Sexo antes de morir
Todo ocurre en un mundo utopico, donde coexisten humanos y canibales….
Aunque había visto el papel en la cual se dictaba su sentencia de muerte, no perdía las esperanzas de que todo se tratara de un mal entendido, por eso cuando la psicóloga le dijo que había sido seleccionada por el juez para morir de forma anticipada en la horca, ella se negó, pues esperaba su milagro.
-Patita- le dijo en un tono cariñoso, queriendo convencerla, acariciándole el mentón con los dedos como si se tratase de una nena de cinco años- No pierdas esta oportunidad. Morirás aquí en secreto tras ese biombo que hemos adaptado con cortinas blancas.
Paty estaba ahora sentada en una silla, se puso a sollozar nuevamente, ya casi no le quedaban lágrimas que liberar. Colocó su cabeza junto al regazo de la psicóloga y le suplicó en susurros lastimeros que hiciera algo para que le perdonasen la vida.
-Quiero seguir viviendo… Todo iba también en mí. Estoy segura de que si hace nuevamente los contactos para hablar con mi madre… yo… Miré, mis padres tienen mucho dinero, si usted logra contactarse con ellos le pagaran muy bien…
La psicologa sonrió con lastima.
-Tontita, Lo siento, niña- la psicóloga dejó en claro que no había una oportunidad de revertir la situación y que se cumpliría su condena de manera fehaciente. –Como no has querido aceptar la muerte que te he propuesto: deberás ir ahora “si o si” al cadalso para que seas flechada por los arqueros junto a las demás condenadas.
-Pero yo… yo podría- De pronto se acordó de la proposición hecha por el fotógrafo, de su sexo, de su virginidad – yo… yo quiero acceder al beneficio sexual…
La psicóloga se sorprendió, pero luego le dio la razón, comprendió para donde iba con aquella proposición. Tenía media hora para realizar su acto sexual antes de morir. Media hora en que todo podía pasar.
-Hagame el favor de contactar a mi madre…
-pero si tu madre ya firmó los papeles…
-pero puede revertirlos, comprarme nuevamente con vida.
-Tal vez tu madre pueda hacer eso que me pides, pero tu padre, necesitamos las firmas de ambos, si tu padre no consiente… estas acabada.
-Hágalo por favor… hágalo por mí.
-Esta bien… pero… ¿con quien cumplirás con tu beneficio sexual? Si no tienes definido, se sorteara de entre los hombres existentes aquí.
-Lo haré con Verónica… Es mi mejor amiga.
La psicóloga se alejó lentamente por el centro de la habitación. A uno y otro lado se encontraban las niñas, sentadas algunas, otras de pie, todas asustadas, nerviosas, esperando un milagro. Veronica estaba en una esquina, en el suelo, amarrada de pies y manos y con la mordaza en la boca, totalmente reducida. Paty vio desde su posición como la psicóloga se inclinaba para conversar con ella, le había quitado la mordaza, sus ojos estaban enrojecidos de tanto llorar. Los labios de la psicóloga se acercaban a sus oídos y se movían lentamente, como en slowmotions, vocalizando, decodificando el mensaje enviado por Paty. Paty podía traducir a la distancia, leyendo los labios y esperando la pronta reacción de su amiga, de pronto Verónica se volvió sobre sus hombros y las miradas se encontraron: asintieron. Fue como un estímulo para su alma alicaída. Podrían reencontrarse ahora por ultima vez, antes de morir.
Las llevaron a una lóbrega bodega donde se almacenaban utensilios de aseo, era un cuarto pequeño que contaba con una solitaria ampolleta de poco voltaje que proporcionaba una tenue luz. Era un lugar que no se merecían, que hedía a humedad y a cloro, a cera y a amoniaco. Les dieron quince minutos nada más, al contrario de la media hora que esperaban. Nadie más del resto de las niñas fue beneficiada. El juez se había negado a hacer extensivo aquel privilegio aduciendo que había poco tiempo y la hora pactada para la matanza no debía pasar de las 11:00 de la mañana. Les liberaron las ataduras y dejaron a uno de los guardias asegurando la puerta. Las niñas se miraron. –¿qué estupidez era esta? ¿acaso esperaban que en esas circunstancias tan horribles lograrían concretar un acto de carácter sexual? – Se miraron angustiadas, con pucheritos en los labios y poco a poco se fueron acercando, sintiéndose el aliento, la respiración, el calor de sus cuerpos, hasta concluir en un abrazo apretado y frenético. La psicóloga de seguro se la había jugado para interceder por ambas ante el inflexible juez. El guardia esperaba afuera de aquel habitáculo pequeño, cuando podía estar al pendiente de lo que ellas hacían sin perderse detalles, eso ya era un privilegio de pocas. Después que Paty y Verónica se abrazaron, rompieron en llanto.
-Vamos a morir, Paty ¡Oh dios, no me lo puedo creer! – profirió Verónica totalmente descolocada, tragando saliva con dificultad , la manzanita de adán subiendo y bajando por el interior de su garganta. Sus muñecas y sus tobillos sangraban después de tanto forcejear para liberarse de las negras abrazaderas plásticas que le hubieron puesto. Es que ella tenía diecisiete años de edad y estaba ad-portas de su inmunidad. Los últimos meses había estado yendo a talleres y reuniones justamente para prepararse para la ceremonia de inmunidad. En el entorno corrían los rumores de que pese a la cercanía de aquel gran acontecimiento en su vidas, aun no estaban seguras. Llegados los diecisiete años había una etapa de seis meses donde las niñas, ya mujeres jóvenes, eran apartadas y no podían ser dañadas, pero Verónica no alcanzo a llegar a aquella etapa.
–Mis sueños de inmunidad, de estudio, de activista, todo se esfumó. Estamos pérdidas, Paty ¡oh, mi amiga! ¡Cuánto lo siento!
-Mira como sangras.
Paty le limpió aquellas heridas con un paño virgen que encontró en las estanterías de aseo de la bodega.
-No nos puede pasar, no a mí. No lo harán- dijo Paty, haciendo énfasis en aquella última afirmación -Esto tiene que ser un error, esos bastardos no se saldrán con las suyas. ¿Cómo crees?
-Pensé lo mismo hace algún rato, Paty ; pero ¿no fue suficiente comprobación la muerte de Natasha y Dulce, mas encima el juicio de la Señorita Adela? lamentablemente llegó nuestra hora y debemos despedirnos como se debe. Verónica agachó el rostro compungida. -Moriremos, sera la última vez que podamos sentirnos y abrazarnos; besarnos y buscar el amor. En un momento más estaremos.- Tomó la mano de Paty-. Tarde o temprano llegaría nuestro momento ¿lo aceptas? Este mundo es cruel, sin sentido, ver tanta muerte todos los días, que se puede esperar. Tratar de vivir normalmente era solo una ilusión. Tal vez haya algo mejor preparado para nosotras en el paraíso. Era un error pensar en que íbamos a sobrevivir.
Paty se combó en una esquina entre escobas y trapeadores de aseo, las piernas juntas. las entrelazó con sus brazos nerviosos, acercando luego su mentón para afirmarlo entre las rodillas. Los segundos transcurrían velozmente. Eran solo diez minutos los que le habían regalado, encerradas en aquel sucio lugar. Verónica se quedó de pie mirándola melancólicamente manteniendo la fortaleza, haciéndola sentir más segura. De pronto se alzó la falda hasta la cintura y se agacho contorneándose hacia ella , insinuándose, acercando su vagina húmeda cubierta de vellosidades.
-Hagamoslo.
continuara, si les gusta…
Demasiado triste.