LA ESCUELITA DE FÚTBOL. (3).
El favor a Ivón, mi secretaria privada y la china que quería aprender y que no se conformaría con un par de lecciones, a más, ninguna de ellas lo haría..
FAVORES – LA CHINA – TODAS. -3-.
Cuando todos se fueron, el orden que imperaba era igual al que tenía la casa antes de comenzar ese domingo, algo que me ponía bien. Es cierto que yo ni siquiera barría los pisos, pero, aunque no llegaba al grado de compulsivo, era bastante obsesivo con moverme dentro de la limpieza y la pulcritud de mi automóvil o mi lugar de residencia, se les pueden llamar “manías”, lo que era curioso o no tanto, es que eso no me pasaba cuando viajaba en el vehículo de otra persona o visitaba su casa.
Mis padres habían insistido siempre con esto: “Cuando visites a alguien tené en cuenta que lo hacés porque te interesa la persona, es a ella a la que vas a ver, no vas por la decoración de la casa o el color de las cortinas o la pintura de las paredes, si no te gusta te la “bancás”, no debés poner malas caras ni hacer comentarios adversos al respecto, vos no conocés las verdaderas razones para que eso esté de tal o tal manera”, siempre lo tuve en cuenta, lógicamente, si no me agradaba o me sentía muy incómodo, no volvía por allí ni “a ganchos”. La Educación y el respeto impartido por padres educados y que proviene de la casa desde la niñez, es la que perdura y la que mejor sienta para “caminar” en eso que se suele llamar “Vida”, todo lo demás es Instrucción, Aprendizaje y Conocimientos que son y serán necesarios.
Como fuere, cené algunos pedazos de carne fría y me “guardé” temprano, me reía para mí mismo porque la única que se fue enojada y descontenta fue Diana y tuvo que ver con que al marido tuvieron que ayudarlo a subir al auto, tenía y le duraba un “pedo como para cuatro”, menos mal que pudieron llevarlo y, por como venía la mano con el carácter de la morocha, ese infeliz iba a dormir en la cucha del perro, “pobre perro, él no tenía por qué penar debido a las elecciones de su dueña”, -se me ocurrió pensar-. De todos modos, no me engañaba mi mayor dicha estaba dada porque me sentía un “Depredador generador de cornudos” y, hasta por ahí nomás, sabía que, salvo violación, estafa o chantaje de por medio, ningún hombre se coge a una mujer que no quiere participar, además, sabía que los “cuernos” no devienen por generación espontánea, siempre tienen todo un entramado detrás.
Elena y Sandra no eran “mancas” para la cama y, teniendo en cuenta las diferencias de formas y modos, era una verdadera delicia compartir momentos íntimos con ellas, lo de Shui fue inesperado, pero estaba seguro que cuando “se soltara” iba a ser difícil seguirle el tren. En lo inmediato quedaba Diana que era de esas mujeres que caminaban destilando sexo y estaba pronta para demostrarme lo que podía saber. Me dormí pensando también en otras madres.
Durmiera, poco, mucho o nada, siempre me levantaba temprano y ese lunes no fue la excepción. Bañado, cambiado y desayunado, a las siete y media de la mañana estaba en mi escritorio tratando de averiguar más datos sobre el accidentado del día anterior. Ivón, mi secretaria, una trigueña de veintiocho años de edad, hermosa por dónde se la mirara, con un par de pícaros ojos color miel que encandilaban, me dio los buenos días sonriendo coqueta y me alcanzó todos los datos antes de que se los pidiera. El trato para conmigo era preferencial desde su parte, algo que no sucedía para con los demás directivos de la empresa, a los que no les permitía ni halagos ni piropos, no en balde en los corrillos se la individualiza como “la bruja de Recursos Humanos”.
Yo tenía un excelente y respetuoso trato con ella y respetaba a rajatablas aquel dicho que dice: “Dónde se come, no se caga”, por más que hubo varias oportunidades en que quise romper esa barrera auto impuesta, esto, era evidente que no lo cumplía en la Escuelita, pero la Escuelita era una cosa y la empresa otra muy distinta.
Después de preguntarle cómo había pasado el fin de semana y de que me contestara contándome un poco de su marido y su pequeño hijo, además, dejando entrever que no había sido de los mejores. No pregunté más y le comenté de la reunión con los chicos y los padres en mi casa pues ella era la única que sabía de la Escuelita y algunos pormenores… “Me imagino a las madres en trajes de baño y varias que te estarán “tirando los perros”, ya me gustaría ir a ese lugar para verles las intenciones con el Profe soltero y bien avenido, jajaja”, -me dijo riendo divertida-… “Me encanta ver como mejoran los chicos al desenvolverse en los partidos”, -le contesté poniendo picardía en las palabras y dejando entender que no hablaría del tema-. Se rio aún más diciendo, “a buena entendedora…”, me dejó la carpeta pedida y se retiró.
Iba a ser una mañana movida pues, debido al operario accidentado, era de esperar que se presentaran los del Sindicato para “hablar” del tema y, como no daban “puntada sin hilo” tratarían de “arrimar agua para su molino” pidiendo algunas “ventajitas”. En lo particular no les tenía ninguna simpatía a todos esos crápulas porque vivían muy bien a costillas de las cuotas de los afiliados y jamás los vi trabajando en el sector que les correspondía, pretendían estar a favor de los trabajadores y de lo que obtenían repartían sólo un 30% para estos. Como fuere, estaba obligado a atenderlos bien y “negociar” sus pedidos.
Tal como lo pensaba, a media mañana vinieron tres de ellos en representación del Sindicato y la reunión para “conciliar” nos llevó como una hora y media, luego, entre una cosa y otra llegó el mediodía y me tomé un descanso acompañado de un excelente “cortado” que me alcanzó Ivón. Pedí que nadie me molestara, corrí las cortinas dejando la oficina en una semi penumbra y me desparramé en el sofá poniendo los pies sobre un “puf”. Así, tranquilo, relajado y disfrutando del café se me cruzó por la cabeza el culito de Sandra. Me la imaginaba moviendo las caderas, ensartada hasta los huevos y gozando como descocida. Ya me había demostrado en un ratito que era “de armas tomar” y que la cama no debía tener secretos para ella.
Por esto que pensaba me había empalmado mal, hasta de modo doloroso por la posición y me vi forzado a aflojar mi pantalón y acomodarme el “ariete”, después de hacerlo me sentí mejor, pero seguí con mis pensamientos y estos estuvieron dirigidos a Elena, ésta tenía la capacidad para demostrar que podía enloquecer a cualquier hombre y, además, sabía cómo emplearse para ello.
No sólo era capaz de disfrutar del sexo duro, sino que también de caricias y besos cuando daba y recibía “haciendo el amor”, con la ventaja adicional de saber “compartir”, de ser hermosa y una indudable mujer “de Mundo”, inteligente, culta, dada y que podía disfrutar de cualquier conversación en el “antes” o el “después” de la acción. Lástima la edad porque era una mujer “para enamorarse”, de todos modos, sentía que éramos un “tal para cual” y si nos tocaba trataría o trataríamos de pasarla bien con ella.
Otra que me vino a la cabeza fue Diana, la morocha tenía un cuerpo que te hacía desear tener un par de manos de repuesto para, llegado el caso de acariciarla, poder abarcar varias partes más de su figura más que deseable, para más, tenía un incentivo “extra” que a todos los hombres nos acelera el morbo un poquito más… estaba “mal atendida” y, no nos engañemos, ¿a quién no le gustaría ser quien “atiende” bien a la mujer insatisfecha por el novio, marido o amante?…
Hubo un par más de “mamás” que me vinieron a la mente, Irina, la rubiecita que tenía una hermosa, dura y parada cola y que aparentaba ser dueña de una dulzura tímida e inocente, aunque, claro está, tampoco aquí era para “comprar cualquier paquete”, siempre estuve creído que las mujeres en general no aparentan lo que son o no son lo que aparentan cuando de sexo se trata. Variados “chascos” experimentados antes y algunas “sorpresas agradables” me había llevado con varias de ellas como para opinar así.
La última de esas sorpresas fue Shui, la china jamás lo hubiese demostrado por su forma de mirar, hablar o moverse y resultó ser de las que más ganas tenía de “experimentar” y estando al lado de Elena, de Sandra y de Diana, supo que esas ganas podrían convertirse en realidad. Lógicamente que yo estaba incluido en esas “ganas”, pero, como se había mostrado un tanto “sacada” por la calentura sabía que con cualquier otro que cumpliera sus expectativas, habrían procedido igual y en ese “partido” el titular indiscutido era “el Profe”, ni en pedo jugaba de suplente.
Estando como estaba, caliente por mis pensamientos, tenía ganas de “ponerla” a como diera lugar, fue allí donde me di cuenta que estaba acariciándome lentamente la erección, decidí que no me iba a masturbar, era bastante reacio a “la paja”, me afirmaba más en esto cuando sabía que existían mujeres cercanas que me causarían más placer que mis manos… Y sí, para que negarlo, también pensé en Ivón (otra que resucitaba a los muertos) y la veta egoísta me hizo llegar a una conclusión real, si hubiera sido otro tipo de jefe, ella estaría “aliviándome a boca” del incipiente pinchazo en los testículos.
De cualquier forma, aunque lo de Ivón me quedó “picando” y dejé los pruritos de lado pensando en que no me diría que no, no me podía apurar ni presionarla porque no me iba a exponer a una denuncia de acoso. Como fuere, ya me había relajado lo suficiente, era hora de volver al trabajo, como seguramente lo harían todos los demás, en la empresa no se almorzaba, pero esa hora del mediodía actuaba como “relajante” y se aprovechaba para fumar, conversar, chismosear, tomar un café o comer algún tentempié.
Me levanté, ordené bien mis ropas y entorné un poco la puerta que comunicaba con la oficina de Ivón, era raro que no estuviera en su escritorio y entré en su oficina para buscarla porque necesitaba que me alcanzara unos curriculum de aspirantes a trabajos en la empresa. No estaba allí, ni tampoco en los pasillos, opté por llamarla al celular y regresaba al interior de mi oficina a buscar el teléfono cuando, al pasar por la puerta del baño privado de ella, escuché:
- No me pidas eso, en la empresa no podemos, lo conversamos cuando estemos juntos y buscamos otra solución, así me estás poniendo entre la espada y la pared, no pienso hacer lo que vos creas que debo hacer o acceder a lo que se te ocurra, si nos sale mal puedo echar por tierra todo lo logrado y perdemos los dos…
Era evidente que hablaba con alguien por teléfono y lo primero que se me cruzó por la cabeza fue que mi secretaria tenía un amante que pertenecía a la empresa y eso estaba expresamente prohibido por el Contrato que ligaba a determinados trabajadores con la empresa. “Perder todo lo logrado” equivalía a decir perder el trabajo, ventajas extras que tenía por ser una Secretaria personal y un excelente sueldo que no ganaría en otro lado. No era ningún estúpido, tenía muy claro que la letra fría de un Contrato de Trabajo nunca podría anteponerse a las “calenturas” que cualquiera podría agarrarse con otro y aunque fuera un “renuncio” que nadie se podía permitir, existían.
Claro que existían esos “renuncios” y varias veces me hice el boludo con esto, pero sutilmente les hice saber a los interesados que una cosa era “hacerme el boludo” y otra muy distinta “que me tomaran como tal”. Tanto así que los tres casos en los que intervine no se pasó a mayores, pero este caso era “especial”. Era mi secretaria personal, físicamente estaba para “rajar las paredes”, ganas siempre le tuve y yo andaba con el morbo exacerbado, mala combinación para el “lomo” de Ivón y enseguida pensé en cómo sacar algo de “ventaja” con lo escuchado.
Volví a mi escritorio dándole tiempo para que se acomodara en el suyo y la llamé con la excusa de los legajos. No bien entró en la oficina la noté que estaba concentrada en otra cosa y, por otro lado, sus ojos brillantes de lágrimas contenidas y su cuerpo lleno de tensión me demostraban que algún problema rondaba. Le recibí los legajos y le hablé:
- Vamos a hacer una cosa Ivón, cerrá la puerta, sentate en esa silla y contame en confianza que problema tenés, si es que hay algún problema, cualquiera que fuera, prefiero escucharlo de tu boca y no enterarme luego por “radio pasillo”.
- Se me nota mucho, ¿no?, mi problema es con mi marido, pasamos un fin de semana horrible porque el viernes lo dejaron cesante en su trabajo y eso nos complica todo, para colmo se le metió en la cabeza que yo debo hacer algo para conseguirle un trabajo acá, no entiende que las relaciones entre trabajadores están prohibidas por contrato y no se depende de pedir o no favores.
- Debería entenderlo, ni siquiera yo puedo hacer nada con eso, es una norma implantada por los dueños de la empresa y el directorio.
- Me pone muy mal que sea tan “cerrado”, recién hablaba con él, me dice que no me “juego” por la pareja y que lo intente, que haga la solicitud poniendo que es soltero o falseando datos y me está demostrando que es muy egoísta, estoy muy mal con todo eso.
Yo ya sabía cómo podía intentar ayudarlo, tenía sobre mi escritorio un mail de un amigo que me pedía que le recomendara a un empleado Senior para encargarse de la parte administrativa contable de su empresa, ya había probado con un par de aspirantes y no había tenido suerte con la capacidad de los posibles. Sabía que el marido de Ivón estaba a una o dos materias de recibirse de Contador Público y venía muy bien para el puesto, era mi “as en la manga” y seguí hablando…
- No podés hacer eso ni en broma, no sólo no trabajaría acá, sino que también vos perderías tu trabajo, tus ingresos con un sueldo que sería difícil de conseguir en otro lado, tus ventajas por ser secretaria de directivo, bueno, vos lo sabés mejor que yo.
- Sí, lo sé, aunque tampoco quiero convertirme en el “sostén” de la familia, la cosa tiene que ser de los dos, un poco más o menos, pero de los dos. Veníamos muy bien y ahora este problema a que, los que trabajamos, siempre estamos expuestos, desnudó fallas de él que no esperaba.
- Tampoco es para que lo tomes así mujer, si hubieras sido vos la que perdía el trabajo, él tendría que ayudar por partida doble.
- Eso lo entiendo, pero se junta todo, ya sabía que iba a ver restructuración en la empresa y que corría riesgos su trabajo, no sólo no buscó algo antes, sino que cambió en casa, pero… no viene al caso de contar intimidades ni trasladarte problemas.
No podía despegar mis ojos del espacio que abarcaba su cara y su pecho, lógicamente con preferencia de esos dos montes que la chaqueta de su traje sastre no podía disimular. Me paré para dar la vuelta al escritorio y quedarme parado de frente a ella, pero apoyado en el mueble, notando que se dio cuenta de mis miradas a sus tetas, pero no movió un ápice su cuerpo y, como si me hiciera falta un incentivo más para mi “calentura”, me observó el bulto sin disimulo, aunque tampoco hizo ningún gesto.
- Escuchá bien Ivón, creo que te puedo ayudar, pero… vas a tener que poner algo de vos para que eso suceda.
- Si me ayudás, aparte del agradecimiento estoy dispuesta a poner de mi parte, pero, ¡ojo! con lo que me vas a pedir Nacho, no quiero que me desilusiones.
- Jajaja, no seas ridícula, tenés un cuerpo infartante y sos una dulzura de mujer, pero parece que no me conocieras, hacer una cosa así sería muy de mediocre, siempre fui de la idea que para que pasara algo entre una mujer y un hombre tendría que primar el gusto recíproco, en una cama se comparte, no se usa a nadie. Mi pedido tiene que ver con otra cosa, yo lo puedo recomendar para un buen trabajo, pero, en cierto modo te tenés que comprometer conmigo en que no me va a hacer quedar mal. No soy de recomendar a nadie que no conozca y en este caso en particular, a él no lo conozco.
- ¡Ohhh, por favor Nacho!, si podés hacer algo te lo voy a agradecer por las mías porque él no debería enterarse que fuiste vos en que lo recomendó, tengo miedo de que piense que “el favor” lo tengo que “pagar” yo.
- Jajaja, ¡no me des ideas que no me desagradan!, jajaja. Alcanzame el teléfono que voy a hablar con un amigo.
Hablé con mi amigo diciéndole que tenía al hombre para que cubriera el puesto que él pretendía, me agradeció y lo citó para el día siguiente a las nueve de la mañana, aparte agregué:
- Carlos, vos estabas en mi oficina hablando de conseguir a un empleado determinado y mi secretaria que te escuchó se animó a preguntar si podía mandar al marido a una entrevista…
- Listo, quedate tranquilo, ni sé cómo se llama tu secretaria, pero no te lo quiero preguntar, creo que es una forma de que no piense mal, ¿no?, dejalo por mi cuenta.
Corté la comunicación, le expliqué todo a Ivón que no se aguantó, me agradeció abrazándome y dándome un beso cercano a la comisura de los labios. Mis “ratones” se activaron al instante porque no fue sólo el beso y la alegría en el abrazo fuerte que se prolongó un par de segundos. Ella no perdió la oportunidad de apoyar sus tetas en mi pecho y me hizo sentir su dureza, hasta sentí como sus pezones puntiagudos parecían pincharme el torso, tampoco perdió la oportunidad de comprobar “mí” dureza pues su pubis acompañó el movimiento de su cuerpo cuando se “pegó” al mío.
El rubor de sus mejillas y el brillo de sus ojos me hicieron saber que no le desagradó para nada el “bulto” que alcanzó a notar. Me contuve para no hacer una “cagada” en ese momento, estaba convencido de que no faltaría oportunidad y para eso me ayudó el teléfono que sonó. Era Shui la que llamaba. Totalmente “empalmado” le pedí a Ivón que lo hablara bien con el marido y atendí la llamada de la china…
- Hola belleza oriental, ¿cómo estás?
- Hola Nacho, Yo estoy bien, pero Elena tiene reunión y no puede acompañarme, aunque sea sola necesito ir, si me decís, tomo taxi Uber y estoy en capital a eso de tres de la tarde.
- Listo, decile al conductor que te deje en tal y tal intersección, hay una confitería enorme en esa esquina y yo te voy a estar esperando en ese lugar.
Los Dioses me bendecían, se me juntaron las ganas de estar con la china para tratar de emputecerla y la “calentura” que me había agarrado con mi secretaria. Me la pusieron “en bandeja”, mis descargas físicas y emocionales tendrían un solo destino, el atrayente culito de la china “mal atendida”. Me sentía “ancho” y con el ego por los Cielos porque, si algo le faltaba al momento, fue el gesto de Ivón apretando los dientes y el ramalazo de celos que se reflejó en los ojos de la secretaria cuando escuchó el: “Hola belleza oriental”.
Ser un Director tenía sus pequeñas ventajas, una de ellas era retirarme de la empresa sin darle explicaciones a nadie, Ivón ya había salido de mi oficina y después de arreglarme un poco en mi privado, la llamé para avisarle que me retiraría antes, cuando se lo dije me desvió a mirada y volví a notar el “mohín celoso” …
- ¿Estás molesta con algo Ivón?
- No Nacho, para nada, bueno, sí, un poco de intriga, no sabía que tenías de amigas a “bellezas orientales”.
- Sí, es una china, es la madre de uno de mis alumnos y quiere que la lleve a un comercio mayorista de ropa deportiva, tiene que comprar ropa como para diez personas y como conozco al dueño, le va a salir mucho más barato que si fuera a cualquier local comercial.
- Ahh, que lo pasen bien, sucede que con el tono en que la saludaste, se me hacía más “íntima”.
- Bueno, cierta intimidad existe, además yo también estoy intrigado porque insiste en “pagarme” el favor que le hago, es muy insistente y no sé con qué me va a salir, aunque estoy dispuesto a evaluar posibilidades, jajaja.
- Acorde a lo que decís, ese favor es mucho más chico que el que me estás haciendo a mí por lo de mi marido…
- Es verdad, pero yo no exijo pago por favores, ni evalúo si son más grandes o más chicos, dejo que ella decida porque es ella la que dice de “pagar”. En cuanto a lo tuyo, pedile por favor a tu marido que no me haga quedar mal, es lo único que te pido.
- Quedate tranquilo, si me pone el mínimo “pero”, le corto las…, bueno, yo me entiendo…
- Jajaja, como para pedirte a vos un pago de favores en “especias”, me das escalofríos, mejor me voy rápido, contame mañana que pasó.
Al despedirme la saludé con un beso en la mejilla y le conté todo eso de la china como para darle a entender que yo no exigía, pero no me sentía mal si me quería “pagar”, aunque siempre dependería de la decisión de la “deudora”, tonta no era, lo entendió más que claro, es como quien dice: “Ya tiré la carnada, veremos que se pesca”. Era la primera vez que pensaba así respecto de Ivón, pero me reí para mis adentros, ya lo dije antes, el fin de semana me había “destapado” y sinceramente, no me importaban los maridos, yo no le metía los cuernos a nadie, salvo salirme un poco de la norma de la empresa, pero eso lo podía “manejar”.
Como tenía tiempo pasé por una confitería a comprar unas masas finas y me fui directamente al departamento, apenas entré la llamé por teléfono a Shui, avisándole que no fuera a la confitería, que pasara directamente por el edificio, para lo cual le mandé un WhatsApp con los datos, estaba cerca y me contestó que así lo haría. Quería evitar de encontrarme con ella en público, entendiendo que le daría un poco más de seguridad. Unos quince minutos después de mi llamada, sonó el portero eléctrico y le abrí para que entrara y subiera tranquila. No había pasillo y el ascensor se detenía frente a la puerta de entrada del departamento en un recibidor privado.
Salió del ascensor y me encontró en la puerta para recibirla. La saludé con un beso en los labios y se prendió con ganas en la devolución, pero la aparté con sutileza para “admirarla”, según le dije, lo tomó como si le hubiera dicho un rosario de piropos y giró sobre sí misma para mostrarme. Tenía muy poco maquillaje y un vestido de verano un tanto ajustado que le quedaba unos diez centímetros por arriba de las rodillas, calzaba sandalias de taco medio y una pequeña campera también de verano que le llegaba hasta la cintura. La ropa parecía sencilla, pero de barata no tenía nada, era la apropiada para hacerla lucir bien y también para que no llamara la atención, es algo como “lógico” ¿no?, nadie puede salir de la casa vestida como para una noche de gala si es que se piensa en “ir de trampa” …
Ni punto de comparación el físico de Shui con el de las otras mujeres con las que intimaba, pero tenía un algo especial que me hacía “subir a la moto”. Entendí que eran sus mejillas ruborizadas emanadas de su vergüenza intrínseca y el tono de sencillez, inocencia y casi sumisión que trasuntaba. Yo ya sabía que podía demostrarse completamente distinta a lo que demostraba y la imagen virginal que hacía notar incentivaba la libido. “Estás divina y ahora si quiero darte el beso que te merecés” …
Fue como decir “largaron” y en el recibidor quedaron los pruritos y algunos temores. Me abrazó pasándome los brazos por el cuello y me comió la boca con desesperación, apenas podía mover la lengua porque la mía ocupaba toda su cavidad, lo que no faltaban eran los gemidos lastimeros que parecen marca registrada en las orientales, de hecho, había visto videos de abuelas con nietos y, mientras son penetradas, las “veteranas” hacen los mismos gemidos lastimeros como si fueran nenas a punto de perder su virginidad, evidentemente a ellos les debe gustar así, en fin, cada cual con sus mierdas en la cabeza.
No me costó nada llevarla para el interior, aferrada a mi cuello y sosteniéndola con las dos manos en sus glúteos, “en el sofá no, llevame a la cama Nacho, no me aguanto las ganas de sentirte”, -me pidió con la boca cerca de mi oreja-. El vestido le quedó arremangado como si fuera un cinturón ancho y al cruzar las piernas por detrás de mi cintura pudo afirmarse con su entrepierna haciendo presión sobre el bulto de mi erección, me arrepentí enseguida de haberla recibido con el pantalón puesto pues enseguida comencé a notar que sus jugos empapaban toda mi ropa, slip incluido, aunque me desentendí muy rápido de ese pensamiento, me molestara o no, ya estaba…
Apoyé su espalda en la cama, abrió los brazos en cruz y las piernas casi a 180° esperando por la penetración que esperaba. ¡Ni en pedo que iba a ser así!, primero apoyé el bulto en su entrepierna e intensificó sus movimientos y sus gemidos, pero fue sólo eso, ni me apuraría ni intenté nada más que eso. Ella temblaba tensionada hasta las pestañas consciente de que iba a sufrir el ingreso en su intimidad, aun cuando estaba seguro que algún orgasmo ya había tenido y me paré allí para acomodarme en la cama, boca arriba y con la ropa puesta le hablé:
- Estás muy equivocada si crees que me voy a poner encima y te la voy a meter mientras vos aguantás sumisa, me voy a quedar quieto, vas a tener que desnudarme y hacer lo que quieras conmigo, pero sin penetrarte, ya habrá tiempo para eso, ahora necesito que me demuestres todo lo que podés hacerme gozar.
- ¡Ohhh, mi Nacho!, ¿de verdad me vas a dejar?, ese es mi sueño, ni mi marido ni ningún hombre de los míos lo entendería. No sé cómo, pero voy a intentar que te sientas bien…
Enseguida se me mostró totalmente desnuda y me sacó la ropa con suma delicadeza, reptó sobre mí para poder besarme y luego se entretuvo con mi pecho, lamiendo y besando todo lo que encontraba, retrocedió un poco y, con sus manos, colocó al ariete entre sus labios mojados para moverse y pajearse con él. Tenía una cara de felicidad que excedió mis propias expectativas, si abría mis ojos veía a una hermosa mujer china que se movía sobre mí gimiendo como desencajada por el placer, si los cerraba imaginaba a una víbora impregnada de sus jugos y su transpiración contoneándose sobre mi cuerpo.
Por momentos era ruda, por otros muy suave y lo canalicé por medio de su inexperiencia, como fuere me estaba dando un placer inmenso, su cuerpo diminuto se movía gozando y trasladando un placer que yo tampoco esperaba, sus gemidos y sus comentarios agradeciendo la posibilidad de demostrarse por primera vez como una verdadera mujer que podía hacer gozar a su hombre me exacerbaban y por poco no me arrastró con ella en sus orgasmos, pequeños pero que, ya a esa altura, no me pasaban desapercibidos.
Tuve que abrazarla fuerte “perdiéndola” entre mis brazos para que se quedara quieta, sólo de esa manera y concentrándome, pude evitar que mis huevos se vaciaran. Se dio cuenta y por un pequeño rato se refugió haciéndose un bollo sobre mi pecho, pero enseguida quiso seguir… “Chupala bien y luego ponete en cuatro, ya no me aguanto las ganas de cogerte, estuviste maravillosa», -le dije-.
El rostro le brilló como si se le encendiera una luz interior y mostrando una sonrisa de satisfacción que nunca había tenido la oportunidad de demostrar, se deslizó hasta que sus manos primero y su boca después se hicieron dueñas de “mi amigo”. Inexperta, apurada, pasada de calentura, desesperada, su proceder se podría catalogar de distintas maneras. El caso es que le dio una lamida al glande y forzó su boca pretendiendo que entrara lo que más podía, no pudo entrar más allá de la mitad y la arcada sorpresiva la hizo retroceder en su intento. Sus dientes me rozaron y acusé el roce lo que motivó que saltara como una araña para besarme el rostro y pedirme perdón, “está bien, llevalo con calma, en el auto lo hiciste mejor”, -le contesté-.
Se tensionó con esto y yo la necesitaba más que relajada, entonces le pedí que se ubicara con un “69” y que me diera placer sin lastimarme. No me había dado cuenta y me encontré toda la zona depilada, “así me gusta más”, -le dije besando con toda la boca a sus labios cerrados-… “Elena me dijo que me depilara para estar con vos, parezco una nenita, pero me agrada” …
No pudo seguir hablando porque zambullí mi cara y me puse a jugar con la lengua, aunque, en realidad, “jugar” no era la palabra, quería “darla vuelta”, enloquecerla, agotarla por los orgasmos. Lo logré sin mayor problema y aunque ella dejó de mamarme no me importó, sus gemidos, contracciones, temblores, grititos y todos los jugos que trataba de tragar me importaban más que su mamada.
Si la conchita me mostraba una entrada reducida, sabía que se dilataría bien para recibirme, mi duda estaba con su culito pues me costó penetrarlo con un dedo juguetón y ni hablar cuando quise jugar con dos. Quejar no se quejaba o por lo menos no lo demostraba, pero yo ya sabía que nos iba a costar a los dos. Cuando ya parecía no querer más y aflojaba todo su cuerpo, un golpe en la nalga la reactivó, salió de arriba de mi cuerpo y se giró esperando…
- Ponete en cuatro y no grites si te rompo.
- Despacito Nacho, me parece que me vas a romper de verdad, -expresó esto con los ojos brillantes y llenos de temor-.
- Querías verga occidental y la vas a tener, voy a ir despacio pero no te resistas porque te voy a marcar el culito a chirlos, cuando termine con vos, la del chino que tenés en casa va a bailar ahí adentro.
Me miró con cierto temor y me di cuenta que no es lo mismo el “cogeme, cogeme” cuando la calentura te domina el momento que esperar por una penetración después de haber tenido varios orgasmos que atemperaban el fuego de tu cuerpo y tu mente. Como fuere, yo venía muy caliente y no sólo con ella, también recordaba el culo de Ivón y no pensaba desistir de esa cogida por más que pidiera por la madre. Lubricación sobraba y la aproveché para comenzar a entrar despacio, pero sin pausas.
Ya no fueron gemiditos sollozantes, ya eran sollozos contenidos y sólo con una cuarta parte adentro comenzó a pedir que se la sacara y a moverse para que me saliera de allí. ¡Qué china ilusa, ni en pedo me sacaban de ese lugar!… Los chirlos sonaron fuertes dejándole las nalgas rojas y algo se calmó, aunque seguía repitiendo en voz baja y acusando dolor: “No la aguanto Nacho, no te muevas, no entra, es enorme”.
Casi me convence porque a mí también me estaba doliendo, pero seguí allí moviéndome despacio, sin avanzar ni retroceder demasiado, lo que ayudó a que se relajara y comenzara a moverse despacio. Me peleaba conmigo mismo para no ensartarla de una y comenzar a moverme con más ganas, pero cada vez que me movía algo avanzaba, finalmente fue ella la que pidió que la metiera más profundo y empujé con ganas, tapándola con mi cuerpo inclinado sobre sus espaldas. El grito agudo de ella y el dolor que experimenté en el glande me hicieron saber de mi estupidez, no tuve en cuenta la diferencia de físico y el tope que ella tenía en su interior.
Mi verga no penetró en su totalidad y se dejó caer sobre la cama, el abrazo hizo que cayera sobre ella y fueron mis codos los que evitaron que nos lastimáramos los dos. Me quedé quieto y sin salir de su interior nos pusimos en “cucharita”, desde allí, con caricias a sus tetitas de pezones erguidos y a su diminuto clítoris, comenzó todo nuevamente. Shui no hablaba, sólo gemía en un “in crescendo” delicioso y consciente de que el macho había tomado posesión, se abandonó como hembra entregada colaborando con sus movimientos y alzó la voz para pedir…
“Más, dame más Nacho, ni te imaginás como te siento” y, como quise que sintiera más, mis movimientos se hicieron rítmicos hasta que entró en una sucesión de orgasmos de variada intensidad. Lloraba con un sonido distinto, reía como desbordada por la felicidad y comenzó a pedir que la pusiera en otras poses mientras la penetraba.
No me fue difícil complacerla, Shui era muy “manuable”, chiquita, ágil y por lo que demostraba, más que resistente, por eso y porque el momento anterior parecía haber “enfriado” mis ganas sin que perdiera rigidez, le di todos los gustos y disfrutando yo, por supuesto. No me costó, sacarla, acomodarle el físico según pedía y volver a entrar en ella que ahora gozaba sin limitarse o demostrar temor. Reía, pedía, gozaba y expresaba sus ganas de ser cogida colaborando con ganas en el acto.
En todas las oportunidades que las posiciones lo permitían, mis dedos incursionaban en el agujerito de su culo, ya no estaba tan fruncido, había dilatado bien y cuando me pidió que la pusiera de “patitas al hombro”, la “idea fija” se implantó en las dos cabezas. Toda su entrepierna y sus nalgas eran un territorio mojado y resbaloso y apenas si alcanzó a tensarse un poco cuando el glande hizo punta en el asterisco. No fue tan difícil, no bien ubiqué el recto acaricié su rostro transpirado y ante su mirada desencajada entré sin detenerme.
No gritó con la voz, gritó con sus ojos que parecieron agrandarse, con los músculos del esfínter tratando de hacer una fuerza que ya no tenían, con las manos que apretaban sus muslos y los sostenían elevados y con sus temblores que seguro no eran de orgasmos. Aquí sí que llegué a chocar con mi pelvis en sus nalgas y allí me quedé quieto sintiendo como todo el interior de su recto palpitaba con mi verga que saturaba cualquier espacio. “Tengo el culito destrozado Nacho, te siento en mi panza, que ni se te ocurra moverte, dejame a mí, esperá a que intente moverme, nunca pensé que ese “pedazo” entraría en mi culito” …
“No la hagas latir, parece cada vez más grande”, -decía cuando yo, frunciendo mi culo hacía que la verga latiera, aunque sin moverme de la posición estática que había adoptado. ¡Qué hija de mil… chinas!… Shui acarició su clítoris con una de sus manos libres y, totalmente caliente, comenzó a darle movilidad a sus músculos anales y a mover sus caderas tratando de que, «lo mío” entrara más, era lo que yo esperaba y me solté a moverme para “hacerle la cola” con ganas y romperle el culo por decantación.
Le costó acabar con el culo perforado, pero cuando lo hizo temblaron las paredes, gritaba y elevaba su cuerpo moviendo a mi cuerpo que la apretaba, algo que se repitió cuando sintió el líquido caliente que la desbordaba, después puso los ojos en blanco y dejó caer las piernas para quedarse como inerte. Yo quería ver su culo agrandado y la giré para ponerla boca abajo, volví a abrirle las nalgas y la penetré con lo último que quedaba de la erección.
Ni la sintió, por lo menos no lo acusó y luego de dos o tres bombeadas saqué la verga a presión para ver el resultado. Estaba lastimado con una pequeña rajadura en un borde, pero el “agujero negro” pareció instalado para permanecer y me sentí muy bien con eso. Me tiré luego sobre la cama y la acerqué para que colocara su cara y parte de su cuerpo sobre mí. No hablaba, no abría los ojos, parecía totalmente “ida” y entendí que debíamos quedarnos un rato así abrazados. Poco después la escuché hablar sin que se moviera, comenzó riendo mientras, con la boca pegada a mi pecho decía: “Estoy más muerta que viva, esto en China no se consigue, menos mal que no vino Elena, si estaba ella me moría destruida a “polvos””.
Tuve que llevarla alzada hasta el baño y ya dentro de la bañera, cuando se agachó para poner el tapón le vi el culo abierto y comencé a reaccionar, además, por más que me negara, mi pija parecía tener pensamientos propios y así como estaba, afirmado en sus tetas y ante su grito, se la mandé a guardar entrando a fondo tres o cuatro veces, su conchita tampoco respondía, ella parecía aguantar sin participar y se la saqué para hacer que se girara y me atendiera con su boca. Esto lo agradeció y se esmeró aspirando el glande como si chupara un caramelo, no era caramelo, pero se tragó todo con deleite.
Mientras la ayudaba a secarse me dijo que le dolían hasta las pestañas, pero había hecho cosas que no esperaba y estaba muy satisfecha con eso, que todas ellas las había disfrutado y sentía una felicidad que no podía explicar. No le acepté agradecimientos diciendo que yo había disfrutado tanto o más que ella y, desnudos como estábamos, preparé el café mientras ella ponía las masas en una bandeja. Nos sentamos a reponer un poco de energías y me preguntó sonriente por el lugar…
- Es un departamento muy lindo Nacho, ¿es tuyo o lo pediste para visitarlo y romperle el culito a una chinita?
- Sos terrible Shui, el departamento es mío y especial para que una chinita viniera a ser cogida como corresponde, espero haberlo demostrado.
- Y vaya que me lo demostraste, mi culito lo va a recordar a cada instante y mi conchita se va a mojar a cada rato recordando cómo entraba tu pija chocando en el fondo de ella.
- No jodas porque te cojo de nuevo, de hecho, creo que te voy a coger todas las veces en que te encuentre a disposición.
- Para vos siempre voy a estar a disposición, tampoco me importaría que estuviera cualquiera de las chicas.
- ¿Querrás decir Elena?…
- Elena o Sandra o Diana o Irina o cualquier otra que se quiera arrimar, todas queremos colaborar y compartir, es más, Sandra nos propuso hacer un pacto de silencio y cubrirnos entre nosotras para estar con vos, maridos ya tenemos, pero un amante discreto, dedicado y atento como vos no se consigue así porque sí.
- ¡Mirá vos!, ¿Irina también?, se han confabulado para cogerme, ¿a ninguna se le ocurrió preguntarme a mí?
- Irina se sale de la vaina para que le hagas lo que quieras, jajaja, esto lo íbamos a charlar el domingo con vos y por una cosa u otra no se pudo, nosotras estamos todas dispuestas, lo demás depende de tu aceptación, lo que menos queremos es traerte problemas.
- La idea no me desagrada, pero… tengo mis condiciones pues no pienso estar saltando de una a otra acorde sus ganas o a lo que ustedes decidan, aquí el que decide soy yo y ustedes se adaptan, tampoco quiero que surjan inconvenientes ni altercados entre ustedes, la que genere el mínimo problema queda afuera y dejame pensar alguna que otra cosa más.
- Es justo, por eso te digo que estaremos a disposición, aunque en ese momento no nos toque.
Conversamos animadamente de otras cosas y después me dijo que, aunque le dolían hasta las uñas, se iba a ir para comprar una que otra cosa para llegar a la casa con paquetes. Nos despedimos con un lindo beso y se fue contenta después de haber recibido un “servicio completo”.
La idea que me había planteado Shui me venía como anillo al dedo, ya no tendrían necesidad de “salir a buscar” cuando me “pintaban” las ganas de estar con una mujer, además, tampoco me olvidaba de Ivón. Esto de ser un “Depredador, generador de cuernos” me estaba gustando cada vez más y la Escuelita de Fútbol me estaba otorgando facilidades y felicidades que no esperaba.
Continuará… Por favor, si les gustó, valoren y comenten… GUILLEOS1 se los agradece.
Excelente muy excitante y el harem crece.