Sugar daddy por un día.*
Experimentando eso de ser un sugar. .
Mirna. De 19 años recién cumplidos, cuerpo delgado, piel blanca, cabello claro, pechos chicos, piernas largas, cadera mediana, de 1.68 de estatura, con una cara de niña que pareciera que era más chica de lo que decía ser.
Chica con la que me mensajeaba de vez en cuando para comprarle algún video de ella posando sensualmente o desnuda. Este último me lo vendió por haberle comprado cuatro de diez videos donde ella bailaba semi desnudandose, quedando solo con su ropa interior.
Yo soy Orlando. 43 años, moreno claro, un poco delgado.
En uno de los mensajes que solía enviarle, le comenté que me gustaría tener un encuentro con ella y que le pagaría más de lo que le darían por sus videos juntos.
He de confesar que había tenido una buena racha en cuanto a unos negocios que había hecho por otro lado; ya que vendo herramientas, equipo de protección y algunas cosas para construcción. Cantidad que era muy conciderable la que había ganado.
No esperaba a que prontamente su respuesta fuera afirmativa. De hecho me preguntó como me gustaría que fuera vestida.
Antes de ir a lo que casi me urgía, la lleve a comer a un restaurante no tan caro de la zona. Me gustaba que la devoraran con la mirada, pues le pedí que vistiera un short de mezclilla azul de esos donde casi enseña las nalgas y con sus delgadas y blancas piernas. ¡Mmm!
Aquella hora de comida, donde se podía apreciar a un padre con su hija en realidad era una chica que, a cambio de dinero haría gozar a un hombre mayor que ella.
Mi mirada se centraba en esos casi diminutos pechos, con unos pezones puntiagudos y sin brasier o corpiño, debajo de esa blusa sin mangas roja.
Aún estando sentados podía apreciar como muchos trataban de deleitarse con la visión de las piernas de Mirna.
Llegamos al hotel. Realmente no podía creer lo que estaba pasando y menos lo que iría a suceder.
Le pedí que estuviera de espaldas a mi para yo abrazarla y besar su cuello.
Metía mi lengua en su oído y parecía que a ella le gustaba. Mientras mi mano se apoderaba de sus senos por debajo de su blusa y como lo sospeché en el restaurante, no traía nada.
Le quite la blusa y fui besando su espalda hasta llegar a su redondo trasero.
Así de pie y por debajo le paseaba mi lengua por sus nalgas que salían del short.
Al quitarle su short ¡oh sorpresa! Trae puesta una tanga negra. Eso hizo que la pusiera inclinada a la cama y le diera un beso negro en su culo.
Sus tímidos gemidos salían como si quisiera respirar, ahora la coloque sentada en mi cara para disfrutar de la humedad de su vagina.
No se si era mi fantasía por estar con una chica joven, pero sus juegos sabían riquísimos. Su vagina totalmente rasurada me dio más morbo.
Ahora la fui penetrando y al hacerlo, Mirna me confesó que casi no había tenido sexo. Eso en verdad me puso a mil.
Cuando su vagina se acostumbro a mí, le di con ganas y fuerzas.
Aquellos tímidos gemidos, ahora eran alaridos llenos de placer.
Le pedí permiso para perforarle el culo, a lo que la muy puta dijo que tendría que pagar más y que lo hiciera con cuidado.
No iba a desperdiciar la oportunidad de tener un culo virgen, por lo que accedí.
De mi boca salían maldiciones a modo de placer, pues ese culo era virgen y muy estrecho.
Con mucha excitacion pase mis brazos atrás de su hombro y con mis manos apoyadas en su cuello, con los dedos entre lanzados a modo de someterla, la penetraba con fuerza.
A ella le gustaba, porque de lo contrario hubiera dicho que parara o intentar safarse. Solo aullaba de placer.
Una descarga me tomo de un modo exquisito, bañando por vez primera sus entrañas.
Luego de limpiarme hicimos la posición de misionero, en la cual devore sus dimininutos pechos, besando su boca y sus mejillas.
¡Cuánto quería que ese momento fuera eterno y la chica fuera solo para mí!
Un orgasmo en forma de oleada nos mojo completamente nuestras partes.
Aún así baje para limpiar a Mirna con mi lengua.
Exaustos. Bese a mi sugar girl con mucha vehemencia que aún tenía, pero el tiempo acordado estaba por terminar.
La dejé en el lugar donde me esperó a medio día y de ahí a descansar a casa, luego de un esplendido día.
¡Que día tan excelente!
Vladimir escritor.
Prefiero los relatos homoeroticos pero este relato me pareció fascinante y agrego excitante porque la putita se dejó culear por el pequeño que es lo que me atrae.
Hola. Gracias por tu comentario. Saludos.
Buen relato me gustó mucho. Excelente