Cierto grado de perversidad II.
Por fin llegó el día que tanto esperaba, ni siquiera recordé lo grande del pago. .
Pasaban los días y mi pareja, Marga, no contestaba a mi propuesta de reconocer a la beba por nacer de su nieta y como retribución a mi buen accionar yo me iba a coger a la chiquilina, pero para que no haya malentendidos, ni cosas oscuras u opacas, Marga debía participar en esa relación o, al menos, estar con nosotros en la habitación mirando la escena. Y, básicamente, sin ropa.
Un domingo por la mañana que decidimos ir a comer afuera, nos llegamos hasta una cantina en donde se comen muy buenas pastas, nos sentamos a la mesa y ella me dijo:
-Acepto la propuesta.
-¿Si? Dije entusiasmado. ¿Tal como yo te la pedí?
-Sí, me respondió, tal como me la pediste.
-Mirá que te quiero con todo en esa situación, no quiero medias tintas, o es todo o es nada. Yo te lo día a pensar. No quiero reproches luego. Dije enfáticamente.
-Con todo mi amor. Me respondió con una sonrisa pícara.
-¿Y cuándo le vas a decir a tu nieta?
-Mañana, me respondió y preguntó: ¿para cuándo querés que lo hagamos?
-Para cuando ustedes decidan, yo estoy a disposición de mis “chicas”.
-Sos un buen hijo de puta vos también. Halagame la oreja, que me gusta. Y mentime.
-Nunca te he mentido, ¿acaso no te cojo con todo cada vez que lo hacemos y lo hacemos bastante seguido porque vos sos bien putita?
-Sí, mi amor, me respondió, es que me gusta la pija.
-¿Cualquiera? ¿Pregunté con azoramiento? Buen cornudo debo ser.
-No, mi bebé, me gusta la tuya.
Terminamos de almorzar y nos volvimos a casa, vimos una película y nos fuimos a dormir. Al día siguiente cuando volví de trabajar, a eso de las dos de la tarde, Marga me dijo que se iba de la nieta. Nos dimos un beso apasionado y le di dos palmadas en ese hermoso ojete que tiene. Ella me miró y me dijo:
-Ahora vas a tener otro culo donde ponerla.
-¿Tu nieta te confesó que entrega el culo? Pregunté con alegría incontenible.
-No, no me lo dijo, pero con lo que me contó estoy casi seguro.
-Tan putona como vos la baby. Chau, dije con una sonrisa.
-Chau, me respondió.
Marga se fue caminando a la casa de su nieta, la casa está bastante cerca, unas siete cuadras. Llegó a la casa de Antonia, ingresó y se puso a chalar de varios temas relacionados con el embarazo. Hasta que tuvo que encarar el tema.
-¿Vos me dijiste, Antonia, que querías que Daniel le diera su apellido a tu hija cuando nazca. ¿Verdad?
-Así es abuela, porque no quiero que tenga tu apellido ni el del abuelo. Quiero uno distinto
-Te voy a decir lo que me dijo Daniel, no pongo aquí ninguna palabra que sea mía.
-¿Qué te dijo?, respondió la joven.
-Yo le conté todo lo que vos me dijiste y me respondió qué él no te había cogido y que, si querías y yo le daba permiso, y vos te avenías, te quiere coger.
-Pero por supuesto, si vos no te enojas, por cierto, dijo la adolescente. Me encantaría.
-Pero hay una condición, dijo Marga.
-¿Cuál? Dijo la jovencita.
-Quiere que yo esté presente cuando ustedes lo estén haciendo y que si quero yo también participe. ¿Qué me decís? ¿No te da apuro que estemos desnudas y teniendo relaciones sexuales las dos que somos familia?
-Para nada, dijo Antonia, no hay nada que pueda excitarme más que eso. Me encantaría que hagamos un buen trío.
-Mirá que yo no soy lesbiana, afirmó Marga.
-Mmmmm, eso lo veremos cuando estemos los tres. ¿Adónde lo hacemos y cuándo? Con indisimulada calentura preguntó la pendejita golosa e insaciable.
-¿Si querés esta noche?
-Por supuesto que quiero, dijo Antonia. No me puedo perder de cogerme a tu macho, porque si vos estás con él, es porque debe ser muy bueno en la cama.
-Mocosa insolente, callate la boca. Y esta noche te esperamos en casa a eso de las nueve.
-Ahí voy a estar. No te quepan dudas. Preparate abu para una noche de placer, delirio y lujuria.
-Te dije que te calles, la amonestó Marga, sos una irreverente de mierda pendeja. ¿A quién saliste tan puta?, preguntó Marga.
-Hay antecedentes familiares por lo que me he enterado. Chau abu, nos vemos más tarde.
-Chau, respondió Marga.
Entrada la tarde y casi yéndose para darle paso a la noche a eso de las 9 sonó el timbre de casa. Marga fue a atender y esa su nieta que estaba vestida para matar. Con un vestido negro, ajustado al cuerpo que marcaba su prominente vientre, sus enormes tetas llenas de leche materna y los contornos eróticos de sus glúteos. Estaba con un maquillaje que la hacía aún más intrigante, con un perfume de prostituta cara y uno zapatos de tacones negros y brillosos que estiraban su figura hasta hacer muy deseable. Quedé casi pasmado de verla, ya comenzaba a cosquillearme el perineo, momento en que me doy cuenta que ya estoy listo para una noche de fuego sexual.
-Hola, le dije.
Se arrimó y me dio un hermoso beso de lengua, mientras Marga miraba casi azorada, le tomé la mano y le dije al oído que se quedara tranquila, que esto iba a resultar muy caliente y sucio. A ella le brillaron los ojos. En el fondo, Marga también destila un putismo similar al de su nieta. No es ninguna santita. Quizá por eso es que me quedé con ella.
-Vayan para la habitación y espérenme en bolas ambas. Las quiero ver tal como son. Así fue que ocurrió. Marga y Antonia fueron hacia el cuarto, la nena comenzó a desnudarse y ya estaba totalmente en bolas cuando Marga estaba recién en bombacha y corpiño. Antonia fue y le desabrochó el sostén y luego le bajó la bombacha y se la quitó completamente.
-Abuela, le dijo con una sonrisa, que buena cantidad de pendejos tenés, tu monte está poblado de arbusto tupido.
-No me hagas sonrojar, le contestó Marga, al tiempo que Antonia le dio un beso en la boca y comenzó a tocarles las tetas.
-¿Qué hacés?, dijo Marga, déjate de joder y cogé con Daniel.
A continuación de esa frase, la adolescente comenzó a hurgar en su agujero vaginal, Marga se estremeció, aclarándole que no era lesbiana, pero no dejaba de gozar con los dedos rápidos de Antonia en su concha ya mojada. En ese momento legué, abrí la puerta, ambas me miraron sin decirme nada y continuaron con sus juegos eróticos como si yo no estuviera. Marga se recostó sobre la cama con los pies apoyados en el piso y dejó que su nieta, arrodillada sobre la alfombra, comenzaraa lamer su concha mientras se movía lentamente y emitía unos sonidos en bajo volumen de placer infinito.
Yo ya estaba listo para la acción, por tanto, me puse detrás de Antonia que se guía con su tarea, le coloqué la verga en la concha y comencé a realizar ese vaivén desde adentro hacia afuera mientras la nena gozaba como una buena puta, pero no dejaba de lamer la vagina de mi mujer. Me salí del cuerpo de Antonia y comencé a lamer su concha y su culo, no podía parar, me llamaban la atención esos agujeros jóvenes que nunca antes había tenido a mi merced. Mientras Marga, se levantó lentamente y se sentó en un sillón que estaba en uno de los rincones de la habitación, terminé con esa faena, tomé de la cintura a la joven la coloqué sobre la cama en cuatro patas y me subí para darle por detrás.
-Mirá como le gusta la pija a tú nieta, amor, le dije a Marga que comenzaba a frotar su clítoris para saciar su calentura.
Me encanta ver a mi mujer masturbarse, cerrar los ojos, abrir las piernas, dejar su ranura a la vista y su dedo medio acariciando su botoncito que se inflama de lujuria y pasión.
-¿Entregaste el culo ya nena?, pregunté con firmeza a la pendeja que no dejaba de gozar y moverse como una víbora enojada.
-Si, por supuesto, me gusta mucho que me la pongas en el culo, cuando me la metas, al minuto, seguro que me acabo, me acabo mucho por el culo.
Me aclaró la jovencita preñada, mientras sacaba la verga de su concha y comenzaba a metérsela en el culo, cosa que ocurrió muy rápidamente, estaba toda dilatada la pendeja, al tiempo que no dejaba de acariciar su hermoso vientre, una de mis fantasías se estaba cumpliendo: cogerme a una mujer preñada por otro hombre. Ese abdomen inflado de ocho meses de gestación me ponía aún más degenerado y perverso.
-Lo tenés dilatado, le dijo con asombro.
-Sí, ¿no sabés cuantas veces me rompieron el orto?
-¿Muchas?, pregunté.
-Siempre que me cogen doy el culo. Acabo casi la misma cantidad de veces que por adelante.
En ese momento Marga dejó el sillón, se arrimó hasta nosotros mientras yo la miré y le señalé que estaba dentro del ojete de su nieta, ella me dijo con voz suave:
-Dame la pija que la quiero chupar.
-Vas a saborear los jugos de tu nietita, le dije con sordidez.
-Quiero saborear esos jugos… me dijo y se agachó…
Inmediatamente le puse la pija en la boca y comenzó a chuparme como era su costumbre, con ciertos movimientos de la mano y de su lengua que me resultaría difícil describir con palabras exactas que dieran verdadera cuenta del placer que me proporcionaba. A todo esto, Antonia se sentó al lado nuestro, sobre la cama y comenzó a mirar la escena, al tiempo que de cuando en cuando me acariciaba los pezones, que tenía erectos de la calentura y me sacaba la lengua para que se la comiera con mi boca.
Puse a las dos mujeres al borde de la cama, arrodilladas para colocarle la verga un rato a cada una, era una cosa que no podía creer, entraba en una y en otra vagina, mi pene estaba a punto de explotar y para que no se quejaran cuando comenzó a manar el esperma de mi verga, le deposité un poco a cada una, mientras que otra parte cayó sobre la alfombra.
Quedé exhausto, las chicas comenzaron a reír y no se les notaba cansancio alguno, a pesar de haber acabado varias veces cada una de ellas.
La familia de mi pareja tiene varios componentes, básicamente su hermana, Rosaura, que es la madre de Antonia, lo que había ocurrido tenía que quedar entre nosotros tres. No iba a ser cuestión que un rato de gozo alocado y con una gran depravación de parte de los tres, tuviera consecuencias indeseables.
CONTINUARÁ
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