AMIGAS DE PIRUCHA. LA JAULA DE LAS LOCAS 2
SOY MAURA una de las amigas de Pirucha y su compañera de correrías en el bajo in-mundo del sexo . Ahora me conoceréis en toda mi variada dimensión que conlleva las ansias de ser mujer para practicar sin miedo ni culpa la adicción más desenfrenada al sexo predominantemente anal. .
SOY MAURA una de las amigas de Pirucha y su compañera de correrías en el bajo in-mundo del sexo . Ahora me conoceréis en toda mi variada dimensión que conlleva las ansias de ser mujer para practicar sin miedo ni culpa la adicción más desenfrenada al sexo predominantemente anal. Habito lo que hemos llamado:
LAS AMIGAS DE PIRUCHA. LA JAULA DE LAS LOCAS 2
Soy Maura y esta es mi historia de mujer caliente y desinhibida atrapada en el cuerpo equivocado con toda la lujuria que ello añade a la transformación que otorga la vestimenta.
LENCERÍA
Hoy llegaron mis prendas de lencería que me convierten en puta. Se apodera de mí un deseo irrefrenable de ser violada, seducida, agarrada, empujada y finalmente… follada con delirio.
Deslicé mis finas medias de seda por mis piernas depiladas y suavizadas con distintos tratamientos de belleza. Un sentimiento voluptuoso me invade y siento que la sangre bulle por mi cuerpo acelerando mis latidos. El calor invade mi sexo, erecta mi verga y hace palpitar las paredes del ano que se abre esperando recibir el tributo grumoso del semen del macho que, inevitablemente, caerá en el vórtice de la lujuria a la que lo he arrojado. Pero, quiero más. Siempre. Nunca estoy saciada.
Me deslizo el soutien y acomodo mis tetitas pequeñas de adolescente de erizados pezones que parecen romper la sedosa cubierta.
Me introduzco el vestido y dejo para el final la tanga de encaje que aprieta mi sexo y se mete en mi rajita con suavidad y me siento relajada y… cachonda.
Los tacones me hacen caminar con la sensualidad de una verdadera mujer. Me aplico la base del maquillaje y delineo los trazos que le dan esa magia a mis ojos: se transforman en saetas azuladas. Mi boca se tiñe del rojo ardiente, mismo que esconde mi ano, sedienta bestia devoradora de vergas.
Llegó la hora de salir a la aventura de levantar machos en los lugares donde abundan sátiros y lascivos. Dirijo mis pasos al parque y me abro paso entre silbidos e insinuaciones procaces de los chulos que obstruyen la entrada. Muevo el trasero con balanceo de caderas y roce de muslos que no solo excitan a los machos, sino que tienen la virtud de encender mi calentura y ya estoy lista para ser…cogida. Debo, sin embargo, cumplir mi misión.
Hablo con uno de ellos y le explico mi deseo. Le pongo en la mano algunos billetes de alta denominación y le doy la dirección del lugar en que esperaré ser cogida. Le explico que los escogidos por él deben ser jóvenes y limpios en todo sentido.
LA INAUGURACIÓN
El salón, decorado con retratos de hetairas famosas y paisajes alusivos al sexo al aire libre, lucía fastuoso. Las luces le daban un ambiente acogedor y ligeramente sensual. La música también se prestaba para ser uno más de los elementos que hacían que los sentidos estimulados actuaran doblegando pacatería o timidez y, por el contrario, predisponían a la bendita lujuria.
Mientras Pirucha se pintaba las uñas, Tarita, la única mujer, retocaba el maquillaje de sus sensuales labios. Nicol aún no bajaba de su alcoba. De pronto apareció Gío sumamente molesta porque uno de sus vestidos no había sido recogido de la tintorería y no podría ataviarse como a ella le gusta: ama el lujo. No escatima costos con el único propósito de destacar entre nosotras.
Débora en un rincón disponía de los entremeses que se servirían junto con los distintos brebajes con ligeros toques de color y sabor. Nada había sido dejado al azar. En una fuente estaban dispuestas toda clase de preservativos: unos ,con sabores para el sexo oral y otros, con distintas texturas para el sexo anal.
Pussy-pu, como siempre se había encargado de reclutar los más eróticos cuadros plásticos que se desarrollarían como preámbulo de la gran orgía desatada que pretendía ser esa inauguración de la que se comentaría por mucho tiempo en los círculos sociales.
El reloj dio la última campanada de las 20 horas. El evento se iniciaría alrededor de las 21 horas con la recepción de los selectos invitados. El texto de la invitación pedía que vinieran acompañados de modo que solo ingresarían parejas. En la puerta, David y George, dos fornidos colombianos, protegían la entrada mientras Robert apretaba la lista con sus manos enguantadas y la visible dureza de su rostro se erguía sobrepasando el horizonte.
El portón de acceso se abrió cuando solo faltaban 10 minutos para la hora indicada en la invitación. La primera pareja en cruzar el umbral del salón, Lisbeth y Analía, dos traviesas amigas que venían dispuestas a instalar la rivalidad e incentivar la competencia entre la troupe de sedientas hembras ávidas de sexo.
La última pareja, dos varones ancianos que fueron invitados para celebrar sus treinta años de convivencia.
Se iba a cerrar el acceso cuando escuchamos voces airadas y forcejeos entre visitantes y guardias, mientras Robert señalaba que esas personas no estaban en la lista de invitados.
De pronto recordé a los mocetones del parque y me dirigí a Robert:
-¡Déjenlos entrar! Son mis invitados.
Los cuatro ingresaron con aire de superioridad, ostentando el bulto que hacía su sexo en el pantalón del chándal.
Nicol dio la bienvenida y con el ritmo de una danza de moda exhibió su magnífico trasero que la lencería dejaba entrever.
Pussy-pu hizo sonar la campana y las luces se atenuaron para que, una vez encendidas, aparecieran los integrantes del primer cuadro plástico destinado a provocar de inmediato las reacciones que se deseaban: calentar a los concurrentes al magno evento de inauguración de la Jaula de las Locas.
(Continuará)
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