CÓMO ME INICIÉ EN EL SEXO ANAL Y LO DISRUTO 4
La decisión estaba tomada, seguiría dando mi culo a todo el que lo pida sin ocultar nada y sin rótulos ni etiquetas: la sexualidad es una y no se separa en matices o compartimentos. Se goza con mente y cuerpo y sin prejuicios. Y se va ascendiendo en la escala del placer hasta los peldaños más altos .
Seguiré con el relato de mis correrías y andanzas después de que asumí que tenía una adicción y por supuesto no hay una asociación para curar esta afición desmedida al culo y el ejercicio de la sexualidad por esa parte especial de la anatomía.
AAA= AnónimosAdictosAnales podría ser esta réplica a la que acoge a los alcohólicos en su esfuerzo por redimirse y evitar esa dañina y destructiva afición a ponerle del tinto y del otro. Pero esta asociación sería para compartir todo aquello relativo al sexo anal. Empecé mis relatos con el placer que se me despertó con la costumbre de mi madre de curar mi estreñimiento que, como todos sabemos, solo es problema de la mala alimentación y no es recomendable utilizar en demasía el enema.
Voy a retomar el juego de las escondidas con Lalo, el muñequito que era nuestro quitapajas y nos dejaba usar su culito para cuando ese juego nos permitiera hacerlo en el tiempo que dura.
Ya relaté como la primera vez fue el muchachito quien me arrastró y me indujo a darle por el culito tan delicioso y ya bastante trabajado. Ya dije que nuestro grupo lo tenía para deslecharnos cada vez que nos tocaba estar en algún lugar oscuro o apartado. Lo malo de mi primera vez fue que no tuve tiempo de completar la maniobra así que reuní a todos los integrantes del grupo del cual era su líder natural. No porque fuera el más fuerte, sino el que mejor leía las necesidades de los demás y daba en el clavo con lo que deseaban. Y todos querían cogerse al chico sin tener que suspender la acción en desarrollo.
Hicimos un pacto. Cada vez que alguien se escondiera con Lalo, recibiría n tiempo extra para que pudiera concretar la cogida. El más feliz con esta decisión, fue Lalo que pudo recibir tarea completa y su rajita pudo retirase con la lechita desbordando de sus nalgas y chorreando por sus piernitas de mujercita.
De modo que la segunda vez que me escondí con Lalo ya iba con una erección que me levantaba el pantalón.
-¡Yo quiero eso que tienes ahí! Me dijo dándome un manotazo en mi verga dura.
-Ya, calma, ya tendrás esto que guardo para ti.
-¿Me lo darás todo ahora?
-Si, ahora si te lo daré todo, Pero antes tienes que hacer algo que te diré cuando estemos escondidos
-Dime ahora.
-No, ahora no.
El tema que me preocupaba era averiguar quien fue el iniciador de Lalito y le rompió el virgo, pero no para reprocharle sino para agradecerle que lo hiciera de tal manera que el crío siguió permitiendo que lo culiaran sin dolor, pena ni culpa, sino alegremente.
En casa de Lalo vivía su hermano mayor que él por varios años. Lalito fue el resultado de un parto en edad tardía. El hermano ya se había ido a estudiar afuera. Por tanto, no pudo haber sido él. Quedaba la duda de quién, pero también de cuándo ocurrió todo aquello.
El vecindario era archiconocido y nadie sospechoso frecuentaba la casa del muchachito.
De pronto, una idea se me ocurrió con fuerza. Osvaldo se preparaba para la primera comunión y como todos, asistía a las jornadas de preparación. Me recordó mi primera comunión y también la primera vez en que me hicieron sentir lo que debe haber experimentado Lalo. La seducción y la posterior consumación de la enculada que, gradualmente, iba preparándome para recibir la verga, de seguro es lo que le pasó a nuestro amiguito.
Con esa teoría, solo era cosa de seguir sus pasos y descubriríamos al sacerdote que oficiaba de rompe virgos en esa época.
-¿Dime, Lalito? ¿Quién te ha hecho cosita por acá? Le toco el culito con el dedo medio.
Lalito da un respingo y menea su culito, comprobando que ese es su botón de inicio, o reinicio de su entrega de putito. PEro después me mira con cara de enojo:
-¡Nadie! Bueno, tú pu y los cabros que me hacen cosita por el potito y a mí me gusta porque son todos muy cariñosos conmigo.
-¡Ya.córtala! ¡No seas mentiroso porque te va a crecer la nariz!
-Oye, si te digo la verdad. No miento… Le doy una bofetada retenida. El crío se pone a chillar. LO agarro y le tapo la boca.
-¡De aquí no saldrás hasta que me digas la verdad! Y te daré una bofetada cada vez que mientas.
-¡Si no mien.. (ahí le di otra cachetada)… to!
-¿Fue el padre Freddy el que te lo metió por primera vez? Y dime la verdad o esta vez te daré un puñete en el hocico por mentiroso.
-Sí, pero nadie puede saberlo, porque al padre Freddy lo llevarán los pacos y lo meterán a la cárcel…
-Ah, bueno pero yo no le diré a nadie…
-Sí, pu. Si no a mí el padre Freddy no me va a querer más y no me dará más santitos ni higos y nueces, que me gustan tanto.
El cabrón había seguido la misma técnica que el padre Sernino usó conmigo. Ahora mi plan sería poner al padre Freddy en mis manos para darle de su propio chocolate.
-Esto es lo que vamos a hacer. Le expliqué a Lalo que él me ayudaría en este plan diabólico.
-Pero ahora chúpame la verga. El crío se agachó y me agarró la pichula y se la metió hasta donde le daba su boquita de labios rosaditos y lengua juguetona. Mientras me chupaba, le metí primero un dedo. Se revolvió y me puso cara de enojo.
-¡Sigue chupando! Le ordené enérgicamente. El chico siguió. Le dejé caer el segundo y luego el tercer dedo y empecé a abrirlos en abanico dentro de su culo que se resistía, pero ya acostumbrado a ser culiado por la verga adulta del padre Freddy, se dejaba hacer y el muchachito empezó a moverse como si fuera Shakira con movimientos cadenciosos y excitantes. No me demoré mucho en llenarle la boca con mi espesa leche de varios días sin coger ni masturbarme.
-MMMM ¡qué rica tu leche, JuanLuis!
Esperé un par de minutos y con la calentura que traía fruto del maquiavélico plan que mi mente afiebrada trazaba, volvió ponerse erecto y firme mi chuto.
-¡Ponte en cuatro! El crío se puso en cuatro y apunté a su rosadito orificio y le clavé la verga en un solo envión que lo hizo darse un cabezazo en la pared del escondite, pero lo tenía agarrado por los hombros y lo afirmé así que solo alcanzo a tocar la muralla.
-¡AYYY! Alcanzó a gritar asustado.Un mete saca frenético y en cosa de segundo le llené ahora el culo con mi leche. Saqué el pene y con el grumoso líquido le sobajeé el culo y volvía a meterle los dedos, mientras el chico se revolcaba del goce que le daba.
-¡Dime que te hago cosas más rica que el padre Freddy!
-¡Si, tú me hace cositas más ricas que el padrecito!
Seguí pensando en lo que haría cuando el padre Freddy supiera con qué chichita se estaba curando.
CONTINUARÁ
Soy JuanaLoca y continúo con mis relatos de cómo el sexo anal es el más delicioso acto de goce en el sexo especialmente con varones de todas las edades.
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