COLALES´S STORIES.3 COLALESS MULTICOLORES ME DAN PENES POR MONTONES
La fijacion fetichista de usar colaless para ser cogido como hembra caliente, me produce adicción al punto de no poder llegar al orgasmo sin esa diminuta y sensual prenda íntima femenina.
COMO ENTREGAR EL CULO SIN REMORDIMIENTOS Y SIN MORDER ALMOHADAS
La fijación fetichista de usar colaless para ser cogido como hembra caliente, me produce adicción al punto de no poder llegar al orgasmo sin esa diminuta y sensual prenda íntima femenina.
De hecho, me permitiré describir las sensaciones que me produce el deslizar por entre mis nalgas el hilo de seda de un colaless. Aparto mis nalgas y deslizo la prenda hasta que toca la abertura de mi ardiente ano. Se abre y recibe el beso de tela y con fruición lo anida dentro. Una ola de calor sube desde mi raja y me invade el resto del cuerpo. Mi rostro enrojece. El corazón galopa encabritado. Las imágenes que desfilan por mi mente son producto de múltiples cogidas realizadas y otras tantas, deseadas o imaginadas en momentos de lujuria desatada.
Una serie de imágenes y recuerdos se agolpan en sucesión.
-¡Allá el nuco Felo!-. Grita uno de mis amigos. Le instamos a bajar la voz.
-Sigámoslo, cabros, pero sin que se dé cuenta.
Nos introdujimos en unos matorrales cerca de la línea férrea. Vimos como un grupo de varios muchachones lo seguía. Felo caminaba lenta y sensualmente cruzando las piernas de modo que sus muslos se rozaban y su trasero se movía de un lado a otro con la cadencia femenina un poco exagerada. Nosotros seguíamos ese contorneo con los ojos muy abiertos y con indicios de que nuestras vergas empezaban a despertar.
Felo se perdió entre los arbustos que crecían a la orilla del río. Los muchachones se fueron tras de su presa. Sabíamos exactamente lo que le harían. Y seríamos los espectadores de esa orgía.
Cuando tuvimos la visión despejada, pudimos ver como el más alto de todos se acercaba y de un manotazo lo hacía hincarse y quedar a la altura de su verga. La sacó y se la dio a mamar al maricón Felo. La engulló hasta que se perdió dentro de su boca.
Detrás de él los otros tres se desprendían de sus pantalones y sacaban sus húmedas y erectas vergas que masturbaban con entusiasmo.
El muchachón que era mamado, hizo que el sujeto se pusiera en cuatro y de un solo envión le metió la verga en el trabajado y mil veces culiado poto del Felo. Uno a uno, los restantes se turnaban para que les mamara la pichula. Uno a uno, también fueron descargando su leche grumosa en el rostro, la melena y el torso del sujeto.
De pronto, mientras observábamos la escena con mucha excitación, siento algo extraño que se desliza por entre mi pantalón y mis ropas. Me doy vuelta, y Vicho me hace un gesto de que me quede callado. Con extrañeza, abro los ojos y luego me quedo quieto. Supuestamente seguíamos mirando interesados en lo que ocurría enfrente de nostros. Sin embargo, mi interés había decaído en la observación y me concentraba en sentir lo que Vicho me estaba a punto de hacer. Un dedo se deslizó por la abertura de mi culo y lentamente se fue introduciendo cada vez más adentro. Mi ano lo recibñia sin el menor rechazo. Empecé a sentir que una oleada caliente de deseos me poseía. Inconscientemente, empecé a abrir y cerrar el esfínter alrededor del intruso.
-¿Te gusta, rico?. Ese trato se le daba a los maricones para reflejar lo bien que se pasaba cuando un activo lo cogía.
Moví la cabeza afirmativamente. Otro dedo y sentí lo delicioso de esa intrusión no esperada.
-¿Querís más? Nuevamente asentí sin palabras. Pero ahora se me salió un gemido. Y luego del tercer dedo un suspiro se me escapó.
-¡Espérate y verás que te vas a sentir mejor que el Felo! Junto con decirlo me desprende el pantalón. A su vista queda el colaless blanco que habia sacado del cesto de la ropa sucia de mi hermana.
-¡Cabros, acá tenemos a nuestra putita!
De la escena que nos había reunido ya no supimos más porque lo que ocurrió fue que me desprendieron de todas mis ropas, pero me aferré al colaless e impedía que me lo sacaran, intentando defenderme de la inminente violación que ese grupo me daría aunque ya se había establecido el consentimiento cuando junto con aferrarme al colaless blanco me puse en cuatro con el culo apuntado a lo alto.
El primero en meterme su verga fue el huaso cuya verga era tan monstruosa que solo se la aguantaba su yegua y una burra para quienes era normal. Pero mi culo aún estaba en período de marcha blanca. A pesar de que el cura ya había abierto el portal, su verga aunque grande para mi juvenil agujero, no se comparaba con las vaginas animales.
Un intenso dolor precedió a la sola introducción de la punta del pene. Cuando el glande logró abrirse paso, creí que me desmayaría. Pero aún faltaban los dos tercios de esa monstruosa herramienta.
-¡Afírmenlo, cabros! Varias manos me sujetaron y uno de ellos me dio un trozo de rama para morder,
El asalto final vino con una fuerza descomunal y mi culo se rasgó o eso creí que había ocurrido.
Un OH se escuchó: ¡Se lo tragó todo!
En efecto la verga del huaso que solo cogía vaginas de yeguas y burras había entrado hasta el final.
El colaless blanco rodeaba el vello púbico y lucía unas gotas rojas del intenso esfuerzo anal.
Soy Juan, la Loca. Mi email [email protected].
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Por error involuntario aparece Juan dónde debe decir Juana.