Mi novio es un guerrero mexicano (especial de san valentín)
Alejandro tendrá una cita con el amor de su vida y recibirá un regalo muy especial.
– ¿Como me veo?.
– Muy guapo, mi amor. Casi no me creo que esté saliendo con un príncipe azul.
– Ja ja. No es para tanto. ¿Entramos ya?.
– Si. No puedo esperar a compartir todo esa tarde contigo.
Habían pasado poco tiempo desde que conocí a aquel chico de ojos verdes y noble corazón cuando acordamos una tarde solo para nosotros dos. Realmente no podía creer lo afortunado que era al estar saliendo con el chico que me gustaba desde la primera vez que lo vi en el primer día de clases.
. . .
Ya había pasado a segundo año, los grupos estaban revueltos una vez mas y nuevas caras se unieron a nuestro grupo. Había hecho muy pocos amigos durante el primer año, muchos de mis compañeros no compartían mis gustos mientras que otros solo me dejaban juntarme con ellos, pero jamás fueron mis verdaderos amigos. Extrañaba mucho a mis amigos de la primaria, los juegos del recreo, nuestras partidas con cartas… En fin, esos días habían terminado mientras un nuevo amanecer me recibió con los brazos abiertos.
Estaba aterrado, ninguno de los compañeros con los que me juntaba estaba presente y montones de nuevos rostros llenaban los pupitres. Por lo menos en la clase de Taller podía ver algunos chicos conocidos, aunque casi no les hablaba pero me hacían sentir mejor, sin embargo alcancé a ver a lo lejos a un chico de unos hermosos ojos color verde esmeralda. Su cara me pareció bella y la mirada en su ojos era profunda pero reconfortante, como si un viejo muy sabio hubiese cambiado cuerpo con un adolescente. Estaba a punto de acercarme cuando un trio de chicos grandes me ganaron los lugares cercanos y al final tuve que conformarme con quedar hasta el fondo, a unos cinco lugares de distancia.
Para empeorarlo todo nos cambiaron los lugares y nos sentamos de acuerdo a numero de lista. Por mi apellido siempre había quedado en los últimos, mientras que aquel chico se hallaba en el extremo opuesto. «Bien, quizá nos toque trabajar juntos», pero estaba siendo demasiado optimista porque jamás en todo el ciclo escolar nos tocó juntos, ni siquiera en clase de educación física podíamos estar en el mismo equipo, como si el destino no quisiera que se cruzaran nuestros caminos.
En varias ocasiones quise acercarme, hablar de algo o siquiera captar su mirada pero no me atrevía, «¿Y si piensa que soy raro?. Seguro ya tiene amigos con los que se lleva bien». Sin embargo siempre andaba solo y solo le hablaba a los demás cuando tocaba un trabajo en equipo. Pensé que quizá le gustaba andar solo, pues ni siquiera los bravucones del salón tenían interés en él. No fue si no hasta aquel trío se fijó en mí que nuestros caminos se cruzaron finalmente.
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– ¿Te gustó el lugar?.
– Me encantó, y ese mole estaba exquisito. ¡Creo que si como algo más voy a explotar!.
– Me alegra que haya gustado porque todavía nos falta visitar el castillo. ¿Estas listo?.
– Siempre que esté a tu lado, ¡Si!.
No voy a mentir, era extraño para una cita subir por una montaña para ver un castillo pero al ver lo alto y bonito que era el castillo hacían que el dolor en las piernas valiera la pena. La vista de la ciudad era espectacular y poder tomar la meno de la persona que me gusta sin ser visto por ninguna persona conocida hacía que cada segundo a su lado fuese lo mejor que me había pasado. No me importaba lo adoloridas que estaban mis piernas por tanto caminar pues caminaría por lava ardiente solo por estar a su lado.
Mi corazón se sentía reconfortado al tomarle la mano mientras caminábamos entre elegantes habitaciones. Casi podía sentir que estaba paseando por los jardines de un poderoso rey y a mi lado su apuesto príncipe compartía las maravillas de aquel recinto conmigo. De pronto se detuvo junto al torreón en el que se alza la bandera nacional y alzó los brazos lo mas alto que pudo.
-¿Y eso? – le pregunté intrigado.
– Le estoy dando las gracias a Ehécatl. Hace mucho tiempo aquí había un templo en su honor pero hoy se ha convertido en una construcción digna de él.
Jamás hubiera imaginado que en este lugar se hallaba un templo. Tras oír la explicación de un guía que contaba sobre el castillo después de fue adquirido por el emperador Maximiliano me costaba imaginar que algo se hubiese construido antes de eso. Una ráfaga de viento paso por nuestros brazos y entonces me imaginé un templo de forma circular tan alto como una catedral sobre el que el viento podía desplazarse en cualquier dirección.
– Dice la leyenda que Ehécatl se enamoró de una mujer mortal y desde entonces la humanidad fue capaz de amar de la misma manera que ellos dos. Por eso le doy las gracias.
Bajo los brazos y me tomó de la mano mientras me daba un tierno beso. Mi corazón latía como loco mientras nuestras bocas se unían en un lugar de ensueño. Al terminar de recorrer el castillo descendimos por el camino ya que estaban por cerrar, pero por mí podría quedarme hasta la noche y ver juntos las estrellas de la noche.
– Sígueme – me dijo al oído mientras descendíamos.
Nos desviamos del camino principal hacia el bosque y caminamos unos metros mas. No había ni un alma a la vista, todo era vegetación y solo los árboles y la ladera de la montaña nos protegían de cualquier mirada. De pronto sacó de su mochila una rosa roja y me la dio junto con un tierno beso. Le respondí con un «gracias» y un apasionado beso que pareció eterno. Nuestras lenguas se unieron mientras nuestras nuestra calentura iba en aumento.
Entre besos y caricias le desabroche el cinturón y le bajé el pantalón mientras se me caía la baba por devorar tan magnifico manjar. Le bajé el bóxer y acaricié su miembro con suavidad mientras admiraba como crecía entre mis manos. Saqué su cabeza y acerqué mi lengua para saborear su miembro mientras montones de delicioso líquido brotaban. No resistí la tentación de metérmelo en la boca y sentir el movimiento de sus caderas.
– ¡Espera!. Traje un par de condones.
Con ansias me bajé los pantalones y me puse en cuatro para recibir la masculinidad de la persona que mas amo. Lentamente colocó si miembro en la entrada y con leves movimientos circulares fue abriéndose paso hasta llegar a todo lo que daba. Yo me moría de placer mientras lo hacía pero no era suficiente. Solo cuando comenzó a moverse pude sentir como si estuviera en el cielo mientras su entrepierna chocaba conmigo y sus movimientos se intensificaban con cada embestida.
Con su mano tomó mi miembro y empezó a agitarlo mientras me abrazaba con fuerza. Estaba en mi límite y no quería que ese momento terminara nunca pero no pude resistir. Cuando le avisé que estaba por acabar aceleró aun mas sus embestidas y finalmente acabé lanzando tres grandes chorros. Rápidamente sacó su miembro y se quitó el condón. Abrí grande la boca para saborear su deliciosa leche y no tardó mucho en lanzar sus chorros sobre mi.
Me volví a subir los pantalones y tomé la hermosa rosa en mis manos. Un chorro había caído en ella, acerqué mi nariz y pude oler el maravilloso aroma de la flor y de todo el amor que mi novio había lanzado sobre mi hace un par de minutos. Nos dimos un beso y un abrazo mientras regresábamos al camino principal. Comenzaba a oscurecerse y dentro de poco mis padres se preocuparían. Agarrados de la mano recorrimos el camino por que vinimos y al terminar nos despedimos.
Al llegar casa alcé los brazos y le di las gracias al viento por hacer mis días con Atzin los mas felices de mi vida. Tomé un vaso con agua y metí la hermosa rosa en él. Su maravilloso aroma me recordaba nuestra cita de hoy pero sus pétalos impregnados con el amor de mi novio hacían de esa pequeña un tesoro muy especial que guardaré en mi corazón para siempre.
WOW que hermoso relato esperaba volver a leer tus relatos sigue así amigo
Saludos desde Guanajuato