Capítulo 1 – Café con veneno
Primera parte de una serie de relatos reales que me han pasado… arrancando con la confesión más morbosa que me hizo un amigo: una noche de birra, merca y un jugador de fútbol villero que terminó con las piernas abiertas y una amenaza en la boca..
Juan y yo estábamos en la mesa, cada uno con su taza de café. Él tenía esa forma de mirarme cuando sabía que iba a largar algo jugoso, el codo apoyado en la madera, los dedos tamborileando despacio.
—Anoche vino Mario —me dice, así, de una.
—¿Mario? —pregunto, como si no me importara, pero ya me late más rápido el corazón.
—Sí… el grandote. Venía de jugar… todavía tenía el short del equipo y la musculosa empapada. Llegó con unas birras, nos clavamos un par, después sacó merca… y viste cómo soy yo… le empecé a joder.
Ahí se detuvo un segundo y me lo pintó de cuerpo entero:
—Transpirado, las piernas duras como piedra, las medias bajas todavía húmedas, olor a botín y a chivo mezclado con perfume barato. Alto, moreno, las pantorrillas marcadas, las manos grandes, con los dedos gruesos. Poco pelo en el pecho, pero el camino desde el ombligo hasta abajo bien poblado. Tenía esa cara de macho de barrio, relajado pero con la mirada que impone.
Se inclina hacia mí, bajando la voz como si alguien pudiera escucharnos.
—Le digo que seguro le gustaba y no lo sabía, que una vez no lo iba a matar. Al principio se cagaba de risa, me empujaba y decía: “dejate de joder, boludo”. Pero cada vez que lo tiraba de nuevo, ya no se reía tanto… hasta que se quedó callado.
Yo me quedo en silencio, esperando que siga.
—Le digo: “Mirá, no tenés que hacer nada, dejame petearte un rato y listo”. —Juan me clava la mirada—. Se me para enfrente y me dice: “Bueno, dale… pero si le contás a alguien, te mato”.
Se me seca la boca.
—Se baja el short y las calzas en un solo tirón, se deja caer en el sofá y abre las piernas bien abiertas… así —Juan abre sus rodillas para mostrarme—. Tenía un olor a pija que me pegó de una, fuerte, caliente, con ese toque de sudor de partido. Los pelos de la pija largos, duros, rozándome la cara cuando me acerqué.
Yo trago saliva, ya imaginándome la escena.
—Me agarra la cabeza con esas manos de jugador, duras de tanto entrenar, y empieza a mover la cadera. Ni me miraba, ni me hablaba… nada. Era como si yo no fuera una persona, ¿entendés? Solo una boca para que se la chupe. Me la metía entera, hasta que sentía que me ahogaba. Se le notaban las venas marcadas, caliente, dura… con ese olor que te nubla todo. Cada vez que levantaba la cabeza para respirar, él me la empujaba de nuevo, más adentro.
Hace el gesto con la mano, marcando el ritmo.
—En un momento me agarró más fuerte de la nuca, apretó la mandíbula y empezó a gemir bajito. Sentí cómo la pija me latía adentro… y de golpe, ¡pum! empezó a acabarme en la boca. Me llenó todo, caliente, espeso, y no me soltó hasta que me lo tragué.
Yo lo escucho y me arde la piel. Me imagino a Mario serio, mandíbula apretada, respirando por la nariz, el torso inclinado hacia adelante, las piernas abiertas, pies grandes todavía con olor a medias y botín.
—Cuando terminó, se subió el short sin decir nada más que un “Listo”. Se puso la campera deportiva, me tiró un “chau” seco… pero antes de salir, me miró y dijo: “La verdad… tirás la goma mejor que la piba que tengo ahora”. Y se fue, como si hubiera hablado del clima.
Juan se recuesta en la silla, con una media sonrisa. Sabe perfectamente lo que me provocó. Yo tomo el último sorbo de café, hablando de cualquier otra cosa, pero mi cabeza sigue en esa imagen.
Cuando llego a casa, cierro la puerta, me tiro en la cama y me toco pensando en eso: Mario, sentado en el sofá, las piernas abiertas, la pija pesada y olorosa frente a mi cara, los pelos largos rozándome, su voz grave diciendo: “si le contás a alguien, te mato”… y ese último comentario, como un eco que me dejó temblando.
Me corro rápido, con todo el cuerpo tenso, sintiendo que ahora soy parte de un secreto que no me pertenece… pero que me calienta más que nada.
Esta es solo la primera parte. Lo que viene va a ser más sucio, más intenso, más cargado de olor, piel y sexo. Si esto te calentó… esperá a leer lo que se viene.
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