Mi novio es un guerrero mexicano (décima parte)
Atzin tiene varicela y a Alejandro se le ocurre una idea para subirle los animos que incluirá una gelatina y una tarde divertida.
– … Luego agregas unas cuantas frutas y la dejamos cuajar.
– ¿Cumplir promesa?.
– Si, también haremos eso.
Había pasado una semana completa en que no supe absolutamente nada de mi novio. Me había preocupado enormemente pero me relajé en cuento supe la razón por la que parecía haber desaparecido. Tenia varicela. Aun recuerdo la picazón de esas ronchas y un par de semanas de no ir a clases. Para subirle el animo quise darle una sorpresa y aprovechar para cumplir con lo prometido. Con cuidado hicimos una gelatina de chocolate y uva que adornamos con trozos de durazno. Sin embargo mis planes iban mas allá de solo comer gelatina.
Nos fuimos en taxi hasta la casa de Atzin para evitar que se estropeara la gelatina y ahorrarnos la caminata. Cuando llegamos a su casa el clima había cambiado de estar parcialmente nublado a enormes nubes de tormenta. Pronto llovería pero no me preocupaba. Tocamos el timbre y el hermano de Atzin, que no se porque siempre olvido su nombre, nos recibió de brazos cruzados.
– ¿Que están haciendo aquí?.
– Venimos a darle una sorpresa a Atzin.
– Gelatina, rica. ¿Quiere?.
– Esta muy enfermo y no creo que le guste…
– ¡Pero sorpresa! – exclamó la mamá de Atzin – Pasen que pronto va a llover.
Había visitado su casa anteriormente pero esta vez me dio la sensación de que algo no andaba bien. Las hermosas flores del jardín se hallaban secas o marchitas, como si la muerte les hubiera arrancado la vida. Dentro de la casa se hallaba una oscuridad como nunca antes había experimentado. Las cortinas estaban abiertas pero aun así la luz apenas si lograba entrar. Ni siquiera las pocas veladoras de la abuela lograban iluminar lo suficiente.
Saludamos a la mamá de Atzin y luego subimos por las escaleras. Abrí la puerta y encontré al amor de mi vida acostado en la cama leyendo un libro. Estaba tan absorto en su lectura que ni nos vio entrar a la habitación. Aproveché para darle un beso en la cabeza e inmediatamente se sobresaltó y tiró el libro que tenía entre sus manos.
– ¡Me asustaste, mi amor!. No deberías estar cerca, puedo contagiarte.
– Nosotros ya pasamos por eso. Además te trajimos algo muy especial.
– ¡Gelatina!, ¡Y son mis dos sabores favoritos!. ¡Muchísimas gracias!.
Me dio un abrazo y un beso en la mejilla.
– ¡Oh!. creo que…
– No te preocupes, ya lo sabe.
– ¿Ah si?. Entonces puedo hacer esto.
Se acercó a mi y me dio un beso apasionado. Tenía rato que no sentía sus labios e inmediatamente cerré los ojos para degustar el sabor de su boca. Cuando terminamos saqué unos platos de mi mochila y los tres tomamos una rebanada de gelatina que comimos con mucho gusto.
– ¿Te gustó? – le pregunté.
– ¡Me encantó!. ¡Es lo mejor que he probado en mi vida!.
Me alegraba oír eso, pero aun había algo mas que debía hacer. Tomé los platos y los puse en una bolsa de basura dentro de mi mochila. Le pedí a Naoki que le diera un masaje un masaje mientras iba a dejar la gelatina con el resto de su familia. Como lo había prometido, un tiempo a solas con Atzin a cambio de los quehaceres de mi casa.
Bajé las escaleras y me dirigía a la cocina cuando oí dos voces.
– Realmente no se si debamos.
– Hija, no puedes cambiar lo que es. Desde que el día en que nació supimos que este momento llegaría. Debes ser fuerte si no quieres que la desgracia continúe.
Reconocí esas dos voces, era la abuela y la mamá de Atzin.
– Es que… ¡Es mi pequeño!. No puedo hacerle eso, su lugar no es ahí afuera.
– Pero si lo dejas aquí adentro puede que su corazón se marchite y solo lo habrás empeorado todo. Tiene que irse cuanto antes o ni siquiera los dioses podrán protegernos.
¿Estaban hablando de Atzin?, ¿Habían descubierto nuestro amor?. No podía soportar la idea de que quisieran deshacerse de mi novio. ¿Tan malo era nuestro amor?. Me aguanté el coraje y puse mi mejor sonrisa mientras entraba a la cocina. Coloqué la gelatina sobre la estufa y les ofrecí un poco, no dudaron en probar su dulce y delicioso sabor mientras yo regresaba a la habitación.
Cuando abrí la puerta mi novio estaba acostado boca abajo mientras Naoki masajeaba su espalda desnuda.
– … Mucha tensión no bueno. Energía mala afecta cuerpo.
– ¡Oh, ya regresaste!. ¿Sabías que sabe dar buenos masajes?.
Por supuesto que lo sabía, pero no era todo lo que sabía hacer. Me acerqué a su espalda, tomé un poco de crema y comencé a untársela por toda su espalda. Poco a poco bajé hasta llegar a sus glúteos y cuando lo hice le bajé los pantalones. Su trasero podría ser la envidia de cualquier adolescente pues era grande y firme. Tomé un poco mas de crema y con ambas manos masajeé esos dos preciosos cachetes.
Ya relajado tomé mas crema entre mis manos y lentamente fui introduciendo uno de mis dedos en si entrada.
– ¿Amor, que estás…?. ¡Mmmhhh!.
Por los gemidos que hacía supuse que le estaba gustando, así que continué haciendo movimientos circulares. Con cuidado metí otro dedo en su entrada y volví a masajear mientras se retorcía de placer.
– ¿Puedo yo jugar con ustedes? – preguntó Naoki.
Con gusto lo aceptamos e inmediatamente se quitó toda su ropa. Acercó si entrepierna a la boca de mi novio y este comenzó a devorar ese pequeño miembro que ya estaba duro como una piedra. Por mi lado retiré mis dedos y fui a buscar en mi mochila un condón. Lentamente metí mi miembro y comencé a moverme suavemente. Naoki no duró ni cinco minutos cuando lanzó toda su leche dentro de la boca de mi novio.
– Sabe muy diferente de la tuya, amor. ¡Me muero de ganas de saborear la tuya!.
Cuando dijo eso mis caderas se volvieron locas mientras chocaban con su lindo trasero. Mientras le daba fuertes embestidas Naoki se puso detrás mio y empezó a masajear mis pezones. Me sentía como en el cielo, pero recordé que mi novio deseaba tomarse mi leche y cuando sentí que estaba por explotar de placer saqué mi miembro y me quité el condón. Mi novio se volteó y abrió grande la boca para atrapar hasta la última gota.
Naoki y yo nos miramos el uno al otro como si ambos supiéramos lo que el otro estaba pensando. Mi novio se acostó boca arriba en la cama mientras ambos nos acercábamos a su entrepierna y con nuestras lenguas lamíamos el delicioso manjar que tenía. Naoki se metió su miembro mientras yo lamía sus dos testículos. Cuando estaba a punto de acabar nos arrodillamos en el suelo y abrimos nuestras bocas para recibir su dulce néctar. Lanzó hasta cinco chorros sobre nosotros mientras se agitaba su miembro rápidamente casi queriéndoselo arrancar.
– ¿Te gusto tu regalo sorpresa? – le pregunté.
– ¡Tenemos que repetirlo! – dijo mientras me abrazaba.
Las nubes estaban mas oscuras que la noche y enormes relámpagos sacudieron la ciudad. La lluvia no parecía cesar y la oscuridad pronto consumía toda luz del sol que apenas se filtraba entre las nubes. Los tres nos vestimos y nos pusimos a jugar ajedrez mientras esperábamos a que se pasara la lluvia. Realmente no estaba a la altura de mi novio y Naoki pero igualmente nos divertimos.
Como la lluvia no paraba y ya era tarde llamé a mi mamá para avisarle que nos quedaríamos a dormir esa noche. Por fortuna mi mamá acepto, solo faltaba esperar a que todos se fueran a dormir para seguir divertiéndonos. Aquella noche nuestros cuerpos forjaron una unión que perduraría por mucho tiempo.
. . .
En una noche sin luna la obscuridad cubría toda la habitación. Me encontraba a lado de mi novio después de una una noche desenfrenada cuando oí el ulular de un búho. Me asomé a la ventana pero era muy difícil ver lo que había mas allá de la palma de mi mano. De pronto algo áspero y caliente me recorrió el brazo, un momento después algo se hallaba entre mis manos. Mi bastón, aunque no podía verlo con claridad me llenaba de seguridad.
No se como explicarlo, pero podía sentir que el bastón me hablaba de alguna forma, era extraño, como oír una voz que no emite sonido. A pesar de lo cercana de su voz no entendía ni jota de lo que intentaba decirme pero no necesitaba entenderlo para saber lo que debía hacer. Salí de la casa en silencio y me asomé al patio para ver si podía ver con mas claridad. Aquella ave no dejaba de ulular en medio de la obscuridad pero con el bastó que me dio mi señor pensaba que estaría protegido.
De pronto una figura humana salió de la obscuridad y con una especie de lanza corta me amenazó. Había olvidado traer un arma, mi novio siempre guarda un par en su habitación. Con temor retrocedí un paso y agité mi bastón con la esperanza de que ocurriese algo pero lo único que obtuve fueron un par de gotas de lluvia en la cara.
Los relámpagos iluminaron el cielo pero aquella figura obscura jamás de iluminó, como si estuviese hecha de obscuridad. Agitó su lanza un par de veces antes de cargar contra mí pero logré esquivar su golpe inicial. Era veloz para ser tan corpulento y casi logra lastimarme pero usando mi bastón logré bloquear algunos de sus golpes. De pronto una lluvia de sal cayó sobre nosotros e inmediatamente una flecha cayó sobre nuestros pies. El extraño se alejó rápidamente y huyó despavorido rumbo a la obscuridad de la que vino.
– ¿Te encuentras bien? – gritó Atzin desde la ventana de su habitación.
– ¿Monstruo lastimar? – preguntó Naoki.
– No. ¡Muchas gracias!. Pensé que estaba perdido.
En realidad solo había recibido algunos rasguños, pero no dejé de preguntarme, ¿Que esa eso?. ¿De donde había salido?, y ¿Como pudimos pelear en lugar tan chico?. Estaba muy confundido pero me alegré de tener a mi novio y mi amigo protegiéndome. Esa noche me prometí entrenar mas duro. Si mas monstruos van a atacar quiero estar preparado para proteger a la persona que mas amo.
Continuará…
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