Mi novio es un guerrero mexicano (Segunda parte)
Alejandro, tras volverse amigo de su salvador, tiene una tarde inolvidable con el amor de su vida.
Segunda parte
– Muy interesante tu relato, Atzin, un buen manejo del idioma y un tema interesante. Te pondré un 7 en el bimestre, pero no vuelvas a atrasarte con las tareas.
– Muchas gracias, profesor.
– ¿Como te fue, mi amor?.
– ¡Si le gustó!. Muchas gracias por ayudarme a que mi mamá no me pegue con la chancla.
– Todo sea por salvar a mi guerrero favorito.
– ¿Que tanto estas escribiendo?.
– Un boceto de mi próximo relato. Esta vez quiero publicarlo pero… ¡Me da tanta vergüenza!. ¿Que pasa si a nadie le gusta?.
– Bueno, somos millones de habitantes en el mundo, al menos a uno le debe de gustar. Al menos a mí si me gustan.
. . .
Todavía recuerdo cuando descubrí el secreto que escondía aquel chico de hermosos ojos color esmeralda debajo de su ropa. Ya había pasado un par de semanas desde Atzin, el chico que me gusta, me salvo de esos tres chicos. El líder desapareció misteriosamente, su madre ya lo había reportado a las autoridades pero el chico nunca fue hallado. Los otros dos chicos tampoco sabían nada al respecto, aunque nunca mas me volvieron a molestar a mí o a mi salvador.
El calor de aquel día era tan abrasador que ver playeras empapadas de sudor no era una novedad. Lo extraño era que mi nuevo amigo nunca se quitaba aquella chaqueta de educación física a pesar de estar muriéndose de calor por dentro.
– ¿Por que no te la quitas? – le pregunté gentilmente.
– No me gusta mostrar mi cuerpo, me da vergüenza.
– Bueno, yo tampoco soy un galán de televisión.
– Jaja. Pues no estas tan mal realmente. ¿Te gustaría venir a mi casa mañana a ver una película?. ¡Haré palomitas!.
No podía dejar pasar una oportunidad así, por lo que sin dudarlo acepte gustosamente la invitación. Aquella noche casi no pude dormir de la emoción por pasar un día con el chico mas maravilloso de la escuela. Desperté e inmediatamente me preparé para asistir a la escuela. Metí a mi mochila un par de bolsas doritos que compré el día anterior y algunos chicles para compartir. Las clases se volvieron eternas, mas de lo usual, y también mas aburridas que de costumbre.
Cuando por fin terminaron las clases me encontré con mi amigo para irnos juntos a su casa. El vivía unas 5 cuadras “panteoneras” de la escuela y, para ahorrarse el pasaje, caminaba todos los días de ida y vuelta. Yo vivo a 3 cuadras pero del lado contrario y nunca me había tocado caminar tanto con el peso de la mochila. Para colmo ese día me tocaba cargar con mas libros y cuadernos.
En el trayecto, que mas parecía peregrinación, platicamos un poco y pasamos a comprar algunos dulces para botanear. Mis piernas estaban adoloridas y el sol abrasador de la tarde solo contribuyeron a acabar con mis fuerzas mas rápido.
– ¿Estas bien?. Solo debemos doblar la esquina para llegar.
– Estoy bien (cansado). ¿En serio debes caminar esto todos los días?.
– Si, me ahorro lo del pasaje y lo uso para comprar dulces. No le digas a mi mamá.
Al llegar casi no sentía las piernas. Su casa no destacaba del resto, tenia dos pisos, un pequeño jardín con un par de mazorcas a punto de madurar, una calabaza, una pequeña planta de frijol y algunas flores en maceta. Al entrar su mamá nos recibió con agrado y me ofreció comer junto a la familia. Mi amigo vivía junto con sus padres, un hermano mayor y la abuela.
La comida era deliciosa, incluso mejor que la de mi propia madre. Parecía un agradable ambiente familiar donde todos se querían y apoyaban. Sin embargo me fijé en los ojos de los demás miembros y ninguno de ellos tenia tenía unos ojos similares a los de mi amigo, todos ellos eran de color marrón como los míos.
Al terminar de comer todos se fueron a hacer lo suyo dejándonos a los dos solos en la sala. Mi amigo colocó una bolsa de palomitas en el microondas y sacó de su mochila los dulces que habíamos comprado. Por mi parte saqué mis chicles y mis doritos para acompañar y esperamos a que las palomitas estuviesen hechas. Nos sentamos en sofá y mientras veíamos la película él se fue acercando lentamente hasta estar juntos. A la mitad de la película colocó su brazo por encima de mi hombro. En ese momento nuestras miradas se cruzaron y sin decir una sola palabra ambos sabíamos cual sería el siguiente paso.Lentamente se acercó hasta llegar a mis labios y me dio un cariñoso beso.
– Subamos a mi cuarto.
Y así lo hicimos. Su habitación era pequeña, con una ventana mirando a la calle y en una de las paredes un enorme par de roperos. A lado de su cama había una estatua extraña en el buró que se me hizo conocida. En otra de las paredes un hermoso escudo blanco y un arco se hallaban colgados.
Nos sentamos en la cama su nuevamente se acercó a mis labios y apasionadamente nuestras lenguas se fueron fusionando en una danza que nunca habíamos experimentado en nuestras vidas.
– Me gustas – me dijo.
– Tu también me gustas.
– Desde la primera vez que te vi quise hablarte pero nunca había tenido la oportunidad de hacerlo. ¿Quieres intentar hacer cosas de adultos conmigo?.
– Solo si puedo quitarte esa chaqueta que siempre llevas.
– Jajaja. De acuerdo.
Nos dimos otro apasionado beso y lentamente le fui sacando todas y cada una de las prendas que traía puestas. Comencé quitando esa chaqueta y me percaté de sus delgados pero firmes firmes brazos. Me deshice de su playera y no pude contener mi asombro al descubrir un par de pectorales apenas trabajados y un six pack medianamente visible.
– ¿De veras esto te daba tanta pena?. ¡Pero si es asombroso!.
Se sonrojó al oír mis palabras e inmediatamente se cubrió la cara con ambas manos.
– ¡Basta!, vas a hacer que me vuelva a poner la playera.
Pase mis manos suavemente acariciando cada rincón de su cuerpo al descubierto mientras besaba ese par de duros pezones. Dentro del éxtasis desabroché su pantalón y se lo quité lentamente para apreciar un hermoso par de piernas bien trabajadas y al centro de ellas un pobre bulto asfixiándose mientras deseaba con fuerza ver la luz del día. No quería verlo sufrir ni un minuto más así que le bajé el boxer que traía puesto y descubrí un gran pedazo de carne palpitando de alegría por ser liberado de su prisión.
No dude ni en segundo en meterme tan magnifico miembro en la boca. Muy pronto comenzó a brotar líquido en abundancia y tuve el placer de degustar tan sabroso manjar.
– ¡Espera! – me dijo – No es justo que yo sea el único que esta desnudo.
Con suavidad me quitó la playera dejando al descubierto mi patético estado físico. Pese a que normalmente no sentía pena alguna por mi cuerpo en aquella ocasión, al atestiguar tan hermosa figura frente a mi me provocó vergüenza por lo poco que tenía que ofrecer en comparación a lo que estaba recibiendo.
Cuando me quitó mi boxer me sentí muy apenado ya que nunca antes le había enseñado mi entrepierna a nadie desde que abandoné los pañales. Mi tamaño era inferior a tan magnifico manjar que recién había tenido el placer de devorar. Con su mano en mi miembro bajo la piel que cubría mi pequeña cabeza rosada y con delicadeza empezó a agitar el duro pedacito de carne que tenía en su mano.
Mientras unas de placer se acumulaban en mi cuerpo yo regresé para terminar lo que empecé y me acerqué nuevamente a su entrepierna para saborear el delicioso néctar que emanaba. No tardó en mover ligeramente la cadera para aumentar el placer a la par de un aumento de velocidad en mi miembro hasta que en un movimiento súbito se olvidó de mi miembro y con ambas manos acercó mi cabeza para introducir toda su masculinidad en mí. Chorros calientes de dulce leche masculina inundaron mi boca en un frenesí de placer.
Trague hasta la última boca de tan preciada leche y terminamos con un apasionado beso mientras yo disparaba un par de chorros sobre el piso. Cuando acabé me acarició la cabeza y me dio un tierno beso un la mejilla.
– ¿Te gustó? – me preguntó.
– Me encantó. ¡No tenia idea de lo bien que se sentía!.
– ¡Ni yo!. ¡Definitivamente tenemos que volver a hacerlo!.
– ¿Esto quiere decir que somos algo mas que amigos?.
De pronto me dio otro beso en la mejilla y me contesto de la forma mas dulce posible.
– Seremos novios hasta que el sol muera y las tinieblas inunden la triste y desolada tierra sin amor.
Un par de minutos después nos volvimos a poner nuestra ropa mi novio limpió lo que quedó de nuestro encuentro placentero. Mientras limpiaba lo que había dejado en el piso contemplé la extraña estatua que había sido testigo de nuestro amor y recordé aquella visita al museo de antropología hace un par de años atrás. Aquella mujer que en lugar de cabeza tenía un par de serpientes y que vestía con una falda de serpientes no podía ser otra que la diosa Coatlicue. ¿Porque mi novio tenía una estatua de ella su habitación?. Sin embargo aquello solo sería la punta del iceberg que estaba por descubrir.
Continuara…
Esta muy interesante espero las siguientes partes