AGUJAS PARA LOS PEZONES DE ISABEL
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por NEGRODOMINANTE.
Isabel, segunda esposa de mi tío Wenceslao, es una mulata fabulosa.
Cuando nos visitaron en verano, el rancho de la familia se llenó de vida. Rápidamente Isabel tomó el mando de la cocina y cuando nos servía la comida, sus enormes senos morenos se descubrían a medias, lo suficiente para que yo pudiera ver una preciosa aureola negra, ancha y gruesa, y un delicioso pezón erguido, atravesado por un brutal piercing de plata. Los senos de Isabel apresaron mis sentidos.
Sin que ella lo advirtiera, me masturbaba viéndola pasar desde la ventana de mi cuarto, meneando sus grandes nalgas en las que se hundía el pantalón de mezclilla que algunas veces secuestré unos minutos desde la canasta donde se acumulaba la ropa que iba a ser lavada. Ella no usaba calzones, pues así la prefería mi tío Wenceslao… ¡Aaayyyy¡… Cuántas veces aspiré hasta el delirio desde ese pantalón raído el aroma de su sexo y el sabor de su culo mientras el pene se me volvía loco. ¡Cuántas veces mi lengua lujuriosa repasó el sitio donde a diario estaba el culo de Isabel y conoció el sabor excitante del chocolate amargo que fabricaba todos los días esa mujer de treinta años!
La experiencia de esa mujer la hizo saber lo que me pasaba. Yo era un hombre de 23 años, sin mujer y que solía trabajar muy duro en el campo todos los días del año…Mis urgencias sexuales no eran cabalmente satisfechas con la masturbación…Lo sabía ella…Y lo advertía yo en su mirada.
Una noche en que el calor y el cansancio me impedían dormir como se debe, escuché gemir a Isabel en el cuarto que se les había asignado a ella y a mi tío. Me excitó una imagen mental en que ella, abierta de piernas, recibía el pene de mi tío con la boca abierta profiriendo los gemidos que yo alcanzaba a escuchar.
Me acerqué con temor de ser descubierto y no tuve valor de asomarme. Pero los gemidos crecientes de Isabel me animaron a subir al techo para verla. Lo que vi no era lo que mi mente inocente de joven inexperto me había sugerido.
Mi tío Wenceslao la había atado de manos y pies en la férrea cama centenaria, boca abajo y dejando al aire el trasero más grande y delicioso que hubiera podido imaginarme…
Mi tío azotaba esas nalgas con un instrumento negro de hule, desconocido completamente por mí, pero que parecía idóneo para golpear sin dejar huellas…Las hermosas nalgas de mi tía se cimbraban como el agua del estanque a cada fuetazo que mi tío les daba y ella ahogaba un grito que, de no haber estado entre tanta gente dormida, hubiera sido lo más excitante que hubiera yo escuchado en la vida…
El hermoso trasero moreno brillaba ya de tantos fuetazos y estaba enrojecido de tal modo que yo temí que sangrara con el siguiente golpe…Pero aguantó muchos más, hasta que mi tío la desató y le ordenó acostarse boca arriba…
Isabel se incorporó y yo creí que saldría corriendo para salvarse, pero la vi arrodillarse unos segundos ante mi tío y succionar su pene que subía y bajaba como palanca industrial…Luego, Isabel se levantó y entregó a mi tío una cajita que sacó del ropero…Se acostó de nuevo y se ajustó las correas en los pies y en las manos sobre la cama…¡Ella se había atado voluntariamente!…
Los senos enormes de Isabel quedaron derramados sobre su pecho y colgaron un poco por sus costados. Con voz enronquecida, Isabel animó a mi tío: ¡Anda, amor, házmelo!…
Mi tío abrió la cajita que Isabel le diera, y sacó algo como un juego de agujas de diferentes tamaños. Tomó un frasco con alcohol y fregó los senos de Isabel, quien entrecerró los ojos con una expresión de placer. Tomó mi tío una de las agujas, aprisionó en sus manos el seno derecho de Isabel y muy lentamente lo hirió hasta el tope con la aguja mientras mi tía gemía de dolor y de placer…Allí dejó la aguja, encajada y torturando a Isabel, quien empezó a urgirlo: ¡Más, amor, más!…..Mi tío encajó más de diez agujas en cada seno, mientras Isabel, con la boca abierta por el dolor, parecía que iba a estallar en un orgasmo con cada una que recibía.
Los senos enormes de Isabel en unos minutos parecían un alfiletero…Finalmente sólo quedaban dos agujas en la caja…Mi tío tomó una, enorme y gruesa y sin esperar la orden de Isabel, la hundió en el pezón, verticalmente, hasta el tope…Un hilo de sangre corrió por la piel negra y mojó la cama, mientras Isabel se retorcía de dicha y reprimía el grito de dolor que ameritaba aquella enorme aguja…
Luego le tocó el tormento al otro seno…La aguja final me pareció que llegaría al corazón de Isabel…Penetró, penetró, penetró…Hasta el fondo a lo largo del enorme pezón, provocando también que un poco de sangre corriera hasta la cama….
Isabel parecía descansar al final del tormento…Mi tío la observó un momento y luego, se acomodó entre sus piernas y le hundió su pene robusto y largo…Isabel gemía, atada y torturada pero su rostro lucía feliz…
Pronto mi tío pareció a punto de eyacular y urgió a Isabel al orgasmo también: ‘Anda, puta, vente conmigo’….Isabel parecía no tener prisa por acompañarlo al orgasmo…
Entonces, mi tío recargó su pecho fuerte sobre el de Isabel, erizado de agujas, hiriéndo deliberadamente los senos negros de mi tía….El pecho de mi tío volvía a encajar cada aguja en los enormes senos de Isabel y ella gritaba, no sé si de dolor o de gusto, porque en un minuto de tormento ambos llegaron al orgasmo…También yo lo había hecho dos veces…
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