CONFESIONES DE PIRUCHA. Una putita travesti y cachonda(2)
La última- la verga número 15- había sido en febrero del año pasado cuando fui a un motel gay muy discreto en el centro de la capital y a pocas cuadras de una estación del metro en la que me encontré con él. Me esperaba con una impecable tenida de pantalón blanco y una guayabera rojo italiano con hi.
CONFESIONES DE PIRUCHA. Una putita travesti y cachonda(2)
La última- la verga número 15- había sido en febrero del año pasado cuando fui a un motel gay muy discreto en el centro de la capital y a pocas cuadras de una estación del metro en la que me encontré con él. Me esperaba con una impecable tenida de pantalón blanco y una guayabera rojo italiano con hibiscos entre blancos y amarillos.
Soy Pirucha y estas son mis confesiones: acciones y deseos, fantasías y realidades.
Solo espero que dejes volar tu imaginación y te hagan sentir lo que pasa por el vórtice de lujuria en que se ve arrastrada mi vida secreta.
Mis ojos se fueron de manera inconsciente hacia su paquete… Abultaba bastante y sentí un escalofrío que me recorrió la columna y se posó entre mis nalgas… No puedo dejar de calentarme cuando el coito es inminente. O cuando es posible o simplemente cuando se habla de follar…
Resumo, soy caliente, cachonda y he llegado a asumir con mucha entereza y no poco placer que lo mío es ser pasiva…entregarme, poner mi culo a la entera disposición de quien me lo pida…
Mis fantasías me sitúan siempre en lugares en que estoy rodeado de lujuriosos y burdos machos que lo único que desean es descargar sus mecos en el culo de un pasivo, mientras más lascivo y promiscuo, mejor… Y aunque no lo soy, fantaseo con serlo.
Me veo rodeado de obreros sucios de sudor, aceite, grasa, etc. Borrachos y excitados que agitan sus vergas ante mí exigiendo que se las mame, mientras otros me palmean el trasero, me meten dedos en el culo o me arrancan la ropa para pulsar mi botón del placer marica…
Me he convertido en una hetaira, en una meretriz, cosa que, lejos de preocuparme, me pone a mil… Eso va abriendo una senda que me hace transitar por la vereda de las minas que se lucen en la pasarela de cemento en las esquinas de las grandes ciudades y urbes en espera de quien acepte pagar lo que vale su servicio.
José -así llamaremos a este bello ejemplar de hombre, velludo, de bigotes, torso y brazos fuertes… Me gustó acurrucarme entre ellos entre coito y coito- había comprado una gaseosa y nos dirigimos al motel. Tocó el timbre y nos recibió un atractivo joven de pelo ligeramente rubio y ojos azulados que se destacaban contra el tono mate de la piel de su rostro. Percibí el aroma del perfume de moda y me di cuenta que era la versión femenina del 212… Era pasivo… Igual que yo.
Nos hizo pasar a una pequeña salita de recepción en que esperamos que no hubiera nadie rondando por los pasillos. Luego nos condujo a la habitación. La pantalla del DVD exhibía una película gay en que tres negros muy vergones se follaban a un blanquito, cuyo agujero se distendía lo suficiente como para recibir ese par de tremendos mástiles de ébano.
-¿Te gustan? Me preguntó José.
-Mucho, me encantan los negros y sus prietas, pero no he tenido ese placer…aún.
-¿Has hecho tríos?
-Sí, pero dos pasivos y un activo, nada más…
-¿Te gustaría que te metieran dos vergas…
-Síí- le dije interrumpiéndolo.
-Puedo conseguirte eso y más…si te animas…
Me fui al servicio y me lavé y lubriqué el ano, me puse la tanguita negra con que había probado ya 14 vergas antes que la que me comería ahora. Para ello, llevo un consolador de 17 cm y unos 3 cm que me introduzco de una y verifico si está limpio…
Llegué a la cama. Estaba en slips y ligeramente recostado sobre su costado izquierdo. Me acerqué con movimientos felinos y palpé su paquete. Estaba erecto. Lo liberé y golosamente me lo llevé a los labios. Besitos en la portada, para depositarlo delicadamente en mi boca. Chupeteos y lamidas, cada vez más atrevidas y cada vez más profundas…
No pude evitar suspirar y proferir gemidos. Me lo trago entero y siento su vello púbico cosquillear mis narices. Me ha dado una nalgada y le sujeto la mano y la llevo hasta el medio de mis nalgas. Entiende el mensaje y empieza a pulsar mi botoncito. Desliza un dedo. Descubre que estoy lubricado y lo mete a fondo. Doy un respingo y luego me relajo y se lo abro palpitante como he ensayado miles de veces ante un espejo. Sigo mamando y oliendo esa verga de macho. Se atreve a introducir un segundo dedo y casi inmediatamente el tercero y me dilata estirando sus dedos en abanico que me produce el primer miniorgasmo.
-¿Estás lista, putita.?
Mis prendas de lencería que me transforman en una mina caliente, lo habían hecho abrir los ojos cuando salí del baño y su verga se puso dura. Roca dura que me partirá el culo.
No digo nada.
Le pongo un condón y me subo encima de ese corcel que me desafía a domarlo. No tengo dudas. Venceré a este orgulloso semental y lo someteré a la fuerza subyugadora de las hembras! Soy una maraca, ahora. Entre perra y yegua, me dejo llevar por esos instintos salvajes y primitivos que se apropian de mí y me convierten en diabólica, demoníaca criatura dominada por la lujuria…Verdadera imitadora de la princesa rusa o de la Quintrala latinoamericana.
Lo insto a que intente someterme en posición de entrega con los pies en sus hombros viriles y dejo abierto mi agujero a su disposición. Siento y resiento sus estocadas que llegan hasta los rincones de mi ano y traspasan el aro del sufrimiento y se aventuran en mi intestino… No puedo reprimir los gemidos de auténtico dolor no fingido, que dan paso a estertores de placer, convulsiones de lascivia… No puede más y termina el primer combate cuando su arma se contrae y se dilata expulsando su carga que rebota por las paredes de mi culo, retenida en la barrera de látex que nos separa y que quisiéramos que no existiera para estar unidos, fundidos, carne y músculo…
Se desprendió del condón repleto de su leche espesa y caliente. Me habría gustado sentirla quemando mis entrañas y luego escurriéndome por las nalgas y chorreando mis piernas…
Volvió y me acurruqué en su torso. Me rodeó entre sus brazos y me abandoné como una sumisa hembra en la poderosa morada del macho…
Después de un rato, deslicé una mano y acaricié su verga.
Me puse de cucharita y continué mi incitante tarea de seducción… Poco a poco empezó a endurecerse hasta alcanzar una rígida y dura posición de coito… Me lancé a mamarlo para animarlo a cumplir su nueva tarea: le puse el condón de una y en la misma posición anterior, dejé que se introdujera en mis nalgas buscando la entrada al templo del morbo y las paganas ceremonias eróticas que tanto nos motivan a los homosexuales.
Rápidamente empezó a meterse hasta el fondo. Mi culo respondió de inmediato absorbiendo y rodeando al invasor deseado y al que apretaba y rodeaba como el hocico de un lechón aferrado al pezón de la ubre materna.
-AGrrrrrrr! Sentí entonces que adquiría un grosor inusual y de nuevo los embates del líquido seminal golpeó con furia las paredes de mi esfínter retenido sólo por la elástica barrera del preservativo.
-MMMM no pensaba acabar de nuevo. Me dijo dándome la última estocada y luego sacó de nuevo el envase repleto de semen. No pude contenerme y lo besé con pasión introduciendo mi lengua que encontró la suya y se enredaron como serpientes… Sus bigotes me producían una sensación extraña que reforzaba mi condición de hembra en el encuentro erótico. Sus bigotes era lo que más me había motivado a entregarme como la puta perra caliente que soy y…he sido siempre, pero que no sale a menudo…
El sonido inconfundible de un mensaje me sacó de esos exquisitos recuerdos.
“Tengo puras ganas de…??”
Era mi peluquero que me había ahorrado la intención de ponerlo entre mi culo y la pared. Le respondí que era una gran coincidencia porque ese día se cumplirían tres meses del principio de la conversación sobre nuestros gustos homosexuales y nuestro rol en el coito. Me habían contado que él era activo. Lo que me pareció increíble porque años atrás había sido alumno mío y no lo parecía, más bien podía encasillarse en moderno, versátil o derechamente pasivo.
La segunda vez, quedamos en que lo invitaría a mi casa cuando estuviera solo. Nos mostramos imágenes y videos de parejas gay. Yo tenía una en que estoy ofreciendo el culo a una verga erecta que se dispone a ensartarlo sin forro. No hubo más explicaciones, pero advertí un brillo en sus ojos que me dijeron que estaba a mil. En ese momento quise mostrarle la tanga rosada con la que andaba y darle una vista en directo de mi rajita.
Sé ya porque he visto el impacto que les produce verme el culo y mis nalgas asentadas en los bien torneados muslos… Pero decidí seguir el consejo de las sabias cocineras que recomiendan mantener tapada la olla para que se cocine mejor la comida.
Eso había sucedido, porque ahora nos enviamos una serie de mensajes que encendían el fuego y agitaban los deseos de llevar a cabo esa descubierta y loca atracción…
Nos pusimos de acuerdo en el punto de reunión para dirigirnos al lugar secreto donde voy a dar el culo a los machos que me quieren culear. Él sería el tercero en gozar la privacidad de ese lugar junto al río y en una pequeña hondonada cubierta de matorrales. Perdí la cuenta eso sí de cuántas veces lo había utilizado, solamente llevaba cuenta de con quienes lo hacía.
Un nuevo mensaje y le respondí que iba en camino. Cuando llegué, había otro vehículo en la calle perpendicular a la avenida en que me encontraba. Faltaban algunos minutos aún. LO que sí sabía era que vendría porque estaba prendido. Me había confidenciado que había días en que amanecía con el pene erecto durante todo el día sin poder bajarlo o disimularlo… Recordaba eso y me calentaba, como ahora ante la inminencia de la cogida, sentía la presión en mi culo, dilatado y palpitante…
-Hola. ¿Cómo estás?
-Caliente.
-Yo también.
-Veamos. Deslicé mi mano diestra y constaté que efectivamente su miembro estaba rígido. Me pareció un tamaño bastante adecuado.
-No me equivoqué.
-¿Por qué? Me preguntó.
-Me imaginé que era el tamaño que me gusta y que me hace gozar.
-Con confianza- me dijo y apoyó su mano en la mía y la apretó contra la verga que pugnaba por abrirse paso.
Nos dirigimos raudamente por las calles en dirección al camino rural en que se ubicaba el lugar secreto de mis escapadas de maricón maduro de closet.
Llegamos al lugar y le ofrecí un traguito para conversar mientras la noche nos cubría y nos protegía en nuestras ‘siniestras’ intenciones…
Le abrí el apretado pantalón después de despojarlo del cinturón, abrí la bragueta y salió un pene de unos 18 cm y de tallo más grueso que la cabeza. Lo engullí hasta la garganta y pude sentir su rigidez y consistencia que me excitó y me incitaba a meterlo rápida y profundamente en mi culo…
Me saqué los pantalones y me quedé en tanguita. Le deslicé el condón. Me embadurné el hoyito con gel y en la estrecha cabina me di maña para subirme a horcajadas y me di un sentón. Un agudo dolorcillo que me gusta sentir fue el preludio de una culeada prolongada.
Durante todo el encuentro mantuvo la erección, a pesar de las variadas posturas que improvisamos…
En suma, una rica follada que me calienta cada vez que la recuerdo. Tal vez se me escapen detalles, pero en una próxima confesión completaré mis impresiones y las compartiré con mis lectores para motivarlos y…excitarlos.
Recuerden comentar mis relatos acá o través de mi mail [email protected]
Siempre contesto. No hay preguntas sin respuestas.
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