estuvo presta a participar fue mi verga que se irguió como si se liberara de una abstinencia forzada.
- Paren chicas, paren, -les dije porque no paraban de devorarse las bocas-, ¿cómo hacemos con Darío?…
- El nene va a dormir hasta tarde y Gimena me avisó que vuelve al mediodía, de última, nos encerramos en la habitación chica de aquí al lado y va a golpear para buscarnos, -dijo Josefina que tomo la voz cantante-.
- Pero, pero, -amagó a decir algo Daniela-.
- Pero nada nena, ¡qué no se te ocurra pensar en el cornudo!, yo no me lo quiero perder y me dijo Gimena que Miguel tiene una verga hermosa.
- Jajaja, ¿la “viejita” también se la comió?, yo me hice la valiente y se me cayeron las lágrimas, -acotó Daniela sonriendo-.
- Pero, la puta madre, no perdamos el tiempo, -dijo Josefina y la tomó de la mano a Daniela para meterse en el cuarto elegido-.
Las seguí pensando asombrado en que fácil había resultado, mejor para mí porque yo no sabía mucho de “hacer el verso” para que una mujer accediera a tener sexo conmigo, me bastaba con pagar y hablar poco. En este caso era evidente que las ganas de las chicas venían desde hacía rato y el mayor detonante era yo. Cuando entré en el cuarto ya se habían bajado los pantalones y exhibían las dos unas tangas diminutas, Daniela estaba prácticamente desnuda y Josefina le chupaba las tetas como una desesperada mientras la casada gemía y trataba de desprender el sostén de su compañera.
Recordé trabar la puerta y me acerqué a ambas sacándome el short y el bóxer, mi verga estaba en su esplendor y goteaba su líquido lubricante cuando la apoyé entre las nalgas de Josefina que sufrió un estremecimiento y llevó la mano hacia atrás para tocarla, lo hizo apretando el tronco y no pudo evitar una exclamación, “¡ahh, mierda, esta verga es para respetar!, trae manteca o alguna crema Miguel, yo primero que todavía no la probé, quiero que me rompas el culo sin roces desagradables”, -exigió muy segura de lo que decía-.
Me llevó segundos salir, buscar la manteca y volver a entrar cerrando la puerta, la trabé y como las vi sobre la cama haciendo un “69”, se me dibujó la imagen de Josefina recibiendo mi verga por su culo mientras chupaba la concha de Daniela. Parecía brujería, todo se daba acorde a mi primera imaginación.
Se me caían las babas cuando comencé a meter mis dedos enmantecados en el culo de Josefina que, por momentos no aguantaba y elevaba la cabeza para gemir por el placer. Daniela hacía un doble trabajo, lamía la vagina y el clítoris de Josefina y pasaba también la lengua por mis bolas y el tronco cuyo glande se apoyaba en el asterisco.
“Cogeme, rompeme el culo, por Dios, ya no aguanto”, -dijo elevando la voz y enseguida reanudó sus lengüetazos en la entrepierna de su amiga. Movía las caderas como para acomodar el glande y cuando entró una parte, retrocedió para que entrara más. Me contuve para no seguirle el juego, yo sería el que la cogería y le rompería el culo a gusto. Me afirmé, entré hasta la mitad por el conducto enmantecado y la saqué porque gritó de dolor y puteó en voz alta, “ahhh, hijo de puta que pedazo de verga, me dolió hasta el alma, no la saques”.
Me di cuenta que si se la metía por completo haría un escándalo y le pedí a Daniela que se sentara frente a su cara, además, la imagen de “mi película” era así y ésta entendió enseguida lo que pretendía, si una quería gritar, la otra apagaría sus gritos a conchazos. Josefina ni problemas que se hizo, se amorró a los labios íntimos de Daniela en un pestañeo y ya acomodados continué con lo mío. No daba para chiches, el culo adulto ya estaba abierto y aunque no fue violento, en ningún momento me detuve.
Daniela sostenía con las dos manos la cabeza de Josefina para que no gritara y ésta movía las caderas como encabritada para tratar de zafar de la penetración dolorosa. Pelvis y nalgas se besaron y me quedé quieto esperando que se calmara, no le quedó más remedio y ella misma esperó para comenzar a moverse lentamente, tampoco hablaba, Daniela había aflojado la presión, pero Josefina se limitaba a hacerme señas con la mano como pidiendo que avanzara y avancé…
La había visto terminar un par de veces a Daniela con las chupadas que le brindaba Josefina, pero ésta no daba señales de terminar y quería que lo hiciera para ocuparme de Daniela. Trataba de que mi ritmo no decayera, incluso lo iba variando para tratar de encontrar el punto, hasta que me di cuenta que ella terminaba sin hacer manifestaciones. Los músculos anales estaban saturados de verga y no se notaban las contracciones, pero cuando sacó la cabeza de la entrepierna de Daniela y dijo con un hilo de voz, “no puedo más, me secaste”, aflojé el ritmo y la saqué despacio.
Josefina giró el cuerpo y quedó mirando el techo con la boca entreabierta como pidiendo aire y el rostro desencajado, pero Daniela que esperaba su turno no la dejó descansar demasiado. Se puso en cuatro otorgándome la preciosa vista de su culo y metió la boca en la entrepierna de Josefina para hacerla delirar. Vuelta a empezar y ahora fue Daniela la que ahogo su grito en la vagina de su amiga, sufrió la penetración, pero también tuvo sus premios que se traducían en orgasmos.
De última, ningún culo tuvo leche, pidieron recibirla en la cara y las tetas y, para sorpresa de los tres, las bañé y digo de los tres porque yo fui el primer sorprendido. Luego de esto, descansamos un rato y salieron algunos temas a la palestra, Daniela que decía sentirse en las nubes porque, con una prima, desde la época del Secundario que no practicaba un “69” y le encantaba, Josefina contaba que se desesperaba si la chupaban cuando la recibía por el culo, aunque nunca había recibido un calibre como el mío.
- No me importa si es joven, viejo, varón, mujer o animal, mi clítoris no pide documentos, aunque me estaba olvidando de este trajín, jajaja.
- Sos una loca pervertida, jajaja, pero está bien, mientras te haga gozar y lo mejor es que congeniamos genial, -decía Daniela-. Gracias por decidirte a cambiar Miguel, sos un amante de “tiro largo” y eso no se encuentra siempre, mi culito y creo que el de Josefina estarán siempre a disposición.
- Y el de Gimena, que también tuvo su “alegría”, jajaja, -agregó Josefina-.
Quedamos de acuerdo que la intimidad no debería cambiar las reglas de trabajo y que mis encierros cuando trabajaba eran sagrados, algo en lo que acordaron. La que primero se lavó y se cambió para salir fue Josefina, luego los hicimos Daniela y yo. A Darío tuvo que ir Josefina a despertarlo y Daniela opinó que era normal, “el nene está pasando por un momento feo, el tema de la madre lo debe tener estresado y eso lo deja de cama”, opiné igual, pero… yo tenía bien claro que no había sido el estrés lo que lo había dejado de cama…
Luego de almorzar llegó Gimena y las noticias que traía no eran de lo mejor. La hija había recibido demasiados golpes en la cabeza con un objeto contundente, pero, para desgracia de ella, no había habido cortes ni sangrados externos, las lesiones eran internas y corría el riesgo de quedar impedida en casi un 75% en su movilidad y funciones. Internarla en un lugar dónde la pudieran atender implicaba un gasto enorme que no podía solventar con su sueldo, además estaba el gasto de mantenerse ella y al nene. Otra alternativa era ocuparse ella misma de la atención de la hija, pero eso implicaba dejar su propio trabajo.
Para que el nene no escuchara lo que comenzó a contarle a sus compañeras, me lo llevé a mi cuarto alegando que le iba a armar la computadora y me tenía que ayudar. Le aprete las nalgas cuando entramos en mi habitación e hizo un gesto acusando un poco de dolor, igual se giró rápido para besarme con ganas y tuve que alzarlo para ponerlo a la altura de mi cara. Gemía moviendo su lengua y recibiendo la mía, cuando se separó me dijo que si quería cogerlo tendría que hacerlo despacio porque el culito le dolía mucho, que él prefería chupármela.
- Metete en la cabeza que yo decido cuando y como te cojo y cuando me la tenés que chupar, no quiero volver a repetirlo, pero por ahora no vamos a hacer nada, alcanzame las cosas que te pido para armar la máquina y escuchá bien lo que vas a tener que hacer, -se me había cruzado por la mente una idea perversa y maquiavélica y tendría que preparar el terreno para llevarla a cabo-.
- Decime Miguel, yo te escucho y hago lo que vos quieras.
- Escuchá bien porque depende de vos para que salga bien. Si hoy o mañana tu abuela te pregunta algo de lo que pasaba con tu papá, vos se lo vas a contar y le vas a agregar algo más.
- Pero, pero, me da “cosa” Miguel y mi abuela se va a enojar mucho conmigo, -ante esto lo tomé de los pelos y tiré de los mismos haciendo que sus ojos se llenaran de lágrimas-.
- Hace y decí lo que yo te digo y no te va a decir nada ni te va a castigar. ¡¿Me entendés o me tengo que enojar?!…
- Sí Miguel, sí, pero, por favor, no me pegues ni te enojes, -expreso asustado y entendí que ya había sufrido algún castigo físico de parte del padre-.
- Tu abuela te va a preguntar y vos le dirás que tu papá te pegaba para que se la chuparas y también que primero te metía una cosa de plástico y después lo hacía con su verga, además que te tenías que tragar la leche y, a veces, te la dejaba dentro de la cola.
- Yo se lo digo, pero nunca me metió nada.
- ¡La reputísima madre!, tan difícil es decir eso que te pido, ¿querés quedarte a vivir en esta cosa y coger conmigo o querés que te eche a la calle junto con tu abuela?
- No, no, no, por favor, yo hago lo que vos digas.
- Bueno, además le vas a decir que tu mamá los descubrió chupándosela y que por eso se armó todo el lío, llorá, pedile perdón y explicale que él te obligaba, tenés que convencerla de eso, sin decirle nada, absolutamente nada de lo que nosotros hicimos. Repetí todo lo que tenés que decirle.
Me repitió todo siguiendo mis indicaciones al pie de la letra y quedé conforme, después le seguí armando la computadora. Estaba absolutamente convencido de que había dado el primer paso para poder cogerme juntos a la abuela y al nieto en un trío poco convencional, pero que incentivaba mi morbo a más no poder.
Cuando terminé de armarle la máquina se la coloqué en la habitación que compartía con la abuela, le hice repetir nuevamente lo que tendría que decir y tuve que desistir de su, casi desesperación e insistencia para poder chuparme la verga. En un momento se me despertaron las ganas, pero venía muy bien servido como para negarle el placer de tener mi verga en lo profundo de su garganta. Era tan así, Darío se había enviciado con mi “tronco” y si por él fuera…
Finalmente se quedó practicando y aprendiendo a moverse con las Redes Sociales y yo me encerré a trabajar en mi habitación pues había trastocado mis horarios de trabajo y me era primordial recuperar el ritmo horario. Además, sabía que ninguna de las mujeres me interrumpiría cuando trabajaba, mucho menos Gimena, pero sabía también que estaría esperando para hablar conmigo, yo era el único que podría ayudarla con su problema y sacaría mis ventajas de eso.
Después de la cena, aprovechando que me tomé un momento de relax para saborear un rico whisky en las rocas sentado en el sofá del living, se acercó Gimena para decirme que tenía que hablar conmigo por el problema que tenía entre manos con el tema de la hija, entonces le dije que nos fuéramos al privado, que allí nadie nos molestaría. Ya dentro de mi privado o escritorio inicié yo la conversación.
- No me cuentes detalles, algo escuché cuando le contabas a las chicas, ¿qué ayuda querés que te dé?…
- Mi hija no se va a recuperar, ya me dijeron que habrá que atenderla las 24 horas en un lugar especializado, pero, es demasiado caro para mi economía, ella no tenía Obra Social y si la tengo que atender yo, debería dejar de trabajar, además está Darío que no lo puedo dejar en un asilo y…
- Gimena, me estás contando detalles que ya me imagino, al grano mujer, ¿qué es lo que querés y qué me pensás dar a cambio?, -mi actitud, mis modos y los tonos de mi voz eran los propios que había demostrado siempre-.
- Necesito que me ayudes económicamente para atender ese problema y, a cambio, me ofrezco a ser tu esclava sexual, podrás prestarme, humillarme, castigarme, te ofrezco lo que quieras con las 24 horas a tu disposición.
- No nos engañemos mujer y no me tomes de tonto, sos sumisa, también gozarías con ello y ya no tenés edad como para andar prestándote o para hacer de puta. Yo te puedo ayudar, pero lo que ofrecés no me alcanza.
- Por favor Miguel, pedime lo que quieras, no sé qué más ofrecer.
- Te quiero a vos totalmente entregada y hay algo más, quiero el culito de tu nieto para mi uso exclusivo y que gocemos los tres juntos.
- ¡¡¡QUÉ!!!, ¡Eso ni lo sueñes, vos estás más enfermo de lo que parece!, decididamente no…
- Gimena, bajá el tono, estás a medio paso del despido, me conviene más indemnizarte y que te arregles sola, además, sin alharacas, por favor, sólo te estoy pidiendo algo que ya está usado.
- Pero, ¿qué me estás diciendo?, ¿qué le hiciste?, es sólo una criatura.
- Me dijiste que el nene no quería o no supo contarte y a mí me bastó con sacarlo a hacer compras para que me detallara todo con pitos y señales. Tu yerno ya lo venía cogiendo desde antes, lo castigaba y lo moldeaba a su gusto para “usarlo” cuando quería convirtiéndolo en una “putita” para él solo, tu hija, ayudó bastante con esa parafilia de vestirlo como mujercita, luego, en un momento lo descubrió y eso fue lo que originó todo. Me acusás a mí sin pensar y ni siquiera sabés acercarte a tu nieto para que te cuente esas cosas que lo abruman y ayudarlo con la culpabilidad que siente.
- ¡Nooo, por Dios!, ¡Eso no es posible!, pobre criatura y vos querés hacerle lo mismo, sos de lo que no hay.
- Ese “hacerle lo mismo” no es tan así, al nene le gustó lo que le hacía el padre, por lo menos conmigo no va a recibir castigos y va a tener una mejor vida. Andá, preguntale, aunque ahora no estoy tan seguro de querer que sigas a mi lado en la casa, no pienso tolerar que muy alegremente digas que soy un enfermo, yo juego de frente y lo tuyo es una falta total de respeto.
- No, por favor Miguel, no me hagas esto, me estás destruyendo la vida.
- Yo no te destruyo nada Gimena, son tus decisiones equivocadas y pacatas, amén de tu lengua larga con tu compañera contando todas tus intimidades, además, por lo de ahora, lo que se dice es lo que se piensa y, en este momento, me cuesta saber que pensás que soy un enfermo o “de lo que no hay”. Pediste ayuda y puse mis condiciones sabiendo mejor que vos porque las ponía. Ahora, haceme un favor, dejame solo, mañana te diré lo que decido.
Me dejó solo y se fue llorando, me había portado como un hijo de puta total, pero, acorde a como me desenvolvía desde siempre, me importaba tres carajos. En algunas cosas no me interesaba cambiar porque ya había comprobado que, cuando la gente accede a determinada intimidad, se suele equivocar dando pasos más largos de los que debería dar.
Estaba seguro que Gimena sometería a Darío a un extenso interrogatorio, pero confiaba que el nene le respondería tal como lo habíamos preparado antes. No era nada tonto, ya desde antes venía con determinados gustos y yo había ayudado a que se terminara de enviciar porque había descubierto el placer, algo que, a él, le encantaba y a mí también, ¿para qué negarlo?… Me fui a dormir pensando en que el día siguiente sería decisivo.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
sos impecable e implacable👍