Mi hija de 17 en StripChat
Mi hija de 17 en StripChat.
🅻a situación se jodió casi del todo sobre todo después de 2020. Tuve que descender en el trabajo y trabajar el doble de duro y de tiempo para poder mantener a mi familia. Mi hija Olaya, al principio se asustó de muerte por el escenario probable de tener que dejar la universidad, pero pasaron los años y nunca la dejó. Yo no sabía cómo hacía, pero un amigo me echó el dato: «Olayita se está empelotando por Internet». Le rompí la cara a mi amigo. Empero, después de dos semanas, mi esposa me hizo caer en cuenta de cuánto me había excedido. Pedí disculpas a mi amigo y nos emborrachamos. Le había pedido el favor de no hablar de mi Olayita, y él así lo hizo, pero conforme la sobriedad disminuyó, su compromiso se deterioró. Me dijo:
—Su esposa es una chimba. Me defiende, y defiende a su hija.
—¿Cómo así? —pregunté, de una pieza.
—Pues… ¿Por qué cree que le pidió que se disculpara conmigo? Porque ella sabe que lo de Olaya es cierto.
Para no volverle romper la jeta, me fui. Llegué a casa y mi mujer aprovechó que yo estaba borracho para hablarme:
—Papi, usted merece saber la verdad. Pero le suplico que no vaya a ponerse en contra de Olaya. Ella merece todo su apoyo, sea lo que sea que haga.
—¡Es pura mierda! Ustedes me quieren matar de un disgusto.
—No, mijo. Venga, venga.
Mientras me conducía la estudio, me dijo:
—Ella me confesó casi llorando, muy asustada, no de mí, sino de usted. Ella no sabe qué hacer. Le da mucho miedo cómo vaya usted a reaccionar. Ella lo quiere mucho, lo idolatra.
A continuación abrió la Laptop y puso a reproducir un video grabado. Ahí estaba Olaya, agitando todo el derrière desnudo muy de cerca a la cámara. Estaba en su habitación, en nuestra casa.
—¡Fraude! Esa no es mi Olaya —chillé, pero la muchacha se dio la vuelta y sí, era mi hija.
Así que esa raja prolija, que pasaba por virgen, y ese ano blanco y provocativo eran de mi bella hija.
—Ella lo hace para poder estudiar —concluyó mi esposa—. De cómo reaccione usted dependen muchas cosas en ella. No vaya a ser egoísta.
No pude dormir. Mi cabeza estaba separada en cómo sobrellevar la indignación y en cómo estaba de rica mi muchacha. Todo el tiempo, «todo eso» había estado ahí en mi casa. Esa cuquita, meando, ovulando y menstruando, o celosamente guardada en un panty sexy. Y ese culito, cagando, o guardado, o incluso hasta con juguetes dentro. Y ahora, estaban jugando públicamente para ganar dinero. Sentía que yo debería haber tenido derecho primero a todo eso, pero me lo habían robado, o yo había sido un pendejo en no aprovechar. Lo que decía mi esposa era cierto: Mi Olaya me idolatraba. Ahora no podía sacarme su precioso ano blanquísimo de la cabeza.
Traté de no tocar el tema por varios días. Después, tuve qué sacarle la información a mi esposa de cómo encontrar a Olaya en Internet. Ella solo sonrió, complacida de que yo estaba interesado, y me envió el link por Telegram. También pasé por mucho para ser capaz de entrar y verla. Y cuando lo hice: Uff, ¡pero qué espectáculo daba mi niña! Tenía locos a los visitantes y le tiraban regalos y tokens a chorros. No hacía privados, porque, según me enteraría después, le parecían menos rentables y espantaban a los otros visitantes, mientras que, si había 100 mirones, de entre ellos siempre surgían al menos diez que le daban propinas y con el tiempo le hacían regalos. Yo mismo abrí una cuenta, me apodé «papito-arrecho» y empecé a darle propinas y a piropearla mucho. En la segunda sesión que vi me pajeé brutal por mi hija. Fue tan rico que recordé mis primeras pajitas cuando era morro. Pero qué aluvión de placer daba mi nena. Había logrado engañar a la plataforma y a los visitantes conque tenía 19, y por el cuerpo podía, pero a «papito-arrecho» no lo podía engañar. Mi hija tenía 17.
Un día, como papito-arrecho le dije que si quería encontrarse conmigo, y al principio, por flirtear, me siguió la corriente, pero cuando detectó que mis intenciones eran serias, dejó de prestarme atención y puso un letrero en su perfil que decía: «No acepto encuentros». Me enamoré más. La seguí viendo por unas semanas, metiéndose dildos tipo magic wand en la vagina y su portentoso culito, siendo follada por una fucking machine por el culo mientras el lush vibraba dentro de su carnosa y rosada cuca. Mi nena chorreaba a mares cuando se venía y me hacía venir a mí como caballo. Me puse a ahorrar para comprarle un regalo. Le compré un outfit que estaba en una página. Valió mucho, pero era mi hija ¿Quién me lo va a discutir? Ella, en su siguiente sesión, agradeció a «papito-arrecho» y mandó besos hasta que se cansó. Estaba feliz y realizada. Otra vez tuve esa sensación intrusa de haber dejado escapar algo, de haberme dejado quitar algo. «Me la tengo qué culiar» pensé.
Se lo comenté a mi esposa y me dijo:
—Inténtalo —subió los hombros—. Quién quita y queden mejor de lo que crees. Solo, no la fuerces a nada. Y sé un caballero, así como me enamoraste a mí. A ver si algún día estamos los tres y me vuelves a coger rico a mí.
No podía ahorrarse el reproche. En fin. Mi esposa me alcahueteó una copia de la llave de la habitación de mi hija. Cuadré lo necesario para tener la oportunidad y esta llegó. Mi hija hacía su show, en nuestra casa. Esperé a que se pusiera como hacía ella, clavando las rodillas y las tetas en el sofá con el culo mirando al techo y las nalgas tan abiertas que le entraba aire a su recto. Solo lo meneaba mientras los visitantes se calentaban y empezaban a llover ofertas y propinas. «Papito-arrecho» dijo: «Te mando un beso de amor en ese ano tan delicioso». «Papi te va a besar tu rico ano». Ella, desde el regalo, me tenía mucho en cuenta, y me contestó, cuando le di más propina:
—¡Gracias, por esos besitos, papito-arrecho! ¡Quiero tu lechita, quiero gotearla!
No aguanté. Me fui para su habitación, no sin antes dejar grabando el stream. Metí la llave suavecito en la cerradura. Abrí como ladrón, sin producir sonido. Asomé la cabeza y la vi en vivo. Se me volcó el corazón. Tomé aire, aclaré la garganta en silencio y entré. Tuve que ser muy rápido. Me bastaron dos pasos para llegar a ella. Estaba diciendo:
—Uhy, dámela, papi, la quiero, calientica… dámela mi rey…
Le estampé un beso ruidosísimo en su ano abierto. Ella gritó, brincó y cayó sobre su espalda, cubriéndose toda.
—Hola Olayita, mi vida —le sonreí—. No cortes la transmisión. Te dije que te lo iba a besar.
Olaya me dijo:
—¡¿Tu eres papito-arrecho?!
—No solo arrecho, sino amoroso y obsesionado, mi niña.
Ella se sobó el poto. Aún no lo iba a admitir, pero el beso tan bien puesto le había gustado. Empezaron a sonar las estridentes notificaciones de propinas. «Cógete a tu papi» empezaron decir todos. Olaya miró la pantalla, me miraba a mí y se miraba ella. Al fin pudo decir:
—¿Tú me cogerías papi?
No le contesté, sino que me lo saqué. Me arrodillé a su lado y le di vuelta, para dar la comida de culo más brutal que haya dado en la vida.
Cómanle el culo a su hija bonita, ultra-recomendado.
Y súper-ultra-recomendado: Hagan un show con ella online. El Incesto padre-hija es tan arrechador como no imaginan, y puede lloverles la plata, mientras la pasan de maravilla. DE MARAVILLA. Nuestra rutina típica fue de ahí en más, ella sola haciendo su show, con la cola de para arriba, y yo llegaba de imprevisto y la saludaba:
—Hola mija.
—Hola pa.
Y como cualquier cosa, la saludaba de besito: En el ojo del culo. Un beso tan ruidoso que algunos podrían decir que era una chupada. Entonces volvía a irme y me despedía y todo. Y repetíamos la charada hasta que el público clamaba por que cogiéramos, y pagaban buen dinero.
—Hola pa.
—Hola mija.
muuuaaaaak!
Nuestros problemas económicos casi desaparecen y fuimos tendencia, al menos mientras casi todo mundo se puso a hacer lo mismo. Fue cuando incluimos a mi esposa y empezamos a tener sexo online en familia.
Y así, puro amor.
©Stregoika 2025
Ustedes dirán que me imagino que las modelos de StripChat son mi hija, me imagino cosas raras y me pajeo, pero no, qué va. Ustedes tienen la mente dañada.
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