LOS EXTRAÑOS VICIOS DE MI MADRE.
La iniciación de mi madre..
LOS EXTRAÑOS VICIOS DE MI MADRE.
La iniciación de mi madre.
Mi madre Adriana fue la hija única y tardía de una mujer de 42 años y póstuma de un hombre de 58 que murió de un infarto dos meses antes que ella naciera. Mi abuela era una mujer chapada a la antigua, pero muy antigua. Para ella todo era pecado y se iba a confesar todos los días, no salía de la casa más que para eso. Mi abuelo dejo varias propiedades además de dos negocios. Una botica y una refaccionaria que su administrador atendía y que un día mi madre heredaría.
Pero mi madre era muy diferente. A sus 4 añitos empezaron los “tapate ahí” “no enseñes eso” “No te toques ahí” pues mi madre siendo tan niña ya tenía desarrollado el libido. Mi abuela la regañaba constantemente y cuando la descubrió acariciándose “ahí” cometió el error de mandarla a la iglesia, cuando solo tenía 8 años y un cachondo cura la vio y le gustó.
-¿vienes a rezar?
-Sí, me manda mi mamá.
-¿y quién es ella?
-La viuda González
Al siguiente día que mi madre fue, la invitó a la sacristía, la cerró con llave y le dijo.
-Tú puedes salvar tu alma si haces una obra de caridad para los sacerdotes.
Mi mamá ya sabía que los curas se cogían a muchas niñas, pues varias amiguitas de ella se las habían cogido y ella lo deseaba, así que fingió creerle y le dijo.
-¿Qué debo hacer?
-El padre Manuel- así se llamaba- se sacó la verga que era de buen tamaño y le dijo.
-Chúpala hasta que le saques un líquido blanco que es una hostia liquida que los sacerdotes damos a las niñas, para que no se atraganten.
Mi madre fingió que se creía todo y dio la primera mamada de su vida y fue recompensada con una buena descarga de semen que el cura la obligó a tragarse. Esto se repitió por 10 días en los que mi abuela se sentía feliz porque mi madre parecía haber escuchado “El llamado”. Mi madre quería que el cura le metiera la verga en el coño, que le ardía de calentura, pero él se negaba pues había otro plan. Y así, a los 10 días regresó el obispo de una gira pastoral. En cuanto se enteró del regalo que el cura le tenía se puso contento y al otro día se presentó cuando mi madre le mamaba la verga al cura. Este se la pasó al obispo que era un hombre corpulento y alto de unos 45 años que le dijo a mi madre.
-Hija mía, la vida te escogió para satisfacer a los hijos de la iglesia, por lo tanto voy a satisfacer tus deseos y te traeré la paz de tu cuerpo.
Mi madre entendió que al fin le meterían una verga y se dispuso a colaborar. El obispo la colocó boca arriba en un sillón, le bajó los calzones, le subió la falda y le mamó la conchita por cerca de 10 minutos, cuando consideró que ya estaba lista le empujó alrededor de 5 o 6 pulgadas de verga en el coñito. De inmediato mi madre empezó a disfrutar mientras el obispo gemía de placer.
-ahhh……que rico coñito……..como me gustan a mí, vírgenes y apretaditos……
De pronto mi madre sintió como su vagina era inundada por una gran cantidad de semen caliente que a le vez le provocó su primer orgasmo en cúpula directa. A partir de entonces dos o tres veces a la semana mi madre iba a la iglesia donde el cura y el obispo la disfrutaban a la par, pero había algo que mi madre sabia y aun no sucedía. Todavía no le rompían el culito y ella quería probar, pues varias amiguitas le contaban que lo disfrutaban mucho. Lo habló con los dos y le dijeron que su culito estaba reservado para alguien especial que estaba por llegar a la ciudad. Tres días después leyó en el periódico que Su eminencia, el Cardenal Torrija llegaría a la ciudad, de inmediato entendió que su culito estaba reservado para él. Recibió una llamada del cura citándola para las 5 de la tarde y le pidió que se vistiera con su uniforme de escuela. Al llegar ella se dio unos “retoques” que imaginó excitarían al cardenal. Se subió un poco la falda y tomó una postura entre inocente y sensual. A sus 9 añitos ya era toda una putita. El cardenal era un hombre de alrededor de 60 años, flaco, enjuto y fibroso de cuerpo. Nada más ver a mi madre y su verga reaccionó poniéndose dura de lo que mi madre se dio cuenta. El obispo le pidió que se levantara la falda y se pusiera en posición empinada sobre un sofá, ella lo hizo y el cura le bajó las pantaletas quitándoselas y oliéndolas, entonces el obispo se puso a mamarle el culo hasta que lo dejó bien ensalivado. En este inter el Cardenal se desvistió y se colocó frente a mi madre enseñándole la verga que era enorme y gruesa y diciéndole.
-mámamela para que se panga bien dura.
Mi madre se la mamó un buen rato hasta que el obispo le dijo al Cardenal.
-ya está lista Eminencia, su culito cede a la caricia de mi lengua.
El Cardenal se colocó atrás de mi madre, apunto su tolete al pequeño orificio y empezó a empujar poco a poco. El esfínter infantil cedió dejando pasar unas 5 pulgadas de una verga de 11. El cardenal se detuvo demostrando que era un experto en romper culitos de niñas y esperó a que mi madre soportara el estiramiento de su ano y de pronto empezó un mete y saca muy lento que poco a poco provocó algo parecido al placer en el ano de mi madre. De pronto sintió ella que la inundaba el semen del cardenal, pero para su sorpresa eso la hizo disfrutar y distendió más su culito dejando pasar una pulgada más dentro de su ano. La verga del cardenal permaneció dura como un hierro y para sorpresa de mi madre de pronto la tomó de su cintura y la levanto fácilmente, pues mi madre pesaba muy poco al ser una niña delgada y él se sentó en un sillón para acariciarle el coñito mientras con otra mano la subía y bajaba sobre la verga. Así estuvieron un buen tiempo hasta que mi madre sintió algo parecido a un orgasmo y contrajo su culo, provocando otra descarga de semen en él.
Lentamente el Cardenal sacó su verga del culito de mi madre y el obispo y el cura le dijeron.
-tenemos a las otras feligreses, son dos niñas y un niño, usted decide si quiere “bendecirlas” ahora o hasta mañana.
-El cardenal pidió que le trajeran una niña y al niño, aun se sentía con fuerzas. Mi madre los vio llegar y vio como el cardenal les rompía el culo a los dos, el niño se quejaba pero la niña parecía disfrutarlo; mientras el cura y el obispo se “encargaban” de ella pues ya podían disfrutar de su culito. A partir de entonces mi madre cayó en una espiral de sexo y vicio. Iba dos o tres veces a la iglesia y los otros días se dedicaba a “subir” sus calificaciones en la escuela con tres maestros y……una maestra. Cada dos o tres meses era invitada a una semana de “retiro espiritual” en el convento aledaño a la iglesia donde se organizaban unas grandes orgias con unas 15 niñas, 4 niños, 5 monjas, 7 curas, dos obispo y uno o a veces dos cardenales. Así mi madre llegó al momento en que haría la “primera comunión” junto a 6 niñas y 2 niños más y la ceremonia seria oficiada nada menos que por el cardena. Previamente hubo un retiro espiritual que duró tres días, y justamente ahí, mi madre salió embarazada a un mes de haber cumplido sus 11 años.
Mi abuela se puso como loca y cuando mi madre le dijo la verdad no le creyó, pues para ella los curas eran ejemplo de probidad y decencia y llegó al grado de comentárselo al obispo, que no solo desmintió el hecho, sino que le ofreció que mi madre entrara al convento como novicia mientras tenía el niño y si era una niña ellos se encargarían de ella, pero un niño no, pues las monjas no podían tener hombres en sus conventos. Mi abuela acepto y así mi madre fue a parar al convento donde aún tuvo 6 meses más de sexo. Cuando llegó el momento del alumbramiento los curas, por medio de los médicos y hospitales del Opus Dei, se encargaron de que no hubiese problemas, y así nací yo, cuando a mi madre aun le faltaban dos meses para cumplir 12 años, aun no sé si soy hijo de un cardenal, un obispo, un cura, o un simple sacristán.
Ya terminamos la historia de los inicio de mi madre, lo demás vendrá en otro capítulo………………..continuará.
Buen relato.Creible, no en su totalidad, pero si tiene bases de la realidad.