Amor, dinero y Scat sex
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PinkieLove.
"Por fin iba a perder mi virginidad a los 16 años. No es que no hubiese tenido ninguna oportunidad antes, es que ninguna persona había suficientemente buena para mí, aunque ahora que había conocido a Jessica, todo iba a cambiar. ¿Cómo describirla?
Bueno, ella tenía 17 años, tetazas como balones de fútbol, medía un metro y medio aproximadamente, ojos de zafiro, una melena de oro que le llegaba por las rodillas, un culazo redondo y blandito con nalgotas como pomelos y, sobre todo, un enorme pene de 15 centímetros de longitud y 4 de diámetro. Les dije a mis padres que había quedado con mis amigos y salí de casa, a dos calles me esperaba una limusina negra con los cristales tintados, el chófer, un hombre trajeado, alto y de hombros anchos, de unos 25 años, salió de dentro y me abrió la puerta, yo miré hacia los lados, no había nadie, era una calle un poco apartada y solitaria, así que aproveché para darle una buena cachetada en el culo a aquel chófer, mantuve mi mano en su trasero, mientras se lo toqueteaba, dejé que mi verga se levantase mientras él se ponía rojo, sin disimular nada, entré dentro del coche, me senté abierto de piernas, mientras acariciaba el bulto en mis pantalones de forma pícara, pensando en las guarrerías que le iba a hacer (Y que ella me iba a hacer a mi) a aquella niña rica.
Así que me puse a calentar un poco dentro de aquel cochazo, me bajé la bragueta y dejé que mi pene se levantase del todo, lo agarré fuertemente con las dos manos y empecé a subir y bajar frenéticamente mientras me calentaba más y más, pensado en Jessica y poniéndome cada vez más caliente, hasta que el semen empezó a chorrear a toda pastilla, le dejé la tapicería bien pringosa. Al final, la limusina paró delante de una mansión enorme con cuatro pisos y con jardín.
El chofer abrió la puerta y miró el interior de la limusina aterrorizado. Yo le saqué la lengua en un gesto de burla y me acerqué a la casa, llamé al timbre y dos criadas tetudas me abrieron la puerta y me dieron la bienvenida, eran muy monas, así que me sonrojé y no me atreví a saludar. Subí las escaleras hasta la habitación de Jessica. Al principio creí que estaba vacía, pero me llamó la atención un maullido dulce, entonces la silla de alto respaldo giratoria giró y pude ver su pequeña figura con sonrisa pícara en la cara y un gatito en el regazo, ella parecía un hada, al natural parecía más bajita, ya que solo la había visto por la webcam hasta ahora y no podía apreciar su 1,5m de altura. Su estilo excéntrico me fascino una vez más, llevaba una boina negra que delataba su pasión por la pintura y un top algo suelto color violeta que hacía que sus pechotes se moviesen descontroladamente a cada paso, como calientes bolas de flan o gelatina dentro de unos sostenes enormes, también llevaba unos shorts de ciclista que marcaban su prominente paquete, y por último, unas botas de suela gruesa que no lograban hacerla parecer más alta. El adorable gatito se bajó de su regazo y se acurrucó en mis pies. Jessica se levantó de la silla y se acercó a mí contoneándose como una auténtica putita mientras se mordía el labio inferior.
-El chofer me ha dicho que le has estropeado la tapicería, eres un cerdito muy malo– Me dijo con acento francés y una voz dulce y cariñosa mientras me giñaba un ojo y se metía un dedo en la boca –Voy a tener que castigarte… ¡Fluffy, a tu cama!
El gatito corrió a una pequeña cesta que había en un rincón y se metió debajo de una mantita que allí había. Jessica me guiñó un ojo nuevamente y me dijo que tenía que portarme bien, me pidió que me agachase y me dio un beso en la boca, noté como me lamía los dientes con su lengua calentita y regordeta, de repente me metió una pastilla en la boca, yo entendí lo que debía de hacer, me la tragué y en segundos perdí el conocimiento.
Me desperté y no veía nada, tampoco podía hablar ni moverme, notaba como unas manos me sobaban todo el cuerpo. Primero alguien retiró una venda que había sobre mis ojos, estaba en un sótano con paredes de cemento. Vi a Jessica, con un traje de látex rojo ceñido, le dejaba un escote pronunciado y perneras que le llegaban hasta medio muslo y unos guantes negros de cuero que le quedaban muy sexis, pronto me di cuenta de que yo estaba tumbado, con una mordaza y agarrado con unos grilletes encima de una mesa no más ancha que mi cuerpo, llevaba unos pañales, dulce y humillante al mismo tiempo, yo nunca había llegado a usarlos, pero me encantaba la suavidad de los pañales, empecé a calentarme y a empinárseme el “chupachup”, así notando con mejor precisión la textura de aquellos deseados pañales, mientras ella me acariciaba todo el cuerpo. Se sentó encima de mí, justamente encima de mi cara, y ella empezó a masturbarse por encima del látex con una mano mientras sobaba mis pañales con la otra, mientras me restregaba sus nalgotas calientes y gorditas por la cara en círculos de forma muy agradable y placentera. Mi vejiga se relajó y empecé a hacerme pis lentamente mientras ella me acariciaba el pañal, me excité y apreté mientras los orines me chorreaban por los testículos y me empapaban todo el pañal convirtiéndolo en una cómoda masa blandita y húmeda.
De repente, ella se tiró un pedo en mi cara y noté como se abultaba el látex por la burbuja, ella se levantó y me enseño su pene súper empalmado, era tan grande que hasta rompió el látex, me quitó la mordaza y me metió su impresionante tubo de carne en la boca, fue una mamada fantástica, ella empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás, mientras su pene caliente me abrasaba la boca y me miraba toda roja con una mirada picarona, me metió toda la verga hasta la garganta y las lágrimas me recorrieron la cara, me empezaron a dar arcadas, y antes de poder vomitar, ella retiró su verga y me dio un beso en la boca, empecé a vomitar y ella se tragó todo el vómito caliente, mientras se relamía los labios y de los secaba con una mano, me metió la verga otra vez en la boca y empezó a correrse y a hacérmelo tragar todo. Yo ya había probado el semen antes, pero el suyo sabía a arcoíris. Tampoco había visto una corrida de ese calibre en mi vida, tal vez por esos enormes testículos cuidadosamente depilados que lucía, pero me llenó la boca hasta arriba de delicioso semen dos veces, aunque yo tragué todo lo rápido que pude, el semen me chorreaba por las comisuras de la boca y empecé a correrme yo también dentro del pañal, el sudor nos cubría el cuerpo entero y jadeábamos como perros. Ella se bajó de encima de mí y se puso de rodillas delante de mi pañal caliente y mojado, se quitó los guantes y empezó a sobarlo.
-Est très belle – Dijo ella en francés, sobando mi pene bien durito a través del pañal. Yo me volví a hacer pipí, y a ella se le dilataron las pupilas (Y soltó un dulce suspiro) mientras me sobaba. La orina volvía a llenarme el pañal, abrasándome el pene y los cojones por la temperatura, notaba como se llegó a escapar un poco por detrás, aunque pronto lo volvió a absorber el pañal, empezaron a darme ganas de hacer pupú y se lo dije a Jessica, ella me soltó los grilletes, y cuando me puse de pié, me cogió del hombro, me hizo un gesto extraño y me dejó paralizado, consciente, pero paralizado. Ella me tumbó en el suelo y puso mis piernas por encima de sus hombros y empezó a sobarme y lamerme el pañal, total, que perdí el control de mis esfínteres y noté como empezaba a salírseme la puntita por el culo, ella me presionó el vientre y salió todo de golpe, el pañal se me llenó completamente por detrás y dado que las tiras estaban muy apretadas, la caca empezó a deslizarse por la parte de delante del pañal, me excité un montón, desgraciadamente seguía paralizado y no podía ni moverme, sin embargo, vi como ella lamía enérgicamente mi pañal mientras crecía de tamaño más y más (El pañal también, je, je), hasta que empezó a salirse el popó por los lados de mi entrepierna y por encima de mi pubis, llevaba una semana sin cagar, así que no me sorprendió reventar aquellos pañales.
Poco a poco recuperé el control de mi cuerpo mientras ella me sobaba, y pude comprobar palpando con mis manos a través del pañal aquella gran cochinada, me manche un dedo, yo iba a limpiármelo en la pared, pero Jéssica me cogió de la mano y se llevó a la boca mi dedo, lo lamió como si fuese un polo de chocolate y luego se relamió los labios mientras me guiñaba un ojo, yo me relajé, sintiéndome alegre y excitado a la vez, me abrió los pañales, me miró entrecerrando los ojos y sonriendo y acto seguido empezó a comerse el popó. Yo me sorprendí, no conocía esa “faceta” suya, pero me lo estaba pasando genial. Ella se incorporó, mientras masticaba algo de caca aún, tenía el mentón manchado, mientras se apartaba el pelo con las manos para no manchárselo, me dijo mientras engullía el contenido de su boca abierta en una generosa sonrisa y con aquella voz melodiosa de acento francés:
– Eres genial hasta haciendo pupú…
Se volvió a agachar y siguió comiendo como una cerda hasta dejar el pañal y mi cuerpo totalmente limpios, lamiendo mi pene y mis testículos, incluso escurrió el pañal para beberse mis orines, aquella chica sí que era un auténtico retrete humano y no los panolis que salen en los típicos vídeos scat. Terminó sentándose en el suelo y soltando un sonoro eructo que resonó en el sótano, se levantó, me apuntó con su enorme aparato y me roció de semen la cara, yo reí a carcajadas de felicidad y la excitación mientras ella me ayudaba a levantarme y yo me relamía los alrededores de la cara. Ella salió un momento del sótano y me ordenó que me quedase allí. Yo sabía que quería decir aquello, había llegado la parte que no me gustaba tanto, aunque ella me pidió que fuese así, y yo… No pude decirle que no. Me puse unos bóxers que había en el suelo desde el principio, vi como me marcaban la entrepierna, hasta me excité y todo. Entonces entró ella, con el top lila, pero esta vez sin sostén, así que se le marcaban los pezones duros, también se le marcaba el pañal por debajo de las medias.
– maintenant- dijo ella mientras me miraba con su sonrisa más encantadora. Pero debía de darle una patada en sus partes (Esa era la parte que no me gustaba tanto), así que intenté no pensar en ello y le di una patada fuerte y contundente, que la izo caer y retorcerse de dolor entre lágrimas en el suelo.
-mes couilles…! – Dijo. Yo me asusté, la vi agarrarse la parte delantera del pañal con dolor, retorcida en el suelo, patética, insignificante… Me agaché para ver como se encontraba, me recibió con los ojos llenos de lágrimas, sollozando, pero con una sonrisa en la boca, vi como se metía los dedos dentro de la boca y me miraba con esos ojos de aguamarinas, se lo que pretendía, pretendía vomitarme toda la caca que antes se había comido, pero en mi boca. No podía negárselo, me sentía culpable después de haber cumplido su sueño de golpearla en los cojones y sus enormes ojos no me dejaban decir que no. Me besó apasionadamente, y pronto noté como ella se deslizaba el top hacía abajo. Yo puse las manos en su espalda y fueron bajando, su lengua tenía ya sabor a caca, que, aunque fue la primera vez que la probé, nunca me olvidé de ese sabor. Su top dejó a la vista sus dos senos a la vez, grandes, suaves y blanditos como bollitos de crema recién horneados, mientras tanto, mis manos seguían bajando por su espalda hasta tocar su pañal y sus medias, a través del que palpé sus enormes nalgotas de flan y gelatina. Sus ojos de brillo opalescente no dejaron de mirarme durante todo el rato, mientras un hilo de vómito empezó a ir de su boca a la mía, ella apretó su cuerpo contra el mío, notaba sus enormes bubis apretadas contra mis robustos abdominales y la parte delantera de su pañal acariciando mi paquetito desde abajo. Ella se tiró un pedete y su culazo tembló como si hubiese un terremoto, así incitándome a acariciarlo en círculos.
Pero de pronto, noté la bocanada de vómito entrar de golpe en mi boca, sus ojos se entrecerraron como los de una gatita en celo y yo empecé a tragar todo aquel vómito lo más rápido que pude, sin poder evitar que algunos chorros salpicaran entre las comisuras de nuestras bocas, su cuerpo se apretó más fuerte contra el mío, notaba los latidos de su corazón es sus pechotes que palpitaban con cada latido, claramente se empezó a orinar, la parte de delante de su pañal empezó a calentarse rápidamente, a humedecerse, mojando mis bóxers y haciendo que los dos nos empalmásemos. Cuando ella paró de vomitar, no separamos la boca, solo nos restregamos nuestras lenguas saboreando cada instante del momento, mientras acariciaba su generoso trasero, ella se tiró otro pedo que sonó ruidoso y con final líquido, poco a poco sus pañales se llenaron violentamente de diarrea caliente, mientras crecían más y más de tamaño, fue un momento excitante, hasta que todo el popó se salió del pañal por detrás, manchó su pelo y dejó sus medias hechas una ruina, una cascada de caca líquida bañaba mis manos, quise apartarlas, pero jessica me las sujetó, mi verga estaba a punto de estallar, pero ella se corrió exageradamente, desbordando el pañal por delante con su zumito pringosete, yo me caí al suelo de espaldas y ella se sentó encima de mí, encima de mi cara, mientras su diarrea me bañaba por completo,
Noté como se me metía en la boca y yo tragaba como si fuese el manjar más exquisito que jamás hubiese existido, hasta que no pude más, me dolía la barriga y comencé a vomitarle encima a ella, manchando todo su pelo dorado de caca regurgitada, ella reía, excitada y feliz, se sentó encima de mi pubis, y con mi ramita le rompí las medias y el pañal, salpicando toda la sala de diarrea caliente y burbujeante, empecé a metérsela y ella empezó a gemir con una sonrisa de oreja a oreja, mientras el pupú saliendo a toda velocidad me acariciaba el glande, sirviendo de lubricante, hasta que paró de cagar y le pude meter mi verga hasta el fondo y correrme en su intestino, ella soltó un dulce orgasmo entre carcajadas, hasta que yo me di la vuelta dejando mi culito visible, tentándola para que hiciese lo que había esperado desde el principio, ella rompió los bóxers con su rascacielos de carne (Recordemos las medidas: 15 centímetros de longitud y 4 de diámetro, je, je) y me penetró, volví a vomitar por la impresión de tener aquello dentro de mí y empecé a sudar como un cerdo, hasta que me dio el orgasmo, ella me azotaba el culo enérgicamente mientras me la metía hasta que se corrió, noté como mi intestino se inundaba de semen y me hacía presión dentro, ella sacó la verga y pronto el líquido empezó a salir por presión, ella me besó en el ano y se trago su propio esperma, el que acababa de meterme.
-Pues si que está bueno, si- Dijo ella. Yo gritaba de placer como un condenado hasta que me volví a correr una vez más. Pronto acabamos los dos agotados, tumbados encima de aquel enorme charco de diarrea y vómitos.
Y así, amigos míos, es como perdí la virginidad."
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