EL HIJASTRO DE MI HERMANA. (6). – FINAL.
La esposa del dueño de la Clínica se saca las ganas de ver un “servicio equino”. Aparece mi hermana antes de tiempo y aporta sorpresas con tristezas que resultan relativas..
EL SERVICIO A PEDIDO – LAURA – NUEVA VIDA. (6).
Había arreglado por dos servicios para dos yeguas distintas y recordé el pedido de la rubia esposa del Director de la Clínica, la “tetona” tenía un culo de infarto que destacaba desde su cinturita de avispa y ganas de verga ajena no le faltaban a la susodicha. Seguramente se calentaría con la “empernada” del padrillo y yo estaría cerca para sacarle las ganas a ella y para sacármelas yo.
Ya antes me había llamado para saber si podríamos hacer la juntada con las otras madres y me recordó su fantasía. Sabiendo esto, traté de que los “servicios” coincidiera con las clases de Equinoterapia, así ella estaría y podría decirle que viniera, pero se me complicaba con la presencia de las profesoras y de los chicos. Fue ella la que me hizo recapacitar cuando la llamé por teléfono, “mejor sería un día en que los chicos no tengan clases así no le doy explicaciones a nadie, yo puedo dejar a mi hijo con la señora que está en casa, vos arreglá lo de tu sobrino”, -me dijo, dándome a entender que quería estar “cómoda”-.
Julia estaría en su casa con el tema de los huevos que yo le llevaría temprano y aprovecharía a decirle a Nico que se quedara con ella porque yo tenía que ir a ver al dueño de una yegua, expliqué que no podía llevarlo y no lo quería dejar solo. Cuajó así, no hubo mayor drama, en realidad, ninguno. Un poco después de las dos de la tarde el dueño de la yegua me la dejó en casa y media hora más tarde cayó la “mamá” esperada. Vino de zapatillas y un vestidito de verano ajustado hasta la cintura y acampanado y cómodo desde la cintura hacía abajo. Las tetas parecían querer escaparse de su escote.
Había dejado la yegua apartada y al padrillo en el corral, pero éste ya la había olido y se escuchaban los relinchos que sonaban como de un animal desesperado por “ponerla”, bueno, más literal imposible. La apuré a Clarisa apenas llegó, alabé su silueta y le dije que el caballo se iba a enloquecer y no sabría elegir entre una equina y una humana tan bonita, “tonto, me vestí para el humano, no para el caballo, vamos a ver el “rapidito equino” como vos le decís”, -contestó sonriendo, aunque se la veía nerviosa y bastante excitada-. Le di la filmadora mientras llevaba la yegua hasta el corral en que esperaba el semental…
- ¿Me vas a filmar mientras miro y me caliento?, -preguntó con una voz sensual-…
- Más quisiera sería espectacular, pero es la prueba del “servicio” para darle al dueño, ¿querés filmar vos?
- ¿Te parece?, yo me animo, sólo espero que no me tiemble tanto la mano, jajaja.
El padrillo estaba urgido de tener a la yegua a disposición y nosotros nos pusimos debajo del lugar techado, Clarisa se apoyó en uno de los pilares de soporte del techo, según ella para que no temblara el pulso y comenzó a filmar. Menos mal que le puse “Mute” a la cámara porque desde que vio al caballo no se privó de hablar…
- ¡Madre de Dios que pedazo de verga que tiene ese animal!…
- Está durísima y se golpea la panza, se va a lastimar la verga…
- ¡Mirá, mirá la cabeza que tiene esa pija!
- ¿Todo eso le entra a la pobre yegua?…
- ¡Cogétela que ella también tiene ganas!, no la hagas esperar, -decía cuando el caballo la lamía y buscaba de subirse-.
- Así, así, más, ya la tenés, metele todo el tronco, movete que le gusta…
- ¡Hijo de puta, qué polvo le está echando!, ¡mirá como se mueve, es brutal!…
- Yegua puta, tenés cara de estar gozando con semejante verga enterrada, ¿cómo hacés para aguantar esa verga?…
“¡Ayy, por Dios Oscar!, acercate que estoy chorreando, hacé algo, no puedo más de la calentura”, -gritó sin que le importara que alguien pudiera escuchar-. No despegaba la vista de los caballos que, para mejor, parecían “abotonados” y yo ya tenía la verga en la mano porque me habían calentado horrores sus expresiones y los movimientos de su culo mientras miraba.
Decirme que me acercara y que estaba chorreando fue la gota que rebalsó el vaso y no tardé en levantarle el vestido y arrimar el glande a su vagina empapada y si, es verdad, la muy puta había venido preparada y no llevaba ropa interior. Sólo tuve que flexionar las piernas y empujar para que el grito de Clarisa se escuchara por todo el lugar sorprendiendo también a los caballos que ya se habían separado.
“¡Agggg, ¿qué me metiste, carajo?!, vos también tenés una verga de caballo, pará, pará, no te apures, me estás enterrando un tronco”, -vociferó, pero no trató de evadirse en ningún momento y aguantó la penetración-. Me costó entrar, el conducto estaba estrecho, pero la lubricación era abundante y la fui abriendo como para partirla, por lo menos era lo que parecía porque no cesaba de gritar y aunque algo de dolor existía, era todo de puro escandalosa.
Le entró toda y me afirmé en las caderas para darle ritmo a las entradas y salidas y eso la enloqueció aún más. “Llevame a una cama, me estás rompiendo la concha y cuando le toque a mi culo voy a volver a ver las estrellas, seguí, la puta madre, haberlo sabido antes, ¡qué cogida, por Dios, qué cogida!”, -decía como desaforada y el orgasmo la hizo abrazarse al palo en que se apoyaba-.
Vi que los caballos ya habían terminado, por lo menos momentáneamente y se la saqué para llevarla a mi habitación, pero antes apagué la cámara que aún tenía encendida en la mano, seguramente habría filmado el cielo o el suelo. Le quedó el vestido a medio subir, los cabellos le caían sobre la cara y estaba toda transpirada, pero buscó su cama, “decime a dónde vamos”, -me dijo llevándome con su mano apretando mi verga inhiesta-. Ya en mi habitación le tuve que ayudar a sacarse completamente el vestido, estaba empapado y le costaba sacarlo, luego, ya completamente desnuda se subió a la cama y se puso en cuatro, “quiero hacer de yegua, estoy más caliente que cualquiera de ellas”, -expresó con la voz ronca-.
Se cansó y quedó disfónica por los gritos que dio y por las contracciones y temblores cuando me amorré a su culo y su vagina haciendo funcionar mi lengua a full, “cogeme, metémela, no seas hijo de puta, me estás matando”, -gritaba desencajada cuando mi lengua trataba de penetrar y lograba hacerlo en su culo dilatado-. Estaba “usado”, de eso no me quedaron dudas, pero, quedó claro que siempre habían transitado “visitantes normales” por allí y por lo sabido, mi verga se hacía respetar saliéndose de lo estándar.
Temblaban los vidrios y creo que hasta las paredes cuando me mandé firme y sin escalas por ese culo tentador escuchando que gritaba algo incoherente sobre un tronco o un bate de béisbol, todo era una suma de frases sin mucha coherencia, pero no dejó de mover el culo en ningún momento. En un instante se le vencieron las rodillas y se dejó caer, pero yo no salí de allí, es más, la hice girar y la puse de frente con los pies a los costados de mis caderas y seguí.
Ya casi no hablaba, de gritar, nada de nada y me incentivé manoteando y acariciando sus tetas enormes para su torso, pero naturales y con pezones duros y más que receptivos. Dejar de cogerla cuando estábamos en el corral me ayudó a pasar el cimbronazo y las ganas de acabar rápido, por lógica, me aproveché de eso para, cómodo en la cama, darle con gusto al bombeo. Clarisa, abría la boca, ponía los ojos en blanco y trataba de participar cuando salía de un lado y entraba en el otro variando las penetraciones, hasta que ya no quise aguantar y empujando profundo le llené el culo de leche, creo que ni una gota me quedó en los huevos. Había sido un “polvo” tremendo, aunque parecía que me había pasado un tractor por encima, sólo me quedaba el orgullo machista que ver que ella estaba igual o peor, la cama era un desastre y atestiguaba de sus múltiples orgasmos con distintos lamparones húmedos.
Me levanté como pude, serví un poco de whisky en un vaso, le puse hielo, tomé un sorbo que me despabiló por completo y le di a ella para que experimentara el mismo efecto. Abrió los ojos después de tragar la bebida, me sonrió esforzándose y dijo: “todavía me queda darte una mamada, pero otro día, jajaja, nunca pensé que podría llegar a experimentar esto, normalmente pasa todo lo contrario”. Estaba seguro que era así, se hacía difícil aguantar a semejante hembra, yo tampoco sabía si otra vez podría repetir la misma performance, pero, obviamente, no se lo dije.
Todavía me quedó tiempo para hacerle una broma cuando nos bañábamos, fue un alarde de machista y amagué con seguir el chichoneo, menos mal que me dijo que estaba irritada hasta de los ojos y sólo hubo enjabonadas pidiendo permiso a una mano para mover la otra. “Otra vez que se pueda hay que repetir, eso sí habrá que escaparse de Julia”, -me dijo al pasar cuando se estaba despidiendo, pero ambos sabíamos que sería difícil.
Cambié la ropa de la cama, perfumé el ambiente y… que se ocupara Julia de traer a Nico, yo no estaba para manejar y los vería cuando despertara. Me dormí unas tres horas y tuve que salir de raje a darle de comer a las gallinas y a los caballos, eran como las diez de la noche cuando vi las luces del coche de Julia que venía a traer a Nico. Ya habían cenado y como yo no lo había hecho, se empeñó en cocinarme algo rápido que devoré con ganas.
La vi tan hacendosa y dedicada a Julia que, por primera vez, se me dio por pensar que tener al lado a una mujer de esas características, joven, hermosa, amable, trabajadora, dedicada, leal, permisiva y querible, no sería tan mala idea y, sinceramente, me tenté como para decirle que se quedara a dormir conmigo, ni siquiera me importaba hacerlo delante de los chicos, estos habían aprendido a mantener la boca cerrada y el culito tan abierto y hacendoso como lo solía tener también la madre.
No me animé, no era tan simple como “soplar y hacer botellas”, habían sido años de “escaparle” al tema y mis propios “fantasmas” se me aparecían, pero… “algo” se estaba instalando. Esa noche se quedó Javier con Nico y conmigo, como siempre, ellos feliz de la vida, pero no estaba en condiciones de tener nada con esos insaciables, tuve que hacer de “esposa aburrida y desganada” y acusé un molesto dolor de cabeza y las ganas de dormir solo.
Claro que ellos no se hicieron demasiados problemas, sabían perfectamente como darse sus propias “alegrías” y, aunque no era lo mismo, lo pasaban bien entre ellos sin contarme a mí en sus “escarceos”. Eso sí, apenas asomó el sol en la mañana los tuve preocupados al lado de mi cama para saber si podían ayudarme con el “dolor de cabeza”, allí no pude evadirme, ni ganas tenía de hacerlo y recibieron lo que vinieron a buscar.
El tiempo era inexorable, faltaban unos nueve días para que regresaran mi hermana y mi cuñado de Alemania, pero ya venía preparándolo a Nico para el momento en que tuviera que volverse con sus padres. Estaba mimoso, “pegote” y trataba de convertirse en el centro de todo, pero no sólo conmigo, sus actitudes las notaba también con los hijos de Julia. Él comprendía que estando en la capital y concurriendo a la escuela muchas cosas cambiarían.
Lo entendía él y lo entendían sus amigos, pero eso no impedía que por momentos se pusiera un poco melancólico o pensativo al pensar en que ya no podría venir a mi casa como quisiera. No existía mala onda por esto, aunque se le notaban esos momentos y Julia también lo notó, “pobre Nico va a extrañar mucho este lugar, a sus amigos y todo lo que vivió en este tiempo que vivió con vos”, -me decía, obviamente, sin saber todas las cosas que había aprendido y que disfrutaba-.
Una tarde de siesta en que estaba con mi verga incrustada en el culito receptivo y movedizo de Carlitos y Nico recibía una mamada antológica del hermano menor de Javier, preparándome para regarlos de leche en sus caras, porque no quería hacer diferencias en eso de acabar en el culito de uno u otro, se me “cortó el polvo” por el sonido estruendoso de la bocina de un auto. Me levanté a las puteadas saliendo de ese conducto estrecho y, con la verga erecta a más no poder, me asomé por una ventana que me dejaba ver quién era el que llamaba tan insistentemente. Veía el auto y a la persona que parada al lado de la puerta tocaba la bocina pidiendo entrar y la verga se me desinfló como soplada por un fantasma.
Era Laura, mi hermana, la madrastra de Nico y venía sola, de inmediato corrí a mi habitación y le avisé a los chicos que tenían que irse a su cuarto, vestirse y, llegado el caso, hacer que se despertaban de dormir la siesta. ¿Quién es tío?, -preguntó Nico que dio un salto en la cama-… “Enseguida les cuento, váyanse al cuarto y hagan como les dije”, -ordené y salieron de mi habitación sabiendo lo que tenían que hacer. Me puse el short y las zapatillas mientras ordenaba la cama, me refregué un poco los ojos para dar la idea de un supuesto sueño y salía para ir caminando y abrir el candado de la tranquera. Mi hermana tenía puesto un vestido de verano que marcaba sus formas y se sonrió al ver que me acercaba…
- Hola hermano, me imaginé que estarías durmiendo la siesta.
- ¡Qué hacés acá y sola?, jamás te hubiese esperado, -le pregunté recibiendo un abrazo y un beso profundo en la mejilla que retribuí notando que no llevaba puesto sostén-.
- Me vine antes porque hay unas novedades inesperadas.
- Dale, vamos hasta la casa y me contás, Nico debe estar durmiendo la siesta.
- ¿Durmiendo la siesta?, ni me imaginaba eso en mi hijo.
- Acá eso es como Religión y no lo vas a conocer a tu hijo, ¿qué pasó?, ¿te separaste y te conseguiste un nuevo novio?, no te veo cara de compungida.
- Nada que ver, dame algo fresco y te cuento, -expresó entrando en la casa-.
Le serví un vaso con gaseosa y se sentó en una silla de la cocina para comenzar a contarme, pero la entrada de Nico refregándose los ojos y preguntando quién era desvió toda su atención. ¿Quién es este nene hermoso con ese bronceado tan lindo?, -preguntó para levantarse y abrazarlo. Nico abrió sus enormes ojos celestes, se le mezcló la alegría por verla y asomaron los fantasmas de la partida y el alejamiento, fue un ramalazo en su mirada que sólo yo noté mientras me miraba por sobre el hombro de mi hermana cuando ésta lo abrazaba.
¿Vine ayer a la mañana y todavía no paré, ¡nos vamos a vivir a Alemania!, -nos tiró de una y sin anestesia-, a mí me tomó de sorpresa y a Nico fue como si le dieran un balazo en la frente. “Yo no voy, me quedo a vivir con el tío”, -respondió con un grito y salió corriendo hacía su habitación-. Me enojé con mi hermana y reconoció que no había pensado en la reacción de su hijastro, dijo de ir a hablar con él y apareció Carlitos…
- Buenas tardes señora.
- ¿Y este nene, quién es?, -preguntó mi hermana sorprendida-.
- Él es Carlitos, es el hijo menor de la señora que me ayuda con el tema de la venta de huevos, es amigo de Nico y estaba durmiendo la siesta con él. Son amigos y suele venir a quedarse, a veces le toca al hermano y Nico está acompañado.
- Hola Carlitos, encantada de conocerte. Pobre Nico, tiene amigos nuevos, seguramente vivió nuevas experiencias y vengo yo a sacarlo de todo esto diciéndole que se va a ir a vivir al culo del Mundo, sin conocer ni el idioma.
- Señor Oscar, ¿podemos ir al monte a cazar pajaritos con Nico?
- Sí, váyanse un rato, yo voy a tomar unos mates con mi hermana y a conversar con ella.
- ¿A cazar pajaritos?, eso nunca lo hizo Nico.
- Difícil que pueda hacer muchas cosas encerrado en un departamento, salvo ver televisión o dedicarse a la computadora, acá aprendió a andar a caballo, a cazar pajaritos con la gomera, a mezclarse con las gallinas, a disfrutar del sol y la pileta, a preparar el fuego para un asado, a saborear un helado, a comer lo que se pone en la mesa, a dormir una buena siesta, amén de aprender algunas otras cosas y a que le den pelota en sus inquietudes, es lógico que no quiera irse, luego hablaré yo con él, contame lo que pasó y el porqué de esa decisión.
- Mi marido sacó las mejores calificaciones en el Curso que hizo y decidieron dejarlo con un puesto en la empresa central de Alemania, ganará muy buen dinero, nos dieron una hermosa casa en la parte rural de la ciudad y yo tuve que volver a despedirme y a arreglar algunas cosas, ya mandé parte de nuestras cosas a una empresa que se ocupará de la mudanza y, por medio de una inmobiliaria puse la casa en alquiler con los muebles incluidos.
- ¿Y ya está, te tenés que ir de apuro?
- No, venía a pasar un par de días con vos antes de irnos, no te olvides que no sé cuándo podremos volver a vernos, aunque en cualquier momento o en un par de años me vuelvo, mi matrimonio no ha tenido muchas variantes, aunque con lo de Nico no puedo hacer nada el padre quiere que viva con él.
- Después hablaré con él, no le va a gustar, pero lo tendrá que entender. ¿Vos te vas a quedar acá?
- Sí, espero que tengas un lugar, si no me tengo que ir a un hotel.
Quedamos en que se quedaría y luego de los mates eligió una habitación y dijo que trataría de tomar algo de sol, le contesté que hiciera a voluntad, aunque yo tendría que trabajar en algunas cosas, entre ellas juntar huevos y ensillar los caballos que había que llevarles a Julia y a Olga para las clases. Me hice la cabeza pensando en el traje de baño que se pondría mi hermana, pero no la esperé, me metí al galpón de las ponedoras porque notaba ya mi verga morcillona.
El “polvo” inconcluso en el culito de Carlitos y mi hermana tomando sol o nadando con una supuesta tanga harían una combinación que me atacaría las neuronas. Al terminar el trabajo en el galpón y habiendo puesto el cajón de huevos a buen recaudo, salí para dirigirme a buscar a los seis caballos, eso sí, tratando de no mirar para el lado de la pileta, me reí para mis adentro pensando que, auto torturarme a mí mismo no era conveniente. Primero saqué las monturas y los aperos que necesitaría, ante esto Laura que estaba tomando sol tirada en una reposera, se levantó y se acercó a mí, “¿te puedo ayudar en algo?”, -preguntó con voz suave y decidí no andar con remilgos-.
- Mirando el cuerpo que tenés y que tratás de tapar con esa mínima tanga, se me da por pensar en pedirte una ayuda “especial”, pero…
- No seas así, bastantes fantasías arrastro con vos desde chica y ahora, con esto de que no nos volveremos a ver en mucho tiempo, no sé, no sé… Además, están los chicos…
- Yo te puedo ayudar a resolver tus fantasías, ¿esto es lo que querés conocer?, -le pregunté y haciéndola girar la abracé y apoyé mi bulto en esas nalgas duras y prácticamente desnudas-.
- ¡Ahhh, por Dios Oscar!, una cosa es creer saber y otra sentir ese pedazo abultado en mi cola, estoy decidida, quiero irme a Alemania sin fantasías pendientes, -acotó dando un gemido y moviendo las nalgas tratando de sentir más de la carne en barra-.
- Ahora no se puede, pueden aparecer los chicos en cualquier momento y la madre de Carlitos seguro vendrá a buscar los caballos, voy a tratar de que vayan con ella y tendremos unas dos horas para “charlar”, -le dije hablándole al oído y besando su cuello-.
- Esperar unos quince o veinte minutos me puede llevar a deshidratarme desde mi entrepierna, voy a vestirme con algo más decente y luego seguimos, estoy en las nubes, jajaja.
Entró en la casa y le di un chiflido a los chicos para que regresaran, traté de acomodarme la erección, estaba excitadísimo y convencido de que Laura había venido dispuesta para eso y no la iba a hacer desear ni yo me iba a quedar con ninguna gana guardada. Carlitos y Nico volvieron agitados, los dos eran muy “calentones” y estaba seguro que habían hecho más que tratar de cazar pajaritos, pero no les dije nada. “¿Dónde está mi mamá?”, -preguntó mi sobrino-. Le contesté que se había ido a poner cómoda y que pasaría un par de días con nosotros antes de viajar, “bueno”, -acotó someramente tratando de aceptar lo que le causaba dolor-.
Lo abracé entendiendo lo que sentía, pero ni él ni yo podríamos hacer nada al respecto, me acerqué a su oído y le hablé en voz baja para que no escuchara Carlitos: “Mañana vamos a ir los dos a la casita que ustedes armaron en el monte, vamos a conversar y a coger solos un rato largo, vos y yo solitos, ¿querés?” No me contestó con palabras, se aferró a mis piernas y apoyó su cara en mi pelvis conteniendo sus lágrimas, estaba angustiado y, aunque no quería, yo también lo estaba, pero entendía que era lo mejor.
Terminé de preparar los caballos ayudado por ellos dos y cuando estaba por llevarlos vi aparecer el coche de Julia, venía con Javier y Olga, me saludaron los tres y Julia lo miró raro a Nico. Con la mirada me preguntó que pasaba y comenté que había venido la madre porque se iban a vivir a Alemania. En ese momento salió Laura de la casa, vestía de remera y un short bastante recatado y los presenté a todos, luego de esto hice un aparte con Julia para darle el cajón de huevos y le hablé:
- Mi cielo, vas a tener que hacerme un favor, llevate a los chicos con vos, así hablan y se despiden, yo tengo que ayudarla a mi hermana a solucionar un par de problemas, tiene que entregar la casa para que la alquilen y mandar unas valijas por una empresa de cargas, posiblemente regrese muy tarde esta noche, mañana paso por tu casa pues se va a quedar un par de días con nosotros y, no sé, esto me jode un poco.
- Hacé lo que tengas que hacer, cuando termine con las clases guardo todo, largo los caballos y los chicos se quedan conmigo, seguro se dormirán tarde, pero se portan muy bien, mañana me contás.
Ni problemas que me hacía respecto al comportamiento de esos tres putitos, ya estaban bastante aleccionados sobre el comportamiento que deberían tener en casa de la madre y me desentendí de recordárselos. Cargué el cajón en el coche, Olga se despidió, llevó los caballos ayudada por los chicos y Julia se fue en el auto luego de saludar a Laura deseándole suerte en la nueva vida.
No bien se fueron le pedí a mi hermana que guardara el auto en la cochera que estaba detrás de la casa, nadie vería allí y la idea era que cualquiera pensara que nos habíamos ido con el coche de ella. No bien bajó del auto después de guardarlo se dirigió a mí para esperar que cerrara el portón de la cochera, pero cerré por dentro y no la dejé salir. La abracé y la besé “comiéndole” la boca, el gemido profundo que emitió y la entrega que dejó entrever me pusieron a mil.
“Esperé años por esto, cogete a tu hermanita como si fuera una puta, necesito sentirte”, -alcanzó a decir y no le escatimé manos para adueñarme de sus tetas de pezones duros y de sus nalgas firmes-. Se movía y se refregaba en mi bulto, adelantaba la pelvis deleitándose con el bulto que pugnaba por romper mi ropa y gemía casi al punto del grito.
Ingresé a la casa, por la puerta interna que casi nunca usaba, llevándola en andas con las manos asiendo sus nalgas, ella reía suelta y desatada abrazando mi cintura con sus piernas y aferrada a mi cuello con sus brazos. La dejé sobre la cama de mi dormitorio y corrí a cerrar puertas y ventanas, regresé enseguida y me la encontré totalmente desnuda esperando por quien la haría gozar, su cara era de vicio, su mirada de deseo y la forma en que se mordía los labios cuando me saqué la bermuda era desquiciante. Ni cuenta me di cuando saltó, se sentó en la cama y me tomó la verga en sus manos, no pudo cubrirla, el glande y un poquito más asomaba de entre sus dedos y supo que no era joda. ¡Al fin puedo tener esta fraternal verga soñada!, -expresó algo asombrada-.
Sabía, sin dudas que sabía dar una regia mamada, pero, no pudo llegar a metérsela toda en la boca, intentó varias veces y dejó que le cogiera la boca con un cierto ritmo y, aunque la comparé con las mamadas magistrales de los chicos, no pensaba perder el tiempo en enseñarle cómo hacerlo. Me coloqué en “69”, que viera ella que tanto se la “comía”, yo me dedicaría a darle lengua hasta saciarme.
Pronto dejó de mamar, no podía seguir con eso, los temblores y las contracciones que la asaltaban por mis lengüetazos no le permitían seguir con la verga en la boca. Ni me molesté por esto, me giré, la levanté de las caderas y puse su entrepierna frente a mi boca dejándola con las piernas al aire. Me esmeré pensando que eso sería como una película porno, pero con acabadas verdaderas y me aboqué a tratar de enloquecerla con la “sin hueso”.
Laura era, como se dice vulgarmente “una tremenda potra” capaz de “calentar a los muertos”, digna de brindarse y brindar los mejores placeres, por eso me extrañó escucharla decir en gritos: “Sí, hermano sí, dame más, chupame bien la concha, nadie pudo lograr hacerme sentir lo que vos estás logrando, ahhh”. No sólo lo decía, lo demostraba con movimientos y temblores que me obligaban a utilizar mucha fuerza para impedir que me sacara de allí.
Era o se descubrió multiorgásmica, gozó de una catarata de orgasmos chicos y repetitivos y antes de que terminara agotada, me arrodillé y apoyé el glande en el agujerito anegado de fluidos. Cuántos y como se habían cogido a mi hermanita no me importaba, lo que si me importaba es hacerla sentir desde el primero hasta el último centímetro de verga al penetrarla y es lo que hice entrando lo más lento que pude. “Hermano, hermanito, me estás partiendo, no la aguanto, es enorme, ¡ayyy, por Dios, que grande es!… No la saques carajo, no la saques, metémela hasta las tetas”, -ya no hablaba, vociferaba-. Era bastante estrecha, bueno, en realidad, acorde a mi grosor, todas lo eran, pero entró toda y puso los ojos en blanco cuando el glande chocó con su útero, luego vinieron los movimientos rápidos a los que se acostumbró enseguida.
Mis dos manos quedaban libres y una se ocupó del botoncito erecto que sobresalía por encima del agujerito penetrado y la otra se soslayó con tetas y pezones, a los que daba gusto acariciar y apretar. Claro que esta combinación fue demasiado para ella, el grito fue tremendo y se arqueó dejando sólo la cabeza apoyada en la almohada, toda su espalda se elevó y el orgasmo la dejó baldada. Quedó floja sin parar de temblar, pero eso a mí no me importaba ni me hacía mella, todavía me faltaba terminar y, para esas alturas, ya había acumulado suficiente leche en mis huevos. La levanté como si fuera un “trapito” y la puse en cuatro sosteniéndola desde la cintura.
Ya no le quedaba voz para gritar acusando la penetración profunda que realicé, mucho menos para el ritmo que le impuse a las entradas y salidas, quería coger con el hermano y se iría bien cogida. Recordé que debía preguntarle dónde quería la leche sólo cuando le comencé a llenar el conducto. Tampoco me hice dramas con esto, entendía que estaba prevenida, de última, el marido se haría cargo de mi hijo-sobrino. El líquido caliente provocó lo que entendí como el último orgasmo, después de esto se derrumbó de bruces sobre las sábanas y no pude evitar salirme, pero me apoyé suave en su espalda uniendo mi transpiración a la suya. “Aún me debés algo, aunque ya habrá tiempo”, -le dije al oído sintiendo su estremecimiento de placer-.
- Ahora no, quiero darte mi cola cuando esté bien lúcida, esto fue mortal, mis amigas “charlatanas” se quedaron cortas, ¿qué tremendo tiempo perdido!, -expresó convencida-.
- Hecho hermanita, te tomo la palabra, ese culito se irá a Alemania sabiendo del cariño de un verdadero hermano, jajaja.
- No te rías, sátiro, me duelen hasta las uñas de los pies. Otra cosa más, esa Julia tiene cara de conocer el “premio gordo” y un poquito la envidio, te tiene siempre cerca.
- ¿Vos crees?, en una de esas le “arrimo el bochín”, me gusta y ganas no me faltan.
- No te hagas en tonto conmigo, tu hermanita tiene muchas “agachadas”, estoy segura de que Julia conoce de tu incendio, “le brota el humito” cuando te mira, ¿tiene marido?
- No, es viuda y la pareja que tenía se fue, creo que tenía otra familia o algo así, pero sabés que yo no me fijo en eso.
- Ya lo creo, ni en tu “santa” hermanita te fijas y acabás de romperla toda y doy gracias a que aún falta, aunque mi culito está temblando, pero no me voy del país hasta haberla probado por todos lados, esa “señora pija” merece todos los honores.
Nos fuimos a bañar y se sintió una reina cuando la bañé con cariño y dulzura, por lo menos eso fue lo que me dijo y me quedó claro que no es lo mismo coger por coger que disfrutar y hacer disfrutar a la persona que tenés al lado. Le arrimé la verga en sus oquedades, pero no la penetré y se desesperó un poco por esto, la chupada de tetas fue infernal y hacía que doblara el cuerpo hacia atrás en una posición digna del Yoga. El secreto para su acabada monumental con mi verga en toda su boca fue apretarle el clítoris mientras mamaba.
Su contracción placentera fue tremenda y, en lugar de salir, empujó la cabeza para que su nariz se apretara contra mi pelvis y, una vez logrado insistió con esto. La posición fetal dentro de la bañera no era la más cómoda, pero me calentó con su buena voluntad y no me quise aguantar las ganas de llenarle la garganta de leche se impusieron y no tuvo problemas en tragar.
- Lo logré, me costó un montón, pero pude y resultó que tu leche es mucho más rica que la de mi marido y de, bueno, otros conocidos.
- Ya me había dado cuenta de que no eras “manca” para esto de mamar una verga.
- La de mi marido es chica, insufrible comparada con la tuya, aunque hubo otras, antes y después de él. Una pretende ser fiel a su pareja dejando de lado las pijas que pululan, pero, si no te satisfacen y el sexo parece molestar, terminás aceptando citas rápidas y otras vergas, eso sí, como la tuya ninguna.
- A mí no me des excusas ni me “sobes el lomo” o me “dores la píldora”, te gusta la verga y la que tenés no te satisface, está bien, yo soy igual, en lo que no estoy de acuerdo es en el engaño consuetudinario o convertir al amante en tu pareja, yo prefiero poner los puntos sobre las “íes” porque, al final termino por sentirme mal.
- Parecemos hermanos, a mí me pasa igual y después me siento para la mierda, por eso no estoy muy segura de continuar. Ahora tengo una ventaja, si me separo sé a quién recurrir, jajaja.
- Mirá vos, que bonito y si yo estoy en pareja a seguir revoleando la concha con quien sea.
- No, si estás en pareja buscaremos el modo en que sea un trío o de compartirte, con un hombre como vos a mi lado, no necesito más.
- Ah, bueno, ya te hiciste tu propia película, probá de hablar y arreglar tus cosas en otro país, si no se puede siempre recordaré que sos mi única familia y estaré al pie del cañón, pero, ya sabés, si no sos mi hermana para cogerte tampoco dudaré en cortarte las tetas si me engañás.
Mientras nos vestíamos escuché que Julia dejaba todos los aperos y luego de largar los caballos se subía al auto y se iba, ya podríamos estar tranquilos. Laura quiso acaparar el fresco de la tarde, aunque no era tal porque el calor había sido agobiante y terminó dando brazadas y disfrutando del agua vestida sólo con su cabello rubio. Yo me puse a hacer un poco de carne asada pues, como toda citadina, extrañaba un buen “asadito”, ya habría tiempo para el “postre”.
Después de la cena en la zona de la pileta, la reposera y el cielo estrellado fueron testigos de, como ella dijo, “una verdadera rotura de culo”, gritó, pataleó y mordió las toallas para no espantar a todos los animales y hasta derramó unas pocas lágrimas que se mezclaron con algunas risas, pero, en definitiva, se la “comió” toda y si hubiera habido más, más se hubiera tragado por el culo pedigüeño que había comenzado por hacerse el “frígido”. Después la seguimos en el dormitorio y saqué a relucir todo el repertorio, terminamos “fusilados” y con las gallinas cagadas de hambre.
Hice todo lo mío en la mañana y le llevé el mate con masas a la cama, nunca la vi tan contenta a mi hermana recibiendo esa atención que para mí era una pavada. Después le fui a llevar el cajón a Julia y me volví conversando con Nico sobre el tema de irse y, por lógica, le prometí el oro y el moro para cuando regresara, más sabiendo que era difícil que sucediera. Laura aprovechó todo el día en la pileta y, con la excusa de charlar con él, nos fuimos con Nico al monte en dónde ellos, los chicos, habían hecho una casita.
Estuvimos como dos horas en la casita de ramas y, de entrada, Nico ingresó en ella andando “a gatas” y con el culito al aire dispuesto a lo que fuera. Me secó, mi sobrino me secó, usó la boca deliciosamente y le dejé el culito como para viajar parado en el avión. Todo se había acelerado porque tenían vuelo esa misma madrugada y, de no tomarlo había que abonar una diferencia grande con los pasajes, así que esa noche fue de descanso y cada cual en su habitación.
Era oscuro todavía cuando estacionaba la camioneta en el aeropuerto y los acompañaba a hacer el checking en el mostrador de la compañía aérea. No me gustan las despedidas y ésta fue particularmente triste, tal que, luego de abrazos, besos y lágrimas preferí irme antes de que pasaran Migraciones. Le había comprado el coche a mi hermana, era mucho más moderno y mejor que el que tenía Julia, así que habría que pensar en vender el viejo. En el viaje de regreso me decidí por lo que tenía que hacer, culitos gentiles me quedaban dos y estaban siempre dispuestos a complacerme, el otro culo, ya de adulto y más exigente y placentero también estaba siempre dispuesto, además su dueña era compañera, afectiva, cariñosa, comprensiva y leal.
El asunto de los huevos andaba sobre rieles y tendía a seguir creciendo, todas mis ganancias de ello eran para invertir y ella podría seguir gozando de más ingresos que ya habían mejorado, la presencia y el ánimo de todos pues ya no existían privaciones. Las clases que daba Julia no le molestaban y lo hacía con cariño, comprar tres caballos más para esto no me generara problemas, al contrario, aumentaba mis ingresos por el alquiler mensual y los sementales cubrían con tres o cuatro servicios los gastos de todo el año y siempre había unos ocho por año.
Se me ocurrió que podrían levantarse un par de galpones más y meter casi mil gallinas allí a Julia le sobraban los pedidos de varios comercios y de particulares que ganaban con el “puerta a puerta” en sus propios barrios, hasta de otras localidades cercanas. Lo convertiría en un “negocio familiar” y, aunque tuviera que meter mano de obra externa con gente del pueblo, seguiría dando ganancia.
Lo tenía todo en la cabeza, había un par de cosas por hacer, refrescarles a los chicos sus obligaciones y sus silencios, aunque ya lo tenían bien claro, les gustaba parar el culito más que a mi ponerla. Hablar con Julia para “afilar el lápiz” con los gastos y la inversión, pues, a pesar de que ella no ponía nada, era la que hacía los contactos para las ventas y, por último, hacerle saber que tenía un lugar al costado de mi cama.
A ciencia cierta, ese era mi mayor miedo y mucho tenía que ver conmigo, pero el sopapo de la ida de Nico y de mi hermana a radicarse en un país tan lejano me hizo ver que la soledad me rodeaba y era al pedo sentir en soledad cuando podías tener compañías queridas y agradables. Era de día y asomaba el sol cuando, metido en todos estos pensamientos y, sin darme cuenta de ello, estacioné la camioneta frente a la casa de Julia, ya estaba levantada y se asombró por verme tan temprano por allí.
- ¿Qué pasó cielo, hubo algún problema?
- No, pasaba por acá, vi luz y entré… Vengo del aeropuerto, les avisaron de improviso el horario del vuelo y hubo que salir a las apuradas, ya se fueron, -su cara fue de sorpresa y de pena-.
- No debés haber desayunado, sentate que te hago unos mates como te gustan, los chicos ya se estaban levantando.
- Mejor porque vine pensando en el viaje y quiero hacer algunos cambios y a ellos también les va a interesar.
- Ahora aparte de la intriga me da un poco de miedo, ¡chicos, apuren porque vino Oscar a vernos!
- Hola chicos, buen día, vine también para hablar con ustedes, -los saludé recibiendo el abrazo y el beso espontáneo, aunque dejaron entrever cierta intriga-.
- Bien, ¿cuánto sale tu coche usado?, bueno, no importa, véndelo y con ese dinero hace la transferencia a tu nombre por este otro, ahora es tuyo, -le di las llaves y los documentos del coche de Laura-. No digas nada, disfrutalo, aparte quiero comprar mil gallinas y mandar a construir dos galpones más, quiero que hagamos juntos las cuentas para esto, con eso vas a poder cumplir con todos tus pedidos.
- Estoy anonadada, ya lo del coche es algo impensado y querés agrandar el negocio, hay que invertir mucho y vamos a necesitar gente.
- Ya lo pensé, ocupate para que sean conocidos del pueblo que quieran trabajar, además voy a comprar tres caballos más para la Equinoterapia y que sigas dando clases allí es decisión tuya, a mí me sirve el alquiler.
- No sé si nos van a dar o te van a dar las cuentas para todo eso.
- Mirá, hay algo que no sabés, primero, las cuentas dan porque no contás los servicios de los sementales, además, si sumás toda la propiedad, la camioneta y los animales e instalaciones no llegás a cubrir una tercera parte de lo que yo tengo, así que dinero hay. Quiero que esto sea un “negocio familiar” y, para eso, todos deben aportar su “granito de arena”, para más, está lo otro, pero eso depende de ustedes tres.
- ¿Qué es “lo otro” Oscar?, no me asustes…
- Chicos, ¿ustedes quieren que yo me case con mami?
- Sí, sí, sí, nosotros queremos, -contestaron los dos casi al unísono y se me arrojaron encima-.
- Julia, ¿te casarías conmigo o te juntarías o como quieras?
Me cuesta entender a las mujeres, hubiese bastado un SÍ o un NO, a lo sumo “DEJAME PENSARLO”, en cambio se puso a llorar tomándose la cara con las manos y repetía “pero, pero, pero”, hasta que se calmó un poco y expresó, “sí, quiero casarme contigo, ser tu mujer, tu novia, tu pareja o como vos quieras, por mis hijos que lo quiero”. Luego de eso tuve que afirmarme porque fueron tres los que se me tiraron encima y me llenaron de besos, después sobrevino una cierta calma y nos pusimos de acuerdo para preparar todo y emprender una nueva vida.
Dije en un momento que tendría que ir a preparar los huevos del día y Carlitos se prendió para venirse conmigo a ayudarme. Ya en la camioneta Nico, el hijastro de mi hermana comenzó a pasar a la historia, Carlitos me preguntó qué haría con ellos y lo abracé diciéndole que seguiríamos igual, aunque cuidándonos un poco más, es lo que esperaba porque se le notó en la cara la alegría y me obligó a aminorar la marcha, no fue necesario que me lo pidiera, sus manos se encargaron de hacérmelo entender.
Se arrojó sobre mis muslos y con rapidez me sacó la verga que reaccionó enseguida a sus tocamientos, su cuerpito se metió entre mi entrepierna y el volante, su boca se adueñó de mi falo endurecido y la mamada con sus sonidos característicos no tardó en darme un placer que ni siquiera la madre equiparaba. Ensalivó bien todo el tronco, vi que hacía movimientos para bajarse el shorcito y me miró con cara de súplica preguntando:
“Me enseñás a manejar”. Los dos sabíamos lo que eso significaba y tirando hacía atrás el asiento le dejé el lugar para que se sentara entre mis piernas. Él manejó el glande y el tronco con su mano y se fue sentado en el falo inhiesto, hizo muecas y se quejó a medida en que se penetraba, pero su culito tragón ya estaba acostumbrado a recibirme y se fue dilatando sin mayores problemas.
No hubo paradas intermedias hasta que se aposentó con sus nalgas desnudas en mis muslos y comenzó con movimientos ascendentes y descendentes, dándose y dándome una cogida espectacular que gozó exultante, con grititos y contándome de sus “cosquillas”. Su culito blanco que se protegía del sol con el shorcito y se diferenciaba en el color del resto de su piel, subía y bajaba con un ritmo lento y, sin apartar la vista de la ruta, hablaba con la voz ronca por la calentura que exhibía.
“Me gusta mucho sentir que tu verga se mueve adentro de mi culito, ya no me duele cuando me la metés y mis “cosquillas” parecen cada vez más fuertes”. Que le podía decir, se me hacía que, en mi nueva vida, lo que nunca me faltarían serían culitos para deleitarme con ellos.
FIN.
No manches dejastes a nico fuera y era el mas bueno de todos wow no lo puedo creer y carlitos resulto el ganador muy benos relatos pero nico tiene que regresar y quedarse ahi sigue esa trama amigo saludos……:) 😉 🙂 😉 🙂 😉
Sigue con más relatos así, ahora sobre los hijastros de él, y que tanto les hará pasar la neta narras muy buen espero que si lo hagas…. Se pondrá tan rico y que ahora sí le digan papá por lo es bueno padrastro.
Excelente serie, felicidades… Pensando hay varios frentes para continuar una secuela…