Mi novio es un guerrero mexicano (tercera parte)
Alejandro comienza a sospechar de la identidad del amor de su vida y se lleva una gran sorpresa.
Me encontraba inmerso en un lugar frío y obscuro. Cientos de estrellas llenaban el gran vacío con pequeños destellos de luz. De pronto caí a la tierra y antes de golpear el suelo con la fuerza de una bala de cañón una mata de maíz detuvo mi caída. La planta pronto se transformó en piel suave y adquirió la forma de una mano humana. Un enorme ente me miraba fijante con unos ojos color rojo vivo y en su cara una mascara de piel lo cubría. Mis manos y pies estaban paralizados, quería salir corriendo de ahí pero ninguno de mis músculos tenía la fuerza suficiente para moverse. Con su otra mano me señaló con el dedo y lentamente lo acercó hasta tocar mi corazón con su cálida pero áspera piel.
– ¡Levantate, flojo!. ¡Vas a llegar tarde a la escuela!.
– Ya voy…
Detesto que mi hermano mayor me levante en las mañanas. Normalmente solo lo hacía cuando era un poco tarde para ir a la escuela. No había dormido bien desde que comencé a tener ese sueño. Al principio parecía solo una pesadilla más, pero cuando lo sigues soñando mas de una semana no se puede disimular el temor de volverlo a soñar nuevamente. Cansado de no poder descansar adecuadamente lo hablé con mi novio a la hora del receso,
– ¡Oh, oh!.
– ¿Que me está pasando?.
– Lo mismo que me ocurrió a mí. Necesitas realizar un ritual y ofrecer tu sangre para completar el proceso, de lo contrario estos sueños te atormentarán por el resto de tu vida.
– Pero yo no quiero hacerlo.
– ¿No quieres volverte como yo?.
– No es eso, tengo miedo y no sé si esté a la altura.
Con dulzura me dio un fuerte abrazo y me dijo al oído.
– Te aseguro que no te hubiera escogido si no fueras el indicado.
Estaba a punto de darle un beso en ese momento, pero me detuve. No era el lugar apropiado para ello.
. . .
A partir del comienzo de nuestro noviazgo había estado yendo a su casa frecuentemente después de clases. Veíamos películas, jugábamos juegos de mesa y hacíamos cosas de adultos, aunque aún no nos atrevíamos a pasar a la penetración eso no era un impedimento para experimentar el placer. Su familia evitaba tener contacto conmigo excepto la abuela, quien se limitaba a observarnos y encender veladoras por toda la casa.
Cierto día me invadió la curiosidad por ver que tipo de ropa acostumbraba a vestir además del uniforme escolar. Aproveché un momento que salió al baño y abrí el armario para satisfacer mis ansias de saber, sin embargo lo que descubrí no se me hubiera pasado por la cabeza jamás. Además de dos juegos de educación física y el uniforme oficial, que nunca usaba, había un chaleco blanco grueso y muy duro, y un traje rojo que parecía ser del mismo material. También había una especie de bastón plano con piedras negras incrustadas y una falda de plumas largas.
Desconcertado cerré el armario antes de que llegara sin prestar atención a la demás prendas, después supe que no tenía nada fuera de lo común además de lo que ya encontré. Por fortuna no se dio cuenta pero a partir de ese momento las cosas se tornaron aun mas inusuales.
Un par de días después me encontraba caminando hacia su casa. Ya había ejercitado un poco las piernas para semejante odisea, pero no fue suficiente y a medio camino no me quedo mas opción que esperar el micro. Faltaban unos pocos metros para llegar a la parada cuando, en uno de los callejones, alcancé a vislumbrar un asalto en curso. Dos sujetos armados con pistolas estaban amenazando a una señorita cuando repentinamente una flecha cayó del cielo y perforó la pierna de uno de los asaltantes.
Gritando de dolor disparó en la dirección de la flecha, sin embargo no había nadie ahí. Una segunda flecha impactó en el brazo que sostenía la pistola del primer maleante e inmediatamente la dejo caer al suelo.
– ¡Hijo de puta!, ¡Te voy a reventar los sesos!.
Disparó al aire en señal de advertencia, sin embargo ningún alma respondió.
De pronto una figura extraña salió a la vista. Un sujeto vestido con traje rojo, una falda de plumas, un collar de manos de madera y un antifaz que asemejaba un par de serpientes mirándose de fronte. En una mano traía un escudo blanco y en la otra una especie de bastón plano de madera con piedras negras de forma cuadrada a los lados. Con ferocidad el extraño dio una patada fuerte para derribar a uno mientras que al otro le hizo un par de cortes en los brazos. Una vez fuera de combate procedió a realizar un corte grande en la garganta.
La sangre brotaba de la garganta del sujeto como el cauce de un rio. El otro sujeto estaba aterrado, Tan pronto como vio a su compañero caer ente el extraño no dudó ni un segundo en correr a todo lo que daban sus piernas, sin embargo la profunda herida de flecha limitaba en gran medida su escape. Con un par de golpes el sujeto derribo nuevamente al maleante y con la parte plana de su arma azotó un fuerte golpe en la cabeza de la victima.
La señorita, que había atestiguado todo, estaba en shock por lo que acababa de ocurrir. No tenía idea sobre lo que iba a hacer a continuación aquel extraño, el temor la consumía pero los músculos no estaban respondiendo. El extraño unicamente tomó el cuerpo de su última victima y se llevó a cuestas ignorando totalmente a la señorita que acababa de salvar. Desapareció tan misteriosamente como llegó, solo el recuerdo de tan misterioso acontecimiento había quedado en la memoria de aquella chica.
– Atzin no está en casa – me dijo su mamá.
– Realmente necesito terminar este trabajo con él o el profesor nos va a reprobar.
– Espera, ¿Tenías un trabajo en equipo con él?.
– Si, teníamos que hace un cartel sobre la deforestación. El me dijo que pondría la cartulina. Ya tengo los plumones listos y la información. ¿Sabe donde puedo encontrarlo?.
– Salió con su hermano a comprar composta para el jardín, pero conociendo a esos dos… Van a llegar tarde. ¿Gustas esperarlos?.
– Supongo. ¿Puedo hablar con mi mamá desde su teléfono?.
Esa ropa, esa arma y aquel antifaz me hicieron sospechar de la identidad de aquel extraño justiciero. ¿No era el mismo traje que había encontrado en su armario aquella vez?. Dos serpientes encontrándose de frente, una estatua de esa diosa en la habitación y aquella misma velocidad con al que derriba a sus oponentes solo podían significar una cosa…
– Oye, Alejandro, ¿No te gustaría ir por la cartulina en lo que lo esperas?. Quizá puedas pasar a la tienda y traer algunos dulces con esta moneda.
– ¡Con mucho gusto!.
Reconocí inmediatamente aquella moneda dorada. El grabado de ella era el mismo que estaba tallado en la famosa piedra del sol, también llamado “calendario azteca”, con un águila devorando una serpiente encima de un nopal en la parte posterior. Era mi moneda favorita, no solo por su belleza si no por su valor. Además me podía comprar algunos gramos de dulces en la tienda.
Cuando regresé, aunque no tarde mucho, Atzin ya estaba en casa esperándome (ansiosamente). Subí a su habitación y lo encontré con una caja de lapices de colores y el libro de biología abierto.
– ¿Por que no me dijiste que había tarea? D:
– No es cierto. Tuve que mentir para poder verte.
– ¿Caminaste hasta aquí y le mentiste a mi mamá solo para verme a mí?. Jaja, ¡Que dulce de tu parte!.
– Aunque no llegué a pasar de la mitad del camino.
– Bueno, yo también le he mentido a mi mamá. Fui a Xochimilco y traje un regalo para ti.
Abrió su armario y sacó una maceta con un árbol joven. Era una jacaranda pequeña pero muy preciosa.
– No era el árbol que buscaba pero cuando lo vi no pude evitar pensar en ti, en lo frágil y pequeño que puede parecer pero cuyas hermosas flores llenan de felicidad mi vida.
– Yo lo veo mas como nuestro amor. Ahorita es pequeño pero cuando crezca las flores mas hermosas nos acompañaran en cada primavera.
En ese momento dejamos de lado las cosas para hacer el supuesto trabajo y con ternura nos besamos bajo los últimos rayos del sol que asomaban por la ventana. Para cuando llegamos al ocaso nuestras prendas ya se encontraban tiradas en el suelo y el calor de nuestros cuerpos resaltó con la intensidad de mil soles.
Tumbados en la cama comenzó con suaves caricias, primero acariciando mis hombros y lentamente descendiendo hasta llegar a mi entrepierna que ya se había endurecido bajo la ternura con la que lo hacía. Su miembro estaba erguido como un pilar de placer y, con sus cálidas manos en mi miembro, me acercó hacia él. Nuestros centros de placer chocaron y con ayuda de sus manos aquellos dos pedazos de carne comenzaron una danza que solo podía ejecutarse entre dos.
Sus manos frotaron ambos miembros en sincronía con los movimientos de nuestras caderas. Me acerqué a sus labios y nuestras lenguas pronto se unieron a tan magnifico espectáculo. La intensidad iba aumentando al igual que la nuestra velocidad. Apenas podía contenerme pero el placer del choque de nuestra masculinidad era tan intenso que no pude aguantar mucho tiempo. El también lo sintió y aceleró sus movimientos para finalizar juntos. Con un último beso nuestro acto finalizó como la erupción de un volcán y un rio blanco desembocó en nuestros cuerpos.
La luna ya había acendido en lo alto del mar de estrellas cuando hablé con mi mamá para avisarle que me quedaría en casa aquella noche. Los padres de mi novio me prepararon un saco de dormir y me invitaron a cenar con ellos. Fue la primera vez que conocí a su padre en persona. Era un hombre de estatura mediana, fuerte pero muy cortés. No era de extrañar que el amor entre sus padres fuera tan fuerte como el nuestro, pero me percaté del color de sus ojos. Definitivamente ningún miembro de su familia tenia ojos siquiera parecidos a los de mi novio. Si no eran heredados de algún familiar, ¿Por que solo él tenia aquel inusual color?.
Habían muchas preguntas rondando en mi cabeza, pero ante la tranquilidad de la noche solo podía pensar en volver a sentir su cálido cuerpo. Mis pensamientos no demoraron en hacerse realidad, pues una vez que estuvimos solos en su habitación me olvidé del saco de dormir y me metí bajo sus suaves cobijas. No hicimos nada esa noche aparte de un beso de buenas noches y dormirnos de cucharita, siendo yo el que quedó bajo sus brazos, aunque al día siguiente tendríamos bastante tiempo para demostrar nuestro amor.
Continuara…
Buen relato quiero mas…