LA ESCUELITA DE FÚTBOL. (2).
Lo de Elena resulta “glorioso” y, debido a una reunión, aparecen otras posibilidades que se esperan concretar..
ELENA AL COMPLETO Y OTRAS POSIBILIDADES. -2-.
La cena se nos antojó espectacular, no por la comida en sí o por los ingredientes empleados sino por la charla que tuvimos, riéndonos, disfrutando del momento, usando la “doble intención” inteligentemente y compartiendo otras intimidades. Pasar determinados ratos junto a una persona que “tiene Mundo”, que se expresa con naturalidad en diversos temas y que además tiene sentido del humor sin que éste sea chabacano y grosero, convierte al momento en algo “especial”. El sexo latía, rondaba, estaba presente, sabíamos los dos que sería la “frutilla del postre” pero, aún con la desnudez y lo sensual que nos estaba rodeando, no nos urgía, no nos impelía a la descarga “animal”, otorgándonos seguridad, serenidad y libertad.
Le conté a Elena gran parte de mi vida y cosas no sólo de mi pasado, sino también de mi presente que no tenía que ver con la Escuelita. Ella, por su parte, me contó que cuando llevaba unos cinco años de trabajo como modelo profesional, muy joven porque comenzó cuando aún era menor de edad y llegó rápido a la cima. Hizo aquí un pequeño paréntesis como con dudas para sacar más cosas a flote, yo ni me mosqueé la dejaba hablar sin preguntar ocupando el lugar que ella me daba al hacerme participar de algunas de sus intimidades y su mirada pareció agradecérmelo.
Siguió con que le tocó conocer en una reunión a un industrial joven y muy importante, heredero de una gran fortuna familiar y se convirtió en el “hombre de su vida”. Dijo que dejó todo para estar a su lado, fue un amor fulgurante, explosivo y definitivo. Él, unos cinco años mayor, la conquistó y supo mantener esa conquista todos los días de la vida que compartieron, tuvieron una sola hija y hacía unos ocho años que había fallecido en un accidente aéreo.
“Tuvimos la mejor vida que cualquiera podría desear, recorrimos el Mundo y estuvimos siempre felices y atentos el uno para con el otro por casi treinta años” … Lo decía con un cierto tono de melancolía, pero sin dolores, con la filosofía de quien sabe que no hay llanto, rezo o “rasgado de vestiduras” que te devuelva lo perdido y que la vida continúa.
Conservó el 55% de las acciones de la empresa, vendió el resto a empresarios afines que la hicieron continuar y usufructuaba unos excelentes dividendos, además, para no estar como “cenicero de moto” (así lo expresó), puso una empresa de ropa de confección que llevaba adelante una amiga del colegio primario, la única desde siempre. Se le dieron buenas con eso y hoy eran dos las empresas de confección de ropa que abastecían al mercado local y de países aledaños. “Sos propiamente de las personas que nacen con estrella”, -le dije como forma de halago-…
- Yo lo creo igual y siempre doy gracias por lo que me tocó, por eso es muy difícil que me veas cara de enojada o molesta o deprimida, no tengo nada de qué quejarme o porque sentirme mal, -contestó con seguridad-.
- La buena onda hace que uno se sienta bien y por ende todo el entorno.
- Eso sí, no todos saben lo que tengo o como me muevo, la gente de la Escuelita me tiene por una persona con dinero y hasta ahí llego, ayudo cuando puedo, de hecho, dos de las mamás de la Escuelita trabajan en mi empresa porque necesitaban un empleo para estabilizar sus ingresos familiares.
- Yo también pensé en recurrir a los padres o madres si la empresa en que trabajo necesitaba personal en distintas áreas.
- Harías bien, no obstante, también me tocó lidiar con egoísmos, inquinas y desprecios por el mero hecho de tener más. No, no, aquí con la gente del fútbol de los chicos, no, me pasó en otros lados y “el que se quema con leche, cuando ve una vaca llora”, por eso, muchas veces me cuido al darme con otros, las chicas que vienen mañana saben que soy socia de una empresa de confección de ropa y hasta ahí llegué. En cambio, con vos es distinto y no me preguntes el por qué.
- Listo, no pregunto más, aunque lo que decís me hace sentir bien. Contame de tu hija, nunca la vi acompañando a tu nieto.
- Mi hija es Abogada, tiene un Estudio Jurídico con su socia y pareja. El nene fue el producto de una inseminación de padre desconocido, no es el resultado del amor que engendra y creo que no le dan la importancia que él se merece, pero hasta ahí me metí y me meto, sólo lo saco de la institutriz para hacerlo compartir jugando con otros chicos y que le dé el sol. No creo que ella sea feliz, pero… es su vida…
Me levanté para servir una copa y nos fuimos para el living, fue ex profeso para sacarla de un tema que no la hacía sentir cómoda. Serví las copas y queriendo volver a lo de un par de horas atrás, me acerqué a ella por su espalda, la besé de forma tierna en el cuello y apoyé el miembro semi rígido entre sus nalgas, me gustó el estremecimiento de placer que tuvo y el gemido apagado que dejó escapar…
- Sos un traicionero me “atacás” por la espalda y no te imaginás que bien me hace sentir que reacciones rápido al acercarte a mi cuerpo.
- La culpa es sólo tuya, tengo ganas de agotar de placer a la maravillosa mujer que tengo delante y me gustaría quedar destruido por el placer que ella me brinde.
- Sos un embaucador y me gusta, me calienta y me emputece que lo seas.
Se giró y no pude abrazarla porque tenía las dos copas en la mano, pero de eso se ocupó ella, me “comió” la boca con ganas y las lenguas echaron chispas, al dejar el beso se rio por mi posición con las copas mantenidas con los brazos abiertos y me las sacó para caminar por delante hacia la habitación.
“Vamos a la cama, mirame bien la cola porque me gustaría que sea lo primero que me rompas, aunque grite y patalee, no tenés que tener piedad de mi culo, mi marido supo ser el único “propietario”, pero desde hoy creo que va a ser todo tuyo, ¿puede ser?… “Vos dejame a mí, creo que no vas a tener quejas” …
Dejó las copas sobre la cómoda y subió a la cama diciendo, “¿cómo vas a tomar posesión de mi culito, Cielo?, ¿me querés acostada boca abajo o querés que me ponga en cuatro o quizás preferís de costado con una pierna levantada?, mientras hablaba adoptaba las posiciones a que se refería, ¡qué “veterana” espectacular!, ya a esta altura estaba extasiado mirando a semejante mujer. Fue con ella colocada en cuatro y, arrodillándome detrás, comencé a enloquecerla con mi lengua lamiendo y tratando de penetrar lo más que podía a ese asterisco que dilataba a voluntad de su dueña. La lubricación sabía dónde conseguirla, su vagina goteaba y mi glande jugaba en ese hueco entrando y saliendo e incentivando su desesperación, “el culo Nacho, por favor, te necesito en el culo”, por un lado, pedía, por el otro daba caderazos para que penetrara más, aunque no me costaba nada contener sus empujones queriendo retroceder las caderas.
El chirlo, bastante suave, en una nalga hizo que se quedara quieta y le dije: “En esta posición soy yo el que coge, vos participá gozando y dejándome a mí”, no dijo más nada, pero no paré los movimientos de su cuerpo que se volvieron a suceder. Por más que trató de relajarse, cuando tuvo la cabeza presionando en el agujerito, se tensó y no se aguantó, “despacio, Ignacio, por favor, entrá despacio hace mil años que no tengo nada allí y esa pija mete miedo” …
Me frenó justito porque pensaba en entrar de golpe y no se justificaba, había que gozar, no lastimar y me obligué a entrar despacio… Cuando el glande estuvo adentro ahogó una exclamación, pero un centímetro después ya no pudo o no quiso ahogar nada y fue todo un concierto. Despacio, con calma, haciendo esfuerzos para no terminar explotando porque lo estrecho del lugar y el manejo de los músculos de su esfínter me tenían más que acelerado, se la mandé sin pausas hasta chocar con sus nalgas. No apartaba el culo, se mantenía apretada y movía sus ancas apoyándose en mí, pero gritaba como desaforada, primero fueron incoherencias y luego, riéndonos los dos se lo dije después, le salió la “rea arrabalera” y no se privó de putear como un camionero…
- ¡Ayyyy madrecita querida, que tremenda pija se acaba de comer mi ojete!, ¡hijo de puta, pijudo de mi alma!, dame tres segundos y rompeme el orto a placer, ¡qué puta que me siento!… Cogeme, cogeme Nacho, ahora y todas las veces que quieras, voy a convertirme en tu mejor puta, ahhh, ¡cómo la siento!, tomá, tomááá, sentí como me hacés acabar, ¡ahhhhh, esto no se puede explicar con palabras, la “lady” está muy feliz con el culo roto, valió la pena la espera y las calenturas al imaginarte.
Dijo esto y se dejó caer despacio para que la acompañara sin sacársela, quedó extendida conmigo encima y profundamente ensartada. Acusó el dolor de esa penetración más profunda pidiendo más ritmo con sus movimientos, ahora ya eran sólo gemidos y exclamaciones onomatopéyicas de placer. Enseguida me tomó las manos y las llevó a sus tetas, fue tocarlas, besarle la nuca y apretarle los pezones para que explotara en un orgasmo descomunal. Yo tampoco pude aguantar más, sólo movía mi pelvis entrando y saliendo hasta que instalado en lo más profundo, la rebalsé de leche.
Eyaculé cuatro o cinco veces en el fondo de sus tripas y cada vez que sentía el líquido caliente en cada borbotón, emitía un gritito de placer que la hacía continuarse en su orgasmo con más contracciones. El sexo con Elena había sido sensacional y creía que ella había sentido igual, lo deseaba con ganas porque no pensaba privarme de repetir con esa mujer. No sería algo “formal”, casi implícitamente había quedado establecido, pero ella tenía un “doctorado” en la cama, quizás obtenido cuando era pendeja en el mundo del modelaje o con un marido con el que se complementaba, el caso es que yo quería seguir disfrutando de lo que, en definitiva, nos dábamos los dos. Me pidió que no saliera enseguida diciendo que quería seguir sintiéndola y algo más que me hizo parar los pelos de la nuca…
- No creo que Sandra, que tiene un culo lindo pero chiquito y Diana que tiene un culazo hermoso puedan aguantarse estos pijazos, jajaja.
- Perdónnnn, no comprendo lo que me querés decir, -expresé-, aún a sabiendas de las ganas que notaba en ellas y otras madres, me encantaba hacerme el boludo.
- Dale Nacho, como si no te hubieras dado cuenta, ellas dos y un par más mueren porque las tengas rendidas y abiertas de piernas, si les llego a contar el “pijón” que tenés van a querer violarte atándote a una cama, Jajaja.
- En realidad, de tonto tengo poco, pero hasta ahora me mantuve para guardar las formas.
- No hay tu tía, creo que los maridos ya son cornudos y si no lo son, serás vos el que les tiene que poner el “cartel”. Desde hace rato que “te tienen ganas” y “mueren” por sacárselas.
- ¿Serán así como vos, un volcán en la cama con fuego que parece palparse?
- ¡Ves como sos!, me hablás así y ya estoy toda mojada. Además, cuando era modelo tuve algunos “intercambios” con otras modelos y algunas diseñadoras, así que si querés me propongo como “ayudante sexual” … Soy “viejita” pero “querendona” y tenés gran culpa de esto, estaba en “stand bay” y vos despertaste a la mujer y a la hembra deseosa de sentir y sentirte.
- Ya me di cuenta lo de la “viejita”, ya sé que aparte de “querendona”, también es “engañadora” porque me dejaste de cama, hace como quieras con ellas, pero, la discreción es fundamental, veremos que resulta.
Iba a contestarme, pero no la dejé seguir, todavía quedaba algo del ariete adentro de su culo y comenzaba a crecer, de todos modos, se imponía un buen baño. Salí de ella escuchando un “plop” exiguo y la tomé de la mano para llevarla a la ducha. Pretendía bañarla y mimarla, solamente eso, pero los gemidos, besos y una mamada corta dio por tierra con el baño tranquilo, con la ducha abierta, el agua corriendo y la pija endurecida me senté, ella lo hizo de frente y sin hablar la dirigió con su mano a la vagina, se penetró sentándose encima.
La hizo “desaparecer” totalmente y “cabalgó” a gusto mientras yo besaba su boca y martirizaba sus tetas y pezones. Otro gusto que se sacó obteniendo un orgasmo suave y casi silencioso, lo noté por sus contracciones, por los temblores y por el “gracias” que me dijo al oído al abrazarme con fuerza y ya no pude contenerme.
Sin darnos cuenta eran casi las cuatro de la mañana, nos secamos y puso la alarma del celular a las 06.45 horas porque tenía que ir a cambiarse y pasar a buscar al nieto. Nos acostamos desnudos tapándonos con una sábana y como si fuera por inercia la abracé poniéndome en cucharita, ella se acomodó y suspiro, yo me sentí de lo mejor.
Sólo escuché la alarma de mi celular a las ocho de la mañana, me levanté, me vestí poniéndome el slip ajustado, una bermuda, náuticos y una remera. Elena no estaba, ni cuenta me di cuando se fue, me había dejado dormir sabiendo que no faltarían oportunidades para repetir. El día estaba sensacional y yo estaba pletórico, aunque con un hambre mortal, me preparé un café con leche con unos emparedados para desayunar y luego fui a preparar y limpiar la parrilla, esperando a las nueve que era la hora en que caerían todos.
La primera en llegar con su auto fue la china, de nombre Shui, vino con el hijo, como siempre, sin el marido, con otra madre que había estado el día anterior y el marido de ésta, al que conocí allí, también con un hijo de diez años, la madre amiga, que había estado el día anterior le avisó y se prendió enseguida. La china tenía treinta y un años y estaba casada con el dueño de un gran restaurant chino de la localidad en que vivíamos.
Ya me había llamado la atención, hacía más de veinte años que vivía en nuestro país y estaba más que adaptada al idioma y nuestras costumbres. Era muy dada para el trato y tenía un cuerpo chico con las curvas necesarias y llamativas. Su cabello era oscuro y hasta el culito era respingón, nada que ver con la chatura nalgosa de sus coterráneas a las que siempre les “sobraba” pantalón en la zona de las nalgas.
Tampoco sus tetitas pasaban desapercibidas, su rostro era muy similar a una adolescente y se la notaba casi totalmente occidentalizada en sus modos. El chinito sabía lo que era una pelota de fútbol sólo porque se la habían mostrado y la veía en las prácticas, pero era perseverante y se llevaba genial con sus compañeritos, además yo le prestaba toda la atención empecinado en “sacarlo bueno”, eso le encantaba a la madre que solía estar con el grupo que parecía liderar Elena.
Los saludé y unos cinco minutos después comenzaron a llegar todos, la última en entrar fue la morocha Diana con el marido, era unos ocho más joven que ella y no era el padre del chico, lo hizo después de que entró Elena con el nieto. Los chicos me saludaron con un “hola Profe” y corriendo hacia el parque de los fondos se pusieron a jugar con una pelota. Los hombres se ubicaron en los sillones cercanos a la pileta y en el interior de una dependencia con todas las comodidades que se usaba para reunirse o comer bajo techo y en la que había un pequeño bar, todos vinieron con short de baño, al igual que las mujeres que parecían haberse puesto de acuerdo para los shorcitos de jeans y remeras.
Dos de los papás se entendieron para hacer el asado y decidí que dispusieran ellos dándoles todo lo necesario para el asador e indicándoles que las bebidas estaban en un freezer grande que había en uno de los rincones del lugar (vinos blancos, tinto y cervezas), las mujeres que parecían haberse puesto de acuerdo el día anterior, habían traído las verduras para hacer la ensalada y se pusieron a lavarla pidiéndome fuentes para dejarla lista. Iba a entrar a la casa para preguntarles a las mamás si necesitaban algo más y no lo hice, me quedé a un costado de la puerta escuchando a un grupo de seis o siete mujeres que la jodían a Diana porque estaba enojada con el marido al que había tenido que traer casi a la rastra…
- Es de lo que no hay, pensé que anoche íbamos a tener “fiesta” porque el nene se había dormido cansadísimo del día pasado, pero se puso a ver un partido en la tele y después vino al dormitorio a pretender dormir, apenas si lo hice cumplir, estoy recaliente y hoy quería pasarse el día durmiendo, -decía un tanto airada y agregó mirándola a Elena-, vos tenés una sonrisa boba y una cara que parece que te hubiera pasado un tren por arriba, ¿qué estuviste haciendo anoche pilla?…
- No, nada, no fue un tren, otro día les cuento, tengo cara de cansada porque dormí poco…
- No jodas, contá, contá, hija de mil, seguro estuviste cogiendo con algún pendejo “finoli” amigo tuyo y te dejó con el culo al norte, jajaja.
Elena quería zafar de la respuesta y sin darse cuenta, ante la pregunta de una de las madres que se aprestaba a cortar los tomates para la ensalada, le contestó en voz alta que los recipientes para colocar los tomates cortados estaban en tal lugar y que había cuchillos grandes en tal cajón, “el aceite y la sal están en la alacena de la derecha”, -lo dijo como algo normal, sabiendo de esos lugares por la cena que habíamos hecho la noche anterior-… Diana tardó en reaccionar, las demás se miraron y fue Sandra la que saltó…
- Que te reparió, abuelita, estuviste acá, te fuiste primero y regresaste más tarde para cocinarle a Nacho y vaya una a saber qué cosas más, desembuchá “viejita” que ganas de “prepararle la comida” tenemos todas.
- No seas tonta y no grites, lo supe a la tarde cuando hacía los emparedados para los chicos.
- No nos quieras “vender paquetes”, los emparedados los hicimos Diana, vos, la mamá de Arielito y yo, en ningún momento hurgueteamos sobre que tenían los cajones o las alacenas… Confesá, contá, ¿cómo la tiene?, ¿funciona bien?, ¿quién se cogió a quién?, ¿aguanta?, dale, no seas “forra”.
- ¡Shhhh!, bajá la voz que vamos todas presas, luego la seguimos, jajaja, me duelen hasta las pestañas…
Me escapé de allí yendo para el lado de la pileta, se escuchaban las risotadas de las mujeres que, para hacer este tipo de alharaca son mandadas a hacer, tanto así que uno de los maridos preguntó qué picardías o maldades estarían tramando para hacer semejante escándalo, “no sé, cuando se juntan y se ríen así es mejor alejarse despacito y silbando bajito”, -le contesté-.
Al final éramos unos veinticinco adultos y unos catorce chicos, enseguida nos pusimos de acuerdo para las compras y cuando pregunté si alguien me podría acompañar, rápidamente se “anotaron” Elena y Shui que eran dos que no habían traído compañía. Nos fuimos los tres caminando hacia el auto y me parecía tener las miradas de las restantes clavadas en distintas partes de mi cuerpo. Ya buscaría el modo de preguntarle a Elena sobre lo que le dijeron las integrantes de esa “banda”.
En el Súper nos separamos, las mujeres fueron por bebidas y/u otras cosas que podrían necesitar y yo me encargué de la carne, de las achuras y un par de pollos. Volvía empujando el carrito, después de comprar y las encontré a las dos sino discutiendo, por lo menos, cambiando impresiones con cierta firmeza. Shui parecía afirmar con decisión moviendo la cabeza de arriba abajo y Elena parecía decirle que estaba bien, dejaron de hablar cuando vieron que me acercaba y no quise preguntar, si algo estaba relacionado conmigo en cualquier oportunidad saldría a la luz. Tardó poco en aclarar, al proceder a cargar los paquetes en el auto, la encargada de hablar fue la “veterana” …
- Nacho, tengo que decirte algo…
- Está bien, soy todo oídos…
- Hoy cuando hablábamos con las chicas metí la pata al dar una respuesta apresurada y ya saben o por lo menos imaginan a ciencia cierta que hubo algo anoche entre nosotros.
- Lo sé, te escuché en tu “metida de pata” pero no tengo problemas, también te dije que resolvieras a quien le podías decir y a quien no, yo sólo pretendo discreción.
- El caso es que recién hablamos con Shui y como ella me planteó un problema que viene teniendo desde hace tiempo, le conté varias de las cosas que pasaron anoche y quiere averiguar algo.
Ya habíamos entrado en el auto, la china estaba sentada en el asiento trasero y bajaba la vista, no le di mayor importancia a eso, era muy simpática y dada, pero solía tener esos arrebatos como de vergüenza cuando estaba frente a un hombre, conocido o no.
- ¿Qué dudas tenés Shui, sabés que a mi podés preguntarme lo que sea?
- ¡Ohhh, Nacho!, ¿ya te dijo Elena?…
- Todavía no me dijo nada y si la duda es tuya, prefiero que seas vos la que consulte.
- Quiero vértela y, si puedo, tocarla, -lo expresó así, de una y “sin anestesia”.
¡Me cago en la china!, abrí los ojos sorprendido y me quedé con el dedo extendido apuntando al encendido del motor del Audi, ¡había saltado la liebre en el lugar menos esperado! Elena no se aguantó y largó una carcajada. Me recuperé enseguida, pero la mirada de Shui había cambiado, ya no era la de una mujer avergonzada, el brillo de sus ojos denunciaba a una hembra en celo dispuesta a lo que fuere para sacarse esa duda, grande o pequeña, añeja o nueva, pero duda al fin.
- No te voy a preguntar el por qué y voy a acceder a lo que me pedís, pero… si das otros pasos para continuar en la acción, Elena tiene que participar, si estás de acuerdo, te aclaro cualquier duda, si no, seguirá estando todo bien, pero no me pidas nada más, ¿estás de acuerdo?…
- Sí Nacho, estoy de acuerdo y abierta a cualquier experiencia. Me casaron desde chica con un hombre al que no podría amar nunca, no me falta en lo material, pero, no te imaginás todas las cosas que me faltan como mujer.
- Lo que vos me contaste es para llorar, yo tuve todo lo que te falta y la vida me lo llevo, aunque ahora debo reconocer que muchas cosas cambiarán, -dijo Elena mirándola desde la abertura que dejaban los asientos-.
- Ni se me ocurre dejarlo, pero, veo porno en la computadora y hace tiempo que me di cuenta que en casa tengo a un buen hombre que falla terriblemente como “macho”, no conoce de mimos, sonrisas, caricias o posiciones en una cama, sin contar que, como la gran mayoría de los asiáticos, lo que me ofrece para el placer es ínfimo.
- No digas más porque vamos a llorar todos, cambien los lugares y vámonos, conozco un lugar donde podremos tomarnos unos minutos, los vidrios polarizados del auto nos van a ayudar y te sacás algunas dudas.
Un arroyo angosto de no más de dos metros de ancho pasaba por la parte norte de la localidad y yo conocía donde parar sin que nadie molestara, incluso, a menos que te acercaras a unos dos metros, no se veía el auto. Escuchar a la china, imaginarla mirando lo que quería ver y pensar en estar los tres juntos en una cama me puso a mil.
La erección me incomodaba y me dolía, la china se percató de esto y, a pesar de la incomodidad, me ayudó a liberarla bajando el cierre de la bermuda. La mano chiquita hurgando y tomando posición del ariete, unido a esto su cara de sorpresa por lo que tenía en la mano casi me hace terminar. “Es grande, es grande como las de los videos”, -decía Shui sorprendida- y Elena, apoyando los brazos en los respaldos de ambos asientos, la iba dirigiendo con la voz y le pedía que tuviera cuidado. Me acomodé y la sacó, ante esto, reprimió un encantador grito de sorpresa con un mohín agradable y me tocó y acarició la pija con las dos manos. No podía cubrirla toda con las manos y miraba el glande como hipnotizada. Elena no se quedó quieta, cualquier día la “veterana maquinita sexual” iba a dejar pasar esa oportunidad. La mirada y los gestos de su cara que anticipaban placeres parecían estamparse en el espejo retrovisor.
Se ubicó entre los dos asientos y como la china estaba recostada con la cara en uno de mis muslos, metió una mano por debajo de la remera y se adueñó de las tetitas y los pezones de Shui que estaban, durísimos, ya los había notado por debajo de su prenda cuando hablaba. Con la otra mano se dedicó al culito oriental, Shui la ayudó bajando el cierre del shorcito y pudo dedicarse a “atender” esas intimidades.
Estacioné el auto y tiré un poco el asiento hacia atrás dándole más facilidad, torció la cabeza, me miró como agradeciendo con un pestañeo y gimió fuerte cerrando los ojos porque la ex modelo había llegado a donde quería llegar y los dedos se movían inquietos. Shui había dicho que sólo quería mirar, aunque se olvidó pronto de eso, no podía mirarla, pero sentía la lengüita recorriendo el glande acompañándose de gemidos que parecían sollozos. No sabía con qué agujerito se estaba ensañando Elena o si eran los dos porque la china se movía como desaforada y no tardó en tragarse todo el glande y parte del tronco, tampoco tardó en ahogarse y tener una arcada, “despacio nena, yo tengo más práctica que vos y apenas pasé de la mitad”, -dijo la “abuelita”-.
Shui había transpuesto sus propios límites y dejando libre su boca me pidió: “Cogeme Nacho, me siento arriba y me la metés despacito, quiero tenerla en mi interior”. Elena no la dejó levantarse y le dijo: “Ahora no, no tenemos tiempo, hacelo acabar y vemos si nos podemos juntar esta noche o mañana, yo también quiero tenerla y te voy a borrar la concha a lengüetazos”. Yo me reía para mis adentro sin demostrar nada.
La china no dijo más, se abandonó al orgasmo que la alcanzaba, moviéndose, gimiendo y tratando de absorber el glande como si fuera una aspiradora. Con una mano sobre su cabeza no la dejé moverse y la atoré de leche, tragó sin desperdiciar ni una gota, me la lavó con saliva y comenzó a incorporarse. La cara de felicidad lo decía todo y nos acomodamos la ropa, “tenés una gota”, -la escuché decir a Elena-. No tardó en “comerle” la boca a la china que se prendió con ganas a los labios de la “veterana”. Gemían las dos y yo puse en marcha el auto para regresar, si no lo hacía terminaríamos a “pija y conchas revoleadas” adentro del cómodo automóvil y la idea de la cama y poder cogerlas a voluntad por todos lados me gustaba más. Las dos hablaban en el auto como si yo no existiera…
- Estoy que no me puedo contener, nunca estuve tan acelerada, las caricias que me hiciste y los besos fueron muy intensos, lo que no sé es cómo voy a hacer para aguantar el pene de Nacho, lo veo tan grande para mi orificio que me da miedo, -decía Shui con algo de preocupación-…
- Te aseguro que por la vagina lo vas a tolerar muy bien y te va a encantar, el problema va a ser cuando te haga el culito, por allí cuesta un poco más, pero te vas a enloquecer, jajajaja…
- Ni pensarlo, lo vi en los videos y me da impresión. A mi marido no se le ocurrió nunca, aunque supongo que tendré que asumir y aguantar.
- ¡Estás loca nena!, entre nosotros eso debe ser consensuado o darse por el momento de calentura, nadie te puede obligar.
- Nadie no, porque si el hombre quiere te la mete y punto.
- Seguís sin entender, escuchá bien… Nacho, ¿te gustaría hacerle la colita a Shui que todavía la tiene virgen?
- ¡Qué pregunta que me hacés!, claro que me gustaría, sería delicioso, pero eso nos llevaría un tiempo que no tenemos, hay que besarla, ablandarla, dilatarla, usar un buen lubricante y casi, casi, hacer que ella pida ser penetrada.
- ¿Y qué harías si ella no quiere que se la metas por la cola?
- Nada, aguantarme, sería una pena, pero, es su culito, ella decide qué hacer con él.
- ¿Escuchaste bien?, ¿entendiste lo que quiero decir?, los deseos de la mujer son muy importantes, como sea, yo sé que te va a gustar y te vas a convertir en una adicta, primero a mi lengua que te va a aflojar todo el esfínter y después a la “pijita” que te va a llevar al Cielo, jajaja.
Shui la escuchaba hablar a Elena, absorbía como una esponja todo lo que la “veterana” le decía y se calentaba por lo que seguramente imaginaba, las dos manos entre sus piernas la delataban, yo sólo trataba de concentrarme en manejar porque tenía una calentura y una erección que lindaba con lo doloroso y parecía querer romper la bermuda.
Llegar a mi casa no ayudó mucho que digamos. Habían aflorado las diminutas bikini y se paseaban, nadaban o tomaban sol sin ningún tipo de pudores, pero había dos que se llevaban las palmas, una, como era de esperar, fue Diana, la morocha tenía puesta una tanga de color amarillo rabioso que en la parte superior luchaba por contener sus tetas bien armadas y en la inferior sólo tapaba los labios vaginales. El color cetrino de su piel, sus movimientos y la cabellera negra te aceleraban la libido a velocidades ultrasónicas y ella lo sabía mejor que bien.
La otra fue una “tapada” o “destapada”, su nombre, Irina, rubiecita, de veintiocho años, no muy alta y hacía poco que se había acercado al grupo de madres. Siempre vestía con pantalones y blusas amplias, pero resultó que, sin tetas muy abundantes y casi chata, emparejaba todo con un físico muy agradable de colita parada y piernas que parecían dibujadas. Tenía puesta una tanga negra y todo en ella resaltaba más que apetecible, todo lo cual no ayudaba a la calentura que venía arrastrando, iba a ser una tarde tremenda por lo que me obligué a pensar pelotudeces y dedicarme sólo a ser anfitrión.
Elena había estado atenta a unos detalles que yo no supe tener en cuenta, me hizo regresar con las ventanillas bajas porque el habitáculo del auto estaba impregnado de “aromas femeninos”, le dio un chicle a Shui por el gusto a semen que tenía en la boca (ella lo sabía bien) y se roció las manos con desodorante de ambientes que había comprado, “no hay que alimentar a las fieras”, -nos dijo riendo y en obvia alusión a Sandra y a Diana-.
Éstas dos junto a otras dos madres fueron las primeras que se acercaron al auto a ayudarnos con los paquetes y surgieron las bromas entre ellas por los trajes de baño debido a que Sandra tampoco se quedaba atrás a la hora de mostrar el físico menudo “tapado” por un biquini bastante diminuto de color azul en degradé. Yo aproveché para escaparme de allí diciendo que el baño me reclamaba pues aparte de las ganas de orinar, me venía bien para acomodar todo el “aparato” dentro del slip ajustado.
De regreso a la reunión me esforcé por dejar de darle pelota a las mujeres y me junté con los hombres que, reunidos cerca de la parrilla, tomaban sus tragos, hablaban de fútbol, de sus trabajos y dejaban escapar alguna que otra mirada a los físicos femeninos que daban vueltas por la pileta. Desde allí me fui un rato a ver como los chicos jugaban según los equipos que habían conformado y conversé con los tres padres que los controlaban. Los dejé porque me llamaban desde la casa, habían decidido sacar la mesa para comer a la sombra de los árboles y preguntaban mi opinión, por lógica, se optó por la sombra de los árboles y sacaron mesas y sillas para armar allí.
Esto me llevó a estar de nuevo cerca de las mujeres y las miré a Elena y a Shui. La “abuela” estaba como para aplaudirla hasta con las orejas, tenía puesta un micro biquini que semi tapaba con una blusa transparente que llegaba sólo hasta debajo de sus nalgas e incentivaba su sensualidad. Shui tenía puesta un biquini común, pero como su culo ya estaba fijado a mis deseos me pareció más linda todavía.
El almuerzo estuvo genial, divertido y más que ameno, la carne se llevaba a la mesa y cada cual se servía desde allí, los únicos que tuvieron atención de sus madres fueron los chicos. A la vez notaba algunas miradas femeninas “especiales”, quizás era mi imaginación, pero me “sonaban” a que querían averiguar más sobre algunas cosas. Para peor, no sabía lo que habían conversado entre ellas y como se habían “despachado” Elena y Shui. Me había dado una especie de ataque de “chusma” o “cotilla”, me urgía saber, pero, tenía claro que no le iba a preguntar a nadie.
Por otro lado, comenzaron a sucederse cosas que no esperaba, que yo no esperaba, las mujeres lo tenían más que claro, sucedió que los hombres, suficientemente “adobados” con cerveza y vino desde antes del asado, luego durante el almuerzo y en la sobremesa, comenzaron a sentir los efectos etílicos y se buscaron sus “lugarcitos” en distintos espacios en que ya había sombra, preferentemente debajo de algunos árboles y “durmieron sus monas”. El enojo de algunas mamás por esto fue manifiesto, principalmente de Diana, Sandra y un par más de ellas…
- No entiendo la gracia de “chupar” como descocidos prendidos a una botella para después tirarse a dormir y no disfrutar del día, -decía Diana sumando esa bronca a la que ya traía desde la casa-.
- Jamás te ayudan, lo peor es que nos hacen quedar como el culo a nosotras que tenemos que dar la cara, -siguió otra-.
- Si es por mí no se hagan problemas, yo no me enojo, prefiero que duerman a que se pongan insoportables o violentos, -acoté-.
Enojadas o no, las ayudé a levantar los platos, vasos sueltos y cubiertos utilizados y aun cuando quisieron dejarme de lado en esa ayuda, insistí en lavar la vajilla y los cubiertos y me puse a la tarea, no me costaba nada, vivir solo te lleva a moverte en una casa haciendo las dos funciones que parecerían determinadas para el hombre y para la mujer dentro de una casa, explicar que esa separación no debería existir no tiene tanto sentido aquí.
Algunas se pusieron a jugar a las cartas o a continuar el cotilleo, por los chicos ni se hacían problema, Roberto y otros dos papás los controlaban. Elena, con Diana y Shui pegadas como lapa a ella, se pusieron a conversar y a tomar sol en un rincón de la pileta. Sandra no tardó en ponerse a mi lado para ayudarme y cuando le alcancé el primer plato para que lo secara vi que tenía casi media teta afuera del sostén de su biquini y se sonreía divertida, no quise hacerme el boludo y le hablé mirándole la teta sin pudores.
- Es hermosa, pero así me vas a hacer calentar y no respondo por los platos y vasos.
- Tonto, sos un tonto, estuvimos hablando con Elena, me dejó muchas intrigas y creo que lo que quiero es que te calientes y mucho, hay una duda que tengo y creo que es enorme, jajaja.
- Si es por mí, te sacaría cualquier duda, es más creo que nos vendría bien “conversar a solas” para que ya no tengas dudas, lo que sucede es que apuesto siempre a la discreción y hoy hay mucha gente dando vueltas.
Las mejillas se le pusieron rojas y no era por lo que yo le decía, no era de las que se amilanan por cualquier comentario, estaba seguro que era por lo que ella misma pensaba. “¿Cómo podemos hacer para tener esa charla?, a mí me encanta la discreción”, -preguntó y dijo con la voz un tanto ronca-. “No nos va a costar mucho el ponernos de acuerdo”, -le contesté- pero cuando iba a seguir sonó mi celular y me fijé quien llamaba. Sabiendo que no me llamarían un domingo por cualquier pavada, tomé el celular diciéndole a Sandra que era de mi empresa y debía atender y la dejé allí para irme a mi habitación a contestar. Se había accidentado un operario y el Encargado del turno me llamaba para ponerme al tanto de la novedad, pregunté por el nombre del operario, cómo se encontraba y qué había pasado con él.
Escuchaba la respuesta sentado en la silla giratoria ante el escritorio que tenía el ordenador y sentí que alguien me abrazaba y me besaba en el cuello mientras me acariciaba el pecho con ambas manos, me di cuenta que era Sandra. Lo primero que pensé es en que estando solo nunca cerraba las puertas por dentro, ni siquiera la de los baños, tapé el teléfono y sin mirarla le dije: “Trabá la puerta”. Lo hizo enseguida y yo giré la silla para mirarla, pero todavía escuchando las respuestas del Encargado que me hablaba.
Ella venía hacia mí con el sostén del biquini en la mano y me encantaron esas tetas liberadas, utilicé la mano libre para acariciarlas y apreté sus pezones, estaban durísimos y lo primero que se me cruzó por la cabeza es que podría haber acabado en seco mirando los gestos y la mirada de hembra con hambre de macho que me dedicaba.
Sandra no hablaba, se arrodilló para que me sacara la bermuda y el slip, levanté un poco el culo para facilitarle la tarea y me encantó que se sorprendiera y se tapara la boca cuando se encontró con el “ariete”. No hizo falta que le dijera o le indicara algo, pasó la lengua por el glande, apartó su cabello a un costado, apoyó las manos en mis muslos e hizo un acto de magia o eso pareció porque se la tragó de una hasta tocar con su boca mi pelvis. La tomé fuerte de los hombros porque me estremecí ante esto y sacándola hasta la mitad me miró guiñándome un ojo con picardía, luego siguió con lo suyo. Quería sí o sí mi leche y casi me la saca “de apuro” pero me recuperé justo a tiempo e hice que se levantara…
- Dámela, seguro me va a encantar tu leche, me volví loca con ese pedazo de pija y no tenemos tiempo.
- Te la voy a dar en la boca, pero después de cogerte y agradecé que te voy a respetar el culo porque me gusta tomarme mi tiempo para eso, ponete en cuatro apoyando las manos en la cama.
Se movió rápido, dando saltitos se sacó la parte de abajo del traje de baño y paró el culo, quedó a 90° y poniéndome detrás no aguanté las ganas de pasar la lengua abarcando vagina y culo en la pasada, estaba chorreando y cuando traté de puntear su ano con mi lengua se estremeció y zapateó moviendo sus piernas y sus caderas. El grito por el orgasmo que la sorprendió se lo “comió” el cubrecama y fue justo en ese momento en que comencé a entrar en su vagina empapada, admirando su culito y captando todas las rugosidades del interior de su cavidad “normal”.
Seguía gimiendo en sordina y zapateando sin ruidos cuando llegué al fondo, no había tope que me detuviera así que continué con las entradas y salidas manteniendo un ritmo, no rudo, aunque alto. Comenzó a gozar con orgasmos cortos, colaboraba con el movimiento de las caderas y me apretaba con sus músculos vaginales.
Fue un “rapidito” no tan “rapidito” y cuando tuve ganas de acabar la saqué, igual no habría podido mantenerla adentro, ella se dejó caer como si estuviera vencida y se giró para que se la pusiera en la boca. Absorbió apretándola con los labios y ya en el fondo de su garganta se me fueron todas las calenturas que venía acumulando desde que regresaba de las compras. Me la limpió rápido y eso hizo que no claudicara, continuaba tan duro como antes y ella me dio a entender que quería devorarla, luego la sacó, me abrazó besándome y me pidió, “chúpame la concha Nacho y te hago acabar otra vez”.
Acá, contraviniendo al dicho popular que dice: “Del dicho al hecho hay un largo trecho”, el trecho del dicho al hecho fue corto y se estiró sobre la cama abriendo las piernas, me puse en “69” y me la cogí por la boca notando como pasaba por el anillo de la garganta sin que se alterara. Ella frenaba la entrada con sus labios y las manos en mis muslos para que no la golpeara, mientras yo me dedicaba a chupar sus labios íntimos y su clítoris. El pulgar en su vagina, el dedo medio en su culo y la absorción de su “botoncito de placer” fue el detonante, no sólo para su orgasmo sino también para mi segunda acabada que se tragó por completo.
Se metió rápido en el baño de mi habitación y aproveché para vestirme y estirar el cubrecama, salió vestida y me besó diciendo que sabía que iba a estar bueno, pero nunca esperó que fuera tan bueno, esperó que yo lavara mi cara y mis manos y cuando volví le contesté:
- Tiene que ser mejor, hay que buscar la oportunidad y te aclaro que ese culo no me pasa para nada desapercibido.
- Ni a él le pasa desapercibido el “pedazo” que tenés, sabe que lo vas a romper, pero sabe también que no se va a resistir, te espera con ganas, jajaja.
- Listo, te tomo la palabra, esperá, no salgas, andá hasta el baño de la otra habitación y quedate ahí un rato, si escuchás que te buscan decí lo que quieras, yo me vuelvo a la cocina.
Pasó un ratito más y entró Diana preguntando por Sandra, “no sé, fui a atender una llamada y al regresar ya no estaba, me dejó “en banda”, pensé que estaba con ustedes”. La fue buscar por el interior de la casa y yo terminé de lavar lo que faltaba, al rato regresaron las dos riendo y me dijeron que ellas terminaban la tarea.
Salir al sol me vino bien y caminé hacia el fondo, no llegué, una porque Roberto volvía con los chicos que querían meterse en la pileta y otra porque Shui me llamaba porque quería hablar conmigo. Nos sentamos en un banco de los que había al costado del camino y le pedí que me dijera para que me quería hablar, pasaron unos segundos y no se animaba, le agarró un inesperado ataque de vergüenza y tuve que insistirle para que se calmara y me contara…
- Shui, hace unas horas pasamos un momento de confianza extrema entre los dos, me hiciste una mamada espectacular y gozamos juntos, creo que no debe existir vergüenza en lo que me quieras pedir.
- Sí, no, claro tenés razón, hay costumbres que no me las puedo sacar de la cabeza así porque sí, el tema es que quiero más, quiero experimentar por todos lados y quedar desmayada de placer. Estoy “acelerada” y por momentos pensaba en vos y lo que pasó en el coche, más lo que pueda pasar y me perdía de lo que conversábamos con las chicas, menos mal que Elena estaba atenta y me apoyaba para que nadie sospechara, además, ella me calienta muchísimo, ¿seré lesbiana también?…
- Sí, bueno, te entiendo y me encantaría lograr que goces casi a ese extremo y, aunque lo de lesbiana no es para nada censurable, no lo creo, sólo querés gozar y experimentar como mujer y nunca tuviste oportunidades de lograrlo, pero… tenés que saber y entender que esto es sólo sexo y no puedo ni debo estar a disposición de lo que vos quieras, lo mismo creo que sucedería con Elena.
- Sí, eso lo tengo claro, por otro lado, no voy a renunciar a mi marido ni puedo hacerlo, pero quiero más y no voy a ir buscando a cualquiera para lograrlo. Me dijo Elena que salís del trabajo a eso de las dos o tres de la tarde, si yo salgo con ella a hacer compras en la capital, ¿nos podríamos encontrar en algún lado discreto?…
- Tengo el lugar, el tema es así, cuando decidan ir “de compras” me llaman, me confirman la salida y nos podemos ver en el departamento que tengo cerca del trabajo, tiene cochera subterránea y hay ascensor desde la cochera al departamento, ¿te va esa discreción?…
- Está genial, lo hablo con Elena y después te avisamos cuando.
Se fue más que contenta a decirles a las chicas que había hablado conmigo respecto de los progresos que hacía su hijo con el fútbol. La excusa nació de ella y me pareció acertada, por otro lado, yo no se lo decía, pero o le haría “el amor” a la chinita o aplicaría un poco de sexo duro, de cualquiera de las maneras, el culito chino saldría hablando el español.
Continuará… Por favor, valoren y comenten… GUILLEOS1 se los agradece.
Excelente Guilleos1, siempre es un gusto leer tus series, sobre la vida, aliñadas con buenos momentos sexuales..
Sigue así, saludos!
Excelente excitante y tiene morbo.
ufff espectacular el sueño de muchos bueno el mio seria tener una asiatica timida y sacarle su lado epervertido volviendola adicta a mi verga jajaja,asi sera esta shui