COMPARTIENDO LA CAMA PARTE 1
Las vacaciones familiares de Jorge dejan de ser aburridas cuando le toca compartir habitación con su tío favorito. De día le da gusto a la vista pero de noche, solo hay una cama en la habitación.
El departamento era amplio y limpio, de lo mas común y corriente, con una sala de varios sillones, unos individuales y otros de varias plazas, dispuestos circularmente. Cada espacio estaba ya ocupado por un miembro del grupo.
Aquel era un club de caballeros, solo había varones presentes de todas las edades, desde jóvenes de apenas 20 años hasta señores ya entrados en sus 60, altos, bajitos, había físicos esculpidos en el gimnasio, y grandes barrigas también, un grupo bastante dispar que sin embargo contaban con algo en común en sus vidas.
Todos estaban en ropa interior.
Uno de ellos comenzó a hablar en voz alta y las miradas y oídos del resto se concentraron en el: – No estoy muy seguro de como empezar, esto nunca se lo había contado antes a nadie…bueno, ya saben como son estas cosas – trato de tranquilizar sus nervios, sentía un nudo en la garganta – Muy bien, veran…
Catorce años atrás me encontraba a mi mismo atrapado en unas vacaciones familiares que no pintaban nada bien. Mis padres no irían por primera vez, pero si mi tío, su esposa, mi tía y su hija. Yo por otro lado tenía la cabeza llena de preocupaciones por la escuela, salidas con los amigos, comics, videojuegos y las hormonas a tope. Lo último que quería era pasar un fin de semana con la familia.
Nuestro destino: la isla de Cozumel, un paraíso en el mar Caribe. Lugar correcto en el que estar, compañía equivocada. O al menos eso era lo que pensaba ya que no sabía sobre la distribución de las habitaciones: las tres chicas en un cuarto y los dos chicos en otro. Y no solo eso; debido a sobrecupo del hotel, las dos habitaciones eran de una sola cama matrimonial…
Mi tío Enrique es el hermano menor de mi madre y, como suele pasar con los tíos, me fue muy fácil tomarle cariño. Siempre me encantaba cuando nos visitaba o cuando se ponía a jugar conmigo y ese cariño no disminuyo para nada ahora que yo ya estaba más grande. Al contrario, me causaba una erección de vez en cuando recordarlo o pensar en el, aunque en aquella época casi todo lo hacía…
Tras instalarnos nos toco salir a la zona de piscinas del hotel, la cual tenía un tamaño pasmoso. Se trataba de varias piscinas que se entrelazaban de forma laberíntica entre las aéreas verdes y las zonas de las palapas.
Mientras mi prima nadaba en la zona de niños con las animadoras y se la pasaba jugando, yo me quede en uno de los camastros cubierto con una toalla, junto a mis tías que dormían. Todo por culpa de mi tío Enrique.
Enrique estaba en principio de sus treinta años. Tenía el cabello negro corto, rasgos fuertes, barba de chivo y bigote. Media 175cm y no poseía el cuerpo de un adonis con abdominales marcados, pero si tenía hombros anchos y pectorales bien formados, brazos y piernas fuertes que lo asemejaban a un toro y para colmo de males, traía puesto un traje de baño muy corto que dejaba poco a la imaginación. Solo cubría un paquete que se veía bastante macizo y jugoso coronado por un poco de pelo que corría hasta su ombligo.
Desde que vi salir a mi tío del baño con eso puesto, me fue imposible disimular la tienda de campaña en mis pantalones. Así quede condenado al camastro junto a la piscina, cubierto por una toalla y admirando a mi tío, el cual se lucia nadando de un lado a otro y charlando con otros turistas. Quizás el no era el más guapo del lugar, pero su tremenda masculinidad y el parentesco sanguíneo que teníamos conspiraban para mantener tanto mis ojos como mi miembro en el.
Anocheció y salimos a cenar, luego de ahí a la habitación a descansar. Aunque mi tío y su esposa salieron toda la noche a pasarla en el bar y a bailar, así que la habitación fue toda mía. Con toda confianza me relaje y me dispuse a husmear entre las cosas de mi tío. Me sentí enfermo al hacerlo pero debía arriesgarme.
Después de unos minutos de revisión de maletas, tras pasar las playeras y camisas me encontré con lo bueno, sus trajes de baño. Todos ellos eran tan cortos como el de la tarde, de distintos colores y estampados, inclusive uno de leopardo. Cualquiera imaginaria a un súper modelo con esos trajes diminutos y no a mi tío, se notaba que le gustaba lucir lo que tenia y a mí me encantaba de verdad. Me lo imagine con esos distintos trajes de baño, sujetando con fuerza su paquete, enmarcando sus anchas piernas y su fuerte abdomen.
Sobra decir que esa noche fue maratón de pajas. Me encantaba pajearme mientras olía esos trajes de baño o mientras me los colocaba. Me quedaban grandes de verdad pero cuando tenía la erección, me quedaban deliciosamente justos. Me fascinaba ver mi miembro debajo de sus bañadores, ver como la tela se humedecía en el centro con mi semen.
A la mañana siguiente mi tío ya estaba en la habitación, de hecho se había levantado antes que yo y pensé que todo se me vendría abajo al encontrarlo mirando con detalle sus trajes de baño. Se daría cuenta que algunas cosas estaban removidas? O acaso de algún olor extraño? Cuál fue mi sorpresa cuando tomo un traje verde con diseños de olas y se fue al baño a colocárselo. Traje en el cual me había venido la noche anterior y aun mostraba un color más opaco al frente!
La mañana en el desayuno y el puerto transcurrieron de lo más normal hasta que llego la tarde, después de comer nos tocaba volver a las piscinas. Mi tío se quito la playera y los shorts quedando en bikini imposibilitándome el moverme sin que se notara mi erección. Mis tías insistían en que fuera a la piscina pero logre librarme de su insistencia y de nuevo quedar sentado mirando a mi tío jugar en el agua como un niño.
Eventualmente mi tío se acerco a la orilla donde estaba y estiro su mano – Ven mano! Ayúdame! – dijo. No tenia como darle un “no” y verlo todo mojado y con esa enorme sonrisa blanca bajo su bigote y barba empeoraba más aun mi casa de campaña. Mis tías dormían como lo habían hecho el día anterior y toda la demás gente estaba muy abstraída en sus cosas así que quizás la suerte me sonreiría. Mi tío seguía sonriendo como un tonto mientras veía el show: a su sobrino apenado caminando como un zoquete bajo el tremendo sol y con el miembro erecto bien visible a pesar de traer traje de baño largo.
El se daba cuenta. Cuando lo tome de la mano y jale para ayudarle a salir, su rostro quedo a escasos diez centímetros de mi miembro endurecido. Pero para mi sorpresa, Enrique hecho su peso hacia atrás y cayó de nuevo en la piscina sin soltar mi mano.
Nos zambullimos juntos y yo, sin estar preparado, pensé que me ahogaría. Luche por encontrar el suelo o por tocar la pared hasta que Enrique me sujeto de los hombros y me ayudo a subir. El agua me llegaba a los hombros y apenas sacaba el agua y respiraba con dificultades. Con la espalda pegada a la pared y mi tío pegado a mi aun sujetándome fuertemente para que me tranquilizara.
Su bulto completamente pegado a mi pierna y mi erección presa entre ambos cuerpos.
– Tranquilo mano, jajajaja, perdón, ya te tocaba entrar al agua –
Mi miembro picaba literalmente su pierna y el parecía no importarle. La verdad no quería despegarme pero tras tomar un poco de aire y calmar mi mente me moví – Jaja tienes…razón, sí, estoy b…bien – y me aleje nadando aturdidamente. Mi tío estaba de un humor bastante juguetón.
Un rato después, tras nadar de aquí y allá entre niños y turistas gritando en ingles, volví a cruzarme con mi tío que nadaba felizmente, me sonrió campante y paso junto a mí. Muy pegado a mí, de nuevo sentí su bulto y su cuerpo entero rozándome, tanto que casi me hace caer. Más tarde volvió a interceptarme pero esta vez bajo el agua. Me abrazo sin ningún pudor y me derribo de nuevo.
Me solté y regrese para empujarlo y recibir otra tacleada. Su brazo aplastaba mi erección, su abdomen, el contacto era extremo y mis tías miraban aliviadas como jugábamos como un par de niños. Me di cuenta de que me había preocupado de más. El sabia de mi erección pero no lo evidenciaría con nadie y me deje llevar por su juego.
Esa noche sería la última noche que estaríamos en la isla y la que haría que las vacaciones valieran la pena.
Terminando la cena cada uno volvió a su habitación. Yo me sentía más tranquilo que antes pero los nervios aun hacían presa de mí al recordar que compartiría cama con mi tío. El paso a ducharse primero y yo, terriblemente tentado por dar un vistazo, logre resistir y me eche a dormir en la cama. Era mi tío la presa de mis deseos, el hermano de mi madre. Éramos parientes y por más inquieto que estuviera, no podría tentar mas mi suerte al asomarme y verlo bañarse.
Enrique salió y al verme dormido, se vistió, apago las luces y se echo a dormir a mi lado. Desde luego yo no dormía. El silencio era absoluto y mariposas revoloteaban en mi estomago. Lentamente me di la vuelta y vi la sombra de mi tío, recortada por la tenue luz de la luna en la ventana. Estaba tan cerca que me salto la idea de estirar mi mano y tocarle, pero me resistí. Ya había pasado un par de horas desde que se había echado a dormir así que con confianza empecé a tocarme el miembro por encima de la sabana, muy lentamente. Cada vez que el se movía, yo y mi corazón nos parábamos en seco. Unos minutos después su pesada mano cayó sobre mi estomago – No puedes dormir?-
Quede frio al escuchar su voz…por medio de la sombra pensé el estaba dándome la espalda, pero en realidad el estaba de lado, mirándome y la ventana iluminaba perfectamente mi figura – Ehhhh??!!! No…no…yo solo…!!! –
– Tranquilo mano. Como vas a dormir con esa erección? – su mano paso de mi estomago a estar sobre mi propia mano, encima de mi miembro –Desde que llegamos la traes. Jaja si son efectivos mis trajes de baño…-
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