LA ESCUELITA DE FÚTBOL. (4).
Queda al descubierto la fogosidad de Ivón, ascenso inesperado y la “banda” de las mamás de la Escuelita quieren aclarar algunos tantos..
IVON – ASCENSO INESPERADO. -4-.
El día lo terminé relajado o, como se dice vulgarmente, “rascándome los huevos”, navegué un rato en las Redes Sociales, más tarde mandé a pedir comida preparada que me alcanzaron por medio de un delívery. Se estaba tranquilo en ese lugar también muy mío, el departamento era grande, con muy buena vista, pero yo no terminaba de sentirme cómodo allí adentro.
A pesar de la altura en que se encontraba llegaban hasta él los “ruidos” de la ciudad, con mayor o menor intensidad acorde a la hora que fuera, pero, llegaban y chocaban bastante con los “sonidos” a que estuve acostumbrado desde mi niñez. Para mí, los “ruidos” eran, aun cuando pareciera que uno estaba acostumbrado, los que generaban algún tipo de malestar, los “sonidos”, por el contrario, generaban una cierta tranquilidad que se disfrutaba, incluso cuando, en ninguno de los casos, uno estuviera pendientes de ellos.
No sé si podría explicarlo, creo que, para la mente que absorbe, no es lo mismo una frenada brusca, la gente hablando a los gritos, una bocina estridente o el pulular de diferentes motores o sirenas, que escuchar los silencios de la noche o la algarabía de las mañanas cuando te despierta el canto melodioso de algún ave que disfruta. Del modo que fuera, pensando que tenía la suerte, la posibilidad o la ventaja de “moverme” en cualquiera de esos dos “extremos” me fui a dormir temprano y caí sobre la cama como si fuera “una bolsa de papas” y más que satisfecho con las posibilidades que me había confiado Shui respecto a las “mamás” de la Escuelita.
Me desperté sin recordar lo que pudiera haber soñado, pero seguramente tendría que ver con alguna o algunas féminas porque la erección era más que evidente y las ganas de “ponerla” estaban más que latentes. La micción matutina y un regio baño pusieron las cosas en su lugar. Me cambié, desayuné un café cortado recordando que ese era de los días en que venía una señora a limpiar y lavar la ropa y le dejé un mensaje escrito con el dinero del pago de su servicio de dos días a la semana y me fui a la empresa. Llegué diez minutos antes del ingreso del personal y ya estaban todos allí.
Me sentía bien con eso pues había logrado hacerles entender que llegar temprano era una norma de conducta, era estricto al respecto, pero en contrapartida, todo el personal que dependía de mí sabía que, si cumplía, podía contar conmigo. La saludé a Ivón notando que su blusa escotada insinuaba sensualmente haciendo del canal de sus tetas un “llamador de miradas” y que la pollera de tablas que tenía puesta mostraba algo más de sus muslos firmes, además marcaba sus caderas, completaba todo con el cabello suelto, ojos y sonrisa llamativa y un par de sandalias de taco alto que exaltaban sus pantorrillas.
- Se nota que las cosas en tu casa mejoraron porque hoy estás más hermosa que de costumbre”, -dije-, sin poner de manifiesto ninguna otra connotación-.
- Veremos, al mediodía te cuento, aunque me pidieron un montón de explicaciones que no me gustaron en absoluto.
- ¿Y eso por qué?
- Quizás sean pavadas que haya que afinar, pero se me da por pensar que cuando se pierden determinadas “seguridades” comienzan a hacer su aparición las mediocridades, bueno, no importa, contame como te fue con la compra de los equipos deportivos.
- Bien, con las compras nada por destacar, llevó ropa para toda la familia y le salió baratísimo.
- ¿Y el pago, cómo hizo el pago?, digo, ¿no?, imagino que también te habrá pagado el favor…
- ¡Epa!, ¿qué le pasa hoy a mí querida Ivón?, me parece que querés saber más que si fue en efectivo o con tarjeta de crédito y te voy a contestar con la letra de una vieja canción: “Jamás, jamás lo vas a saber…”, traeme los expedientes que dejé sin ver ayer, quiero estar bien al día porque al mediodía me toca almorzar con el Presidente de la empresa.
Se dio cuenta que no daba para seguir conversando y salió de mi oficina para traerme enseguida lo que le había pedido, sabía que gozaba de la posibilidad de tutearme y dirigirse a mí como nadie más lo hacía, aunque sabía también ubicarse. No me dijo más nada, se le notaban las ganas de continuar, aun así, se dedicó a todo lo que era trabajo…
- Nacho, a partir de las diez de la mañana tenés las entrevistas con las aspirantes al puesto en la Dirección de Contaduría
- Sí, ya lo vi en la agenda, hacelas pasar de acuerdo a como vayan llegando.
- Te tengo que decir algo respecto a una de las aspirantes.
- Decime, pero ya conocés las normas.
- Sí, lo tengo claro, es que ayer después de que te fuiste vino a verme el señor xxxx, es uno de los Encargados de Mantenimiento para pedirme si podía interceder por una de las aspirantes, según él, es una vecina, no hay lazos familiares, la chica vive con la madre que tiene problemas de movilidad, estudia en la Facultad y necesita trabajar en algo fijo, me afirmó que conoce a esa familia desde siempre y que son buena gente, yo le contesté que todo dependía del Director, pero que si podía, la ayudaría, vos lo conocés bien a este señor, es muy buena persona y siempre estuvo atento a cualquier requerimiento que le hiciéramos.
- Sin dudas que lo conozco, aunque ya sabés como soy, hacemos así, no me digas el nombre de la chica, lo hablamos después de las entrevistas y vemos si coincidimos en la misma persona. Me parece que ya no voy a hacer más favores que no me paguen.
- Si lo decís por…
- Nada, no dije nada, me voy a poner a mirar todo esto y no estoy para nadie.
La dejé que se fuera porque ya me estaba “calentando” con el jueguito, tanto así que me pareció notar que sus pezones endurecidos comenzaban a destacarse por detrás de su blusa y quise cortarlo de plano. Desde que la había saludado y me había fijado en su vestimenta y presencia, me comenzaron a dar vueltas las ideas y las presunciones respecto a cómo sería Ivón en una cama. Sabía que las cosas apuradas y sin pensar podían llevar a un fracaso y estimé conveniente esperar a como se fueran dando los pasos a seguir, ella demostraba que quería que yo avanzara, yo prefería esperar, “carne” no me faltaba.
Las aspirantes no pasaban de veintitrés años, la primera de ellas parecía un ratón de biblioteca, menuda, de lentes, sencilla para vestir y hablar, pero se notaba que la mirada no era de tonta, era despierta, atenta y contestó todas las preguntas con rapidez y seriedad, sin “dorarle la píldora” al que la entrevistaba.
Las otras dos que le sucedieron a la primera, hermosas por cierto y con un mismo nivel de conocimientos, quedaron descartadas apenas transpusieron las puertas de mi oficina, les hice las entrevistas como a todas, pero el puesto de Ayudante de Contador no era para desfilar como modelo semi erótica. Por lo menos eso es lo que dejaron entrever al mostrar muslos, gestos y tetas apretadas con remeras ajustadas, tenía la ventaja del sí o el no, eso sin contar que yo conocía bien la seriedad del Contador al respecto. Todas quedaron a la espera y serían avisadas del resultado a la brevedad.
Cuando terminé Ivón me preguntó si quería tomar un café cortado, le dije que sí y cuando ingresó con la taza, se notó que “le picaba la lengua” para preguntar por mi elección.
- La elegida es ésta, coincide con el nombre de la chica que te pidieron… -Resultó que sí-.
- Me di cuenta apenas se presentó, sabía que las otras te desagradarían por el modo de vestir y de moverse.
- Bien no creo equivocarme al elegirla, pero ahora me vas a tener que contar cual fue la trampa que me tendiste, -la sonrisa de satisfacción la “vendía”– y más te vale que no me mientas porque no quiero enojarme con vos.
- Una tontería, igual te lo iba a decir, le pedí que le avisara que viniera bien vestida y sin ostentar nada de físico y por lo que vi, no tuvo necesidad de esforzarse.
- Bueno, por esta vez pasa, mandale un mensaje para que se presente y ya que estás, aleccionala un poco sobre la vestimenta, la Contaduría no es un cabaret, pero tampoco es un convento. ¿Tuviste novedades de tu marido?…
- Sí, de eso también te quería hablar, me acaba de llamar, obtuvo el trabajo y es mucho mejor puesto que el que tenía, estoy en deuda con vos, andá pensando en cómo querés que te pague el favor.
- Mejor no te contestó, hoy estás muy sensual y no quiero “mezclar la hacienda” haciendo de jefe acosador, jajaja.
Los pezones se le endurecieron y saltaron a la vista del más desprevenido, no pude evitar fijar mi vista en ellos y no le desagradó, es más, se acercó con una enorme sonrisa, bordeó el escritorio y se paró a mi lado diciendo: “Lo que vos no entendés es que no es una cuestión de acoso, lo del pago del favor es para tener la posibilidad de hacerte y dejar que me hagas lo que vengo deseando desde hace tiempo” … Era indudable y me quedó claro que mi secretaria se estaba jugando todas las fichas a un pleno.
Era al pedo hacerme el “pelotudo insufrible” que respeta “códigos” que no llevé a cabo en otro lado. Dejé que su mano me acariciara el cabello mientras hablaba y las mías ascendieron por los costados de sus muslos duros hasta posarse en sus nalgas bien formadas. Tuve que levantar la vista para mirarla porque ella estaba de pie y me encontré con sus ojos cerrando y todo el rostro en que se notaba que gozaba de las caricias que mis dedos les brindaban a sus redondeces.
El siguiente movimiento fue casi al unísono, ella acercó mi cabeza a su pecho y mi nariz captó de inmediato el perfume dulce que tenía puesto mezclado con el agridulce que partía de su entrepierna. Mi pija se eyectó endurecida y se sintió aprisionada por la ropa interior, me paré desabrochándome el pantalón que bajé junto con el slip y calcé el ariete en su entrepierna, su gemido de satisfacción no se hizo esperar y le hablé al oído:
- Admito que tu cuerpo y toda vos me “calientan” sobremanera y olvidate de “pagar” favores, no hay nada que pagar, esto es sólo sexo sin obligaciones de ninguna índole, si estás de acuerdo la seguimos, de lo contrario lo dejamos aquí y todo sigue igual.
- Te acepto lo que quieras, sueño con tenerte adentro y te podés quedar tranquilo respecto a mi discreción, pero ahora, por favor, dame duro, rompeme toda, estoy más que caliente.
No hubo necesidad de más palabras ni de preliminares, nos besamos con gusto compartido y urgencias, quedamos prácticamente “soldados” por nuestras bocas, las que se movieron fueron las manos, las mías se hicieron dueñas de sus tetas y sus pezones, las de ella las usó para correrse la tira de la tanga y para colocar el ariete en la entrada de su vagina. Se acomodó en el borde del escritorio, apoyó sus pies en la silla en que yo me sentaba, rodeándome con ellas y, aun abrazándome, esperó. “Dame duro” había dicho y respeté su pedido, entré de una y hasta el fondo chocando apenas con su interior.
No pudo gritar porque mantuve su boca en la mía, su cuerpo se tensionó mientras gruñía y sus ojos se agrandaron y se llenaron de lágrimas. Fue apenas ese instante y enseguida se puso a colaborar tratando que “mi amigo” llegara a lugares a los que no podía llegar por más que hiciera fuerza intentándolo.
- ¡Mi madre, qué pedazo de pija Nacho!, pensé que podría aguantarla mejor, pero una cosa es tocarla y otra sentirla, ya pasó el dolor inicial, me sigue doliendo, aunque quiero que me revientes, dame más y más.
- Lo siento, me dejé llevar por el “dame duro”, aunque te pienso dar el gusto en eso.
Ivón no pudo contestarme porque me agaché un poco para morderle un pezón y el orgasmo la sorprendió. Ella misma se tapó la boca con la mano y, al no detener mis movimientos, siguió con una seguidilla de contracciones y orgasmos chicos que la dejaron para el arrastre. La posición no me resultaba cómoda y le pedí que se apoyara en el escritorio para penetrarla desde atrás…
- Me encanta desde atrás, la voy a sentir hasta la garganta porque nunca tuve una tan grande, es una delicia, tirame del cabello, haceme sentir el rigor, si te gusta haceme el culo, pero entrá despacio, no podría aguantar un pijazo ahí sin gritar como loca.
- El culito pienso comerlo y degustarlo bien cuando estemos en una cama, no quiero que sean todos “rapiditos”.
La respuesta le encantó y se movió para acomodarse cuando comencé a entrar nuevamente en su vagina anegada. Aquí, bien afirmado con los pies en el piso, fue otro “cantar”, con las entradas y salidas rápidas y profundas se movía a mí mismo ritmo, aunque no podía dejar de gemir cuando mi pelvis hacía tope con sus nalgas y recordé lo del cabello. Cuando le tiré fuerte del cabello se enloqueció… “Así mi macho así, desde hoy voy a ser tu mejor puta. Sí querés rompelo, haceme el culo como quieras”, -dijo desencajada- y como la vi que se llevaba a la boca el fajo de papel anotador, me decidí…
La saqué y la sentí durísima entre mis dedos, primero me tenté y pensé en entrar “a lo tonto”, pero me convencí a mí mismo para entrar por etapas, fueron tres las entradas, en las tres chilló ahogando el grito en los papeles que mordía y me tocó a mí enloquecerme porque ese culo mediano de nalgas duras parecía pedirme el goce que yo también quería darle. Llegó un momento en que ella no podía articular palabras, todos eran sonidos guturales y contracciones, tampoco quise aguantar más y estando muy adentro le llené las tripas con una acabada interminable.
Esperé que nos fuéramos calmando y cuando estuvimos un poco más tranquilos, le avisé que salía y que se fuera a mi baño, no me contestó, pero se tapó con la mano y se dirigió rápido al privado. Al rato salió vestida, arreglada y sonriente, entornó la puerta de mi oficina, me miró cuando yo me dirigía al baño y echó desodorante de ambiente, aunque no hacía mucha falta porque el acondicionador estaba a pleno y no había “aromas extraños” en el aire. Esperó sentada en el sofá a que yo saliera y me habló:
- Te esperé porque quería decirte que esto lo deseaba desde hace tiempo y que fue más maravilloso de lo que yo misma creía que sería. Me destruiste y me pone muy bien el resultado.
- Me alegro, yo también lo pasé muy bien, pero…
- Ya sé, no me digas nada, conmigo no tenés que tener dudas, no pienso traerte ningún tipo de problemas y estoy consciente de que acá debemos mantener las formas. Recordá que cuando quieras, yo voy a estar.
- Lo voy a tener muy en cuenta y desde ya te digo que nos debemos una tarde juntos y totalmente entregados el uno al otro, los “rapiditos” no son lo mío.
- Yo también necesito más, contá conmigo cuando decidas y gracias por tu forma de ser, ahora arreglate bien que tenés que ir al almuerzo.
Cuando llegó el momento subí hasta el pent-house en que se encontraba la Presidencia, me recibió más que amable la secretaria del Presidente y me acompañó a la sala de reuniones que era donde se serviría el almuerzo. Me sorprendió saber que los comensales seríamos sólo él y yo. Lo saludé más que con temor, con respeto, era un hombre de setenta años, un poco más bajo que yo, siempre atildado y de unos modales exquisitos, aunque sabíamos todos que no le temblaba el pulso cuando la tomaba contra alguien. Se puso a hablar de mi gestión alabando el trabajo que yo estaba haciendo, me habló de la buena relación con la gente del Sindicato y de que no existían quejas del personal.
Luego de esto me dijo que seguiríamos en la sobremesa e hizo servir la comida. Quedé más que extrañado por esto, debido a que saltaba muy a las claras que había realizado un seguimiento sobre mis labores y, posiblemente también, sobre lo mío personal, las dudas me las disipó cuando estábamos en los postres…
- Bueno Ignacio, antes de entrar en materia tengo una pregunta crucial, ¿qué piensa hacer con la Escuelita de Fútbol?… -Me sorprendió sobremanera con esta salida, pero no dudé en contestarle-…
- La Escuelita es, en cierto modo, mi cable a tierra y me permite darle nociones más acabadas sobre ese deporte a chicos que con otro no aprenderían del modo en que lo hacen conmigo. Me permite enseñar y aunque no es tan redituable, lograr que me respondan y plasmen lo que aprenden me produce una gran satisfacción, aún con esto no creo que influya negativamente en mi trabajo y funciones para con la empresa.
- Jajaja, mejor no me podría haber respondido, tengo en mente un trabajo nuevo para usted, pero veo que, de entrada, tendré que respetar los horarios que usted tiene hasta la fecha para que no abandone la Escuelita.
- Usted dirá, porque hasta ahora me tiene sorprendido y en ascuas.
- Tengo una muy buena amiga desde hace años, en realidad fui muy amigo del esposo y luego de que falleció se hizo más profunda la amistad con ella. Estuvo anoche cenando en casa con mi mujer y la familia de mi hija, comentamos en la sobremesa sobre los cambios que iba a hacer en la empresa y saltó su nombre.
- No tengo ni idea de quién puede ser su amiga, sigo intrigadísimo… -Para mis adentro pensé en Elena–
- El caso es que me pidió que tratara de mantener sus horarios porque los padres y los chicos se sienten estupendamente bien con usted y, aunque yo lo necesito en la empresa, no me desagrada ni me molesta el tema de esa enseñanza.
- Siendo así, le agradezco de entrada, estoy muy encariñado con esa iniciativa social-deportiva.
- Bien, vamos al grano: Creo que debo dedicar más tiempo a mi familia y venir menos por la empresa para eso voy a delegar determinada responsabilidad en otra persona que ejercerá funciones muy similares a las del Presidente de la empresa, vendría a ser algo así como un Jefe de Gabinete con Poder de decisión por sobre cualquier Director y sólo tendrá que rendirme cuentas a mí, personalmente o por video llamadas porque pienso viajar mucho junto con mi mujer. En definitiva, creo que es usted el que tendrá que hacerse cargo de este nuevo trabajo, no es capricho ni amiguismo, hace meses que observo cómo se mueven todos los Directores en sus áreas.
- Me deja sin palabras señor, cuente conmigo, pero no sé qué es lo que pretende que haga.
- En principio, dos cosas, nombrar en su lugar a alguien competente, mantener el trabajo de mi secretaria porque hace años que está conmigo y no quisiera dejarla sin trabajo, asimismo tendrá que anexar a la suya porque las va a necesitar a las dos y no creo que quiera dejar de lado a esa persona de confianza, por último, llévese todas esas carpetas a su casa para estudiar el movimiento de las otras Direcciones y regrese el lunes que viene a hacerse cargo de todo, allí también está su nombramiento y ya hice girar los memos a los otros Directores.
Me quedé callado porque era una responsabilidad enorme, aunque no se me ocurrió en ningún momento el negarme a esto que me brindaba. Luego de esto se levantó para dar por terminada la conversación y ya cuando me retiraba después de los agradecimientos lógico, me dijo:
- Ignacio, a “cara de perro” con esto, el que no sirve para la función o está disconforme o pone algún “pero”, a la calle con él, tiene usted todo mi aval refrendado con su nombramiento, estaremos en contacto.
Isabel, la secretaria del Presidente, era una mujer de unos cuarenta y cinco años, culta, eficiente y muy bien puesta, fue la primera que me salió al cruce apenas dejé el salón. Allí me dijo que los días que me tomaba, aparte del estudio para ponerme al tanto de las demás Direcciones eran para que el Presidente pudiera desalojar su oficina pues allí estaría ubicado yo. Explicó que sería conveniente que la mandara a Ivón para que se ubicara en la misma oficina que ella y para ponerla al tanto de cómo se actuaría, eso si yo iba a seguir con esa secretaria, ante esto, quise poner algunas cosas en claro…
- Isabel, vamos a ponernos en onda, respecto a cómo actuar en lo sucesivo, yo seré el que ponga las pautas y decida, eso será después de estudiar todo lo que me dejó el Presidente en las carpetas. Las dos secretarias tendrán los mismos Derechos y Obligaciones sin que una sea más que la otra, pretendo que conformemos un equipo de trabajo, si alguna no entiende esto, tendrá que encontrar la posibilidad de ubicarse en otro lado o irse a su casa.
- De acuerdo señor, lo único que pretendía es ponerla al tanto.
- Lo sé Isabel, lo sé, no me molesta eso, pero creo que tendrá que preguntarle a Ivón respecto de cómo quiero yo las cosas, nadie me conoce mejor que ella y en cuanto a las decisiones sobre el método de trabajo, las tomaré yo a partir del lunes.
Bajé a mi oficina y le dije a Ivón, “dejá todo lo que estás haciendo y traeme los expedientes del personal que podrían ocupar mi puesto”. Regresó al poco tiempo e ingresó a mi oficina un tanto pálida preguntando:
- ¿Qué pasó Nacho?, te traje lo que pediste, pero, ¿qué es eso de ocupar tu puesto?, ¿qué problemas hubo allá arriba?…
- Ninguno belleza, dejame acariciarte un poco el culito, ayudame a elegir a los “posibles” y andá haciéndote a la idea que vas a tener que dejar esta oficina.
- Toca todo lo que quieras, despacito que me lo dejaste doliendo, pero decime que pasó, ¿por qué tengo que dejar la oficina?, Nacho, ¡por favor!
- Después te digo, no te lo voy a pedir, pero estoy tan caliente que aceptaría una “chupadita”. Si tuvieras que ser la secretaria de alguno de estos, ¿a cuál elegirías?
Pareció como si se lo hubiese ordenado, me dijo a su entender cuál sería mi mejor reemplazante mientras, habiéndose arrodillado, bajaba el cierre de mi pantalón y trataba de sacar mi miembro, a estas alturas, duro como estaca. ¡A la mierda con mis códigos laborales y con eso de “no cagar donde se come”! Ivón se embaló y no tardó en absorber el glande y pasar la lengua por todo el frenillo, luego lo tragó hasta un poco más de la mitad y lo llenó de saliva que iba tragando a medida que se lo sacaba de la boca, “me encanta chuparte la pija, llename la boca de leche”, -pidió gimiendo y volvió a tragarlo casi por entero-
La mamada era magistral, tan buena como la que me había dado Sandra y dejaron de existir los expedientes y papeles que tenía sobre el escritorio porque me abrí de piernas y apoyé las manos en su cabeza, no hice fuerza, pero se dio cuenta que quería cogerla por la boca, algo que ella hizo por sí sola pues entraba y salía con un ritmo acompasado. No sé cómo me contuve para no gritar cuando, acariciándome los huevos con una mano, se penetró la garganta y me hizo acabar, no, no, lo digo bien, me hizo acabar aspirando con fuerza sin que nada se desperdiciara.
A poco de limpiar el ariete, dejarlo reluciente y apenas húmedo, lo guardó y se incorporó. Iba a preguntar nuevamente sobre lo que había pasado en el pent-house y le alcancé el memorándum de la Presidencia que me habilitaba en mi nuevo puesto, lo leyó y no disimuló su alegría, pero no la dejé decir nada…
- Avisale a Giménez que venga a verme con urgencia y comenzá a preparar tus cosas porque te tenés que mudar a la oficina donde está Isabel, junto con ella serán las secretarias privadas del Director General, al mismo nivel, responden las dos sólo a mis directivas, ponete de acuerdo con ella y enseñale como pienso y me gusta que me traten, se queda allí por pedido del Presidente, pero yo decido si sigue o no…
- Es maravilloso Nacho, felicitaciones, según este memo ya estás en funciones y se le dio curso a todas las Direcciones de la empresa.
- Sí, pero yo tengo que aprender sobre el desenvolvimiento de todas las Direcciones y me mandaron a casa hasta el lunes que viene en que asumiré oficialmente, creo que tu sueldo se incrementa en más del 100%, mal no creo que te venga, ¡ahh!, lo de recién estuvo maravilloso, en cuanto pueda te retribuyo devolviendo “atenciones”, con vos todo tiene “gusto a poco”, avisale a mi reemplazante que venga a verme.
Hablé con mi reemplazante que casi se cae de culo por el ascenso repentino y más que beneficioso, le pedí que eligiera secretaria entre el personal administrativo de planta y después de saludar a Ivón y decirle que me ubicara por teléfono ante cualquier novedad, cargué todas las carpetas y salí para ir a la Escuelita. Había sido un día fenomenal y aún excitado por todo lo pasado y con más ganas de tetas y culos, manejé pensando en que esta noche le daría las gracias a Elena haciéndole morder las almohadas.
Había pasado por la casa para cambiarme y dejar toda la documentación y luego encaré para la Escuelita, cuando llegué saludé a los chicos que me esperaban, Roberto no había llegado y les di cuatro o cinco pelotas para que jugaran un rato, luego me acerqué a saludar a algunas mamás y un par de papás que preguntaban por el rendimiento de sus hijos. Nunca los engañé con esto, yo trataba de que aprendieran cosas que a otros no les enseñaban, fundamentalmente a saber moverse en una cancha y a compartir sin las urgencias de tales o cuales resultados competitivos, pero… hasta ahí llegaba la historia… A nivel competitivo de Federaciones y/o ligas de clubes había chicos de la misma edad que demostraban más y mejor ductilidad y no pasaban nunca por una Escuelita, en éstas, los milagros no existían y eran las madres las que mejor lo comprendían.
Me quedaba por saludar a mis mamás más “íntimas” y me acerqué a la mesa redonda con sombrilla en que estaban ubicadas seis de ellas que conversaban y se reían, posiblemente acordándose de algunas “travesuras” … Elena, Shui, Sandra, Diana, Irina y una mujer rubia de más o menos mi edad que nunca había visto por allí. Me di cuenta enseguida de quien se trataba, era la hija de Elena y comparé de inmediato sobre cómo debía verse “la abuela” a esa edad. Rubia, alta, fina, elegante, con un nivel que se notaba sin que lo quisiera hacer notar y recordé en el acto que era Abogada y lesbiana, sin que esto deba sonar como peyorativo.
La experiencia me decía que los homosexuales tienen tendencia a tratar distinto a los heteros y por distinto me refiero a demostrarse fríos o distantes, o agresivos por verse ellos mismos a la defensiva, creo y puedo estar muy equivocado, que vivieron casi siempre con una especie de sentido de culpa y de ocultamiento de sus deseos sexuales “distintos” y con el “qué dirán” rondando por sus cabezas como la espada de Damocles.
Se les notaba que, aunque hubiesen “salido del placard” y se mostraban como tales, estaban siempre a la espera de una especie de “juicio” sobre su persona que, según ellos (o la mayoría de ellos) estaba latente entre los heteros, lo dramático era que, en muchos casos tenían razón respecto de ese destrato. También podría pasar que fueran elucubraciones erradas provenientes de mi Educación y le extendí la mano con una sonrisa y una bienvenida cuando Elena me la presentó como Leticia. Me resultó de lo más dada y se levantó de la silla para darme un beso en la mejilla sin soltar mi mano…
- Al fin conozco al “Profe”, mi hijo me enloqueció hablándome de vos, por eso me desligué del trabajo por toda esta semana para disfrutar y compartir lo que tanto le gusta.
- Me alegro muchísimo que hayas tomado esa decisión, estoy seguro de que tu hijo se va a sentir muy bien haciendo que veas cómo se divierte y, por carácter transitivo, vos también lo vas a disfrutar.
- Esa es la idea, pero, sucede que las obligaciones te llevan a…
- Ni lo cuentes, yo sé que es muy difícil poder encontrar el equilibrio, lo importante es que lo intentás y él lo sabe.
- Si lo sabrás vos que salís de un trabajo de Ejecutivo para venir a dedicarles un rato a los chicos, -dijo Elena-.
- Lo hago con gusto y hablando de trabajo de Ejecutivo, voy a tener que invitar a una amiga a una cena en el mejor lugar de Buenos Aires para devolverle la gentileza que tuvo al hablar bien de mí ante gente muy importante.
- Te tomo la palabra, pero, no dije más que la verdad, de paso, felicitaciones, vos te merecías ese puesto.
Me fui a atender a los chicos porque las “fieras” comenzaron a preguntar y le dejé a Elena el entuerto de las explicaciones. Trabajé un par de horas con los chicos y noté con agrado que Leticia fue una más de las madres que alentaban a los chicos, además el nene fue más participativo en el juego y estaba pendiente de los halagos y vivas de su madre, la completó al terminar cuando salió corriendo y la abrazó con todas las ganas, Elena tenía los ojos llorosos y se la notaba más que feliz.
Estaba buscando la oportunidad de decirle a “la abuela” que se fuera por casa para pasar la noche conmigo y escuché que Leticia le decía a su madre que después de cenar quería hablar un largo rato con ella, imaginé enseguida problemas personales y ni siquiera intenté un acercamiento. Se fueron, como después de cada práctica, a tomar una gaseosa en el interior del buffet y Diana me tomó del brazo diciendo que junto a Irina querían hablar conmigo. Nos apartamos de los demás porque creí saber por dónde “venían los tiros” y, en una de esas, aún a falta del culito de Elena, no me iba a quedar con las ganas.
- Era para decirte que con las chicas hicimos un pacto de silencio, estamos dispuestas a permitir que cualquiera de nosotras disfrute con vos, a taparnos entre todas, pero, tenemos un problema con Irina, queremos saber cuándo podemos probar la “mercadería”, ya que según parece, somos “el último orejón del tarro”, jajaja.
- Parece que armaron una cofradía, lo que sucede es que las cosas se fueron dando así y yo no tengo problemas con ello, esto es, sin remilgos y con mucha discreción, de hecho, ésta noche estoy solo en casa y si alguna de las dos o las dos juntas puede zafar de sus obligaciones podríamos cenar tranquilos allí.
- Yo me prendo, ya estoy recaliente, mi marido sale con amigos y le puedo dejar el nene a mi madre porque me voy a cenar a casa de una amiga, -expresó Diana con desenfado-.
- Yo estoy separada y mi hermana se puede quedar con el nene porque tengo una cena de mujeres, -dijo Irina y se acercó al oído a preguntarme-, ¿Nacho, tenés sogas?
Le contesté que sí con un movimiento de cabeza y como un ramalazo me pasó el guión de una porno por la cabeza con lesbianismo y bondage incluido. No pude menos que reírme para mis adentros y acudir al refrán que dice, “no hay mal que por bien no venga”, iba a ser una noche “movida” con una morocha alta de curvas pronunciadas y una rubia chiquita con visos de sumisa. Me despedí de todos los presentes y como habíamos quedado para las ocho y media de la noche, tomé el auto y me fui a la ciudad vecina, había allí un sex-shop que debía visitar.
De regreso en casa, me relajé completamente con un baño tibio, me vestí con un short de fútbol, encargué comida suficiente que me alcanzaron con un delívery pues sería más fácil calentar con un golpe de horno que ponernos a cocinar, lavé y desinfecté los “juguetes” que había comprado, me serví un whisky con hielo y me puse a estudiar una de las carpetas que hacía referencia a una de las Direcciones de la empresa.
Apenas pasadas las ocho y media de la noche, las luces de un auto iluminaron el portón de entrada, les abrí y pasaron estacionándolo en los fondos de la casa, era el coche de Irina y venían las dos en él. A Diana la excitación le brotaba por todo el cuerpo y el saludo dejó evidenciadas sus ganas. En la puerta misma de la casa me abrazó y me “comió” la boca sin decir “agua va”, me gustó y me obligué a responder con sus mismas ganas, una de mis manos se hizo dueña de la nalga dura que le quedaba más cómoda y con la otra la arrimé a la rubiecita haciéndola participar. No se amilanó en absoluto y al poco rato los besos pasaban de una boca a la otra haciendo ostentación de lenguas movedizas. Yo estaba que volaba y se me ocurrió preguntar:
- ¿No vamos a comer primero?, -la que contestó fue Diana-.
- Ni ahí, primero nos cogés, nos rompes por dónde quieras y luego vemos, dame otro beso que hace rato que le tengo ganas a tus labios, después hay que buscar unas sogas porque la “petisa” quiere que la rompamos toda mientras está atada, le gusta así y pienso secarla.
- Bueno, ahora “desacelerá la moto” y vamos a tomar las cosas con calma, para este partido tienen mucha ropa y yo soy el “dueño de la pelota”.
- Sí mi cielo, disculpá, es que estoy pasada de calentura, tenés razón, con un poco de calma vamos a disfrutar más.
Como por arte de magia, sus ropas desaparecieron de sus cuerpos y se amontonaron en un rincón del sofá, el contraste entre los dos físicos era llamativo, dejando de lado que una era morocha y la otra rubia. Diana tenía un cuerpo más que llamativo, tetas grandes con areolas y pezón que se hacían notar, les calculé una medida 95 de taza con tendencia a caer por su volumen, caderas portentosas y muslos firmes, era una típica mujer sexual, con una ligera tendencia al “ensanche” y era más que evidente que se mantenía en base a gimnasia.
Como fuere, estaba “mortal” y no me iba a privar de saturarla de caricias y dejarla que se explayara con gusto dando y recibiendo. Irina, por el contrario, daba toda la impresión de delicadeza y sensualidad, tenía tetas chicas, de las que caben en la palma de la mano, casi sin areola y pezones diminutos. Lo fascinante de ella estaba dado desde las tetas hacia abajo, la cintura se podía abarcar con ambas manos haciendo que los dedos se tocaran y era muy notoria la diferencia con las caderas que, aun mirándola de frente dejaba adivinar un culito apetecible que remataba con piernas al tono muscular de todo su cuerpo, menudo, pero firme.
- Te toca a vos, sacate el pantalón y dejá ver el “tronco” que, según las chicas, te lleva al Cielo”, -dijo Diana riendo con ganas-.
No tuve necesidad de hacerlo, la rubiecita ya se había acuclillado y bajaba el pantalón para que el miembro saltara con la alegría de la libertad.
- Me va a costar, igual me la voy a comer por todos lados, pero, me va a costar, -dijo poniéndose el glande en la boca-.
- Sos un yeguo, ¿dónde escondías ese pedazo de pija?, -preguntó la morocha grandota que se arrodilló al lado de la “petisa” para disputarle la mamada.
Fue Irina la que pudo guardar un poco más de la mitad en su boca, Diana casi vomita con arcadas cuando quiso emularla. Las tomé de la mano y nos fuimos a la habitación, la rubiecita subió a la cama gateando y dejó que apreciáramos su culito y los labios hinchados de su vulva que brillaban. Diana me empujó suave sobre el cubrecama para volver a intentar con “mi amigo”, pero no hubo caso, no podía pasar de la mitad, “no puedo, me contó Sandra que se la comió toda entera y tiene la boca más chica que yo”, -expresó mirándome y esperando una respuesta-…
“Sandra, de una, aplastó la nariz en mi pelvis, está claro que el secreto de la boca se encuentra no bien se transponen los labios, de todos modos, no tengo ninguna práctica en eso, jajaja”, -contesté afirmando mi boca en las nalgas de Irina que comenzó a moverse como electrizada y a gritar cuando mi lengua se movió en el agujerito más chico-. “Atame, Nacho, atame porque comienzo a saltar y pierdo cualquier ritmo, sólo me calmo después del primer polvo” … Ante esto no dudé, saqué unas esposas con cadena larga y aferré sus muñecas a las patas de la cama, yo lo hacía con sus muñecas y Diana con las piernas.
Con eso sólo se estaba poniendo como loca y uno de cada costado nos ocupamos de sus tetitas que parecían de acero, mi mano en su entrepierna, jugando con los dedos sin penetrarla hizo lo suyo y aparte del movimiento desenfrenado, la “petisa” comenzó a gritar estirando las frases incomprensibles con un sonido semejante a un aullido, nos miramos sorprendidos con Diana y ésta lo resolvió rápido.
- Gritá todo lo que quieras, mi concha se va a tragar hasta tus gritos”, -expresó decidida y se sentó sobre la boca de la rubia-.
Si no la ponía reventaba y teniendo el culo de Diana frente a mis ojos, arrodillado entre las piernas de Irina moví mi glande como si diera pincelazos desde el clítoris pasando por sus labios y ninguno de los dos lográbamos que se quedara quieta, Diana contenía los gritos, pero todo lo demás parecía tener movimientos independientes, temblaba, trataba de incorporarse elevándose en la cama y no esperé más. Entré con ganas abriendo sus estrecheces y me sentí aprisionado por las paredes empapadas, ni siquiera me importó el tope natural, no me quedó nada por entrar y la morocha no pudo lograr que la rubiecita no ladeara la cabeza y gritara con ganas por el dolor que experimentó y por el orgasmo que se hizo presente en ese mismo instante.
La “grandota” que seguramente estaba recibiendo una chupada magistral, tampoco aguantó y tuvo su orgasmo temblando y diciendo: “Me hiciste acabar como una yegua, ¡qué caliente me ponés “peti””, fue peor porque yo no me detenía en mis ingresos profundos y estirando una mano, “perdí” dos dedos en la vagina de Diana y el pulgar en el culo que no presentó ninguna vacilación, aunque la dueña de ese culo no pudo reprimir el gemido de satisfacción.
Tenía razón Irina, luego de ese primer polvo en que se movió como desencajada, se calmó bastante y me pidió que la desatara. Me ocupaba de ello y Diana se tiró encima de la “petisa” y aferrando sus dos tetas con las manos la besó como con desesperación riendo a viva voz por la forma de expresar el “primer polvo” que tenía Irina. Unieron sus pelvis y el culo de Diana quedó a mi disposición, ella dobló la cabeza para mirarme esperando por su porción de “carne en barra” y no la hice esperar. Apenas un par de lamidas y “jueguitos” de lengua en sus orificios y mi glande buscó el agujerito más lubricado.
“¡Mierdaaaa!”, -gritó la morocha cuando el tronco que penetraba se hizo dueño y señor del conducto que, aunque parezca extraño, estaba también bastante estrecho-. Mis movimientos se hicieron rítmicos ante sus gemidos y pedidos de más, “dame más pija Nacho, me encanta sentirte, ¡qué ganas te tenía!, me estás cogiendo como nunca nadie”. Me afirmé mejor y al ritmo se sumó la velocidad haciendo que se desesperara y volviera a comerse la boca de la más chiquita. La posición no era la mejor porque ella y yo nos esforzábamos para evitar aplastar a Irina que se movía como una culebra debajo del cuerpo de la hembra más voluptuosa. El pulgar de mi mano izquierda estaba incrustado dentro del culo de Diana que estaba encantada con esto y mi mano derecha, haciendo una especie de contorsión escondía los dedos en los dos orificios de Irina.
Los gemidos eran todo un concierto y volvieron a explotar las dos en orgasmos casi consecutivos, no sé cómo aguanté para que Diana no me llevara con ella porque su vagina pareció absorberme. “Yo también quiero pija”, -pedía Irina y recordé el strapón-. Me salí de la “grandota”, ellas ni se movieron, gozaban en esa especie de “misionero” y me incorporé para buscar el “juguete” … “¿Adónde vas Nacho?”, -preguntó la rubiecita-… “A buscarte la pija que querés”, -le contesté-.
Las dos se asombraron cuando vieron que una de ellas podía utilizar un símil del original y Diana no tardó para pedirme que se lo pusiera, “ahora vas a saber lo que es que te cojan, “petisa”, trataré de esmerarme para que gocemos las dos”, -dijo entusiasmada-. Le coloqué el arnés poniendo un poco de lubricante especial sobre el pene artificial y la morocha no tardó en meterse con ganas dentro de Irina que comenzó nuevamente a gritar y a insultar. Las miré entusiasmado, las dos gozaban enfrascadas en su tarea y me ignoraron por un par de minutos, no importaba, mi idea fija era el culo magistral de Diana que se movía acompañando los movimientos de sus caderas.
Primero fue mi boca y la respuesta de la “grandota” me encantó, “¿qué es esto?, ¿qué es esto Nacho?, me voy a derretir”, -gritaba sin dejar de penetrar a la rubia cuando yo trataba de meter la punta de mi lengua hasta lo más profundo de ese culo delicioso. De seguido, la primera mitad del “pijazo” entró de una y el grito fue de las dos, uno por la sorpresiva apertura anal y la otra porque recibió el “juguete” hasta lo más profundo.
Tres segundos de espera, no más porque estaba a un tris de descargarme y me dediqué a entrar hasta chocar con las nalgas duras de la morocha que ahora si gritó con dolor, aunque no tardó en aflojarse para gozar la culeada. “Me rompiste el culo, hijo de puta que bien que me cogés, mi culo ya tiene un único dueño”, -decía Diana que trasladaba los movimientos al cuerpo de la chiquita-… “No te pares, no te pares, seguí, dale, más fuerte, cogeme más fuerte”, -pedía Irina– y nos costó poco seguir el mismo ritmo por un instante más hasta que ninguno pudo aguantar y acabamos gritando casi al mismo tiempo. Salí relativamente rápido para ver el agujero abierto e inundado de Diana y me sentí íntimamente regocijado, tardaría un buen rato en cerrarse, aunque yo ya no contaba tanto porque volvieron a dedicarse a ellas dos.
Me levanté para calentar la comida y cuando acomodaba los platos, escuché el grito de Irina… “Despacio puta, me duele, esperá, ahhhhh, ¡por Dios!, la siento hasta en la panza, movete despacio” … Me imaginé lo que había pasado y regresé para gozar con la rotura de culo que la morocha le infringía a la rubiecita acomodada en cuatro sobre la cama. Fueron las dos juntas a lavarse un poco y regresaron al comedor, desnudas y más que felices por haber disfrutado de algo nuevo que no esperaban sentir de esa manera. Ambas me besaban y acariciaban por lo que habíamos compartido y las miré diciendo:
- Ni sueñen con que esto terminó acá, quiero sentir como se abre el culito de Irina cuando incursione por allí…
- Ahora no puedo Nacho está guacha me lo rompió, ya me voy a vengar, dejame que me recupere, dame unos tres minutos, jajaja. Fuera de bromas, nunca me sentí tan bien, se molestaban por mis gritos y movimientos y me hacían sentir culpable, hoy ni pensé en eso…
La cena transcurrió entre broma, el ambiente de sexo estaba latente, pero primó el de camaradería y amistad, además, como siempre pueden un poco más, no me dejaron ni mover de la silla y se ocuparon las dos de atenderme. Apenas terminamos el café ya tenía a las dos haciendo una mamada en conjunto y le pedí a Diana que se volviera a poner el strapón porque quería ver como Irina se sentaba arriba de él.
Lo hicieron, se pusieron a la tarea y la rubiecita me preguntó con cara de pícara: “¿Te gusta ver cómo me cogen estando sentada en este palo? No le respondí, le hice una seña a Diana que entendió y la abrazó atrayéndola hacía sí para besarla y, aunque costó un poco, el culito de Irina se “comió” la mía tratando de patalear para zafarse de la doble penetración.
Después de gritos, sollozos, puteadas y movimientos encabritados comenzó a gozar y a orgasmar con contracciones que se estiraban según la intensidad, luego cambiamos de lugares y fue el culo de Diana el que guardó todo el strapón mientras la tenía ensartada por su vagina y la besaba apretando sus tetas sobre mi pecho. Cuando me tocó acabar, quedamos los tres de cama, hasta el baño nos costó y les dije de quedarse a dormir, no quisieron, aunque ganas no le faltaban, eran casi las dos de la mañana cuando se fueron de casa, yo aproveché a desmayarme sobre las sábanas desordenadas.
Continuará… Por favor, si les gustó, valoren y comenten. GUILLEOS1 se los agradece.
Excelente muy buena serie muy excitante y con morbo.
ufff maravillosos relatos