Capítulo 5: ¿Beber la orina de mi hermanito? Sí, por favor.
Continuación de placer entre Dani y yo :).
Cap 5: ¿Beber la orina de mi hermanito? Sí, por favor.
Desperté sin tener una noción clara de la hora que era. Dani dormía en posición fetal y sus nalguitas estaban pegadas a mi estómago. Mi pene estaba completamente erecto nuevamente, como si no hubiera eyaculado hacía un par de horas. Miré mi celular y eran las 6:40 pm. Al ser verano, la habitación gozaba de una cálida temperatura, por lo que ni siquiera era necesario usar cobijas. De pronto y casi como si mi cuerpo lo hubiese anticipado, sonó el tono de celular: era mi madre.
- ¿Lucas, hijo?
- Hola, mamá. ¿Qué tal todo? – Dije, ahogando un bostezo.
- Todo bien, hijo. Gracias. ¿Cómo está tu hermano?
- Muy bien, hemos jugado hasta el cansancio. – Dije esbozando una sonrisa, mientras acariciaba suavemente el culito de mi bello durmiente.
- Me alegro mucho, hijo. Llamaba para decirles que nos tardaremos un poco más en volver a casa. Tuvimos un problema y probablemente lleguemos mañana después del mediodía.
- ¿Pero están bien? – Dije algo preocupado.
- Sí, sí, hijo. Nada que no se pueda solucionar. ¿Crees que puedas cuidar a Dani hasta mañana?
- Claro que sí, mamá. Nos la pasaremos excelente. – Mi imaginación ya comenzaba a tramar.
- Muchas gracias, Lucas. Saluda a Dani por mí ¿Vale?
- Claro, mamá. Adiós. – Dije, colgando la llamada.
Al ver a mi hermanito expuesto y desnudo frente a mí, pensé en devorarme su cuerpo. Pero deseché la idea, pues no quería hacer nada que él no quisiera. Por lo que opté por despertarlo, pinchando su nariz con mi dedo. Dani abrió sus ojitos de ángel y al verme, se lanzó directo a mi boca, comenzando a lamerla e intentar meter su lengua dentro. Movido por la ternura, decidí responder su intento de beso con el mismo entusiasmo, rodeando su cuerpecito desnudo entre mis brazos.
- ¡Vaya! Parece que alguien despertó con ganas de divertirse. – Dije, luego de besarlo un momento.
- Quiero volver a jugar, Lucas. – Rogó él. – ¿Podemos volver a ser novios?
- Mi amor, podemos ser novios para siempre si tú quieres. – Dije acariciando sus rizos.
- ¿En serio? Pero ¿mamá y papá se enojarán? – Preguntó.
- Recuerda que esto es un secreto, Dani. No podemos decírselo a nadie. – Le recordé, un poco asustado de la fragilidad de su memoria.
- Está bien. ¿Puedes chupar mi pene de nuevo, por favor? – Pidió él, como si tratase de pedir algún juguete en una tienda.
Sin perder tiempo lo lancé a la cama, abrí sus piernas y engullí en mi boca la pequeña salchicha, que ya lucía brillante y erecta. Decidí esta vez jugar un poco más con su prepucio, pero era un poco difícil debido a su pequeño tamaño. Pasé mi lengua varias veces por sus pequeños testículos y luego volvía a chupar su pequeño miembro. Dani reía y gemía con toda libertad, haciendo que mi lívido aumentara cada minuto. En ese momento, no había nada que quisiera más en el mundo que chupar la entrepierna de mi pequeño hermanito. De pronto, se me ocurrió una ardiente idea. Sin sacarme su pene de la boca, moví me cuerpo para que viera que le estaba ofreciendo mi pene para que lo chupara. Al ver su expresión de interés y sin soltar su salchicha bebé, lo recosté sobre mí para formar un hermosamente incestuoso 69. Dani comenzó a dar voraces lamidas a mi glande, para luego intentar engullirlo completamente como lo había hecho entes.
Por el tamaño diminuto de su boca, a ratos sus dientes rozaban algunas partes de mi pene. Esto producía una leve sensación de dolor que me provocaba aún más morbo. En un segundo, mi cerebro dejó de funcionar y llevado completamente por la lujuria, empujé la cabeza Dani en mi pene, intentando clavarlo lo más profundo posible dentro de su garganta. Esto duró un par de segundos, pero rápidamente recobré la razón e hice que soltara mi pene. Por supuesto, el brusco movimiento hizo que se atragantara y diera arcadas, llenando sus ojitos de lágrimas y formando una expresión de disgusto y asombro en su cara. Comenzó a llorar e inmediatamente me incorporé para tomarlo entre mis brazos.
- ¡Dani, lo siento! – Exclamé, comenzando a odiarme a mí mismo por haber hecho eso. – Bebé, perdóname. No sé en que estaba pensando.
Dani sollozó, secándose las lágrimas con sus pequeñas manos y acurrucándose entre mis brazos. Yo sólo lo llenaba de besos en su cabeza y trataba de consolarlo lo mejor que podía. Si hubiera podido darme un puñetazo, lo habría hecho en aquel mismo instante. Estaba furioso conmigo mismo por haber hecho semejante estupidez con la persona que más amaba en el universo.
- ¿Por qué hiciste eso? – Preguntó Dani entre sollozos. Sus palabras rompían mi corazón.
- No lo sé, mi amor. Soy un imbécil. No estaba pensando y me dejé llevar por lo bien que me estabas haciendo sentir. Por favor, perdóname, Dani. Te amo como a nada en este mundo y jamás quisiera herirte o hacerte algo que no te guste. – Rogué, mientras sentía que en cualquier momento me uniría al llanto de mi hermano.
- Sentí ganas de vomitar. – Dijo él, dejando de llorar e intentando recuperarse un poco.
- Nunca más lo volveré a hacer, bebé hermoso. Te lo prometo. ¿Me perdonas?
- Está bien, hermano. – Dijo él.
Besé gentilmente sus labios y lo abracé, llenándolo de caricias.
- ¿Te sientes mejor? – Pregunté, acariciando su mejilla.
- Sí, mejor. – Dijo él, sorbiendo su nariz. – Quiero ir a hacer pis.
- Está bien, te llevaré al baño. – Dije, tomándolo en mis brazos como si se tratara de una princesa de dibujos animados.
Caminé al baño y cuando estaba a punto de ponerle en el suelo, mi mente elucubró otra de sus rápidas ideas.
- Dani, tengo una idea. Lo que te hice está muy mal y merezco un castigo. ¿Quieres orinar en mi boca? – Le propuse, mientras mi pito se balanceaba erecto.
- ¿Qué? ¿En tu boca? – Preguntó Dani lleno de asombro y extrañeza.
- Sí, claro. Es un castigo justo. – Dije yo, intentando convencerlo.
- Pero yo no quiero castigarte. – Dijo él, con su inocencia propia.
- Lo sé, bebé. Entonces, que sea un juego. Realmente quiero saber a qué sabe tu pis. – Dije, poniendo una expresión de petición en mi rostro.
- Está bien. – Dijo Dani, aún recargado en mis brazos.
Sin previo aviso, su pene soltó un chorro de orina que fue a dar directamente a mi cara, al estar tan cerca de su entrepierna. Instintivamente, abrí la boca e intenté colectar todo el orín que pudiese. Rápidamente mi boca se llenó y antes de tragarlo, le hice una seña a mi hermanito para que se detuviera. Entonces, tragué aquel elixir prohibido y la sensación fue tan perfecta como todo lo que había experimentado aquel día. Al tratarse del pis de un niño pequeño, el sabor no era para nada fuerte; tal vez, un poco salado. Pero el hecho de sentir cómo la orina de mi hermanito pequeño bajaba por mi garganta transportó a otra dimensión; era como haber descubierto algo completamente revelador. Así, lo puse de pie sobre el WC, me incliné e introduje su pequeña salchicha en mi boca. Entonces, le hice una señal para soltara su descarga y comencé a beberlo directamente desde la fuente. El reía inocentemente, mientras yo tragaba hasta la última gota de su orina, al tiempo que me masturbaba frenéticamente. Casi al mismo tiempo que mi hermanito hubo saciado su necesidad, 3 o 4 chorros de mi leche salieron disparados hacia la cortina del baño.
- Eso fue lo más delicioso que he bebido en mi vida. – Le dije, sentándome en el frío suelo del baño.
- Estás loco. – Dijo él riendo.
Al ponerme de pie, tomé con mis dedos los restos de semen que había salpicado sobre la cortina de la ducha y se los ofrecí. Sin chistar, chupó cada pequeño resto de semen que había en mis dedos. Era una imagen perfectamente hermosa.
- Te propongo una idea, bebé. ¿Qué tal si nos quedamos toda la tarde desnudos?
- ¡Yei! – Exclamó él, saltando de felicidad.
Ambos nos dirigimos a la cocina, al tiempo que me puse a preparar algo de comer. Dani se fue a sentar al sofá y puso en la televisión uno de sus programas favoritos. Luego de unos momentos, llegué a sentarme a su lado con dos emparedados listos. Le di uno, mientras le indicaba que se recostara entre mis piernas. Así, pasamos el resto de la tarde viendo caricaturas, riendo. Por momentos, aprovechaba lo concentrado que Dani estaba en la TV acomodarme entre sus piernas y lamer su salchicha y bolitas; luego, me arrodillaba para lamer sus pies, dedito por dedito mientras él reía y seguía viendo sus caricaturas. Era el mejor día de mi vida.
Entonces, decidí dar un paso más allá. Hice que se recostara en el sofá, de tal forma que su culito quedara mirando hacia mi cara. Sin desperdiciar un segundo, hundí mi rostro entre sus nalgas, lamiendo como loco cada centímetro de su culito. Lamía sus nalgas por toda su extensión, para luego tomarlas con mis manos y ensartar mi lengua en aquel botoncito rosado que tenía por ano. Dani gemía de placer, mientras se tocaba con ambas manos el pequeño pene durito. Mi intención era ensalivar lo que más pudiese aquel agujerito, con tal de comenzar a dilatarlo. El placer mi príncipe hacía que el pequeño orificio pulsara de cuando en cuando, lo que me hacía lamerlo aún más salvajemente. Mi lengua lograba entrar cada vez un poco más dentro de su cavidad rectal, por lo que decidí comenzar a empujar uno de mis dedos. Al principio, Dani se asustó un poco; pero al mostrarle que lo haría lentamente, fue cediendo poco a poco. Mantenía mi dedo en la entrada de su ano, al tiempo que lo llenaba de saliva y lamidas jugosas. Entonces, comenzó a entrar y Dani sólo un pequeño quejido.
Decidí detenerme y seguir lamiendo su culito. Pero la dilatación ya era evidente, por lo que volví a meter la punta de mi dedo que poco a poco se iba introduciendo más dentro del recto de mi hermano. Con el fin de darle más placer, comencé a chupar su penecito al tiempo que terminaba de meter mi dedo completamente en su ano. Dani comenzó a gemir cada vez más alto, casi como si no pudiera controlarlo. Sabía que no podía hacer que mi bebé eyaculara, pero quizá sí podía llevarlo al orgasmo y me determiné a lograrlo. Seguí mi baño de lengua a su pito, mientras comenzaba a mover mi dedo dentro de su recto. Ahora, años después, entiendo que probablemente estaba tocando su próstata y era esa la razón de sus incontrolables gemidos. En aquel momento no sabía eso, pero claramente la lujuria de mi hermanito de 7 años me volvía loco como un animal. Decidí aumentar la intensidad tanto de mis chupadas, como del movimiento de mi dedo en su ano. Hasta que Dani comenzó casi a gritar de placer. Súbitamente se incorporó, haciendo mi dedo saliera produciendo un tierno sonido húmedo y mis labios dejaran escapar su pequeño mástil. Entonces se lanzó a mi cara y ya no intentaba besarme, simplemente lamía dentro y fuera mi boca, completamente llevado por el deseo de su primer orgasmo. Luego de unos segundos, se reclinó sobre y al notarlo, me recosté en el sofá haciendo que su cuerpo quedara sobre el mío. Su respiración era tan agitada como si hubiese corrido una maratón.
Sin darnos cuenta, la noche había caído. Una vez Dani que se recuperó, lo cubrí con su bata de pijama para evitar que el frío de la noche le produjera algún resfriado. Preparé leche tibia para ambos y nos fuimos a nuestra habitación. Yo seguía completamente desnudo, pues como ya dije, las noches de verano suelen ser cálidas.
- Es momento de darnos un baño, ¿No crees? – Le dije, al notar que se había bebido su leche.
- ¿Podemos saltarnos el baño por hoy? – Preguntó él.
- Pero ya serían 3 días sin que yo me ducho y 2 para ti. Olemos fatal. – Dije riendo.
- ¡Por favor! Me gusta mucho como olemos. – Dijo él, rogando.
Obviamente, no me pude resistir a sus peticiones y accedí a saltarnos el baño nuevamente. Dani se quitó la bata rápidamente y saltó a mi cama, con la intención de pegarse a mi cuerpo para dormir. Rodeé su desnudez con la mía, al tiempo que rodeó mi cintura con sus delgadas piernitas y comenzamos a besarnos apasionadamente. Tal como las veces anteriores, nuestras bocas se fusionaban en los besos más jugosamente mojadas pudieran existir. Nuestras lenguas batallaban por supremacía, mientras jugábamos a intercambiar salivas. Succionar su lengua y labios dentro de mi boca era como chupar un mango, con la diferencia de que esto era mucho más dulce y placentero. Al tener sus piernas rodeando mi cintura, me daba espacio perfecto para juguetear con mi dedo húmedo en la entrada de su ano. De tanto en tanto volvía a chupar mi dedo tanto para humedecerlo, como para saborear la esencia de sudor y saliva cálida que se mezclaba en su culito. Más pronto que tarde, Dani estuvo profundamente dormido en mis brazos.
Había sido el puto mejor día de mi vida y claramente, me estaba enamorando perdidamente de mi hermanito menor en formas que la sociedad jamás comprendería.
PD: Gracias por continuar leyendo mi historia, me encanta relatar todo esto. Sigo leyendo sus comentarios por si disfrutan o si se masturban con el relato jeje Lov3sick
Esta historia me tiene enganchado
Me encanta la forma que tienes de relatar, estoy enganchado a tu historia.
Esta historia me tiene muy enganchado, haces que me ponga muy caliente cada ves que la leo.
Como sigue?
Me encanta la historia….
Recuerdo fugazmente cuando me inicié con mis hermanitos.
Espero ansiosamente la próxima parte.
me gustaria escucharlo