COMO ME INICIE EN EL SEXO ANAL Y LO DISFRUTO.2
La decisión estaba tomada, seguiría dando mi culo a todo el que lo pida sin ocultar nada y sin rótulos ni etiquetas: la sexualidad es una y no se separa en matices o compartimentos. Se goza con mente y cuerpo y sin prejuicios. Casi podría decir que había sentido lo que es “hacer el amor” dentro del .
SIEMPRE me ha causado risa cuando los maricas se refieren al acto sexual como «hacer el amor». Yo digo que lo que hacemos los maricones, jotos, huecos… es culiar. Simplemente culiar. Es un acto que se reliza como cualquier pareja de animales que, calientes, ceden al impulso y se poseen: unos dan el culo -como yo que gozo con ello- o usan el duro pene para taladrar los anos predispuestos a ser perforados y preñados. No hay ningún placer que se le compare cuando después de un vertiginoso metesaca llega la culminación que implica que el pene se ensancha y se prepara como un verdadero cañón y dispara su carga húmeda y caliente. Y se sienten esos disparos con las últimas arremetidas. Después el ano se relaja y deja salir goterones de grumosa materia o «semilla» como a ello se refieren las antiguas referencias al semen, o simplemente moco para nosotros que somos más zafadas.
COMIENDOME MI ANO INFANTIL
Sé que les gusta mucho el tema de la relación inicial del sexo en la niñez. Empezaré por mi experiencia más antigua y que siguió a la adicción a los enemas y objetos punzante que usaba para darme placer por el poto.
Me excita recordad que en la época de mi primera comunión alrededor de los nueve a 10 añitos me hice asiduo visitante de la iglesia. Un cura me eligió de entre los muchachitos para hacer de ayudante por me capacidad lectora. De la sacristía pasamos a su cuarto en que pronto se sentía que algo iba a ocurrir y yo estaba consciente de ello y también porque a la curiosidad inicial siguió la espectativa que alimentaba el deseo…
-Ven acá. Me decía y me abrazaba. Sentía sus brazos robustos y me entregaba con toda confianza a lo que creía que era ternura. Luego me sentaba en sus rodillas para leerme los evangelios y luego me pasaba el texto a mi y mientras lo leia, sentía sus manos recorrer mis piernas, mi cuerpo, mis nalgas… MMM mis nalgas que se abrían o cerraban al impulso de las contracciones del culo.
Y es que yo ya sabía de qué se trataba el tema entre hombres y mejor dicho de curas con chicos. En la escuela nos reuníamos junto a los que «sabían» todo aquello que nosotros ignorábamos. Entonces ya sabia lo que hacen los adultos cuando se encierran en el dormitorio y sentimos los gemidos, suspiros de la mujer y los resoplidos del varón junto con los crujidos de los lechos poco discretos.
Todavía cuando me toco las nalgas siento ese deseo irefrenable de meterme uno o dos o tres dedos en el culo y moverlos hasta que la excitación se hace cada vez más grande y se llega al clímax.
-Ah, mmmm,mmmm.
-¿Te gusta? Me decía mientras sus manos me recorrían y se acercaban a la rajita que se iba abriendo y cerrando involuntariamente.
-Mucho, padre. Mucho. Me gusta que me acaricie.
-Siente mis manos. Son conejitos que buscan una cuevita… ¿Sabes si hay una por aquí? Me decía mientras sus dedos tocaban la entrada de mi culo que palpitaba ya.
-Siiiiiií. Por ahí hay una cuevita para esos conejitos.
-¿Aquí? Y metí la punta de su dedo.
-MMMM. No hablaba ya por la excitación. Y mientras metía un dedo a fondo:
-Un conejito ya se metió. Pero los otros está afuera. ¿Los dejamos entrar?
-Yaaa.
Un segundo dedo empezaba a introducirse en mi culo que se dilataba con la excitación. Lo extraño es que no sentìa mayor dolor porque lo iba haciendo acompañado de caricias y besos en mi cuello y oreja. Me sentía transportado al cielo con esa forma de seducción.
Luego vendría un tercer dedo.
-Ahora falta el hermanito. Decía mientras los abría y cerraba.¿Está kisto para que entre el hermanito menor?
Asentía con un suspiro.
Cuatro dedos dentro de mi culo y sin dolor debido a la gradualidad de sus avances.
-Ah, pero ahora tienen que salir los conejitos para que la mamá pueda dormir tranquila. ¿Dejamos que la coneja entre a la cuevita?
El cura sacó la mano de mi culo abierto y dilatado y me puso en cuatro en su lecho y procedió a lamerme la entrada del poto. Su lengua la sentìa deslizarse, puntear, humedecer… Mi culo se abría y cerraba y la lengua entraba si salía…
El juego previo para iba en camino a la culminación.
Se sacó la sotana y quedó solo con la camiseta y sin calzoncillos. Su pene grueso apuntaba a la entrada de mi agujero y lo hundió un poco.
-¿Está lista la cuevita?
-MMMMM. Atiné a asentir.
¡Ahí va!… Lo que siguió fue un espaciado mete-saca que fue subiendo en velocidad y profundidad, mientras gemia y suspiraba. No lloraba porque la verdad es que me dolía algo sobre todo las introducciones iniciales, no era inavalidante sino excitante y resistía por el placer que sentía de ser ensartado .
Me di vuelta y lo cabalgué hasta que el semen empezó a salir de mi culo y mojar las piernas y el lecho.
El final fue después sacar su pene de mi culo mojado de semen me dixo mamarlo. El gusto de su leche entre salado y dulzón aún lo recuerdo y me calienta.
CONTINUARÁ
De verdad si les interesa esta historias coprofílicas en una próxima entrega continuaré mis aventuras anales y la secuela de anécdotas que me han generado y que compartiré con gusto.
Soy JuanaLaLoca por el sexo anal. Escriban sus comentarios o valoren acá . MI email está abierto a preguntas privadas [email protected]
Disculpen algunos errores mínimos,!pero gracias por las valoraciones. La lectura me ha excitado no solo por el recuerdo de mi culiador sacerdote sino por la narración del juego de los conejitos que buscan una cueva. Creo que servirá para que prueben y si resulta cuéntenmelo acá o a mi mail.
Seguiré con la historia de culitos infantiles. Para pasar después a las folladas duras.