Mi novio es un guerrero mexicano (sexta parte)
Alejandro es invitado a ir a acampar, pero sus deseos se veran destrozados cuando su relacion con Atzin sale a la luz.
– ¡Con mas fuerza!.
– ¡Eso intento!.
Mi corazón latía a toda velocidad y el aire en mi pecho comenzaba a ser insuficiente. Las piernas me temblaban como gelatina y aun así mis brazos aún pudieron resistir el peso de mi arma y mi escudo. Sin embargo pronto mis fuerzas me abandonaron. Caí al suelo jadeante y sin energía, pero contento de haberla pasado bien.
– ¡Excelente!. Quizá puedas luchar en la próxima batalla, mi amor.
– No lo sé. Creo que no me siento listo aún.
– No te preocupes, ¡Jamás te dejaríamos estar en el frente antes de dominar tu arma!. Pero vas muy bien para tan poco tiempo entrenando.
– Oye, ¿De verdad tu hermano va a pelear así?.
– Sería mas vergonzoso para él no hacerlo.
– Aún me siento mal por lo que le pasó.
– Mientras no le moleste a los dioses, tú y yo vamos a seguir juntos hasta la eternidad.
. . .
Faltaba un mes para terminar el ciclo escolar y yo estaba ansioso de pasar las vacaciones junto a mi amado guerrero. Sin embargo el llamado a la batalla ya se había hecho y los dioses estaban ansiosos por ver a los mejores guerreros enfrentarse para complacerlos y llevar honor. Al igual que en los tiempos antes de la llegada del hombre blanco, los guerreros de ambos bandos pelearían a muerte hasta que los dioses estén satisfechos. Es por ello que aquellos guerreros entrenaban con esmero.
Mi novio me invitó a acampar un fin de semana en el bosque, aunque en realidad solo quería afinar sus habilidades de combate junto con su hermano mayor. Su hermano era un guerrero jaguar, un alto rango, y si quería permanecer vivo en esta ocasión debía de entrar con dedicación. El campamento no solo serviría para entrenar con mas privacidad, si no como una forma de preparar el espíritu y conectarse con la naturaleza.
El día antes de partir empaqué lo necesario para un fin de semana como ropa interior, una cantimplora, repelente de mosquitos y un par de tortas para desayunar. Me cepillé los dientes y me recordé a mi mismo llevarme mi cepillo y un vaso para enjuagarme. Miré en el espejo aquel par de ojos rojos, un recordatorio de que nunca más estaría solo.
Ríos de sangre corrían desde lo alto del templo y bajaban las escaleras hasta llegar al suelo. Por dentro un sacerdote vestido con la piel de un enemigo y adornado con un sinfín de símbolos sostenía un cuchillo de obsidiana mientras que en el altar otro enemigo yacía listo para ser ofrecido. Con rapidez y precisión ejecutó una serie de cortes hasta que llegó a la parte mas valiosa del cuerpo. Con cuidado extrajo el corazón de la victima y lo colocó al pie de la estatua del dios.
Complacido por tan generoso gesto, el señor desollado se manifestó frente al sacerdote y se acercó al cuerpo sin vida. Los ojos de la victima se tornaron de color rojo y su piel comenzó a desprenderse del cuerpo como si de una serpiente se tratase. Con la carne al descubierto la victima se levantó e hizo una reverencia hacia su nuevo señor. La piel comenzó a crecerle nuevamente pero ahora ya no era mas un enemigo, era un fuerte y leal servidor.
– ¡Ya levantate!.
– Cinco minutos mas… zzz
– ¿Que no querías ir con tu amigo a acampar?.
Con la agilidad de un gato me levanté y me cambié la pijama. Mi madre salió a despedirme mientras me subía al carro del hermano de mi novio. No podía contener la emoción de pasar un fin de semana entero casi a solas con el amor de mi vida. O eso creía.
Al cruzar la carretera, las calles pavimentadas y las largas avenidas cedieron su lugar a enormes prados y plantíos. Muy pronto los arboles dominaron el paisaje rodeado de valles y colinas. Mientras viajábamos le conté a ambos sobre el sueño que tuve anoche. No conocía el significado, pero podía sentir como si mi señor intentase comunicarse conmigo.
– Simple – dijo el hermano mayor – En agradecimiento por haberle ofrecido tu sangre te estará purificando, a cambio de los corazones de los enemigos caídos.
– ¿Purificando?.
– Se refiere a crecer como persona, siguiendo los valores que tu señor considera correctos.
¿Pero que era correcto para mi señor?, ¿Acabar con mis enemigos en el altar del templo?.
– No lo pienses demasiado – me dijo Atzin – Sabrás que es lo que quiere de ti a su debido tiempo.
De pronto al auto dio vuelta en medio del bosque. Habíamos llegado a nuestro destino, o eso creía. En medio de la nada donde solo la naturaleza dominaba, instalamos dos tiendas de campaña a un par de metros de distancia. Inmediatamente el hermano de Atzin sacó las armas, escudos, un arco y carcaj con varias flechas del auto.
– ¿Sabes usar el arco?. Me preguntó.
– No. Pero puedo aprender.
Talló una marca en un árbol para que usara como diana mientras él y mi novio luchaban usando sus escudos y armas. Ambos se vistieron con chalecos blancos, un escudo en una mano y su arma en la otra. Parecía un bastón de madera con una gran bola en lugar de punta. Ambos lucharon azotando con fuerza los escudos como dos fieras disputándose el territorio.
Por mi parte usar el arco no era tan difícil como yo imaginé, incluso llegando a atinar en la marca uno de cada 3 intentos. Sin embargo me sentía como estuviese ajeno a lo que en verdad veníamos a hacer. De pronto una mariposa pasó volando y dando vueltas a mi alrededor. Sus hermosas alas y la elegancia de su vuelo me hicieron pensar que quizá, al igual que aquella mariposa, algún día podría transformarme en algo hermoso.
Al caer la noche Atzin y yo nos acurrucamos en una de las tiendas para pasar la noche. Nos desvestimos lentamente y bajo la luz de la luna nos dimos un apasionado beso. Con suavidad pasó sus manos por mi pecho y empezó a acariciar mis pezones. Mi miembro rápidamente se levantó de su letargo mientras yo recorría con mis manos cada centímetro de aquel hermoso cuerpo. Su pecho y su abdomen se habían vuelto más firmes desde la primera vez que los vi con mis ojos. Recorrí su firme y ancha espalda hasta llegar a sus glúteos.
Nuestra calentura nos incitó a dar el siguiente paso y sin decir ni una sola palabra me coloqué en cuatro para recibir tan exquisito manjar. Se colocó el condón y lentamente introdujo toda su masculinidad dentro de mí. Me dolía un poco ya que no lo habíamos hecho de esta forma desde hace un tiempo pero el placer de tenerlo adentro fue reemplazando el dolor.
Me abrazó mientras lo hacía y con una mano tocó mi miembro para que ambos pudiéramos sentirnos bien. Fue acelerando y en cada embestida me hacía sentir como si en el mundo no hubiera mas amor y placer. Sus caderas chocaban contra mis glúteos en una danza que podría durar hasta la eternidad. Cuando ya no pudo mas se quitó el condón y derramo cada gota de su dulce néctar sobre mi espalda.
Cayó rendido pero no había prisa, la noche era larga y nuestras ansias de divertirnos podrían durar durante toda la noche. Sacó otro condón pero esta vez me lo colocó a mí. Se aseguró que estuviese bien puesto y se acostó en el suelo con las piernas abiertas.
– Hazme sentir bien – dijo con la voz entrecortada.
Lentamente introduje mi miembro. Comencé a moverme despacio mientras avanzaba lentamente hasta llegar a lo mas profundo. Me incliné para darle un beso y empecé a moverme un poco mas rápido. Su interior me apretaba mientras el placer envolvía todo mi ser y me incitaba a aumentar la velocidad. No pude resistir, estaba por explotar y mi masculinidad no dejaba de moverse…
– ¿¡Que creen que están haciendo!?.
¡El hermano mayor nos había descubierto!. Estaba aterrado, sabía que ellos no eran tolerantes con este tipo de relaciones y me aterraba lo que podría suceder.
– ¡Hermano!, ¡Alejate de de él!. ¿¡Tienes idea de lo que les pasa a la gente como él!?.
Mi novio se levantó y le dijo en la cara
– ¡No me importa!. ¡YO LO AMO!
Ya estaba enojado, ahora estaba furioso. Soltó un puñetazo a su hermano y este cayó al suelo. La diferencia de fuerza era notable, sin embargo no estaba dispuesto a dejar que golpeara al amor de mi vida. Tomé mi arco mientras se acercaba para darle otro golpe y apunté a su pierna. Solté la flecha y pronto la sangre comenzó a brotar. Una mariposa pasó volando y se posó en la cabeza de mi novio. Mis manos dejaron de responder y en un abrir y cerrar de ojos perdí el conocimiento.
Continuara…
Me gustó mucho pero le faltó un poco más de historia estuvo un poco corto