COMO HICE DE MI PRIMITO UNA PUTITA TRAV
Seguramente ya me ubican como Juana, la Loca. Y realmente me he convertido en esta putita travestida que gusta del sexo anal desde que la iniciaron con poco rechazo de mi parte, más bien deseando ardientemente ser usada por el culo. Pero ello incluyó iniciar a otros como yo en la adicción a este ti.
Si hiciéramos una apología del sexo anal indistintamente de varones con varones o estos con hembras, descubriríamos las ventajas que adquiere y la raigambre en épocas anteriores. ¿O cómo creen ustedes que se las arreglaban los marinos en sus largos viajes alrededor del mundo? ¿O los recluidos en las prisiones? Sabido es que los piratas usaban un aro en la oreja izquierda o derecha. Una de esas era la señal que distinguía a pasivos de activos. De modo que en la nave ya se sabìa cómo debían aparearse sin necesidad de preguntas o rituales propiciatorios. Una pinta de ron y pantalones abajo. El activo recibía la mamada previa y el pasivo su ración de verga por culo con la consabida descarga de grumoso semen. Y todos felices. Solo el capitán tenía el privilegio de trasgredir dicha norma y culiar o dejarse culiar de acuerdo con la preferencia del momento.
Cuando se triunfaba en una batalla campal, el castigo lo recibían los activos y no los pasivos. Para estos últimos ser sodomizados era un juego de niños prestarse a ser usados como hembras. No, por cierto, los piratas triunfadores se dedicaban a sodomizar a los machos activos vencidos y después de estas batallas perdidas muchos de ellos decidieron cambiar de oreja su aro y transformarse en hembritas tiernas que abren sus nalgas al que quiera usarlas.
Mi desvirgada anal me llevó incursionar en aquellos amigos que lucían traseros de chica y uno de ellos era Lalo. Le decíamos Lalito. Era un crío blanco, gordito de nalgas prominentes y tentadoras que yo me dispuse a realizar los primeros intentos con la maestría adquirida por el cura que empezó toqueteándome las nalgas y acercándose poco a poco a mi entrada que palpitaba abriendo y cerrando sus labios a la espera del roce de un dedo que anunciaba lo que seguiría.
Lalito fue sometido a esas caricias. Lo senté en mis rodillas y los punzaba con mi verga dura a través de los pantalones, mientras deslizaba mi mano para palpar esos cachetes incitadores. Le metí un dedo y Lalito se rio.
-¿Te gusta? Le pregunté, a lo que él asintió moviendo su cabeza y su culo.
Acto seguido, procedí a desprender sus pantalones y sentarlo directamente en mi dura pichula. El crío se revolvió un poco, incómodo al principio, pero cuando mi carne lo penetró a través sus nalgas, su rosado hoyito se abrió para recibirlo entero.
Después de eso, mi hermano y un vecino se lo culiaban por turnos y se hizo costumbre de que su mamá le diera permiso para ir a “jugar” a nuestra casa. Su hermano mayor lo dejaba ir solo y se sentía aliviado de no tener que cuidarlo.
Esos juegos duraron hasta el momento en que llegaron las vacaciones de verano y como siempre viajamos al sur a visitar la casa de mis abuelos.
Allá me encontré con mis primos y las actividades comunes eran las cabalgatas en los caballos de los tíos y los juegos de fútbol en el estadio. Las visitas a la playa entre otras muchas.
En el fondo del patio de la casa de mis abuelos había un pozo negro en que se instalaba un asiento de madera pon un orificia para dejar el trasero listo para la descarga de materia fecal.
Allá íbamos más por curiosidad que por necesidad. Nos gustaba comer frutos verdes que nos provocaban diarreas que se convertían solo en pujos.
Mi primo Carlitos era mi objetivo a sodomizar. Era flaquito y muy blanco. Su trasero eran dos nalguitas menudas y un hoyito pequeño. Yo empecé por ofrecerle dulces si se sentaba a potito desnudo en mi verga dura. Claro que sin penetrarlo. Era muy asiduo ya a esa actividad homosexual que él no asociaba a ninguna desviación. Lo hacía de manera ingenua y solo como parte de un juego.
Juego que por supuesto tenía un final que era poseerlo y quitarle la virginidad a toda costa de ese culito pequeño y tentador.
Una tarde encontramos abierto el baño de los adultos y nos encerramos juntos a practicar lo que estábamos habituados a hacer. Solo que esta vez se me ocurrió enjabonar su culito y mi pico. Apunté a su hoyito lubricado con el jabón y empujé sin medir la fuerza.
Un grito acompañó a la penetración total de mi pichula en su tierno culito virgen que dejó de serlo. Lloró mucho y me recriminaba haberle hecho eso que tanto dolor le causó. Lo significativo es que no hubo sangre, sino solo el dolor del ingreso en el canal que solo se abría para la salida y que ahora había sido utilizado en contra mano.
Demás está decir que él no quiso nunca más aceptar ninguna ofrenda de dinero o dulces por su culito. Entonces se me ocurrió llevar la seducción por otro lado. Le dije que para que estuviera mos a mano, me culiara él y que yo me dejaría penetrar por su pichulita.
Evidentemente, no tenía otro propósito que ganarme su confianza y decirle que la segunda vez ya no le dolería, porque ya estaba abierto como lo estaba ahora yo después de que el cura me cogió con su enorme verga que sí me quitó con dolor y sangre mi virginidad.
Nos fuimos a una de las piezas de alojados de la casa y cerré con pestillo la puerta. Me puse doblado sobre una de las camas y me bajé los pantalones. Carlitos se sacó su verguita y se dirigió a clavarla directo en mi culo.
Pero ese momento en que mi primito penetraría por primera vez un poto se malogró por una de las empleadas que nos conminó a gritos a salir de la pieza con la amenaza de acusarnos por encerrarnos.
Salimos después de subirnos los pantalones. Y decirle que no estábamos haciendo nada malo, solo jugando a las escondidas. A lo que ella replicó que había otros lugares donde jugar y que a las piezas teníamos prohibido entrar.
Así culminó mi intento de convertir a mi primito en mi putita de ese verano. Se vino abajo todo los planeado y solo queda fantasear como habría sido si me hubiera culiado y luego él se dejara ser culiado con gusto y supiera del placer anal..
Ese año fue el último de vacaciones en el sur.
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Este relato es de hechos reales que de verdad ocurrieron,! Me excita recordarlos y estaba muy caliente escribiéndolos. Fui mi sorpresa de esta mañana que los vi publicados, me he masturbado leyéndolos. Espero que ustedes también y si no, háganme saber que es lo desean y yo buscaré como complacerlos.
Qué rico iniciaste a Lalito. Lástima que con el primo no se haya podido dar más.