COMO ME INICIÉ EN EL SEXO ANAL Y LO DISFRUTO.3.
La decisión estaba tomada, seguiría dando mi culo a todo el que lo pida sin ocultar nada y sin rótulos ni etiquetas: la sexualidad es una y no se separa en matices o compartimentos. Se goza con mente y cuerpo y sin prejuicios. Y se va ascendiendo en la escala del placer hasta los peldaños más altos.
La decisión estaba tomada, seguiría dando mi culo a todo el que lo pida sin ocultar nada y sin rótulos ni etiquetas: la sexualidad es una y no se separa en matices o compartimentos. Se goza con mente y cuerpo y sin prejuicios.
Y se va ascendiendo en la escala del placer hasta los peldaños más altos de la lujuria gatillada por mi adicción al sexo anal
Por ser buen hermano, reemplacé al perdedor y me dieron verga a piacere.
El juego del pimpón era muy popular en esa época y lo jugábamos todos los dìas en los momentos en que no había tarea escolar y tampoco en los que no había clases. Se formaban pareja para los cuartos o se hacían competencias individuales.
Un día que no había trabajo llegaron a la casa dos trabajadores de mi padre. Eran maestros constructores y eran muy cariñosos con nosotros y nos enseñaban a jugar mejor. Y por supuesto formábamos parejas con ellos. Mi hermano, con Raúl y a mì me tocaba Chelo. Mi hermano era muy apasionado y cuando perdía, se picaba y tiraba la paleta para cualquier parte. Su arma principal era la respuesta a los tiros de remache. Saltaba como un monito de feria y lograba responder sin problemas.
Era un poco quemado en los juegos. Recuerdo cuando nos deleitábamos cogiendo o intentando coger a Lalo un muchachito menor que era muy inocente o se hacía. Tenía un culito paradito y gordito. Dos nalgas blancas y un ano rosadito que todos queríamos penetrar, pero pocos lo lograban. El juego era e de las escondidas y el que se escondía con el muchachito siempre intentaba meterle el pene erecto en su rica cuevita. A mí me buscaba y siempre quería esconderse conmigo. Pero no era posible que asi fuera, entonces todos negociaban conmigo quien se escondería con Lalito. Gané muchas canicas, estampas y otros tesoros de esa época.
Mi hermano se escondió con Lalito después de prometerme parte de su mesada dominical para comprar un helado. Pero cuando estaba en lo mejor, ya le tenía su pene entre las nalguitas del chico, apareció nuestra madre y los reprendió.
Mi bro se retiró rápidamente y se acomodó las ropas suyas y las del chico.
-¿Qué hacen? Les dijo mi madre.
-Le estaba diciendo un secreto a Lalo. Así explicaba que lo tuviera de espaldas abrazado de la cintura y la boca pegada en su oreja en el preámbulo de la introducción del pene en el palpitante y seductor hoyito que tantos deseos nos despertaba
La primera vez que me escondì con él, Lalito, se puso a mi lado y se fue conmigo de la mano y ubicamos un sector detrás de la lavandería que se usaba para guardar cachureos. Cuando llegamos, Lalito restregó su potito contra mi verga que rápidamente se puso tiesa como si fuera un fierro.
Le metí la mano por entre los pantalones y le sobé sus nalguitas. Lalito emitía unos suspiritos de mina que me calentaban demasiado. Rápidamente le desprendí el pantalon y vi que no llevaba calzoncillos asì que me ofrecio su potito desnudo y de muy rico olor a limpio y jabón. Le abrí las nalgas y le miré su rosadito agujero. Lucía como una boca de labios húmedos y abiertos. Era evidente que Lalito ya no era virgen y alguien había hecho el trabajo previo que me tocaría disfrutar. No pude resistir la tentación y empecé por darle una mamada de culito que lo hizo gemir de placer.
-Ay, qué rico, JuanLucho. Me gusta.Seguí comiéndole el culito con besos apasionados y punteos de lengua acompañados de suaves nalgadas.
-¿Te gusta, Lalito?
-Ay, sí me gusta mucho eso.
– Y te va a gustar más lo que te voy a hacer.
-¿Qué vas a hacerme, JuanLucho? ¿Me va a gustar o me va a doler?
Le metí un dedo ensalivado y reclamó, pero se dejó penetrar. Se revolvió un poco y se quedó quietecito. Solo su respiración se oía.
Depués de un rato, ya movía el culito como una mujercita.
Pero ya nos habían pillado, así que el juego se interrumpió y dejé todo para la oportunidad de un juego nuevo-
Esa vez nos entrenaban para competir en un concurso que habían abierto los chicos mayores y en la categoría nuestra, intermedia, se hacían apuestas que eran el incentivo para participar. Unos premio eran en dinero, pero otras apuestas eran más secretas y no se ventilaban en público. Las parejas eran sorteadas e intervenía el azar. Me favoreció la suerte y me tocó con uno de los mejores en este deporte.
A mi hermano, sin embargo, le tocó un compañero muy conflictivo y pendenciero que todos rehuían.
Y él precisamente fue el que propuso la apuesta. Habría tres etapas y cada una de ellas se determinaba el par ganador y el par perdedor.
La primera ronda fue muy reñida y estuvimos disputando sin poder establecer la ventaja. Cuando parecía que una pareja ganaba, la otra empataba y debían jugarse dos puntos más. Así fue entrando la noche y ya el sol se había puesto y a nosotros ya nos tocaba irnos a la casa.
Así que propusimos un último set a cinco puntos. El partner de mi hermano se acercó al mio y le susurró por lo bajo, la apuesta.
Mi compañero me dijo que había que esmerarse en ganar porque la apuesta se venía fuerte.
¿Y qué se juega? Pregunté, intrigado.
-Bueno, se debe elegir un juez y él recogerá las apuestas y decidirá al ganador y lo que deberá pagar el par perdedor.
Así después de un apretado y disputado set mi compañero y yo fuimos los vencedores.
El juez extrajo de su bolsillo las papeletas de las apuestas. Por supuesto se debería cumplir solo la del ganador y la del par perdedor ya no tenía ningún sentido leer.
El texto de la apuesta decía:
Los perdedores deberán pasar por un callejón de cinco varones por lado y alternativamente deberá mamar a uno mientras el otro lo encula y deberán intercambiar posición, asì el mamado ahora era el que penetraba y así hasta terminar la decena de culiadas y mamadas.
Cuando supo, mi hermano rompió a llorar. Evidentemente no estaba preparado para ser pasiv, ya que solo había sido activo.
Me dirigí al juez y le propuse el cambio para evitar que mi hermano tuviera que pasar por eso.
El juez, hurgó entre los papeles de apuestas anteriores y dictaminó que era aceptable siempre que diera otra vuelta una vez llegado al final debía volver hasta el principio.
Cumplir la sentencia después de la orden del juez. Me dispuse a iniciar con la primera pareja. Me desprendí de mis pantalones y sin calzoncillo le ofrecí el culo al primero mientras al otro me dispuse a mamarle la verga.
Al llegar a la segunda pareja, mi culo ya había recibido dos descargas de semen y la segunda pareja me tuvo que batir la leche que ya después al pasar a la tercera pareje se derramaba desde mi culo hacia mis piernas.
De la cuarta pareja, solo recibí la descarga de semen de uno de ellos, porque el otro lo hizo en mi garganta.
La quinta pareja se dio maña para derramar su leche caliente tanto en mi boca como en mi culo. Me dejaron completamente empapado y chorreado de semen mis nalgas, mis muslos… Esta última pareja se dio tiempo, porque esa era su ùnica vez que me tendrían a su disposición.
La cuarta pareja se recobró y me propinó dos acabadas en mi culo abierto y encharcado.
Al concluir, la pareja inicial solo se limitó a ser mamados y encularme sin derramar semen.
MI hermano quedó agradecido de mi «sacrificio». La verdad es que disfruté todo ese festín de vergas por la garganta y el culo.
Mis inicios en el sexo anal con disfrute y deleite continuaban. Y seguirán conociendo ustedes mis andanzas como la historia de Lalito, mi primito y los juegos infantiles…
Soy JuanaLaLoca y mi email para consultas privadas [email protected]
Valoren acá o dejen sus comentarios que me ayudarán a continuar esta deliciosa tarea que llena de morbo llega a ustedes.
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