Una película porno de mentiras
«En esa película era evidente que no iba a salir nada, era una verdadera ilusión más que el mismo juego de la casita o el de médico, pero si íbamos a gozar todos».
Cuando era un chico de catorce años todavía andaba en juegos y haciendo inventos con todo lo que podía de servicio encontrar en las calles.
En la habitación de la parte trasera del patio llena de checheres viejos, hice mi taller para hacer carros con balineras, radios de madera y boki toki para los juegos policiales.
Una tarde pasaba buscando cosas por la puerta de un cine teatro y un encargado botaba la basura, le pregunté que había allí, me dijo que eran partes de películas rotas y quemadas de los grandes rollos.
Guardé las que más pude y me fui alegre a mi taller. Había de todo un poco: vaqueros, guerras, chinas y de sexo: colegialas y mujeres increíbles teniendo sexo con hombres negros y blancos, eran apenas unas decenas de diapositivas, como se llama a la película en su movimiento de 120 cuadros de 32 milímetros; investigaba todo sobre el cine y estaba entusiasmado en ese tiempo con llegar a ser actor o director de películas.
Así que empecé hacer una cámara de filmar películas de acuerdo con un modelo y busqué cajas de madera, cartón, latas y palos para el tripode, pantalla de luces viejas y mis rollos como materia final de la acción.
A mi taller llegaba un vecino negro que era mi compinche de juegos e inventos, tenía unos diez años, y le mostré primero mi cámara y luego las cintas no plebes, y la manera como la utilizaba con la luz y la idea de hacer cine y proyectar películas.
Él soñaba con mis ideas; una tarde, llegaron tres vecinitas a jugar con mi hermana de ocho años, eran de ocho, nueve y once años.
Olga, la mayor y con el cuerpo más desarrollado, pues le estaban creciendo los senitos, tenía ya un cuerpecito marcado de mujer en sus caderas, entró a mi taller para saber que hacíamos.
«-¿Qué hacen aquí escondidos en semejante calor?».
-Estamos haciendo una cámara de cine para hacer películas. -Dijo Jerson.
Olga era una niña muy extrovertida delante de las demás, incluida mi hermana, eran unas sumisas que seguían sus ordenes y modelo.
«-Vinimos a jugar a las muñecas, pero ustedes nunca quieren jugar con nosotras sino con sus inventos aburridos»-Reclamó Olga.
Yo la quedé mirando de arriba abajo, y pude notar lo atractiva que se veía debajo de ese corto vestido de media pierna, sus pezoncitos de punta tras el traslucido dacrón, sus piernas y pantorrillas torneadas hasta esos pies pequeños y perfectos en sus chancletas de tres puntadas.
-¿Quieres ser actriz?, así vestida parece a una Marylin Monroe, eres tan bonita como ella. -Le dije.
«-¡Uff, no estás ni tibio! Yo lo que quiero es jugar cosas de la vida, al amor, la familia. Pero ustedes no se dejan.»
-¿Dejar a qué?-Interrogué.
«-No, nada olvidenlo».-Salió al patio en busca de sus amiguitas y mi hermana.
Le comenté al amigo Jenson, si las convidabamos para hacer películas. Pero primero rápidamente comenzamos en abrir el espacio para la cámara y las luces en un pequeño escenario con un viejo sofá, unas sillas cojas y una mesa pequeña, lámparas viejas y cortinas de encajes, manteles ya obsoletos.
En una media hora había un ambiente mejor y limpio al que había visto Olga cuando llegó.
Comencé por explicar a Jerson como se hace el cine, la dirección y el escenario y el libreto, pero ¿cuál libreto?, sino no había escrito nada para eso, entonces la película debía de ser desarrollada con ideas.
Entonces podríamos idear situaciones de familia y hogar, y hacerlas como en una novela o pelicula. Jerson siempre de acuerdo comigo.
Revisando los rollos encontré unos cuadros de sexo, y por lógica se repetía en una acción lenta, de un hombre penetrando a una mujer por detrás. A Jenson se le paró su falo y muy animado me dijo, que él tenía una cosa que nos iba a servir para los libretos, y se fue corriendo a su casa.
Salí a ver las muchachas, y estaban detrás de la cocina familiar, bajo la sombra de un árbol de almendras.
Ya tenían abiertas sus cosas y sus muñecas cada una en su juego de mujeres de familia, y les propuse la idea de hacer películas donde ellas y sus familias iban a ser los actores, como las novela de amor de la televisión que en esos años todas habían visto obligadas por los dos canales y sus mamás.
Esperanza, la niña de ocho años le gustó la idea, y a Carmen de nueve también, mi hermana dijo que le gustaba, no le quedó remedio a Olga está vez, seguir a sus amigas.
Jerson llegó y me llamó, les dije que ahora las llamaba para explicar. Así fue que entramos al taller estudios de películas «El Patio», el nombre de nuestra casa filmadora.
Quedé más que animado cuando Jerson sacó debajo de su suéter una revista porno, cuadro a cuadro toda la belleza y la elegancia del sexo comercial hecho en Italia.
-¡Ea, Jerson!. No será posible hacer esto, somos directores y no actores! ¿y sí querrán estás amigas hacer esas poses y dejarse mamar?.
«-Yo si creo. Primero hacemos las películas de casa y después le proponemos estas.»-Aseguró Jerson.
-Me parece amigo, tú y yo vamos a ser sus parejas en las películas de familia y luego en las de porno, tenemos los rollos.
Fuimos al taller y organizamos los rollos de ese día. Y llamamos a las niñas que ya lucían fatigadas y aburridas.
-Vamos a filmar las escenas de sus vidas en este espacio.
«-¿Hablando normal?.» -Pregunta Olga.
-Si, natural como ustedes hablan. Con sus muñecas y sus vidas en casa. Yo voy filmando con mi cámara. Y después les mostramos que salió.
- Era evidente que no iba a salir nada, era una verdara ilusión más que el mismo juego de la casita o el de médico.
-Hagan una reunión las tres y sus muñecas y hablan, y nosotros vamos viéndolas con la cámara.
En eso ellas programan una fiesta de cumpleaños y están con sus hijos festejando. Olga saca a bailar a Jerson y yo pongo la cámara y seguimos festejando la reunión. Acabado eso propuse hacer una escena de una novela, con drama, dónde se narraba el problema de la pareja y que terminará en beso con las actrices.
Así, todo era improvisado, a veces yo como director marcaba una pauta para agilizar el diálogo, y siempre era Olga la que iniciaba la escena. Ella estaba a la mesa con un monólogo sobre el abandono del marido, lo hacía muy bien, tenía talento para hablar y su mirada era perfecta de desconsuelo y a veces se le salía una risa, que traumaba su impecable actuación.
Le dije que entrará Jerson como su marido, y dijo que no. Que el no le gustaba, mejor lo hiciera yo. Así que entre al «Plato» y Jerson siguió de director. Tuvimos una conversación trivial, las otras niñas atentas, pues todas iban a hacer su escena de amor y beso.
Tomé la fría mano de Olga y la agarré del talle y la atraje como había visto y quizá ella, en la novela de moda: su barbilla, ella se safó y volví a tomarla y ella me abrazo y fui buscando su boca hermosa, y pensaba que iba a rechazar el beso, pero se dejó besar. Yo tenía experiencia en besos y desfogar desde que la empleada de mi casa me enseñó todo a los cinco años, ella se llamaba Eufemia y me había dado pautas para cortejar y tratar a las mujeres, y más a las niñas.
Así, que ese beso fue con lengua que quizá Olga en su corta vida no conocía, incluso ni besar. La tomé por las nalgas y ella se agita y me aprieta más y mi pene comienza a erectar.
Mi amigo Jerson grita:-¡Corten! ¡Corten!
Y nosotros entregados a la idea del amor de novela, no parabamos y ella estaba ruborizada y visiblemente acalorada. Las amigas y mi hermana miraron mi entrepierna, había tenido desde los diez años una pubertad temprana y ya a los doce eyaculaba y el tamaño era más que lo normal para esa edad.
-Ajá, ¿y no van a hacer la escena ustedes -mirando a mi hermana y sus dos amigas- con Jerson?.
Dijeron que lo harían conmigo nada más. Fue entonces para que todos participaramos, les propuse hacer una película de verdadero amor, tal como lo mostraba las fotos de la revista porno. Había rubia y morena con hombres negros y blancos en un bar. Eran dos y dos, pero acá éramos dos y cuatro.
Y le pasé la revista a Olga. Ella se impresionó, pues se puso muy roja, y se las mostró entre risas a sus amiguitas… Ya yo estaba bien parado al igual Jerson en nuestros pantalones cortos.
Las niñas no alzaban la cara de las hojas de fino color y se tocaban sus entrepiernas. Dijo Esperanza que ella quería jugar a eso, a las películas de amor. Mi hermana Magali consintió y sus otra amiga Carmen. Olga estaba indecisa porque eso significaba que debía desnudarse toda como estaba en la revista.
«-¿Y, hay que quitarse todo?» -Preguntó.
-Si así desean, hay que estar pendiente si vienen sus mamás o la mía para acá -Respondí.
Para eso mi hermana se le encomendó averiguar y encontró que nuestra madre cosia ropa y esa era la diversión que nada ni un temblor de tierra la paraba de su negrita máquina de coser.
Viendo la revista, estaban dos parejas en una mesa de bar muy elegante, y están tomando vino, en la siguientes, se están besando y luego las mujeres sacan el pene del hombre y lo chupan, y en la otra, ellos están desnudos y las mujeres de espaldas sobre la mesa, el hombre blanco le mete la verga a cada mujer con las piernas en sus hombros.
Le dije a Olga que tal si lo hacemos. Respondió que sólo conmigo lo hace, y así dijo Esperanza y Carmen, sólo mi hermana, no dijo nada.
-Jerson tiene que jugar, ¿y cuál es lo malo de él?. ¿Acaso no tiene un pene igual?
Insistieron en que no lo harían con él, así que mi hermana debía hacer la escena con el negro Jerson, ella, la más blanca de las tres.
Acomodamos tres sillas a la pequeña mesa y se sentó Olga y Carmen, y yo al centro. Jerson dijo:- ¡Acción!
Hablamos que si estás bonita y tal y tal… Carmen puso su mano y agarró mi pene dentro de la pantaloneta. Yo giré y besé la boca de Olga que ya estaba que suspiraba y la solté para besarla a ella. Olga y Carmen buscaban abrir mi pantalón, pero no lo conseguían. Me paré y lo bajé hasta las rodillas, ellas miraron saltar mi pene gordo y jugoso bien parado, me senté y fui abriendo la blusa de Olga, ella ayudaba sin quitar la mirada de la cabeza roja de mi pene.
Le pregunte: -¿ya habías visto pichas?
-Si, pero más chiquita, la del vecino Nelson.
-¿El señor Nelson?.
-Si, hace años me la muestra, ese viejo maluco, con su pipi arrugado y chiquito.
– ¿Te gusta éste?.
-Está grande, ¿me lo vas a meter?.
-Si así lo deseas, tenemos mucho rollo que filmar.
-¡Chupen! -Ordenó Jerson.
Y me semi acosté para que Olga y Carmen iniciarán la primera felación de sus vidas.
Escena #001 El Bar.
Olga tenía abierta su blusa de botones, no usaba corpiño para sus dos botoncitos que crecían como dos fresitas blancas con puntos rosados. En cambio Carmen usaba un suéter bastante señido a su gordito pero plano pecho. Yo la ayudé a estirarlo para arriba, y se le quedó allí apretado debajo de sus axilas. Ahí estaban sus pezoncitos de color canela en su gordito pecho y abdomen.
Olga sostuvo mi pene en sus manos miestras ayudaba a Carmen y le plasmé un beso al ver como lucía nerviosa y sudorosa, que ella recibió con la lengua. Sentía como Olga con suavidad me pelaba y apretaba la verga ya bien parada por su suave mano.
Jerson se acercó con la caja de cartón que era nuestra cámara, atravesada por un tubo de plástico ancho que hacía de objetivo, y la puso a la altura de mi glande. «Esto se ve bien», dijo. Y se echo a reír con sus blancos dientes de su boca de labios gruesos.
¡Chupen! Ordenó despacio, pues no se podía gritar. Con parte de su blusa Olga limpio mi roja cabeza que se inflaba con su rozor, pero que no soltaba su otra mano firme a mi tallo.
Y fue bajando tal como aparecía en la foto de la revista, allí los actores seguían luciendo vestidos. La boca cálida de Olga cubrió mi glande, le entraba sin dificultad y lo chupó de manera brusca dos veces y lo soltó. Y dijo «Yaaaa». Se sentó y se tapó de nuevo sus pechitos. Fue entonces que Carmen a quien le había gozado su boca y se veía libida, se pegó como ternera huérfana a mi extremidad palpitante, y la chupó con deseos y dedicación. ¿Habías chupado antes?, le pregunté y ella me dijo, que había visto en casa de una amiga un cinta de sexo y vio como lo hacían; y recordó que decía: hazlo despacito, y por eso sabía. Miré a Olga que ahora miraba con deleite y ganas mi rabo.
Yo le metí una mano por su blusa buscando sus senitos, esas bolitas estaban frías y le corría un sudor por el centro del pecho. Los apreté y ella suspiró y sus ojos se tornaron como de desmayo… Eeeeh aaahh…, y su mirada blanca. Se los apreté y ella brincó y volvió a jadear está vez más excitada. Eran suave sus pechitos que me provocó besarlos, pero era material de otra escena. La seguí besando en su boca de corazón, y me aventuré a meter mi mano por su espalda hasta sus tibias nalgas y las agarré sintiendo su coño con un dedo y ella se colgó más de mi cuello.
Jeison intervino para precisar que debíamos entrar ahora al sexo oral a las mujeres tal como aparecía en el librero de la revista porno. Me incorporé dejando mi pantalón abajo y le dije a Carmen que se bajara su suéter y se aflojara su short para proceder a lamer su coño. Ella lucía ansiosa y nerviosa sin saber que era lo que estaba pasando, al igual estábamos todos frente a esa experiencia primera y única de nuestra infancia.
Olga se abrió su falda de un cierre de lado y la dejó caer a sus pies y se quedó en un calzón de esos grandes y lizos que cubrían sus grandes nalgas perfectas y blancas, que denotaban una reciente sombra del bañador, haciendo relucir el triángulo de su sexo lampiño aún. Yo sostenía mi pene ya babiante en mi mano. Allí casi encima de nosotros estaba sin perder detalles mi hermana Magaly y Esperanza con caras de deseos por participar en escena. La tienes grande inquirrió Esperanza. Les dije que se alejaran un poco para no interrumpir la filmación y ellas se corrieron dos pasos atrás sin quitarle los ojos de encima.
Me acerqué a Olga y le dije que se apoyará reclinada al viejo sofá en el que cabían recostadas las dos. Tomé el panti un poco apretado de Olga y se lo bajé hasta las rodillas, ella instintivamente se llevó sus manos para tapar su sexo. Seguí con Carmen, hasta ahora la más preparada en películas, que se ayudó ella misma bajando su calzón hasta el suelo y dejando ver un chocho pequeño y gordito, sus labios eran enjutos de los que salía una pequeña rajita que se perdía debajo de sus gordos muslos y carnudas y morenas nalgas. Y por estar ella en mejor disposición, le saqué el panti de los pies y la senté y le abrí las piernas para descubrir un chocho gordito y hermoso, rosado hasta la raya de su recto, y algo viscosos y humedos sus labios interiores del que salía erecto su rojo clítoris. Y me incliné a lamer eso que olía a mujer a sexo virgen. Alguien dijo, ¡que porquería!. Era de nuevo Esperanza. Yo la miré y le dije deberías venir a chuparme para que no se me baje, pero no era la escena. Así que empecé a meter mi lengua en esa rica y cerrada almeja, que al primer contacto ella se rió de la cosquillas y se orinó un poco en mi boca. Era una niña de fácil órgano y así siguió mientras me presionaba con sus piernas cuyo interior chupe a mi antojo su vulva y clítoris gordito y sobresaliente, y hasta su pardo esfínter. Ella jadeaba desvanecida en ese pedazo del sofá. Fue entonces, que le abrí las piernas a Olga, esbelta y largo cuerpo de una futura mujer-yegua. Su sexo más desarrollado mostraba un clítoris largo y gordo. Fue lo primero que chupé. Era una cosa también hermosa, sus labios superiores gordos y su monte de Venus plano dándole forma a su triángulo sexual. Ella jadea y se contorciona de mis succiones en el desespero por comerme todo eso que ella me daba intacto. Le aprieto los senos, le aprieto el chocho y trato de meterle el dedo a Carmen a mi disposición.
Jenson esclama:»-Esto está quedando como nunca, ya vamos a terminar para continuar con la escena de la penetración a las actrices». -Así se refinaba en su expresión, ese viejo amigo de travesuras de mi adolescencia.
Yo no quería despegarme de Olga, era su olor delicioso y de lubricación abundante mucho más que Carmen, que ahora arrodillado me hacia una paja con su mano derecha.
Vuelve Jeison a intervenir: -Ya debemos entrar a la escena de la penetración, tal como lo señala la cuarta página del libreto». En ella ahora los actores pornos desnudos completamente, el hombre de pie y las mujeres acostadas sobre la mesa, lucen con sus piernas alzadas esperado que ser perpetradas por el frente.
Es así que nos reincorporamos y Olga insistió que no se desnudaría completamente. Pues temía que alguien ajeno a la casa entrará y nos descubriera el juego y se quedó con su blusa y desnuda abajo. Por su parte Carmen si se quitó todo. Era una niña fuerte y bien nutrida. Y yo me saqué el suéter y salí de mi pantaloneta para entrar en acción.
Continuará.
Escribir: [email protected]
@Kuripi.
Me encanta el morbo entre hermanos! El cuento está muy bien relatado, muy bien escrito! En mi forma de ver quizá esté con demasiados detalles y explicaciones, como el deseo que es evidente que tiene por Olga, haciendo que el relato quede un poco extenso. En cuanto a los diálogos y todo asta perfecto!
Eres un lector al que le agradezco el tiempo de su lectura y comentario. Voy a tener en cuenta tu sincera observación, muchas gracias Nico por comentar.