Un cambio de planes.
Un tipo de 38 años se dirige a celebrar el año nuevo en familia pero algo ocurre..
Era la víspera de año nuevo casi las 11 en la noche del último día de ése año, era soltero y estaba invitado por unos familiares a pasar las fiestas con ellos en una ciudad cercana a la mía. Me faltaba poco para llegar y manejaba mi auto por las calles de ésa colonia, había poca gente afuera debido al intenso frío del invierno, sin duda la mayoría de las personas estaban ya en sus casas o festejando con sus familias, de pronto tres pequeñas figuras se cruzaron corriendo sin mirar frente a mi auto, lo que me obligó a detenerme de golpe, se trataba de tres niños que atravesaron la avenida y avanzaron algunos metros sobre una calle, y ni siquiera se dieron cuenta que los pude haber atropellado, se detuvieron, observaron para todos lados hablaron algo entre ellos y regresaron por donde habían venido, llegaron a la esquina y se detuvieron, volvieron a mirar sin saber por donde ir, al parecer estaban perdidos. No se miraba ningún adulto por ahí.
En un momento me vieron y caminaron aprisa a donde yo estaba, al verlos bajé de mi auto, para ver que les pasaba, pues oportunidades como ésa no se dan todos los días, .
¿Están bien niños? ¡Nos perdimos! Dijo inmediatamente y sin titubear la niña más grande con la voz quebrada y casi a punto de llorar, atrás de ella un par de rubiecitos de lindo rostro ya tenían lágrimas en sus caritas. No sabemos dónde está la casa. Dijo el nene llorando.
¡Tranquilos niños, no lloren! Les dije mientras los abrazaba sutilmente y acariciaba sus cabellos. ¡Yo los voy a cuidar y los voy llevar a su casa! ¿De acuerdo? Los nenes asintieron. ¡Suban a mi auto para llevarlos! Les dije mientras les abría la portezuela del auto, los niños dudaron un poco, aún voltearon a su alrededor con la esperanza de ver algo o a alguien conocido pero no reconocieron nada por lo que finalmente el nene subió y ambas niñas lo siguieron subiendo a la parte trasera del auto.
Yo subí y miré a mi alrededor, no se veía a nadie, la calle estaba muy solitaria. ¿Nos va a llevar con mi mami señor? Me dijo la niña rubiecita. ¡Claro que si princesa! No te preocupes le dije acariciando su cabello, aguantandome las ganas de meterle mis manos por debajo de su ropa ahí mismo. Pero por favor ya no lloren, yo los voy a cuidar mientras encontramos a su mamá para que no les pase nada. ¿De acuerdo? Dos de los niños asintieron pero seguían llorando. ¡Nenes, si siguen llorando los voy a bajar, y el fantasma de la noche que se roba a los niños se los va a llevar! Los niños observaron fuera de las ventanillas, la obscuridad era aterradora para ellos, y por su edad e inocencia creyeron lo que les decía y guardaron silencio de inmediato. Yo conduje despacio para no llamar la atención mientras los tres niños permanecían sentados atrás, nadie parecía buscarlos, quizás aún no se daban cuenta de su ausencia, en pocos minutos salí por una gran avenida y conduje algún tiempo, no se veía ningún auto siguiéndome, los niños seguían observando por la ventanilla. ¿Ya vamos a llegar señor? Si, le respondí – Falta un poco, tranquilos – Les dije mientras entraba a la carretera, al ser muy pequeños no podían o no entendían que el trayecto que yo conducía era demasiado para que ellos lo hubieran caminado. ¿Usted sabe dónde vive mi mamá señor? Me dijo la nena mayorcita. ¡Claro preciosa! Tranquila. ¡Es que estoy muy asustada! Replico la nena ¡No debes tener miedo mi amor! ¡Yo los voy a cuidar, siéntate y vete quietecita! ¿De acuerdo? La niña se volvió a sentar claramente nerviosa, unos minutos más tarde el nene preguntó ¿Señor ya vamos a llegar con mi mama? Por ser la noche de año nuevo quizás habría un poco de gente en la calle y lo que menos quería es a tres niños llorando en la parte trasera del auto, éso hubiera llamado la atención, así que me estacione a un costado de la carretera y volteando a verlos les dije muy serio,
¡Miren bebés, yo los voy a cuidar, pero el que se quiera bajar y buscar a su mamá solito en la noche lo puede hacer! ¡Pero el que se quede, se va a ir calladito y en silencio hasta que lleguemos con su mamá! ¡Les quedó claro! Los niños estaban claramente asustados pero nadie se movió. ¿Tú, te vas a bajar? Le pregunté a la nena mayor, ella observó la obscuridad de la carretera y solo negó con la cabeza. ¿Y tú? Le pregunté al nene, pero el también negó con la cabeza, la niñita rubia estaba negando antes de que le preguntara. ¡Ahora se van a ir calladitos y en silencio hasta que lleguemos o los voy a bajar del auto! ¿De acuerdo? Los niños asintieron y yo volví a la carretera, ninguno de ellos volvió a hablar. Durante el camino estaba nervioso, y es que no todos los días te encuentras a tres lindos nenes solos en la noche, y yo quería llegar rápido a mi casa para poder disfrutarlos. Las dos niñas tenían un vestido largo de fiesta y mallas, el niño también iba elegante, tenía muchas ganas de pararme y desnudarlos pero preferí esperar pues sí pensaban que los llevaría con su mama sería más fácil poder controlarlos.
Aún manejé poco menos de una hora, el ruido del motor, la calefacción del auto, y el vaivén del movimiento había hecho que todos los niños se quedaran profundamente dormidos, serian casi las 12 de la noche cuando llegué a mi casa, metí el auto al garage y observé mi preciosa carga, tres niños hermosos vestidos con ropa elegante, quizás estaban festejando el año nuevo cuando se salieron de su casa y se perdieron. Para ése momento sin duda ya sus familias se habrían dado cuenta de su ausencia y los estarían buscando en las cercanías del lugar, sin embargo ellos estaban ya a muchos kilómetros de distancia.
Abrí la puerta del auto y con cuidado tomé a la niña mayorcita en mis brazos, la llevé a mi habitación sin que se despertara y la deposite en la cama, ella tendría unos seis o siete años, muy bonita, así dormida parecía un ángel, su cabello castaño medio largo, delgada, piel blanca, vestía un abrigo gris, un vestido largo color turquesa con muchos encajes y adornos, medias blancas y zapatos grises con brillos. Al verla dormida y tan vulnerable no pude aguantar las ganas le di un beso en su carita y levanté su falda para observar sus medias blancas transparentes, que dejaban ver sus braguitas infantiles, pasé mi mano sobre sus piernas sintiendo lo suave de las medias y lo tibio de su piel, le saqué los zapatos y los puse bajo la cama, hubiera seguido pero en el auto aún había dos bellos niños, así que me fui dejándola con la falda levantada.
Regresé al auto y miré a los dos nenes, con cuidado saqué a la niña rubiecita que dormía profundamente, sin poder evitarlo le di un beso en sus labios, llevándola junto a la otra niña y la acosté a su lado, era una niña delgadita, de unos cinco o seis años, de cabello rubio como el oro peinado en dos trencitas adornadas con dos moños en la cabeza, ella vestía un abrigo blanco de peluche con estrellas azules, un vestido blanco y largo hasta los tobillos, mallas blancas de algodón, y una diadema sobre su cabeza, le quité los zapatos y metí mi mano por debajo de su vestido sintiendo sus piernas y sus mallas de algodón sintiendo lo tibio de su cuerpo.
Ya muy excitado regresé por el niñito que tendría unos 4 o 5 años y dormía plácidamente en el auto sin darse cuenta de nada, sin problema lo cargué hasta mi habitación y lo acosté junto a las dos niñas.
En mis planes no estaba programado secuestrar a tres niños pequeños. ¡Pero rayos! Tantas veces había deseado encontrarme un niñito perdido en la calle para poder disfrutarlo y hacerle lo que yo quisiera sin tener que preocuparme de lastimarlo, que al verlos había tomado una decisión casi sin pensar, solo motivado por mi lascivia, había engañado a tres niños con la única intención de abusar de ellos, y ahora ya los tenía en mi cama.
En ese momento se escucharon muchos fuegos artificiales en la calle, el año nuevo había llegado, miré a los tres niños y me dije. ¡Hoy si tendré un feliz año nuevo!
Era el momento de comenzar, sin perder tiempo me desnude en la habitación era excitante quitarme la ropa frente a tres niños hermosos que dormían sin saber lo que les pasaría y me acerqué primero al nene, era el que mas llamaba mi atención pues parecía un príncipe y besé su carita, este nene vestía un pantalón color beige, camisa verde de manga larga, una chamarra larga azul con gris y zapatos negros. Con cuidado le bajé el zíper de la chamarra, al hacerlo un delicioso aroma infantil me envolvió, ¡Que rico olía este nene! Sin duda le habrían puesto alguna fragancia fina, y eso hacía que oliera delicioso. Le quité la chamarra y la camisa, acaricie su rubio cabello cortado en forma de honguito, y le pregunté si se había puesto calzoncitos, obviamente el niño dormía profundamente y no me respondió nada. Aún así le dije. No te preocupes bebé, ¡Yo te reviso! Desabroché su pantalón y le bajé el zipper para observar un calzoncito negro con el elástico y vivos en color amarillo y un emblema de Batman justo al centro.
Mira eso mi amor, que lindo calzoncito tienes ¡Creo que debo dejarte sin pantalones! Le dije al nene y comencé a bajarle el pantalón hasta los tobillos, como los zapatos no dejaban salir su pantalón se los quité también dejándolo solo con sus calcetines y acariciando con mis dedos el pequeño bulto bajo su calzoncito de Batman, yo gustoso lo hubiese seguido desnudando, pero a su lado las dos nenas también merecían ser despojadas de su ropa.
Le di vuelta a la cama y tuve a la nena rubiecita frente a mi, levanté la falda de su vestido para observar sus torneadas piernitas cubiertas con sus mallas blancas de algodón, y bajo ellas se podía distinguir una braguita color de rosa. ¿Me dejarás quitarte las mallas bebita? Le pregunté a la nena, claro que tampoco me respondió nada pues también dormía, yo tomé sus mallas y se las bajé despacito, su braguita rosa con encajes y figuritas de flores apareció bajo la prenda, tiré de sus mallas hasta sacarlas de sus piernas. ¡Mi vida! ¡Te ves mejor sin mallas! Le dije al verla sin ellas. La nena no parecía que fuera a despertar así que la levanté un poco y con cuidado le quité el abrigo, le bajé el zipper en la espalda de su vestido y quitárselo fue muy fácil porque le quedaba un poco grande, ¡clásica madre comprando tallas extras para que les dure más! Bajo su vestido una playera térmica blanca y su calzoncito rosa quedaron a la vista.
Ahora solo faltaba la nena mayor que estaba con la falda sobre la cintura enseñándome su braguita y sus medias blancas.
Tomé a la nena rubiecita y la acosté junto al nene, pensé que estos dos serían hermanos pues se parecían mucho, la nena más grande era castaña, muy linda, lindas piernas, lindos ojos color avellana, quizás era familiar de ellos, le quité el abrigo con mucho cuidado, desate el listón en forma de moño detrás de su cintura, y desabroché los botones de su vestido, se lo estaba sacando por la cabeza cuando el movimiento hizo despertar a la nena que volteó a ver quien le quitaba su ropa.
Asustada al ver a un hombre desconocido desnudándola se levantó rápido tratando de quitarme su vestido de mis manos pero sin conseguirlo, se quedó observando el lugar donde se encontraba, vio a los otros niños acostados en la cama solo en ropa interior y dijo con la vocecita quebrada ¿Y mi mamá?
Continuará…
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