Un oficio con suerte.*
Nada más lejos a la realidad. .
En esta época de pandemia perdí mi trabajo en el cual me dedicaba a reparar las computadoras de la oficina, hacer o crear algunas páginas, publicidad online y etc.
Con el poco dinero que ahorre puse un pequeño local improvisado en el patio trasero de mi casa.
Sabía bien que me tenía que dar a conocer para tener mi clientela.
Hice uso de mis conocimientos de publicidad en las redes y así fue como iba comenzando.
Pasado unos meses, un amigo me propuso estar al frente de su café Internet por tres días a la semana. Al cual le vendría bien mi ayuda.
Bueno. Entre mi local y mi estancia con mi amigo tal vez podría sacar un poco más de dinero.
La poca clientela que entraba al lugar y las computadoras que llegaban a reparación. Iba solventando los gastos poco a poco.
Un día llegó una chica muy guapa.
Cabello café a los hombros, cara finita, nariz respingada, labios carnosos, piel blanca, pechos medianos, piernas bien formadas, caderona, trasero mediano, cálculo cerca del 1.70 de estatura.
Esta chica me dijo que su laptop no encendía, además de otros desperfectos.
Decidí revisar aquel aparato en casa y así tener algo en que entretenerme.
Tremenda sorpresa me llevé cuando el ordenador de la chica estaba listo.
En los mensajes habían fotos con poses muy sugerentes, unas donde salía en topless y otras posando desnuda con las piernas abiertas, mostrando una vulva semi depilada. Entre otras fotos y videos.
Antes que me digan fisgon, era un problema que la computadora traía gracias a un troyano, que hacía que se abrieran los mensajes y galeria por sí sola.
Al día siguiente la chica llegó al local.
Le comenté del cambio del encendido y de lo del troyano.
– Viste mi material. Supongo.
– No se preocupe señorita. Realmente no vi nada, aparte quédese tranquila. No diría nada.
– No es eso. Que pena. Regreso en un momento ¿Le dejo mi lap y cuando regrese le pago?
– Pierda cuidado señorita.
Al regresar. Tuve que disimular mi sobresalto al verla con una falda muy corta de color negro, medias del mismo color transparentando su piel, zapatillas de plataforma, suéter con franjas blancas y negras. Como en una foto que había visto.
– Ya vine a pagar. Creo ya es hora para cerrar ¿no crees?
– ¿Señorita, que pretende?
– Solo pagarte y darte un bono por tu discreción, pero no quiero que vean. Anda. Me portare bien.
Ya cerrado el local, ella me bajó el pantalón y me sento en una silla.
¡Por dios, que rica felación estaba recibiendo!
Ahora fue a sentarse sobre un escritorio, con las piernas abiertas me invitaba a devolver el favor. Gustoso pase mi lengua en su aun depilada vagina, disfrutando de su aroma, su liquido, besando sus muslos.
No aguante más, por lo que le metí mi trozo de carne. Nuestro jadeo, estaba organizado como si fuese un compás.
Le quite su suéter, su brasier, poniendo mis manos en ambos senos, tan suaves y firmes.
Sus pezones entre mordidos por mi boca se erectaban cada vez más.
Mis estocadas cada vez más fuertes y profundas.
Ella mamaba mis pezones ahora, haciendo que me aferrara más a sus piernas, gimiendo de placer y bombeando con fuerza.
– Ya casi es hora de terminar.
Dijo.
Así que rápido acomode un tapete, la puse en cuatro y le di igual de duro.
No me cansaba de recorrer su cuerpo con mis manos y mi lengua en su espalda.
– No te vayas a venir adentro. Avisame para sacarte.
Luego hice la posición de armas al hombro para contemplarla mejor.
Ya casi termino. Le dije.
Estando de pie y ella de rodillas, tomo mi verga como fideo, dándome el mejor de los orgasmos que pueda recordar.
Estando vestidos le entregue su laptop.
Ella pagó el servicio técnico, cosa que pensaba que no haría por semejante forma de pago a mi discreción.
Aún no supe de quien se trataba.
Solo se que se hacía llamar Yanin.
Nombre artístico supongo, porque jamás la volví a ver.
De recuerdo conserve unas fotos y la memoria mental de lo ocurrido.V
Vladimir escritor.
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