Capítulo 1: Mi hermano menor, el primer amor de mi vida
Una historia ficticia en capítulos de cómo me enamoré perdidamente de mi hermanito menor y descubrí cosas con él..
Disclaimer:
Antes de comenzar, quiero dejar en claro que todo lo que relato a continuación es mera y estrictamente ficticio. Esta historia es completamente ficticia, desde sus personajes hasta sus hechos y se basa netamente en mis fantasías íntimas. Nada de lo que está escrito aquí pretende promover acciones en la vida real. Dicho esto, espero disfruten de este relato.
Cap 1: Mi hermanito, el primer amor de mi vida
Mi nombre es Lucas y quiero comenzar diciendo que esta historia no es sólo sexual, sino que también es romántica; hay muchos sentimientos que forman parte de esta historia. A la edad de 7 años, mis padres me dieron la noticia que cambiaría mi vida completamente: tendría un hermanito pequeño. A veces pienso que desde el primer momento en el que vi su pequeña carita me enamoré de él; por supuesto, nada perverso ni oscuro, simplemente nación en mí un amor sin barreras del que jamás pensé llegar a sentir por alguien. Su nombre es Daniel, y desde que nació, sólo quería pasar tiempo con él. En la medida que podía, ayudaba a mi madre lo máximo posible para cuidar a mi hermanito bebé; le cambiaba sus pañales, le daba su alimento y lo hacía dormir. Mis padres siempre tuvieron no sólo la dicha, sino la tranquilidad de ver la absoluta devoción con la que me dedicaba a mi hermano.
A medida que los años fueron pasando, nuestra relación se hacía más y más cercana. A veces, yo prefería quedarme a jugar con mi hermano que salir a la calle a jugar con amigos. Prefería jugar con sus pequeños juguetes o ver sus programas favoritos de TV junto a él. Fue conmigo con quien aprendió a dar sus primeros pasos y con quien dijo su primera palabra “mano”, como intentando decir “hermano”. Cuando pronunció aquella palabra, yo sólo pude llorar de alegría y correr a avisarle a mi madre para darle la noticia. Dani dormía en el cuarto de mis padres, en una cuna junto a su cama; esto duró así hasta que cumplió 4 años. Yo entonces tenía 11 años y sólo quería pasar tiempo junto a él. Me gustaba hacerle cosquillas en su barriga, pues el sonido de su risa producía tales emociones de paz en mí, que todo el mundo se detenía a mi alrededor.
A esa edad, sólo quería cuidar y proteger a mi pequeño hermanito. Así, cuando cumplió 5 años, mi madre me pidió que comenzara a bañarlo junto conmigo. Sin protestar de ninguna forma, yo le quitaba su ropa cuidadosamente, luego me quitaba mi propia ropa y lo metía a la ducha junto a mí. Me sentaba en la tina del baño y enjabonaba cuidadosamente todo su cuerpo, siempre cuidando de no ser demasiado brusco al refregar su delicada piel. El solía jugar con el jabón, haciendo burbujas o jugando con mi cabello. A mí esto sólo me hacía reír de ternura. Luego de enjuagarlo y lavar bien todo su cuerpo, me duchaba yo mismo, cuidando de que él no se fuera a resbalar o golpear en la tina. Luego, lo tomaba en brazos para sacarlo de la ducha y lo secaba con su toalla. Este momento siempre era caótico, pues Dani siempre pensaba que estábamos jugando y se movía muchísimo. A mí, por supuesto, esto jamás me molestó; al contrario, me hacía feliz verlo reír y jugar como un niño inocente.
Debo decir que a veces, Dani tocaba mi pene de forma curiosa. Nuestro padre siempre se preocupó de educarme en ese sentido, de procurar que siempre estuviera atento ante señales, que no dejara que nadie extraño me tocara indebidamente. Es quizá por eso que sentí la misma necesidad de educar a mi hermanito pequeño en ese ámbito. Sin embargo, la edad de 5 años, él sólo sentía curiosidad por su propio cuerpo y por el de su hermano. Asique nunca vi algo malo en que él explorara cosas, pues era un niño. Así, a veces y mientras enjabonaba su cuerpo, Dani tocaba mi pene flácido como si se tratara de otro juguete. Yo sólo me reía y dejaba que él hiciera lo que su curiosidad le ordenase. Realmente nunca pasó a algo más allá, sólo lo tomaba con sus manos o lo pinchaba con uno de sus pequeños deditos.
Luego, a la edad de 6 años de Dani, mis padres mi pidieron tener una conversación. “Hijo, detestamos tener que pedirte esto, pero tu hermanito se está haciendo mayor y ya no hay espacio para él en nuestra habitación. Nos gustaría saber si podemos moverlo a tu habitación”. Esto para mí fue como si me hubieran dado el regalo que había querido toda mi infancia. Salté de felicidad y les dije a mis padres que esa misma noche movieran a Dani a mi habitación. Jamás había soñado con compartir cuarto con mi hermano pequeño, podríamos hacer tantas cosas juntos: ver películas, contar historias, armar tiendas con las sábanas, juntar nuestras camas para hacer un fuerte y mil cosas más. Mis padres sintieron un enorme alivio; ya habían comprado una cama para Dani y si yo les hubiera dicho que no, habría habido un fastidio innecesario.
Tal como les pedí, esa misma noche Dani se movió a mi cuarto. Sin embargo, él llevaba toda su vida durmiendo con mis padres y obviamente, sentía miedo de dormir inmediatamente sólo en su propia cama. Cuando yo iba a apagar la luz del cuarto, pude notar su hermosa carita llena de miedo y preocupación.
- Dani, ¿Estás bien?
No me respondió nada, pero sus ojos estaban brillantes. Me apresuré a ir a su cama y e insistí:
- Dani, ¿Qué sucede?
- Me da mucho miedo dormir solito. – Dijo él, casi rompiendo en llanto.
En ese momento, mi corazón estalló de amor y ternura y me lancé sobre él, para abrazarlo.
- ¡Hermanito! No sientas miedo, yo estaré siempre para cuidarte de cualquier cosa. Es más, si quieres puedes dormir conmigo, en mi cama, para que no sientas miedo.
Su rostro cambió completamente y se llenó de emoción.
- ¿Es en serio Lucas? – Preguntó con sus angelicales ojitos inocentes.
- ¡Claro que sí!
Sin dudar un segundo más, Dani saltó de su cama y se pasó a la mía. Yo fui a apagar la luz del cuarto y luego de recosté junto a él. Me acerqué lo que más pude a su pequeño cuerpo y lo rodeé con mis brazos, dejando que apoyara su cabeza en mi pecho. Dani dejó salir una pequeña risita y me pidió que le contase una historia para dormir. Así lo hice y antes de darme cuenta, el ya dormía profundamente. Lo abracé aún más y le besé su frente. Pronto, era yo el que se perdía en los brazos de Morfeo.
PD: Espero que disfruten esta historia. Si bien en este capítulo no hay sexo, pronto vendrá. Por favor, si les gusta este contenido, déjenme sus comentarios para saber qué opinan.
Me encanta!!! Transmites muy bien el cuidado y el cariño con el que debe tratarse a un niño. Ojalá continúes pronto con la historia
Muchas gracias! Como dije al principio, esta historia es sexual pero también romántica. Espero la disfrutes 🙂
gran relato como sigue
Gracias! Ya publiqué la parte 2 y pronto viene la 3.
Wow!! Que relato tan lindo! Me conmivio tanto y me lleno de ternura que es una lastima que no sea real… 🙁
Muchas gracias, sólo diré realmente es parte ficción, parte realidad… espero disfrutes los demás capítulos 🙂
Super ya quiero más